Sobre una política industrial
La Argentina se encuentra en un momento clave para desarrollar definitivamente su sector industrial. Para ello, además del Estado, deben intervenir los propios industriales y la academia. ¿Qué hace falta cambiar para lograr el mejoramiento de la calidad de vida al que nuestra sociedad aspira?
A lo largo de las décadas que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial la mayoría de los países introdujeron en sus políticas de Estado medidas que de diversas formas propiciaron el desarrollo de las actividades industriales, construyendo patrones de comportamiento adecuados a los objetivos que se plantearon como fundamentales.
En nuestro país las medidas implementadas en tal sentido dependieron fuertemente de los cambios de gestión política. Es así que puede afirmarse, sin riesgo de una exageración, que dada la reiterada violación de la Ley fundamental por parte de las Fuerzas Armadas como ejecutoras y ciertos sectores civiles como propulsores, la Argentina desde 1930 recién lleva hasta hoy poco más de un cuarto de siglo continuado de vida institucional, y ello con no pocos sofocones. Este hecho particular debe ser interpretado en su justo alcance a la hora de pretender efectuar comparaciones sobre la evolución del proceso de industrialización, comportamiento social de los empresarios y actitudes de autoprotección frente a otros países sean ellos próximos o no tanto.
Si a ello se le agrega que durante la última década del siglo pasado se aplicó a rajatabla las recomendaciones de un llamado “Consenso” elaborado lejos de nuestras fronteras, y que en materia de política económica no reparó siquiera en mínimas consecuencias sobre aspectos productivos, estructurales y sociales, y viniendo como se venía desde no hacía mucho tiempo atrás de un período siniestro, durante el que por razones ideológicas se procuró desmembrar la industria argentina para tener menos obreros y silenciar sindicatos, formular hoy apreciaciones sobre política industrial constituye un ejercicio de inteligencia que si bien debe atenerse a la realidad objetiva de un estado de situación anormalmente dispar, según de qué ramo de actividad se trate, debe procurar propuestas superadoras en materia de productividad, diversidad de oferta competitiva y agregación de valor.
Propuestas para discutir
Cuando hablamos de política industrial solemos referirnos exclusivamente a lo que creemos que el Estado debe hacer para que a la industria le vaya mejor.
Si bien ello es absolutamente lícito y deseable, a la luz del abundante conocimiento disponible sobre las modernas experiencias internacionales que se exhiben, corresponde responsablemente abordar temas que han de involucrar como actores principales no sólo a quienes legislan, o los administradores de turno, sino también a los propios industriales y a la academia.
Partiremos de la premisa de que las llamadas “industrias maduras” adecuan su funcionamiento a las reglas generales de mercado y su desarrollo productivo depende preponderantemente de cambios tecnológicos exógenos con incidencia en los procesos de transformación, manufactura y gestión, a la vez de requerir una eficiente vigilancia que la mundialización productiva les impone a los efectos de optimizar la atención de los mercados y estar permanentemente atentos para evitar daños generados por competencias deletéreas.
El país requiere una política industrial consensuada que tenga como objetivos fundamentales:
• Estimular la producción de bienes transables a partir del procesamiento de materias primas originadas en la producción primaria, sean ellos destinados tanto al consumo humano como a la producción de bienes intermedios, impulsando la aplicación de modernas técnicas tales como por ejemplo procesos de fermentación controlada, modificación genética, o irradiación ionizante, entre otros.
• Profundizar el desarrollo en la producción de biocombustibles a partir de especies vegetales no aptas para la alimentación humana, en especial de aquellas que pueden cultivarse en terrenos marginales no explotados para los cultivos tradicionales, caso jatropha caucas y microalgas, como materia prima para la elaboración de biodiesel, generando producción con valor agregado en regiones afectadas por un bajo afincamiento social debido a la crónica escasez de recursos para sostener una vida digna. Utilizar para la producción de bioetanol los subproductos derivados de la producción del azúcar de caña, almidones y sacáridos no aplicables al consumo humano.
• Impulsar la producción de fármacos genéricos y específicos, basados en el vasto conocimiento científico local acreditado en materia de biotecnología, biología molecular y nanotecnología.
• Desarrollar un ambicioso programa de mediano y largo plazo para la producción de generadores de energía eléctrica basados en el aprovechamiento del recurso eólico y solar, como asimismo en el aprovechamiento de la biomasa generada en los residuos vegetales, animales y forestales para la generación de biogás teniendo en cuenta las excepcionales características ambientales de nuestro territorio y la región, atendiendo a las complicadas perspectivas globales en materia de disponibilidad de recursos energéticos fósiles.
• Fortalecer la producción de bienes de capital destinados al procesamiento de la producción primaria y sus actividades derivadas, tales como: maquinaria agrícola; maquinaria para el procesamiento de alimentos; maquinaria para los procesos de clasificación, pesaje y envase de alimentos; maquinaria para el movimiento de sólidos y fluidos; maquinaria para la industria de la construcción y obras públicas.
• Promover una revisión de la estructura productiva derivada de la industria automotriz a los efectos de priorizar la producción local de autopartes y subconjuntos, teniendo como objetivo la búsqueda de equilibrio en la balanza comercial internacional del complejo automotriz, para lo cual las terminales deberán procurar un mayor grado de integración nacional para los vehículos destinados al mercado interno y la exportación, a la vez de adoptar los subconjuntos de origen nacional empleados en el montaje local en sus plantas similares del exterior. Como nueva estrategia sectorial debería estimularse la construcción local de una variedad mayor de vehículos pesados para el transporte de cargas, incursionando en forma progresiva en el armado y construcción de vehículos automotrices para prestaciones especiales como explotaciones mineras y forestales.
• Priorizar a través de una definitiva y clara aplicación del compre y contrate nacional, la construcción de bienes de capital complejos y a pedido, en especial aquellos dedicados a la atención de la salud humana, generación y transporte de energía, transporte público y de cargas, comunicaciones y transmisión de datos, prevención del delito, prevención de catástrofes naturales. Dar participación a las empresas nacionales en la preparación de programas de abastecimiento a mediano y largo plazo, como asimismo dar a conocer las potenciales oportunidades de participación de la industria argentina como proveedores y contratistas en los planes de mejoramiento de la infraestructura.
Los objetivos mencionados precedentemente pueden lograrse a través de una serie de instrumentos interactivos cuidadosamente planificados, emanados de políticas específicas que pasan a formar parte de una política industrial que abarca, como se verá, a variados ámbitos de la gestión pública y la participación de la sociedad.
En primer y destacado lugar la educación
Definitivamente debemos asumir la responsabilidad de comenzar en forma inmediata la mejora permanente de la calidad educativa, adecuando la currículo a las exigencias actuales y previendo las futuras en materia de enseñanza de la ciencia, la tecnología, las artes, los oficios y la cultura general.
Educar obligatoriamente y sin excepciones desde la más tierna niñez hasta la adolescencia avanzada. Capacitar al educador premiando su dedicación y excelencia. Un solo nivel de enseñanza básica, no importa dónde se imparta, pues para el conocimiento no deben existir fronteras, aquellas que históricamente han discriminado regiones y poblaciones.
Involucrar a la sociedad, y aquí es donde aparece la necesidad de que el empresariado tome conciencia de su tremenda responsabilidad, ya que el futuro de sus emprendimientos siempre dependerá de la capacidad de la gente con la que se trabaja, dado que el objetivo permanente es que el colectivo sea capaz de acompañar un crecimiento sostenible.
Por lo tanto debe interesarse por cómo se hacen las cosas, formular propuestas, exigir la mejora permanente, ayudar donde haga falta, pues es hora de asumir que a causa de nuestras falencias estructurales no basta sólo con pagar correctamente los impuestos para cumplir con la responsabilidad social empresaria.
El Estado debe estimular la inversión privada en investigación, desarrollo e innovación, cediendo para ello total o parcialmente fondos provenientes de los impuestos. Están dadas las condiciones como para llevar a cabo esta inversión para un futuro mejor, pues la tasa de retorno que se ha de obtener será harto compensatoria. El país requiere seguir incrementando la inversión en I+D+i. Al aumento que se viene dando de los fondos públicos es necesario agregar una fuerte inversión privada. Sólo así lograremos impulsar un cambio genuino en la calidad de la oferta de bienes, la mejora de la competitividad y a la vez el beneficioso efecto expectable sobre los ingresos de la sociedad a través de un crecimiento económico con equidad.
No se puede desarrollar la industria sin un esquema estable y predecible de financiamiento a mediano y largo plazo con tasas de interés neutras
Una vez más cabe aquí señalar la importancia de las políticas de Estado. Prestar fondos no sólo atendiendo al riesgo financiero, sino principalmente a la calidad de una propuesta emprendedora.
Los bancos que se involucren en el financiamiento para la inversión productiva tendrán que volver a incorporar profesionales idóneos en el análisis de proyectos, capaces de evaluar con pertinencia atendiendo al objetivo fundamental de asistir para desarrollar y crecer.
La actividad industrial y el cuidado del medio ambiente requieren el uso de nuevos instrumentos de gestión e inversiones orientadas a la remediación de impactos no deseados, y en algunos casos a la reubicación de determinadas actividades. Las políticas públicas deben orientarse a la búsqueda efectiva de soluciones, entre las cuales pueden mencionarse la creación de parques o polígonos industriales, que deberán estar dotados de todos los servicios necesarios para el desarrollo efectivo y sin entorpecimientos de las actividades productivas. Deben contar con reservas espaciales lo suficientemente importantes como para sostener un crecimiento paulatino del nivel de actividad de los emprendimientos y su correspondiente expansión física, sin correr el riesgo a futuro de ser objeto de restricciones originadas en urbanizaciones peligrosamente próximas, mayormente resultantes de especulaciones inmobiliarias incompatibles con las actividades productivas originalmente promovidas.
Por una eficiente industria argentina
El país exhibe desafortunadamente abismales diferencias de desarrollo en su extenso y poco poblado territorio. Paradojales concentraciones urbanas como las de la Capital Federal y los tres cinturones que conforman el Gran Buenos Aires, que concentran más de un tercio de la población total de la Nación, frente a las dilatadas extensiones vacías de la Patagonia o de la Puna jujeña.
Grandes distancias separan ciudades, pueblos, regiones productivas y zonas productoras de recursos naturales y bienes elaborados.
La infraestructura actualmente disponible para atender esta distribución espacial es obsoleta e inadecuada para soportar un mediano crecimiento productivo en la próxima década.
No podemos pensar en política industrial alguna que no repase las importantes asignaturas pendientes en el desarrollo de la Argentina desde antes del advenimiento de este nuevo siglo. Veamos algunos casos.
El sistema ferroviario para el transporte de cargas y pasajeros. Se impone ya de inmediato convocar a los expertos en todos los rubros del conocimiento vinculado a este sistema, incluyendo a especialistas internacionales, para que, tomando en consideración los trabajos que se han llevado a cabo en los últimos tiempos, elaboren un plan que abarque propuestas de nuevas trazas, ramales de interconexión, material rodante, servicios e infraestructura edilicia, habida cuenta del abandono en que se ha caído en materia de planificación estratégica en el tema que se menciona. El plan deberá aplicarse y adecuarse a las disponibilidades de los recursos técnicos actualizados y las nuevas necesidades convenientemente relevadas, adecuado a recursos financieros factibles de obtenerse, con la mayor participación posible de la industria argentina en primer término, a la que se le deberá dar permanente presencia para consensuar con ella el desarrollo de una nueva industria ferroviaria.
Paralelamente se deberá atender la red vial para su adecuación a los actuales caudales de tránsito y las necesidades de conectividad de las áreas productivas con prioridad de aquellas que combinen con terminales portuarias y ferroviarias, atendiendo a la expectable disminución progresiva del uso del camión como movilizador de las grandes masas de carga en largas distancias, reemplazado por el ferrocarril y los cursos navegables.
En materia de vías navegables estas deben ser adecuadas para permitir el tránsito seguro de trenes de barcazas y cargueros de porte, a los efectos de contribuir no sólo a una sensible reducción de costos de transporte sino a la efectiva integración territorial en el ámbito del Mercosur. En materia de puertos cabe mencionar la necesidad de llevar a cabo un exhaustivo estudio sobre la ubicación y construcción de un nuevo puerto de aguas profundas próximo a la región metropolitana, para desafectar la ciudad de Buenos Aires de la actual actividad portuaria, costosa por su ineficiencia y de creciente dificultad para acceder por cualquier sistema intermodal.
La generación de energía eléctrica debe ser potenciada con el uso de fuentes de generación renovables tales como la hidráulica, nuclear, eólica y solar, procurando cambiar la matriz energética actual fuertemente dependiente de hidrocarburos fósiles, en especial gas natural, recurso este al cual debe prestarse especial atención en función de las reservas potenciales recientemente descubiertas consideradas de importancia, pero que deben ser cuidadosamente exploradas y convenientemente evaluadas para alcanzar una eficiente explotación. Este recurso fósil agotable debería de emplearse preponderantemente como materia prima, disminuyendo progresivamente su uso aun en los eficientes sistemas de ciclo combinado disponibles en la actualidad, y menos aún exportado como un producto natural más.
La salud y la vivienda digna de las poblaciones, aun las más apartadas, deben ser consideradas como temas de primordial importancia a ser resueltos dado que se trata de un elemento básico sobre el que puede fundarse la aspiración a contener una población sana y educada. La vivienda social puede enfocarse económicamente desarrollando el aprovechamiento de recursos naturales regionales como materiales a ser empleados en la construcción, convenientemente elaborados y acondicionados a los cuales se pueden adicionar componentes de obra normalizados, producidos industrialmente, con criterio de procurar economía energética y variedad para adecuar su uso a las condiciones climáticas de las diversas regiones del país.
Ello puede y debe ser resuelto en el ámbito del incremento de la producción industrial y no meramente con asistencialismo.
La actividad productiva industrial promueve el mejoramiento de la condición social a través de contribuir efectivamente en la creación de empleo digno que asegura en principio un sano sustento familiar, con lo cual es factible proporcionar una escolaridad completa para los niños y adolescentes, con lo cual la igualdad de oportunidades será éticamente válida pues no existirán exclusiones. Ello ha de constituir la base de una equidad que debe proyectarse en beneficio de un genuino progreso y crecimiento para el país.
Por último, alguna reflexión sobre la inserción en el comercio internacional
La globalización ha generado un reagrupamiento espacial diversificado de la producción industrial. La Argentina integra un espacio económico, Mercosur, el cual no ha sido aprovechado hasta el momento, salvo raras excepciones, para inducir políticas de integración productiva conducentes a explotar con mayor eficiencia las capacidades relativas de los integrantes de ese espacio, estableciendo asociaciones estratégicas orientadas a una mejora de las oportunidades de intercambio a nivel global, y a la defensa del derecho a una inserción justa en el comercio internacional sometido a la imposición de condicionamientos al intercambio en detrimento de la participación de las economías emergentes.
Si bien los alimentos y otros recursos naturales seguirán siendo demandados en el mundo con creciente intensidad, la obtención de la renta requerida para lograr el mejoramiento de la calidad de vida al que nuestra sociedad aspira, sólo podrá lograrse con la consolidación de una estructura industrial moderna, capaz no sólo de abastecer convenientemente un mercado interno con expectativas de poder crecer, sino capaz también de producir bienes diferenciados en condiciones de competitividad internacional. Para ello es imprescindible la presencia de un Estado idóneo y eficaz, capaz de elaborar políticas de largo plazo convenientemente consensuadas, como para asegurar confiabilidad en la toma de las decisiones de quienes asuman el riesgo de invertir y convertirse en los ejecutores de un genuino crecimiento.
Ello estimulará el ahorro interno como fuente natural para nutrir y estructurar financiamientos adecuados para asistir a la producción, a la investigación, el desarrollo y la innovación, a la vez de incentivar nuevos emprendimientos industriales y de servicios que se incorporarán a las cadenas de valor enriqueciéndolas con nuevos productos producidos localmente. Esa será la manera de sustituir genuinamente importaciones, lo cual no significa que se podrá prescindir de materias primas, insumos, bienes intermedios y componentes importados que siempre serán necesarios, por razones económicas de conveniencia para sostener competitivamente los variados procesos productivos y mantener abiertas las puertas de los mercados internacionales.
Bajo estas premisas podemos aspirar a participar en el comercio internacional de bienes y servicios, ya sea individualmente e integrando asociaciones estratégicas de carácter regional, disminuyendo así la riesgosa exposición actual que exhibimos por ser meramente tomadores de precios para nuestros productos naturales en un complejo contexto de recurrentes crisis económicas en espacios otrora ejemplo de cohesión y eficiencia.
Autorxs
Israel Mahler:
Expresidente de la UIA. Presidente de la Comisión de Industria y Producción del Centro Argentino de Ingenieros. Asesor Técnico del Rectorado de la Universidad Nacional de Quilmes.