Migración Sur-Sur: senegaleses en la ciudad de Buenos Aires
Desde mediados de la década de los ’90 se ha acentuado la llegada de migrantes senegaleses a nuestro país. Esto se debe a factores históricos, comunitarios, culturales, religiosos y, por supuesto, económicos. ¿Qué falta para lograr un proceso de integración plena a la sociedad de destino?
En el presente escrito nos proponemos realizar una breve caracterización del movimiento poblacional que une al África Subsahariana con América del Sur; refiriendo más precisamente a la migración senegalesa hacia la Argentina iniciada a mediados de la década de los ’90 y acentuada hacia el 2000.
Se trata de un primer acercamiento a un grupo migratorio que se ha hecho muy visible en las grandes ciudades del país, pero sobre el que pesa el desconocimiento dando origen a la construcción de prejuicios y estereotipos. En estas líneas, entonces, desandaremos el recorrido migratorio realizado, proponiendo un acercamiento a Senegal y a su gente que ha arribado a estas tierras.
En primer lugar debemos recordar que Senegal se encuentra ubicado dentro del espacio denominado África Occidental o bien África Subsahariana, por estar situado sobre la costa atlántica, al sur del desierto del Sahara. Colonia francesa hasta 1960, el país fue objeto de las políticas de ajuste estructural aplicadas durante la década del ’80 y continúa padeciendo una sangría económica que drena sus recursos ictícolas y agrícolas para el consumo europeo. Dichos antecedentes económicos junto a otros de índole cultural desarrollados a continuación, constituyen elementos que facilitarán un acercamiento al proceso migratorio de referencia.
La salida
En el transcurso del siglo XX la emigración senegalesa ha sido estimulada y forzada fundamentalmente por la acción colonizadora francesa, que culminó con la independencia del país africano en 1960. Durante este período, la administración colonial enviaba a la metrópoli a civilizar a las elites senegalesas colaboracionistas, lo que generaba en la población la imagen de que la riqueza y poder había que buscarlos fuera de Senegal.
Tras la independencia del país, la aplicación de irracionales políticas de desarrollo poscoloniales inspiradas desde el exterior, que descuidaban la agricultura a favor de las ciudades, así como un deterioro en los términos de intercambio y una excesiva carga de la deuda externa, produjeron en su conjunto el éxodo masivo de población de las zonas rurales hacia las ciudades con el consecuente aumento de la miseria urbana.
Es así como la emigración se convierte en una de las alternativas a partir de las décadas de los ’70 y ’80, principalmente como mano de obra hacia Europa, para trabajar en la reconstrucción Marshall post Segunda Guerra Mundial, hasta la crisis del petróleo en 1973. Sin embargo, desde 1974 el aumento de la xenofobia y las correspondientes barreras para impedir la entrada de africanos trajeron como consecuencia la reducción de trabajadores senegaleses admitidos y la limitación del reagrupamiento familiar, lo que llevó a contemplar nuevos destinos migratorios, como Italia y España a partir de los años ’80, y más adelante, Estados Unidos y Canadá, hasta finalmente arribar a Asia y América latina (fundamentalmente Brasil y la Argentina).
Entre los factores de expulsión se cuentan: familias ampliadas, donde pocos miembros están en edad de trabajar –de acuerdo al informe de la Agencia de Cooperación Española, para el 2008 el 43% de la población es menor de 15 años–, y las pocas posibilidades de inserción laboral –producto de la herencia colonial y las políticas neoliberales aplicadas en los últimos 20 años, en el país se destaca un fuerte peso del sector privado informal de la economía, que constituye la primera fuente de empleo; como consecuencia de ello, el subempleo afecta a cerca de un 75% de la población activa, es decir, unos 4,5 millones de habitantes–. El conjunto de estos elementos juega un factor importante en la producción de aspiraciones de crecimiento en el exterior desde muy pequeños. A ello se añade la difusión de imágenes occidentales como modo de vida a seguir a través de los medios masivos de comunicación, principalmente televisión e Internet.
Otro elemento para comprender el proceso migratorio lo hallamos en factores de índole socio-cultural. En primer lugar debido a que el proyecto migratorio no es individual sino que involucra una planificación familiar donde se envía a uno de los miembros al exterior realizando una inversión de dinero que luego redituará en remesas. Estas últimas no sólo representan en muchos casos la base de la economía familiar, sino que involucran un imaginario de éxito, de triunfo del integrante y también de la familia, que no sólo mejora su condición económica sino social y en muchos casos religiosa (las Dahíras –círculos religiosos de los grupos musulmanes en Senegal– suelen recibir y administrar el dinero enviado por las comunidades de emigrados fundando escuelas y hospitales).
De este modo, la migración de senegaleses constituye un fenómeno complejo donde intervienen factores históricos, comunitarios, culturales, religiosos y, por supuesto, económicos, siendo necesario destacar que no es la extrema pobreza la que motiva a estos individuos –el trayecto migratorio es muy costoso y no todos pueden afrontarlo–, sino un imaginario de progreso, y también la experiencia que marca un pasaje a la adultez.
El viaje
Como mencionábamos anteriormente, la migración senegalesa en la Argentina es un proceso reciente, donde ambos países no poseen nexos coloniales previos como sí ocurre con otras migraciones. Si bien la presencia de africanos en el territorio argentino data de los siglos XVII y XVIII con la llegada de esclavizados y posteriormente, en los siglos XIX y XX, con la migración de caboverdeanos (en ese entonces colonia portuguesa), en este caso hablamos de un proceso diferente, enmarcado en un contexto capitalista de descolonización.
Teniendo en cuenta los aportes teóricos que se han desarrollado para el estudio de los movimientos migratorios, podemos vincular el desplazamiento poblacional de senegaleses en la Argentina en relación a diversas teorías que nos ayudarán a comprender y precisar mejor el fenómeno.
El flujo de senegaleses hacia la Argentina forma parte de la migración “Sur-Sur” no sólo por la ubicación geográfica de ambos países sino por ser parte de la periferia capitalista y ser países en vías de desarrollo. Asimismo, el proceso de globalización tiene gran incidencia en la misma, al acortar las distancias reales y simbólicas por la revolución en el transporte y la masificación de Internet, tanto en el país de origen como de destino.
Asimismo, la caracterizamos como una migración “indirecta” ya que en las trayectorias migratorias ubicamos escalas o pasos previos ya sea por Europa o bien por Brasil –donde suelen arribar para solicitar la visa de ingreso, ante la falta de representación diplomática en la Argentina–.
Asimismo, retomando los análisis sobre transnacionalismo, podemos caracterizar al colectivo senegalés de transmigrante, en el sentido de una migración circular que une diversos destinos donde se forjan lazos culturales, sociales, familiares y económicos. Para el colectivo radicado en la Argentina es frecuente que, una vez obtenida la documentación, muchos de estos jóvenes decidan pasar gran parte del año en Senegal y regresar a la Argentina o a Europa para la temporada estival, donde las ventas son mejores en las playas, y luego regresar nuevamente al continente africano donde se encuentra su familia.
Es de destacar, por último, el papel de las redes, sean estas de parentesco, vecinales o de amistades. Los emigrados a través de sus llamados –y en sus visitas cuando pueden hacerlo– suelen comentar sobre sus éxitos en el país de destino –no siempre reales–, fomentando de esta manera la salida de nuevos miembros a quienes tienen el deber de ayudar con alojamiento y mercadería para vender en los primeros tiempos en el país. También hay migrantes que facilitan los pasajes y la documentación necesaria para emigrar, brindando información y agilizando ciertos trámites burocráticos. De acuerdo a las entrevistas realizadas, muchos jóvenes desconocen casi totalmente la situación del país al cual arribarán en pocas semanas.
La llegada
Si bien los datos del último censo nacional (2010) no desagregan la información de los migrantes provenientes de África por países de procedencia, y los datos de la Dirección Nacional de Migraciones dan cuenta de un sub-registro de esta población al ingresar por pasos fronterizos no habilitados –lo que hace difícil estimar su número principalmente porque no se cuenta con registros completos de su ingreso al país–, hay diversas cifras que dan cuenta de su presencia cada vez más importante. El presidente de la Asociación Senegalesa en Argentina afirma que se trata de alrededor de 3.000 personas los inmigrantes que provienen de Senegal. Otros miembros de la comunidad reconocen que hace diez años era difícil encontrar a un senegalés en la calle, mientras que hoy en día “ya somos casi 5.000”.
Se trata mayoritariamente de hombres jóvenes, de entre 18 y 35 años de edad; la mayoría de ellos practica la religión musulmana, yendo a las mezquitas de las ciudades en las que se encuentran y en caso de no existir, realizan los rezos en las pensiones donde viven. Otra forma de agrupamiento religioso son las Dahíras –asociaciones religiosas de las cofradías–, sin embargo, prima en ellos el sincretismo con religiones africanistas.
La etnia mayoritaria es la Wolof, también mayoritaria en Senegal –representan un 45% de la población, seguidos por los peuls (22%), serer (15%), diola (10%), mandigos (3%), junto a otras etnias más pequeñas numéricamente–, así como también su idioma. Sin embargo muchos hablan además árabe y los que han tenido la posibilidad de acceder a la educación oficial hablan francés.
Una vez en la Argentina, suelen asentarse en pensiones en barrios tales como Once, Flores y Constitución, donde comparten habitaciones precarias entre sus compatriotas. Muchas de ellas tienen condiciones muy precarias, y los precios por habitar en ellas son altos, sin embargo la imposibilidad de rentar un departamento los obliga a aceptar esas circunstancias habitacionales. Laboralmente se insertan en la economía informal, como vendedores ambulantes de bijouterie. No obstante, quienes cuentan con la documentación necesaria, están comenzando a insertarse en diversas ocupaciones dentro de bares, restaurantes, hoteles, y como promotores culturales en la enseñanza de danza y percusión africanas que se han popularizado entre las clases medias de las grandes ciudades del país.
Sobre la venta ambulante
Como mencionáramos anteriormente, no todos los migrantes senegaleses en la Argentina se dedican a la venta ambulante de bijouterie, pero sí lo hace un porcentaje mayoritario del grupo. En el transcurso de la investigación hemos arribado a diversas respuestas sobre la coincidencia en la actividad, sin embargo, las mismas no pueden explicarse de manera independiente.
En primer lugar, el establecimiento en esta actividad económica se encuentra fuertemente vinculado a las cadenas de comunicación y redes sociales: los compatriotas arribados con anterioridad gestionan inmediatamente el préstamo de mercadería, la cual se va devolviendo durante los primeros meses de ventas en la Argentina. La venta ambulante les permite, mediante una pequeña inversión de capital, comenzar a trabajar al día siguiente de su llegada –al principio al lado de un joven con mayor experiencia y estadía en el país–, para luego buscar su propio espacio.
La inserción en la economía de la venta ambulante de joyas de fantasía, anteojos y otros objetos, presenta varias ventajas: es una mercadería barata para comprar, liviana para transportar, y no implica una pérdida importante en caso de ser quitada por la policía –situación frecuente debido a la falta de reglamentación de la actividad–. Gran parte de la mercadería la obtienen a través de distribuidores mayoristas senegaleses quienes recorren los hoteles y reponen la mercadería vendida.
Las condiciones de trabajo de los vendedores ambulantes son duras, se trabaja de lunes a domingo, teniendo que levantarse muy temprano y finalizando muy tarde. Sin embargo, permite, desde la misma llegada, unos ingresos diarios con los que ir organizando la vida. Asimismo, cabe destacar que el comercio de venta ambulante es una actividad tradicional de subsistencia para los senegaleses, formando parte de su estilo de vida. Buena parte de ellos ha trabajado, antes de emigrar, en lo que se concibe como comercio informal o sumergido. También los senegaleses en Barcelona, Roma y otras ciudades europeas suelen dedicarse a la misma actividad. Les resulta parte habitual del comercio, siendo el contexto cultural y territorial el que cambia: en la ciudad de Buenos Aires, la venta callejera está prohibida por normativa, no está penalizada como actividad, pero incide en su estrategia de adaptación. La falta de papeles y la persecución policial son los principales problemas a los que se enfrentan diariamente. En esta situación también incide el racismo institucional y la falta de mecanismos donde poder denunciar los acosos.
Las dificultades en el ingreso al territorio argentino
La cuestión de la documentación constituye en el presente un verdadero problema para la gran mayoría de los migrantes. En el caso del colectivo de referencia, afirman que sólo pueden normalizar su situación en la Argentina mediante la apertura de un nuevo período de regularización o mediante el matrimonio con ciudadanas argentinas.
La mayoría de los senegaleses que se encuentran viviendo en Buenos Aires han llegado luego del 2004, es decir que no han podido acogerse al plan de regularización migratoria impulsado por el gobierno nacional en dicho año –el decreto 1169/2004 garantiza la regularización migratoria de ciudadanos nativos de países fuera de la órbita del Mercosur que al 30 de junio de 2004 residan de hecho en el territorio nacional–.
Sin embargo, las trabas para este colectivo comienzan antes de dejar su país. La Argentina no cuenta con representación diplomática en Senegal desde mediados de los años ’90, razón por la cual –con excepción de los pocos que pueden trasladarse desde Senegal hasta Nigeria y tramitar la ciudadanía argentina en la embajada asentada en dicho país– deben tramitar su visa hacia Brasil y desde allí ingresar por la Triple Frontera de manera irregular. Como se observa, en este caso es la legislación la que impide el acceso legal al país, forzando al recurso a las mafias y a la falsificación de documentación para superar controles.
No obstante ello, una vez en la Argentina tampoco logran regularizar su situación fácilmente: la ley migratoria Nº 25.871 que rige desde el 20 de enero de 2004 para todo el territorio argentino, en su artículo 23 fija una serie de categorías en las que deben encuadrarse los solicitantes de residencia, ya sea temporaria o permanente, para poder acceder a la misma. Sin embargo, la situación de esta población no parece estar contemplada en ninguna de ellas. Es por eso que muchos jóvenes senegaleses ha solicitado refugio ante la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), encargada de conceder o negar la condición de refugiado. Dicha información la obtienen a través de las redes de comunidad que han establecido; sin embargo, las solicitudes suelen ser denegadas debido a que no hay motivos fundados que pongan en riesgo la vida de los solicitantes por no haber en Senegal conflictos bélicos, persecuciones religiosas, catástrofes naturales u otras circunstancias que generen peligro. Una vez denegada la solicitud de refugio están compelidos a regularizar su situación migratoria, y al no poder hacerlo permanecen en condición de irregulares.
Conclusiones
Si bien hemos realizado la presentación en tres etapas: salida, proceso y llegada, para su mayor comprensión, entendemos al proceso migratorio como un hecho social total, donde el sujeto migrante se encuentra determinado por la situación compleja de su país de origen, y los diversos países por donde transcurre su trayecto formando un ciclo que incide en su identidad y el proyecto de vida.
La migración de senegaleses hacia la Argentina es relativamente reciente y aún quedan muchas preguntas por responder; sin embargo, consideramos que seguirán ingresando jóvenes al país y es necesario un cambio en la legislación que permita su pronta regularización para facilitar su proceso de integración a la sociedad de destino. A pesar de las normas internacionales que en los últimos años han intentado generar un marco de protección para los inmigrantes, sus derechos se ven menoscabados con harta frecuencia, especialmente si han inmigrado de manera “irregular”.
Autorxs
Gisele Kleidermacher:
Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA) – Becaria CONICET-IIGG. Docente de Metodología en Ciencias Sociales (UBA).