| Por Eduardo Crespo | Desde su independencia, Brasil experimentó numerosas fases de expansión y estancamiento. Como en el resto de la región, desde la recuperación democrática nunca se logró restablecer los niveles de inclusión y desarrollo alcanzados en la etapa industrializadora. En momentos en los que el país atraviesa una profunda crisis institucional, es prioritario modificar el balance de las relaciones de poder para evitar que el aparato estatal termine por descomponerse completamente.