Mujeres angoleñas y construcción de paz

Mujeres angoleñas y construcción de paz

Tras años de guerras fratricidas y abusos generalizados contra los derechos humanos, las mujeres angoleñas se han convertido en un actor clave en los procesos de reconciliación y de construcción de paz. Mientras luchan por incorporarse a la esfera de la política y la toma de decisiones, asumen un mayor liderazgo en la reconstrucción comunitaria, con una perspectiva distanciada de la patriarcal que promueve relaciones desiguales de género.

| Por Maguemati Wabgou |

El artículo parte del supuesto según el cual en África tanto la guerra como el posconflicto (acuerdos de paz, construcción de paz y demás) son procesos marcados, en distintos niveles o grados, por relaciones de género. Desde el marco general del acercamiento al lugar y el papel de las mujeres africanas en el conflicto y la construcción de la paz, se busca resaltar las experiencias de las mujeres angoleñas en el posconflicto y sus avances en el camino de la construcción de paz.

Se analizan sectores de las poblaciones femeninas angoleñas como agentes sociales y actores políticos comprometidos con la sociedad para impulsar transformaciones en la misma. Partiendo de una posición política que abre caminos a la esperanzas de una paz duradera, estas mujeres, que en pocos casos están presentes en las instancias de toma de decisiones, buscan crear e impulsar actitudes de cambio social y de transformación de mentalidades. Es aquí donde surge la necesidad de considerar a las mujeres en general en el marco del posconflicto y a las angoleñas en particular, desde la categoría de “grupo subordinado y oprimido” que, consciente de la visión dominante, busca desarrollar alternativas de relacionamientos personales y colectivos en un ámbito político y social marcado por el fin del conflicto armado.

En este orden de ideas, el trabajo se centra en presentar algunas iniciativas (presencia y participación) de mujeres angoleñas en el contexto de posconflicto (por ejemplo asociacionismo en escenarios de posacuerdos), señalando que los escenarios de negociación que desembocaron en los Acuerdos de Paz firmados en Angola (2002) apenas mencionaron temas en clave al género. Además, aunque muchas mujeres angoleñas lucharon en ambos bandos, el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) y la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA), voluntaria o forzosamente durante el conflicto armado, ni a unas ni a otras se les reconoció la categoría de excombatientes y por lo tanto, tampoco las compensaciones económicas destinadas a los excombatientes en el marco del Programa de Desmovilización, Desarme y Reintegro (DDR), por lo cual se destaca la significativa ausencia de las mujeres en el mismo.

Angola: características, sucesos bélicos y firma de Acuerdos de Paz

Situada en el África Austral, Angola, con sus 1.246.700 km2 de superficie, limita al sur con Namibia, al oeste con Uganda, al norte con la República Democrática del Congo y la República del Congo, al este con Zambia y al oeste con el Océano Atlántico. Cuenta con una población de 24.300.000 habitantes de diversa composición étnica, aunque hombres y mujeres son principalmente bantúes, pertenecientes a los grupos etnolingüísticos de los ovimbundu de habla umbundu (35%), los mbundu de habla kimbundu (25%), los bakongo de habla kikongo (13%), los chokwe, los luanda, los vangangela, los vanyaneka y a otros pequeños grupos no bantúes (mestizos, pueblos san, etcétera).

Aunque el portugués es el idioma oficial por su pasado colonial, el umbundu destaca como lengua local mayoritariamente hablada en Angola. Se estima que el 53% de la población es cristiana (72% de católicos y 28% de protestantes y otros pequeños cultos cristianos) y el 47% es practicante de las religiones tradicionales, aunque existen también comunidades islámicas muy reducidas entre sectores inmigrantes oriundos principalmente del África Occidental.

Tres momentos caracterizan la historia reciente de Angola: primero, la guerra de independencia (1961-1975); segundo, el conflicto interno internacionalizado en un contexto de Guerra Fría (1975-1991), y por último, la lucha interna y fratricida por el control del poder y los recursos (1991-2002).

La guerra de independencia, que inició en el año 1961, finalizó con la declaración de la independencia de Portugal en 1975. No obstante, Angola padeció una profunda fractura social y política, con trasfondo étnico e ideológico, de tal forma que esta independencia no fue acompañada de un ambiente de paz. Así, la guerra de liberación de Angola, que comenzó el mismo año de la independencia, enfrentó en la zona centro-oeste a las tropas gubernamentales con las guerrillas anticomunistas de la UNITA, encabezadas por Jonas Savimbi y apoyadas por Zaire (actual República Democrática del Congo), Sudáfrica y Estados Unidos.

En 1989, 18 jefes de Estado africanos firmaron la Declaración de Gbadolite, la cual puso fin a la cruenta guerra civil el 22 de junio de ese año y posteriormente se retiraron las fuerzas cubanas del territorio angoleño (50 mil soldados) entre noviembre de 1989 y julio de 1991. En 1991 se llegó a la firma del Acuerdo de Paz en Bicesse (Portugal), logrado con la mediación de la troika Estados Unidos, Rusia y Portugal, entre el presidente José Eduardo Dos Santos y Savimbi.

Sin embargo, Savimbi protestó contra los resultados de las elecciones de 1992, reanimando la guerra. No obstante, varios de sus oficiales optaron por quedarse en las Fuerzas Armadas Angoleñas (FAA) y respetar el juramento de “lealtad dado a la patria” realizado, puesto que una de sus cláusulas dispuso y facilitó la integración de unos doscientos oficiales de la guerrilla de UNITA en las FAA.

Tras el fracaso de los Acuerdos de Paz de Lusaka (Zambia) de 1994, una serie de iniciativas de paz siguieron llevándose a cabo, entre las cuales se destacan las largas negociaciones que, en abril de 1997, desembocaron en un acuerdo de formación de un Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional para integrar los hombres del movimiento de la UNITA hasta el año 2000. Pero eso no satisfizo a la junta guerrillera, que se resistió a desarmar la totalidad de sus tropas. En este contexto, la paz que parecía haberse establecido en Angola se fue deteriorando y los enfrentamientos continuaron hasta tal punto que era difícil prever el fin de la guerra. A su vez, esas tensiones arruinaron las posibilidades de progreso del país, cuyos recursos agrícolas y mineros son considerables en petróleo, diamante, oro, hierro, cobre y cobalto.

Para la paz hubo entonces que esperar hasta febrero de 2002, cuando Savimbi, cercado militarmente en combate, fue asesinado en una emboscada de las FAA (cabe precisar que Savimbi ya se encontraba aislado internacionalmente). En abril, el gobierno y la guerrilla de la UNITA firmaron un alto el fuego en Luanda, poniendo fin a 27 años del conflicto interno que produjo millones de víctimas (personas muertas, violadas, desplazadas).

Tras el fin oficial de la guerra se celebraron elecciones parlamentarias (multipartidistas) en el año 2008. Las siguientes elecciones legislativas fueron celebradas en 2012, después de la aprobación de la nueva Constitución de 2010, que dispuso que el presidente sea elegido como líder del partido con la mayoría de los votos en las elecciones parlamentarias. En realidad, esto fue una maniobra política del MPLA que, gozando de una amplia mayoría en el Parlamento, aprobó esta nueva Constitución con el fin de permitir a su líder político, José Eduardo Dos Santos (en el poder desde 1979), permanecer en el poder sin necesidad de presentarse a unas elecciones directas. En estas elecciones, la UNITA se constituyó en la segunda fuerza política del país al obtener 32 escaños en el Parlamento.

Algunas experiencias de participación de las mujeres angoleñas en la construcción de paz

Tras años de abusos generalizados contra los derechos humanos, surgen iniciativas desde algunos sectores femeninos de la población angoleña que buscan contribuir a la reconstrucción de los tejidos sociales rotos. El fin del conflicto armado les ofrece la oportunidad de desarrollar una cultura de derechos humanos en Angola y quieren colocar sus experiencias de activistas, víctimas y/o excombatientes al servicio de la construcción de paz. Entre ellas, en primer lugar se destacan iniciativas, asociaciones y grupos de mujeres angoleñas que, desde lo local, actúan en articulación con otras redes o instancias internacionales de defensa de los derechos de las mujeres. En este sentido, la apuesta se orienta hacia la implicación de la comunidad internacional mediante el compromiso con iniciativas de mujeres angoleñas para la paz. En segundo lugar, registran organizaciones de mujeres asociadas con los partidos políticos o las tendencias políticas principales.

En el primer caso, donde la presencia internacional apoya iniciativas locales, sobresalen, en primera instancia, las acciones del Fórum de Mujeres Periodistas por la Igualdad de Género de Angola y “Lola Mora”, un colectivo de periodistas españolas, para la lucha contra la violencia doméstica en Angola, siendo esta una práctica que ha sido generalizada en la sociedad tras varios años de guerra y de cultura de violencia. Sería más exacto hablar de violencias ejercidas por individuos y/o sectores de la población con total impunidad dentro del sistema social angoleño: se trata de la violencia ejercida por los policías contra la población; la de algunos soldados de las FAA contra los civiles –especialmente en las zonas rurales–; la de los gobernantes para imponer sus medidas; la de los adultos contra los niños; la de las personas contra las empleadas domésticas y contra el ladrón callejero sorprendido en algún hurto, y la del marido contra su mujer.

El Fórum considera que la violencia contra las mujeres representa una amenaza para cualquier país en un proceso de construcción de paz y de reconciliación nacional como Angola. Asimismo, con el apoyo de agencias de cooperación internacional, el Fórum impulsa la producción de videos, fotos, documentos, debates de radio, entre otras, con el liderazgo de mujeres angoleñas comprometidas con la paz, con el fin de ayudar a las mujeres víctimas a sobrepasar sus miedos y “desafiar el silencio” con/mediante narrativas, testimonios y entrevistas.

Desde la perspectiva de las relaciones de género, hombres y mujeres implicados en escenarios de violencia física participan de estas iniciativas, con el acompañamiento de especialistas e intervencionistas (trabajadores sociales, psiquiatras, médicos, periodistas) involucrados en el campo de la lucha contra este flagelo social que es la violencia contra las mujeres. Sin duda, esta es una de las múltiples iniciativas en Angola que busca contribuir a la lucha contra la violencia a las mujeres y concientizar a sus protagonistas en torno al impacto de este fenómeno social sobre la desestructuración social y la inestabilidad emocional de las familias que son los núcleos sociales de base de la sociedad.

En este orden de ideas, se trata también de una iniciativa de prevención del fenómeno de agresión, principalmente física, por medio de una cercanía solidaria a las víctimas y campañas de sensibilización de la sociedad angoleña que está resurgiendo de las cenizas de la guerra y todas sus formas de violencia. De igual forma, esta iniciativa se concibe como una que parte de quienes son ahora excombatientes tras la desmovilización; aun si, como lo mencionamos más arriba, no se reconoció a las mujeres la categoría de excombatientes en el marco del Programa de Desmovilización, Desarme y Reintegro. Pero cabe señalar que, en cierta medida, la reinserción en la sociedad de algunos excombatientes de UNITA, por ejemplo tras su desmovilización, se hizo posible con el apoyo y acompañamiento de otras mujeres comprometidas con el proceso y la construcción de paz. A su vez, el gobierno y otras organizaciones de defensa de derechos de los menores han promovido programas de desmovilización y reinserción de un número indefinido de menores-soldados que han podido acogerse a programas de reinserción.

En segunda instancia, se registra la Red de Mujeres de Angola (Women’s Network Angola) como uno de los espacios integrados por mujeres angoleñas implicadas en la construcción de una paz verdadera para su sociedad. Su misión principal consiste en impulsar cambios en las actitudes y la conducta de hombres y mujeres hacia la reconstrucción posbélica y el avance del país. La red nació en 1999 con el fin de promover la reconciliación nacional a través de campañas de información y de asambleas de mujeres en todos los municipios del país, así como también, ampliar las capacidades de lucha de las mujeres para mitigar los efectos negativos de las prácticas de discriminación de las mujeres en el escenario político; empoderar a las mujeres e incrementar su capacidad de influencia en los escenarios locales o comunales de toma de decisión, lo cual ayuda a reforzar su participación en el proceso de construcción de paz en el marco del proceso de paz iniciado en el año 2002.

En última instancia, se destacan las acciones de la Unión Europea y del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM, por sus siglas en inglés). La Unión Europea financió un proyecto titulado “Las mujeres en la resolución de conflictos y construcción de la paz en Angola” en el año 2000, mediante el cual se admitía la necesidad de información y conocimiento acerca del papel jugado por las mujeres en la construcción de una paz duradera, tanto a nivel nacional, local o internacional. El proyecto jaló a muchas mujeres angoleñas interesadas en el empoderamiento cívico y político de las mujeres a través de su organización colectiva. Todo ello ayudó a elaborar y adoptar estrategias facilitadoras de procesos de reconciliación y reconstrucción. Por su parte, el UNIFEM desarrolló acciones con el propósito de garantizar la participación de las mujeres en los procesos de paz. Establecido en Angola en 1993, el Fondo es integrado dentro del comité regional africano desde donde sigue apoyando a las mujeres angoleñas comprometidas con la paz y el desarrollo. Busca compartir experiencias de los diferentes procesos de paz florecidos en la región con ellas, resaltando la importancia de las mujeres en todo tipo de proceso de construcción de la paz y de reconciliación nacional.

No cabe duda de que estas y otras iniciativas de grupos de mujeres angoleñas con articulación internacional se insertan en el marco de las dinámicas favorables al fortalecimiento de una sociedad civil necesaria para la consolidación del proceso de restauración posbélica. En efecto, esta sociedad civil debe ir posicionándose fuertemente ante el imperante dominio de las elites políticas y militares angoleñas quienes, a lo largo de la historia, han relegado a un papel prácticamente marginal a otros actores políticos y sociales como las mujeres.

No obstante, para poder actuar como grupos de presión que asumen posiciones críticas ante la actuación gubernamental, con el fin de emprender la difícil tarea de rescatar el tejido social, impulsar el perdón y la reconciliación a escala comunitaria nacional en Angola, es ineludible una articulación de estos grupos de mujeres con otras asociaciones existentes, tales como los colectivos de diferente índole, incluyendo las plataformas integradas por las principales iglesias presentes en Angola –católica y protestante– como son la Conferencia Episcopal de Angola y Santo Tomé (CEAST) y el Comité Intereclesiástico para la Paz (COIEPA). Sin duda, las mismas se convierten en actores clave para contribuir a la capacitación de la sociedad civil, hacer denuncias y ejercer presiones sobre la actuación del gobierno, que también no deja de expresar su defensa de la participación de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos, tal como lo declaró Filomena Delgado, ministra de la Familia y Promoción de la Mujer, el 28 de marzo de 2016 ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En definitiva, estos grupos de mujeres buscan incorporarse a la esfera de la política y la toma de decisiones, asumiendo un mayor liderazgo en la reconstrucción comunitaria y en la reinserción social, y proporcionando una visión distanciada de la patriarcal (masculinidad y patriarcado) que promueve relaciones desiguales de género.

En el caso donde las organizaciones de mujeres comprometidas con la paz son asociadas a los partidos o movimientos políticos principales de Angola, cabe precisar que su presencia en el escenario político angoleño es anterior a las organizaciones e iniciativas locales con dimensión internacional. En efecto, desde la lucha por la independencia hasta la actualidad, han existido y siguen existiendo en Angola organizaciones de mujeres ligadas a los partidos políticos principales de las cuales destacan la Organización de la Mujer Angoleña (OMA), el Comité de las Mujeres Rurales o Comité Nacional para la Promoción de la Mujer Rural (COMUR) y la Liga Independiente de la Mujer Angoleña (LIMA).

Creada en 1962, la OMA se concibió como el único canal de representación de las mujeres en el marco de los procesos políticos impulsados bajo el amparo de MLPA. En las primeras etapas del proceso de paz, quiso liderar la participación de las mujeres en las negociaciones y los procesos de reconciliación nacional, recalcando la feminización de la pobreza y advirtiendo en el carácter excluyente de un proceso de paz que no tendría en cuenta la participación de las mujeres. Sin embargo, su pretensión de liderazgo femenino en el proceso de paz no ha sido exitosa en la medida que su credibilidad pública fue minada por su relación tradicional con el partido oficialista (MPLA), por lo cual no logró incluir en sus órganos colegiados a mujeres de influencia de UNITA, organizadas en la LIMA. Aun así, sigue organizando actividades a favor del incremento de la participación de la mujer en la construcción de paz con el apoyo de MPLA. Prueba de ello es que en el mes de junio de 2015 la secretaria general de la OMA insistió en que su organización seguirá inspirando a las mujeres para ser verdaderas promotoras de la paz, y en marzo de 2016 la OMA definió un conjunto de acciones cuyo objetivo es impulsar la participación real de la mujer rural en el proceso de desarrollo y de paz.

Por otro lado, y de igual manera, el COMUR, presidido por la primera dama de la República de Angola, Ana Paula dos Santos, fue creado en el año 1992. El COMUR parte del planteamiento según el cual las mujeres angoleñas no tienen pleno acceso a ventajas ligadas a escenarios de la política, la economía, la educación y la salud, por lo cual centra sus acciones en las zonas rurales donde promueve el acceso de las mujeres a la escuela básica (alfabetización), los microcréditos, la salud sexual, reproductiva y materna en las áreas rurales y la capacitación en nuevas tecnologías. Considera que se requiere el fortalecimiento de competencias de las mujeres rurales en materia de asociacionismo, cultura y cuestiones de género, sobre todo en un país que viene de un largo período de guerra. Lo anterior es para que puedan participar en distintos procesos políticos, culturales, sociales desde sus territorios rurales, desocupados por los grupos beligerantes y llamados a ser transformados en espacios apacibles para vivir. Asimismo, busca potenciar las capacidades de las mujeres angoleñas para su participación en la construcción de la paz ya que, durante la guerra, fueron tanto las principales víctimas de la violencia como el principal pilar de la comunidad y el motor de la golpeada economía de subsistencia.

Por último, siendo el ala femenina de la UNITA, se señala a la LIMA, creada en 1973. Inicialmente tenía funciones y responsabilidades que eran muy similares a las de OMA en todo aquello que tenía que ver con la lucha por la libertad como organización femenina de UNITA: tenía el papel de difundir su ideología y luchar junto con los hombres, ayudando en el soporte de los combatientes en tiempos de guerra contra el colonialismo. Actualmente, teniendo en cuenta que la lucha contra la violencia doméstica es crucial para la construcción de paz, la LIMA se ha interesado en participar en la elaboración y la puesta en marcha de mecanismos de lucha contra este flagelo social. Prueba de ello es que ha participado activamente en las labores que desembocaron en la elaboración y la defensa de la Ley contra la Violencia Doméstica de 2011. Por otra parte, su presidenta, Miraldina Jamba, expresó en 2014 su satisfacción con el aumento del número de mujeres en el interior del partido de la UNITA, que se reflejó por el paso de 4 a 9 mujeres en el Parlamento tras las elecciones legislativas de 2012.

Ambas categorías de organizaciones de mujeres (de corte local-internacionalizada y con dimensión partidista oficialista y opositora) son, muchas veces, vinculadas a organizaciones de base de las iglesias y tienen la difícil tarea de rescatar el tejido asociativo existente y de articular y vertebrar nuevas propuestas, en sus roles de actores clave en los procesos de reconciliación y de construcción de paz, a escala territorial y nacional.

Conclusión

Aunque se observa que en los Acuerdos de Paz de 2002 en Angola los temas relacionados con las mujeres en el conflicto y el posconflicto han sido obviados, las mujeres han ido tomando iniciativas propias para participar en diversos procesos de construcción de paz, los cuales van desde las reivindicaciones con perspectiva local para la emancipación de la mujer hasta la lucha a favor de los derechos de las mujeres víctimas de la guerra y contra la violencia doméstica, pasando por demandas de una mayor inclusión de las mujeres en espacios de toma de decisión.

Cuando se sabe que los acuerdos derivados de las negociaciones de paz son la base del futuro de las sociedades en el posconflicto, no cabe duda de que los temas relacionados con las relaciones de género son tan importantes como los temas más políticos (participación política), económicos y territoriales. Sin embargo, al igual que en otras partes de África, donde suele prevalecer la idea según la cual la promoción de la participación de las mujeres en las mesas de negociación puede alienar algunos líderes y poner en riesgo el proceso de paz, los espacios de negociación de los acuerdos de paz en Angola excluyeron temas de igualdad y relaciones de género al considerar la mesa de negociación como un espacio de búsqueda de concreción del fin de las hostilidades.

A pesar de que los movimientos de las mujeres han acumulado avances significativos, sobre todo a partir del año 2002, todavía muestran limitaciones de acción e incidencia política por intereses politiqueros ajenos a la causa común y por carecer de capacidad de influencia, incidencia, coordinación y recursos. Además, la gran diferenciación estructural existente entre ellas como colectivo es también una de las razones por las cuales no hay un fuerte movimiento (o coalición de organizaciones) de mujeres angoleñas con gran capacidad de incidencia política en la construcción de paz. Esto también se explica por el hecho de que la realidad social de las mujeres pobres en las zonas rurales o urbanas difiere mucho de la de las mujeres más “privilegiadas”, cercanas al oficialismo y a los poderosos grupos financieros afincados principalmente en el sector de producción petrolífera. Además, el gobierno de Dos Santos suele tener mayor influencia sobre estas asociaciones por su imposibilidad de independencia económica y política ante el gobierno.

Pero a pesar de estas limitaciones, son notables el interés, la implicación, las iniciativas y el activismo de sectores de la población femenina angoleña en los procesos de construcción de una paz duradera en esta etapa de posconflicto en la que se encuentra el país. Sin duda, esta etapa de la historia nacional está impregnada del deseo y la voluntad real de las mujeres de escribir una nueva historia para Angola, sin importar los déficits del fin de la guerra así como la existencia de numerosos y exigentes retos relacionados con ciertas amenazas a la seguridad ciudadana. En definitiva, Angola se encuentra ante la oportunidad de seguir cambiando el rumbo de su historia, marcada por el dolor y las secuelas de la guerra, y de continuar las luchas para un futuro esperanzador con mayor audacia, agilidad, compromiso y coordinación de las mujeres implicadas en el proceso de reconstrucción posbélico en el país.

Autorxs


Maguemati Wabgou:

Posdoctorado en Estudios Étnicos, Université de Montreal, Canadá. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas, Universidad Complutense de Madrid. Profesor del Departamento de Ciencias Políticas, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.