Africanos y afrodescendientes en la Argentina: Presentes, visibles y luchando por sus derechos
Antecedentes del proceso de visibilización de la comunidad de afrodescendientes local. El aporte de los inmigrantes africanos subsaharianos y los afroargentinos a la lucha por la conquista de sus derechos plenos como ciudadanos.
| Por Marta M. Maffia y Luz Marina Mateo |
En referencia las poblaciones afro de América latina y el Caribe, se considera que su notoria invisibilización en algunos imaginarios nacionales comienza a ser revertida entre las décadas de 1980 y 1990. Siguiendo a Odile Hoffman –en la introducción del libro Política e identidad. Afrodescendientes en México y América Central, de 2010– podemos afirmar que esto ha sido producto de la confluencia de factores de orden nacional e internacional, visibilizándose en distintos grados y a través de diversas formas organizacionales, conformándose de manera bastante dispersa en sus inicios alrededor de luchas contra la discriminación y el racismo, las reivindicaciones culturales, las demandas de tierras o el acceso a la salud y educación.
En la Argentina encontramos antecedentes de este proceso en acciones que podríamos categorizar como puntuales en relación con factores de orden nacional pero, sobre todo, internacionales. En este sentido, es necesario destacar que el activismo de la década de 1980 estuvo más vinculado con el proceso de descolonización de África que con reivindicaciones por la visibilización y los derechos.
Un caso paradigmático es el del caboverdeano Joaquim José dos Santos, apodado “Tchutche”, inmigrado a la Argentina en la década de 1940, quien crea en la provincia de Buenos Aires, junto a un grupo de compatriotas, un comité regional del Partido Africano por la Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC) fundado en 1956 por Amílcar Cabral, con el objetivo de difundir y luchar desde la Argentina por la independencia de Cabo Verde, contra el colonialismo portugués. Posteriormente, bajo el gobierno del presidente de Cabo Verde Arístides Pereira, Joaquim dos Santos fue designado como primer cónsul honorario en la Argentina.
La lucha liderada por “Tchutche” tuvo un fuerte rechazo por parte de muchos de los caboverdeanos residentes en la Argentina, que renegaban de cortar lazos con Portugal, situación que comenzó a revertirse lentamente después pero que evidencia las dificultades que tuvo el grupo para construir una identidad social colectiva unificada. Un viejo caboverdeano lo manifestaba así:
“Con la independencia, muchos quedaron contentos y otros no, como en todas partes, otros se sintieron arraigados, enraizados con Portugal… ahora sí están de acuerdo con el tiempo”.
Las tensiones que se evidenciaron fueron, a la vez, políticas y étnicas, puesto que la identidad étnica fue un posicionamiento político. Pero la situación argentina de esos años favoreció la no toma de decisiones con respecto a las identidades, pues el discurso independentista fue acallado durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón (iniciado en 1974), durante el cual funcionaron activamente grupos parapoliciales como la Triple A, que controlaban e investigaban todas las actividades de cualquier persona, grupo o institución que pudiesen ser sospechadas de “subvertir el orden establecido”. Era la etapa previa a la dictadura militar de 1976 coincidente con la dictadura imperante en Portugal.
Las luchas internas en la propia comunidad caboverdeana local, si bien perduraron, se fueron diluyendo –entre otras razones– con el cambio generacional.
Miriam Gomes, hija de un inmigrante caboverdeano, presidenta por cuatro períodos de la Unión Caboverdeanos de Dock Sud, asociación fundada en 1932, fue una de las herederas de las ideas de “Tchutche”. Ella puso en práctica una militancia renovada que tiene como uno de los objetivos fundamentales lograr la visibilización y el reconocimiento de la presencia afro por parte de la sociedad. Es una de las primeras que comienza a establecer lazos con los nuevos inmigrantes africanos subsaharianos que comenzaron a arribar al país a mediados de la década de 1990 –intensificándose a mediados de los 2000– principalmente de las regiones occidental y central: senegaleses, ghaneses, nigerianos, cameruneses, marfileños, guineanos, entre otros. Los apelativos “recientes” o “nueva migración” nos permiten diferenciarla de las migraciones de caboverdeanos producidas principalmente desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
También en la década de 1980 otro africano de origen nigeriano, Obadiah Oghoerore Alegbe, emigrado tempranamente en el año 1977, con estudios universitarios realizados en la Argentina en una rama de la ingeniería, comienza a militar políticamente vinculándose a los dos principales partidos políticos del país:
“(…) en la universidad estuve muy fuerte en activismo político, yo fui presidente ejecutivo del Comité Argentino para la Independencia de Namibia y la Represión del Apartheid, entonces para poder tener los efectos en la campaña en Argentina hubo apoyo de algunos legisladores (…) durante cinco años fui asesor en política internacional de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, estuve un año en el bloque peronista y luego pasé al bloque radical durante cuatro años, organicé dos conferencias internacionales sobre el apartheid acá (…) entonces yo logré conocer bien la Argentina políticamente”.
Obadiah funda en 1982, junto a dos congoleños y cuatro afrodescendientes (tres afrouruguayos y un afroargentino de la provincia de Santiago del Estero), un grupo al que denominan Bondeko, el que duró aproximadamente dos años, desde allí emprenden la tarea de difusión y esclarecimiento.
Sigue en su trayectoria una etapa de menor actividad política, hasta que en la década de 1990 funda la Asociación de Nigerianos del Río de la Plata. Desde ese espacio propio, mantiene lazos con otros nigerianos y africanos del mundo a través de las redes sociales y una permanente conexión con la embajada local de su país. Es uno de los africanos más críticos respecto de los afroargentinos y afrodescendientes; percibe gran fragmentación, constante apelación a la queja y poca o nula participación política, que les permitiría revertir su situación. Por ello no participa de casi ninguna de las actividades que organizan.
Otra figura destacada en ese naciente activismo de la Argentina de la década de los ’80 –activismo surgido como parte del proceso de democratización y de las transformaciones sociopolíticas que para esos tiempos se estaban llevando a cabo en nuestro país– es la de Enrique Nadal, intelectual y activista afroargentino (fallecido en 2008), quien funda en 1986 el Comité Argentino y Latinoamericano contra el Apartheid. En un intento de acercamiento, Enrique es invitado a la organización Bondeko, pero no logran ningún acuerdo y cada uno sigue su camino.
Enrique Nadal aporta su experiencia a la constitución del capital militante de dos afroargentinas: Miriam Gomes y Lucía Molina, afroargentina de la provincia de Santa Fe, presidenta de la Casa de la Cultura Indoafromericana de Santa Fe “Mario López”.
A ellas debe sumárseles también el arduo trabajo de María “Pocha” Lamadrid y de otra afroargentina, Carmen Platero, quien desde la Comedia Negra de Buenos Aires contribuyó a la visibilización.
Es en la década de los ’90 cuando emerge un nuevo tipo de sociedad civil, aparecen nuevos actores sociales, con una dinámica renovada, en particular a partir de los cambios en la relación Estado/sociedad. Bajo esos “nuevos aires” empiezan a mudar algunos de los objetivos de algunas de estas organizaciones de la sociedad civil, como por ejemplo las asociaciones de inmigrantes, inclinándose hacia una mayor participación política, embarcándose en el terreno de la lucha por sus derechos y creando espacios para el desarrollo de un pensamiento crítico.
En este sentido, es interesante también lo que se ha generado desde la Asociación Caboverdeana de Ensenada. En pos de la visibilización, la entidad comenzó a tener una activa participación en la Fiesta del Inmigrante a través de exhibición de danzas, comidas típicas y presentación de reina; se organizó la Primera Semana de la Cultura Caboverdeana con conferencias, muestras de arte y fotografía y la visita de embajadores de otros países africanos.
También la institución participó en varias actividades académicas a través de una de sus integrantes, Luz Marina Mateo, quien en 2002 realizó su primer viaje a Cabo Verde entrevistándose con el presidente de la república, el primer ministro y otras autoridades y líderes políticos y sociales, para darles a conocer la situación de la comunidad en la Argentina, lo cual fue plasmado luego en una investigación que llevó en 2003 a la obtención del premio “Olhares de Descendências” (otorgado por el gobierno de Cabo Verde), con el trabajo: “Os caçadores de heranças. Uma aproximação às descendências cabo-verdianas na Argentina”.
En el mismo sentido, integrantes de la comunidad realizaron diversos programas de radio (como Recorriendo Cabo Verde, de Ricardo Martínez) y dieron entrevistas a diversos medios radiales, gráficos y televisivos locales.
Así, uno de los objetivos trazados es el de visibilizarse junto a otras minorías (africanos y descendientes) o como otras minorías (por ejemplo, los pueblos originarios) y unirse en la lucha por reivindicar sus derechos plenos como ciudadanos.
En esta breve nota hemos intentamos mostrar algunos resultados del rastreo que estamos realizando acerca del pasado relativamente reciente hasta los tiempos más actuales, investigando el papel que han jugado y juegan los inmigrantes africanos subsaharianos (viejos y nuevos) y sus organizaciones en la Argentina, sus relaciones con los líderes afrodescendientes locales y cómo se han sumado al proceso de reversión de la invisibilización y reconocimiento de derechos de la población afro del país.
Autorxs
Marta M. Maffia:
Lic. en Antropología y Dra. en Cs. Naturales (Orientación Antropología). Facultad de Cs. Naturales y Museo (UNLP) y CONICET.
Luz Marina Mateo:
Candidata a Magíster en Relaciones Internacionales y Lic. en Comunicación Social (UNLP). Secretaria del Departamento África del IRI-UNLP.