Prefacio

Prefacio

La sexualidad nos convoca a todas las personas, nos reúne, nos identifica y nos confirma estar vivos. Dentro de esa palabra, son muchos los conceptos que podemos encontrar. Esto se debe a que existen diversos modelos desde los cuales abordarla, desde la represión y la tradición hasta la liberación total y el hedonismo. A continuación, un aproximación a lo que nos depara este volumen.

| Por Virginia Martínez Verdier |

En este número de Voces en el Fénix invitamos al lector a reflexionar sobre sí mismo, ya que el tema que abordamos inevitablemente lo llevará a autorreferenciarse en algún párrafo de las siguientes notas.

La palabra “sexualidad” nos convoca a todas las personas. Nos reúne, nos identifica, nos confirma estar vivos en este presente. Si bien de manera habitual la primera imagen que aparece ante la sola mención de la palabra son las “partes” erógenas del cuerpo humano y lo que se puede hacer con ellas, justamente porque somos humanos, el plural “sexualidades” nos diferencia, nos individualiza, nos lleva a las más íntimas profundidades de nuestro ser.

En una excelente síntesis conceptual la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la sexualidad como un aspecto central del ser humano a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. Es necesario diferenciar la sexualidad reproductiva de la placentera. Su expresión integral está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales. En este número abordaremos muchos de los conceptos vertidos en esta definición.

En este prefacio, a modo de contextualización, desarrollaremos dos conceptos que atraviesan todos los artículos de esta revista: los valores sexuales y los derechos sexuales. El concepto de valores humanos alude a aquellas ideas que comparten la mayoría de las culturas respecto de lo que se considera correcto, direccionando las conductas personales. En ese sentido, un valor sexual es una cualidad real o ideal, deseada o deseable, cuya fuerza orienta la vida humana desde su dimensión comunicativa y simbólica. Vivimos en un mundo plural, con distintas formas de pensar, de creer, de amar, de orientar la sexualidad y la vida sexual. Los valores sexuales adquieren un carácter o significación tales que determinan lo importante para una persona, un grupo o la humanidad. Estos valores abarcan los variados y complejos aspectos de la sexualidad, orientando las conductas personales y colectivas sobre la reproducción, el placer, el pudor, la vergüenza, la formación de pareja, las actividades sexuales, las preferencias y orientaciones sexuales, la expresión pública o privada de las mismas, las actitudes frente a las ideas y comportamientos de los demás, las inhibiciones ante la sexualidad, las actitudes frente al divorcio, las relaciones extramatrimoniales, el noviazgo, el aborto, la masturbación, los juegos sexuales, la prostitución, la homosexualidad, los delitos sexuales, las parafilias, la educación sexual, el sexismo, los movimientos de reivindicación sexual, la estructura familiar, entre tantos otros.

No hay valores únicos. Existen diversos modelos, que van desde la represión y la tradición hasta la liberación total y el hedonismo. Ambos opuestos son fuente de lucha y competencia por el predominio. Zambullidos en nuestra historia personal y social, sin darnos cuenta vamos construyendo nuestro sistema de valores sexuales generados a partir de los valores colectivos. Nuestro comportamiento final es el resultado de nuestro acatamiento voluntario a estos preceptos, que actúan en nosotros con mayor o menor fuerza de acuerdo con nuestras creencias, ideología y filosofía sexual personal.

A partir de las luchas por la libertad y diversidad sexual, en las últimas dos décadas el concepto de Derechos Sexuales comenzó a hacerse cotidiano. La Asociación Mundial de Sexología en 1999 realizó la Declaración de los Derechos Sexuales como Derechos Humanos. Estos son:

1. El derecho a la libertad sexual. La posibilidad de la plena expresión del potencial sexual de los individuos. Sin embargo, esto excluye toda forma de coerción, explotación y abuso sexuales en cualquier tiempo y situación de la vida.

2. El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexual del cuerpo. La capacidad de tomar decisiones autónomas sobre la propia vida sexual dentro del contexto de la ética personal y social. La capacidad de control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.

3. El derecho a la privacidad sexual. El derecho de las decisiones y conductas individuales realizadas en el ámbito de la intimidad siempre y cuando no interfieran en los derechos sexuales de otros.

4. El derecho a la equidad sexual. La oposición a todas las formas de discriminación, independientemente del sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional.

5. El derecho al placer sexual. El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.

6. El derecho a la expresión sexual emocional. La expresión sexual va más allá del placer erótico o los actos sexuales. Todo individuo tiene derecho a expresar su sexualidad a través de la comunicación, el contacto, la expresión emocional y el amor.

7. El derecho a la libre asociación sexual. La posibilidad de contraer o no matrimonio, de divorciarse y de establecer otros tipos de asociaciones sexuales responsables.

8. El derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables. Abarca el derecho a decidir tener o no hijos, el número y el espacio entre cada uno, y el derecho al acceso pleno a los métodos de regulación de la fecundidad.

9. El derecho a la información basada en el conocimiento científico. La información sexual debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética. Abarca el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales.

10. El derecho a la educación sexual integral. Este es un proceso que se inicia con el nacimiento y dura toda la vida y que debería involucrar a todas las instituciones sociales.

11. El derecho a la atención de la salud sexual. La atención de la salud sexual debe estar disponible para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y trastornos sexuales.

Considerando valores y derechos sexuales universales, en estos últimos años nuestro país ha sido pionero en la elaboración de varias leyes nacionales de reconocimiento en los derechos humanos y sexuales de sus habitantes:
• Ley Nº 25.673 (2002): Programa Nacional de Salud Reproductiva y Procreación Responsable.
• Ley Nº 26.130 (2006): Implementación de Métodos de Contracepción Quirúrgica.
• Ley N° 26.150 (2006): Educación Sexual Integral.
• Guía Técnica para la atención de aborto no punible (Código Penal argentino, art. 86) (2007).
• Programa Nacional de Educación Sexual Integral, del Ministerio de Educación de la Nación (2008).
• Ley N° 26.618 (2010) Matrimonio Igualitario – Modificación al Código Civil.
• Protocolo para la atención integral de personas víctimas de Violaciones Sexuales (2011).
• Ley N° 26.743 (2012). Ley de Identidad de Género.
• Decreto Nº 903 (2015). Reglamentación de cirugías y tratamientos hormonales para adecuación corporal.

En relación a lo jurisdiccional, pocas provincias han legislado sobre la Educación Sexual Integral, y no la pusieron en práctica de manera fehaciente y constante:
• CABA: Ley 2.110/2006.
• Chaco: Ley 5.811/2006.
• Misiones: Ley 4.410/2007.
• Córdoba, Comisión de Educación Sexual, 2007. Programa Especial de Educación Sexual Integral Nº 10.947. Incluida luego la Educación Sexual Integral, en la Ley de Educación Provincial Nº 9.870/ 2010.
• Entre Ríos: Ley 9.501/2003.
• Santa Fe: Ley 13.066/1992.
• Mendoza: Ley Provincial de Educación Sexual (1997).

Queda aún pendiente legislar la interrupción voluntaria del embarazo. En este número Amelia del Sueldo Padilla se refiere profundamente al tema.

La mayoría de los autores y autoras de estas páginas procedemos de una formación común, la Sexología, con diferentes profesiones de base: Sociología, Psicología, Medicina (Ginecología, Clínica, Psiquiatría, Urología), Comunicación Social y Docencia trabajando en las áreas clínicas o educativas de la Sexología. Convocamos particularmente a tres autores no sexólogos, que abordan la temática sexual desde su objeto de estudio y campo de trabajo. La totalidad de los participantes coincidimos en los aspectos ideológicos y valorativos de la temática. Varios colaboradores pertenecen a diversas provincias y localidades: San Juan, Tucumán, Misiones, Córdoba, Tandil, Pinamar y Mar del Plata, lo que nos aporta una mirada federal y regional.

Organizamos los artículos en cuatro ejes: “Socio-cultural”, “Géneros y ciclos vitales”, “Diversidades sexuales” y “El lado oscuro de la sexualidad”. Esta planificación no pretende ser rígida ya que algunos artículos podrían incorporarse en más de un eje.

El eje Socio-cultural incluye los primeros cuatro artículos.

“Sexualidades en Oriente y Occidente. Dioses y demonios”, de Miguel Marlaire, en el que nos convoca a mirar cómo se expresa la sexualidad en diversas culturas, hinduismo, tantrismo, budismo, taoísmo, confucianismo, islamismo, la cosmovisión judeocristiana, las raíces grecorromanas y la América precolombina de los mochicas, incas y mayas. Propone la superación del sustrato cultural hacia “una realización erótica sin temores, sin culpas, con responsabilidad y sobre todo con la consciente manifestación de la fuerza y capacidad modificadora del amor como expresión de la energía más poderosa del universo”.

Luis María Aller Atucha, en “Sexualidad, lenguaje y sociedad”, analiza y desarrolla términos nuevos y obsoletos por el avance de la vida cotidiana contemporánea y sus efectos sobre la sexualidad. Palabras como novios, pareja, matrimonio, conviviente, concubino, feminismo, machismo, femicidio, maricón, puto, amante, infidelidad, entre otras, nos invitan a reflexionar que “el comportamiento sexual de la población ha cambiado. El sexo oficial con sus cuatro variables inamovibles, heterosexual, matrimonial, monogámico y reproductivo, ha quedado atrás. La sociedad lo ha aceptado. El lenguaje todavía no lo ha incorporado”.

Jorge Pailles, en “Sexualidades, salud sexual y el gobierno de sí”, a partir del concepto de género y sus diversidades, con la guía de los derechos sexuales y de la educación sexual, propone que las personas nos hagamos dueños de nuestra salud sexual: “La persona se constituye en un ser protagónico, como sujeto moral de sus comportamientos sexuales y sociales. Implica la elección de un estilo de vida, el conocer sus modos, aceptar los propios valores y aplicarlos. Posibilita la auténtica identidad, la autonomía de la persona como sujeto moral, el guiarse en conciencia hacia determinados objetivos. Implica anticiparse y adueñarse del propio destino”.

En “Derecho de las mujeres: Acceso a la interrupción legal del embarazo (ILE) en los servicios públicos de salud. Algunas preguntas, algunas respuestas”, Amalia del Sueldo Padilla denuncia e interpela a sus pares médicos a cumplir con las leyes y con el bienestar de las mujeres desposeídas. “Esa mujer tiene derechos, pero debemos empoderarla para que se reconozca como sujeta de derechos”. La interrupción del embarazo es un tema aún no resuelto en nuestro país ya que los gobernantes y los servicios de salud interponen sus valores y prejuicios a los de la comunidad, “las inequidades en el acceso a servicios, en la disponibilidad de recursos humanos y físicos adecuados y en la calidad de la atención sanitaria, impactan de diferente forma sobre las razones de la mortalidad materna y generan un riesgo desproporcionado para las mujeres que viven en las jurisdicciones más pobres del país”.

El eje Géneros y ciclos vitales incluye siete artículos.

Rodolfo Ramos y Augusto Labella en “Adolescentes: el discurso de la sexualidad” proponen modos de comunicación entre los adultos y quienes transitan la adolescencia. “Un acto educativo es un intercambio que produce nuevos saberes que tienen sentido en uno de los interlocutores en la medida en que estos conocimientos puedan ser aplicados a su vida cotidiana. En esta relación siempre hay poder de por medio, el cual puede ser con una intención de buena fe o bien con un interés por colocar un discurso propio en boca de otro”. Es imprescindible que los adultos tengamos claridad sobre nuestros valores y prejuicios. “Este discurso del que hablamos no es un discurso “limpio y objetivo” sino que ya está cargado de ideologías dominantes, de estereotipos y representaciones de un mundo adulto que invade una expresión propia y legítima del adolescente”.

Michelle Mostowski, en “Ser mujer, maternidad, sexualidades y lactancia”, desde una perspectiva de género, propone que la mujer recupere su ser erótica aun siendo madre. Conflicto habitual en las mujeres y en muchos varones que las acompañan sintiendo que una madre no es una mujer sexual. “Históricamente el secuestro del derecho al placer, al ejercicio de una sexualidad libre y creativa continúa sustrayéndole a la mujer el empoderamiento de su propio ser”. El embarazo y el amamantamiento son puntos nodales de esa habitual disociación. Mostowski describe los avatares de la lactancia, propone opciones y concluye: “Es necesario desarrollar un nuevo paradigma donde conscientemente la mujer, su sexualidad, su eros, la maternidad y su ser individual converjan holísticamente para su integración. Para ello es imprescindible interpelar los mandatos de una cultura habitualmente represora, que impone el imperativo de ser madre y dar de mamar sin dar lugar a otras posibles construcciones y elecciones”.

Olga Marega en “Sexualidad femenina y climaterio” inicia su trabajo definiendo el concepto de sexualidad y las diferentes etapas por las que transita, para detenerse en la profundización del climaterio y la menopausia femenina. Nos dice: “Una misma condición biológica puede impactar de manera diferente en personas con distintos mandatos o modelos sociales”. Especifica que ha aumentado la expectativa de vida de la mujer, sin que se modificara la edad de la menopausia, cuando aún tiene un tercio de vida por delante. Marega describe los sentimientos, cambios, síntomas, factores de riesgo de esta etapa. Sugiere las medidas higiénico-dietéticas a seguir. Enumera los factores que influirán en el futuro del erotismo a partir de este período y detalla pasos a seguir. “Lo esperable para la mayoría de las personas es que esta parte de la vida se viva con calidad, tratando de adaptarse a los cambios corporales, y también a los cambios en sus relaciones familiares, laborales, y especialmente con sus parejas disfrutando del placer sexual, que para muchas personas es fuente de calidad de vida”.

En “Ser varón”, Osvaldo Macri parte de su experiencia vital para plantear preguntas y encontrar respuestas. Nos dice: “Ser varón depende mucho de la forma en que fuimos criados, pero también de los diversos procesos sociales que nos atravesaron y nos afectaron en diferentes momentos y circunstancias”. Recorre sus diferentes momentos vitales en que fue generando su identidad masculina, en los que predominó fundamentalmente la confusión “por no saber dónde estábamos parados, por no saber cuál era nuestra identidad varonil o, al menos, cómo debíamos expresarla”. Plantea la transición hacia un nuevo modelo social diferente al sistema patriarcal, binario y homofóbico que aún intenta subsistir. Macri finaliza aclarando: “Esta visión es la de un varón que nació y vivió siempre en Buenos Aires, heterosexual, hijo de un pequeño comerciante, nivel socioeconómico medio bajo, con tres hijas, cuatro nietos y dos nietas. Apenas puede resonar en personas con historias parecidas a la mía. No es extrapolable a otros sectores sociales ni a otras geografías y culturas”.

Miguel Garcés Rico nos presenta “La salud sexual del varón luego de la segunda mitad de la vida”. Incursiona en los cambios biológicos y funcionales de la sexualidad del varón y la influencia de su salud general. “A muchas personas se les hace difícil pensar que los hombres maduros posean todavía sentimientos, necesidades y relaciones de tipo sexual”. “En el envejecimiento, lleno de claroscuros e incomprensiones, la persona tiene una crisis de identidad, en el sentido de que ahora no quiere dejar de ser ni dejar de hacer, como pareciera que la sociedad se lo tratara de imponer”. Garcés Rico propone a sus colegas “agregar calidad de vida al varón que tiene varios síntomas y no le hacen gozar plenamente de esta expectación de salud”. Finaliza declarando que “es el objetivo retrasar la ancianidad limitante en la población que se incrementa numéricamente día a día, de tal modo que el famoso grito juvenil de ‘We are the world’ (Nosotros somos el mundo) ya es más aplicable a los varones de la segunda mitad de la vida que a los jóvenes”.

En “Las personas adultas mayores y sus manifestaciones de amor”, Olga Marega nos convoca nuevamente al aprendizaje y la reflexión. “La falta de actividad sexual, la insatisfacción de su vida sexual, y la presencia de problemas sexuales son asociadas con una percepción de baja o pobre calidad de vida. Siendo conocedores de esta información, no podemos seguir sosteniendo los falsos prejuicios que asocian la ancianidad con el reposo sexual”. Marega pormenoriza detalladas sugerencias para mantener el placer general y sexual hasta el último momento de la vida. “Conocer la función sexual y su impacto en la calidad de vida en las personas mayores es esencial para poder diseñar programas apropiados para promocionar la salud en general y su calidad de vida”.

Luis María Aller Atucha inicia “La pareja actual” con una confesión: “Si me hubiesen pedido este artículo cuando me casé, hace cincuenta años, me habría sido sencillo cumplir con el pedido. Ahora las cosas son diferentes”. Por lo tanto, hace historia acerca de la concepción de pareja y los términos habituales para mencionarla. Describe los diversos tipos de parejas acorde con la orientación sexual de sus integrantes. Intercala países y legislaciones, religiones y contradicciones. Se extiende en la pareja heterosexual, con los noviazgos, las convivencias y matrimonios. Reflexiona acerca de los cambios en los roles sexuales, las reglas y pautas tradicionales: “Esto creó desconcierto y temor en el varón y puso a la mujer en una situación que todavía no termina de manejar correctamente”. Concluye: “La pareja actual es cambiante, honesta, profunda y debe, necesariamente, ‘estar’ y ‘ser’ feliz. La búsqueda de la felicidad tiene caminos desconocidos y hasta hace poco tiempo impensados”.

Entendemos por Diversidades sexuales otros modos no convencionales de vivir y sentir la sexualidad. En este eje, desarrollamos cuatro artículos.

“Discapacidad y sexualidad”, escrito por Silvia Verdeguer, especifica la expresión de la sexualidad en los diferentes niveles de las personas con discapacidad intelectual. “De discapacidad hay mucho camino aún por recorrer, por ello se intenta instalar en el devenir cotidiano la plena inclusión de las personas con discapacidad, en todos sus ámbitos”. Parte de las falsas creencias instaladas socialmente y de los derechos fundamentales de estas personas. “Desde el punto de vista fisiológico, la sexualidad no debería marcar una especificidad definida, pero sí lo hacen sus capacidades mentales, sus características emocionales y su historia de comportamientos, su entorno familiar y social, quienes condicionan de una u otra forma la expresión de la sexualidad”. Recorre las ideas de la sobreprotección familiar, de la negación de la educación sexual, de la mayor vulnerabilidad a los abusos, el acoso y la violación, entre otras circunstancias que tiñen la vida de las personas discapacitadas.

Claudia Groisman, en “Lesbianismo, hoy”, contextualiza la realidad actual de las mujeres homosexuales, sus sentimientos y actitudes habituales. Plantea y responde preguntas acerca de sus vidas cotidianas, que la curiosidad seguramente querría conocer. Con quién viven, de qué trabajan, si tienen hijos, cómo son sus relaciones sexuales, entre otras respuestas que generan interés y sorpresa. “Es más correcto hablar de lesbianismos. Este trabajo pretende abrir una puerta para quienes lo lean, ya sea por ser conocedores del tema o porque es la primera vez a la que acceden. No está terminado. Seguramente cada lector/a tendrá párrafos para agregar y confirmar y disentir. Sigamos reflexionando entre todxs”.

En “Homosexualidad, hoy”, Rafael Freda recorre la historia de las condiciones de vida de gays, lesbianas y trans en nuestro país, desde la década de los ’80. Como activista gay, su mirada comparte la subjetividad con la objetividad, ofreciendo un panorama amplio, vívido y auténtico: “…atestigüé que en relación con las minorías sexuales el país había dado una vuelta de campana. De la persecución se pasó a la tolerancia, y de allí a la promoción de políticas antidiscriminatorias”. También denuncia lo que aún falta lograr y hacer y realiza propuestas concretas. “Mientras se van produciendo reacomodamientos y encastres (no sin chirridos), las viejas costumbres se resisten a desaparecer, y los viejos prejuicios insisten en permanecer”. “El hoy de la homosexualidad, con todas sus ramificaciones, es la construcción del futuro”.

Adrián Helien aporta “Transgénero: el punto ciego de la ciencia. Lo que no vimos (o no quisimos ver)”. “Este texto es una invitación a observar nuestras certidumbres y a percibir con mente de principiante, sin juzgar”. Helien parte de su experiencia como médico en un hospital público, relata su proceso de acercamiento y aprendizaje: “Esto marcó un antes y un después en mi manera de comprender lo humano y pude darme cuenta de que, a pesar de haberme formado como especialista en psiquiatría y en sexualidad, sabía poco y nada de la temática”. Explica la ideología binarista y su derrumbe. Denuncia el maltrato que infligen los profesionales de la salud por desconocimiento, discriminación y prejuicios. Propone la despatologización de la diversidad sexual. Conceptualiza y contextualiza la temática. Describe los cambios actuales en la comprensión de la diversidad sexual. Concluye: “El compromiso con la despatologización de todas las identidades de género es una lucha que recién comienza y continuará…”.

El eje “El lado oscuro de la sexualidad” incluye los últimos cuatro artículos relacionados con padecimientos y delitos.

En “Adicción sexual”, quien escribe también este prefacio, Virginia Martínez Verdier, desgaja los conceptos de sexualidad, erotismo, lo normal y lo aceptable en sexualidad para comprender qué determina que una persona sea adicta al sexo. “La adicción sexual o trastorno de la hipersexualidad es una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua e incontrolada. Es una dependencia sexual. Los adictos persisten en su conducta a pesar de las consecuencias negativas que sufren inevitablemente”. Tomando a la compulsión como centro de cada conducta adictiva, describe algunas de las más habituales: el consumo de pornografía, la masturbación compulsiva, el cibersexo, el consumo de prostitución, múltiples parejas sexuales simultáneas o sucesivas. Delimita el alcance entre la adicción sexual y las parafilias antiguamente llamadas perversiones sexuales. Distingue entre una fantasía sexual de cualquier índole y su puesta en práctica. Finaliza: “Insistimos vehementemente en la educación sexual desde la infancia como la única manera de promocionar la salud sexual y emocional y de prevenir trastornos en la constitución de la personalidad”.

Oscar Chamorro, en “Sexualidad y adicciones a las drogas – El sexo, ¿una adicción más?”, nos hace ingresar en aspectos fisiológicos complicados y a la vez sumamente interesantes y novedosos. Compara los efectos metabólicos del enamoramiento y la relación sexual con los de las drogas recreativas (cocaína, heroína, nicotina, anfetaminas, opiáceos, cannabis, alcohol). Hormonas como dopamina, oxitocina, prolactina, receptores de andrógenos, actúan en ambas situaciones. “Cuando permitimos que la biología o su sustituto, las drogas, recetadas o no, gobiernen nuestras vidas amorosas se está amplificando un punto débil en nuestro diseño”. Concluye: “Esta adicción natural que utiliza el placer como motor tiene un propósito, la fertilización y la continuidad de la especie humana. La otra, la adicción artificial (la que utiliza las drogas recreacionales), y que utiliza el mismo circuito, entiende el placer como objetivo, luego nada más…sólo continúa un vacío existencial que sólo se podrá disimular… con más droga”.

En “Esa vieja costumbre de abusar. La responsabilidad social ante el abuso sexual infantil”, Jorge Garaventa nos interpela denunciando “los maltratos de la mano de la psiquiatría, la psicología y la medicina en general”. “Son los casos en que las disciplinas funcionan como ‘disciplinadoras’, al servicio del orden social”. “Al servicio de silenciar la denuncia de niños y niñas”. Garaventa pone el énfasis “en la necesidad de la reparación simbólica que llega a través de la Justicia”. Insiste: “No es fácil develar el secreto y cuando después de miedos y luchas internas sin cuartel logran hablar, chocan primero con el descreimiento de los próximos y luego de jueces, psicólogos y fiscales”. Describe la situación de abuso desde los roles de víctima y victimario así como el alto porcentaje de abuso intrafamiliar y los efectos en la psiquis de quien lo padece. “Quien ha sufrido abuso sexual infantil ha sido despojado de muchas cosas, entre las cuales su dignidad, su alegría y su lugar en la niñez ocupan un lugar destacado en este desalojo”. Finaliza con un “optimismo fundamentado”, proponiendo “intervenciones adecuadas que esperanzan la reversión del daño”.

En “Prostitución y trata de personas con fines de explotación sexual”, Chantal Stevens describe una realidad tan visible como oculta: “La explotación sexual y la trata no pueden ser cabalmente entendidas sin la adopción de una perspectiva de género”. Menciona los modos operativos, las necesarias complicidades gubernamentales, empresariales, judiciales, policiales para poder llevar a cabo este delito. Enumera la legislación que se promulgó en estos últimos años como política del gobierno nacional. Especifica los objetivos de prevención y rescate y los logros acaecidos. Discute los conceptos de consentimiento y de prostitución autónoma. Denuncia el rol de los medios masivos de comunicación y de Internet, Concluye: “Los parates o retrocesos no pueden más que entenderse como instancias para tomar aire y envión para seguir avanzando en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria en la que se respete la dignidad inherente a todos y todas”.

Aun con los oscuros temas tratados al final de este número de Voces en el Fénix, esperamos que esta publicación promueva la reflexión sobre el presente de las sexualidades con una mirada hacia un futuro con derechos, disfrutes, salud y armonía personal y social.

Autorxs


Virginia Martínez Verdier:

Psicóloga, Profesora de Psicología, UBA. Especialista en Sexología Clínica y en Educación Sexual. Periodista científica. Asesora y Capacitadora de profesionales y docentes. Directora de www.sexuar.com.ar.