Los desafíos de la educación: Progresista, democrática y popular

Los desafíos de la educación: Progresista, democrática y popular

Se revirtió la tendencia destructiva y antipopular de los ’90, pero hace falta asegurar una orientación distinta. Sólo la presencia activa de los sujetos de la educación permitirá elevarla a la altura del progreso social.

| Por Flora Hillert* |

En palabras de Abraham Lincoln, la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Es decir, un gobierno de las mayorías. En la Argentina, la vigencia de la democracia es una batalla ganada y sostenida por las mayorías, una condición que se renueva permanentemente y permanece inconclusa.

Tiene como frontera los intereses de quienes se oponen a ella y reclaman medidas en contra de la voluntad general; por el contrario, debe arbitrar los medios para que lleguen a expresarse los intereses mayoritarios, populares.

Cuando no se restringe a las formalidades, el marco democrático permite satisfacer cada vez más las necesidades populares e incorporar cada vez más al pueblo a distintas formas de participación. En ambos sentidos ha crecido en los últimos tiempos la inclusión de los trabajadores, la mujer, la infancia, los homosexuales.

En educación, lo democrático se refiere al menos:
• Al acceso y la permanencia en el sistema.
• A los contenidos de la enseñanza.
• Al gobierno de la educación.

Así como fue más fácil y breve eliminar vías férreas y pueblos aledaños que reconstruir y extender ferrocarriles, así también fue más fácil destruir nuestro sistema educativo que recuperarlo y ampliarlo. Más aún cuando en este caso se trata de infraestructura edilicia, contenidos curriculares, formación docente, cultura democrática, aspectos materiales, simbólicos y subjetivos orientados en un sentido popular.

La democratización del sistema es un proceso vivo. Sus actores no son sólo autoridades, sino también sindicatos, docentes, padres, especialistas universitarios, alumnos.

Democratización del acceso

La democratización del acceso ha sido abundantemente tratada en los últimos meses en relación con la Asignación Universal por Hijo y las becas escolares. A comienzos de año escolar 2010 se registraron 250.000 alumnos más en el sistema.

El tema de la permanencia constituye un desafío no sólo en nuestro país sino para toda América latina, como se discutiera los días 7 y 8 de junio en el Seminario internacional “La educación en el contexto de la integración latinoamericana. El rol de la escuela media”, organizado conjuntamente por los ministerios de Educación del Mercosur y la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur. Responder al desafío requiere atender diversos aspectos, desde la forma de lo escolar hasta los contenidos de la enseñanza.

Democratización de los contenidos

Los contenidos están íntimamente vinculados con la retención: desde el más simple sentido común es posible preguntarse si están actualizados, si interesan al alumno, si sirven para la vida, el trabajo y la continuidad de los estudios, si permiten sentir que en la escuela no se pierde el tiempo, si convocan a concurrir a la escuela con gusto. La Resolución Nº 84/2009 del Consejo Federal de Educación sobre la reforma de la enseñanza secundaria, señala la necesidad de abordar, en ese nivel del sistema, temas de interés del adolescente como sus derechos, la sexualidad y la relación con el trabajo.

La transmisión de conocimientos que efectúa el sistema educativo, para que amplios sectores populares puedan apropiarse de contenidos culturales científicos, técnicos y artísticos, equivale a la democratización de su distribución.

En este sentido no es menor el objetivo del Plan Nacional de Lectura por el cual se entregan libros y se realizan diversas actividades literarias en todo el territorio nacional.

Pero interesa además que los mismos contenidos sean democráticos, y que sean trabajados democráticamente.

Podemos preguntarnos en qué dirección están cambiando los contenidos de la enseñanza, prescriptos y reales, a impulso de sujetos del ámbito educacional –autoridades, especialistas, docentes, padres, alumnos, gremios–, en oposición a otros sujetos y orientaciones.

En relación con los derechos humanos, en muchas escuelas se trabaja el Día de la Memoria, invitando a organismos de derechos humanos, a egresados ex detenidos desaparecidos, a personalidades de la cultura; se inauguran placas en conmemoración de los propios desaparecidos si los hay, se realizan exposiciones y videos; otro tanto sucede en relación con la Noche de los Lápices. Los estudiantes y sus organizaciones participan activamente de estos eventos, aportan su mirada y su palabra.

El carácter de la dictadura y la defensa de los derechos humanos es un tema para el debate, la argumentación y la toma de posiciones que no pueden darse por sentadas, como lo demostró el episodio ocurrido en una escuela de la provincia de La Pampa, que en el acto escolar por el Bicentenario incorporó imágenes de miembros de la juntas militares. Es un tema en pugna por el contenido que adopte.

En relación con la ampliación del derecho a la comunicación, en algunas escuelas profesores de ciencias sociales impulsaron en las aulas debates y trabajos sobre la ley de medios audiovisuales. Pero además existen proyectos de desarrollo de producción radial y fílmica.

En temas de historia, asistimos a la resignificación del “descubrimiento” como conquista, y del 12 de octubre como día de lucha por la independencia y la hermandad de los países de la región; constatamos la avidez por el conocimiento de las historias y culturas de los países de nuestra América latina, de sus cinco siglos de brega emancipatoria, del momento actual de gobiernos post neoconservadores y de integración latinoamericana. El conocimiento del genocidio y de los derechos de los pueblos originarios ha hecho nacer en varias escuelas medias e institutos de formación docente iniciativas de cambio de nombres a escuelas, calles, pueblos.

Con respecto al Bicentenario y las tareas pendientes de la Revolución de Mayo, desde los gremios se ha difundido una experiencia realizada por SUTEBA en Saladillo, donde un grupo de docentes, con la asesoría de investigadores universitarios, en el marco de un trabajo colectivo, construyó e implementó un proyecto de enseñanza sobre la Revolución de Mayo. Los protagonistas dijeron: “Estamos proponiendo modificar un tema muy consolidado en la enseñanza de la historia, un tema que parece intocable. Y, para ello, es preciso construir nuevos recortes de contenidos potentes sobre la Revolución de Mayo, en relación con formas de enseñarlos”.

Por el contrario, el Material del Bicentenario elaborado y aprobado para el Nivel Medio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que coloca a los sectores populares como sujetos activos de la historia y describe sus resistencias y su cultura, fue censurado por el ministro de Educación porteño.

En relación con la ecología y el cuidado del medio ambiente, en algunos casos la escuela y los docentes no sólo siguen los cambios culturales sino que son sus activos promotores. Se multiplican los ejemplos de abordaje de los temas ecológicos y las actividades de sentido ecológico, que trabajan algunos docentes desde el jardín hasta la universidad, con tratamientos más superficiales o más profundos: la forestación de plazas, el cuidado de parques nacionales, el reciclado, el tratamiento de residuos, el saneamiento de ríos, el uso de energías alternativas, el ahorro de energía eléctrica, producciones a partir de la flora autóctona, el cuidado de las condiciones y el medio ambiente de trabajo son algunos de los intereses que se plasman aquí y allá en contenidos de la enseñanza, en ocasiones alcanzando a las raíces del sistema social.

Con respecto a un modelo de ciudadanía activa, en provincia de Buenos Aires se aprobaron los contenidos de la materia “Construcción de la ciudadanía”, que tanto preocupan a monseñor Héctor Aguer porque se proponen enseñar a aprender críticamente desarrollando proyectos de ejercicio ciudadano. En opinión del arzobispo, las etapas deben ser sucesivas: primero aprender como alumno, luego criticar como adulto, sin ninguna referencia a prácticas activas.

Tomando cartas en la construcción de este espacio, el movimiento sindical docente llevó a cabo el seminario “La escuela como espacio de construcción de ciudadanía” en 19 distritos de la provincia de Buenos Aires, con una participación de 700 docentes. La democratización de los contenidos se profundiza si hay posibilidades de interculturalidad, cuando en la escuela se encuentran conocimientos de distinto origen –culturas ancestrales, saberes de oficios, sabiduría popular– con el conocimiento escolar; entonces la escuela puede ser espacio de cruce de culturas, de puente entre saberes.

La no discriminación por razas y creencias cobra actualidad ante la presencia de inmigrantes de países limítrofes, de África, del este europeo, del sudeste asiático.

La aprobación de la Ley de Educación Sexual en 2006 lleva a las aulas temáticas de géneros, embarazo, maternidad y paternidad, amor y erotismo.

Los coros y orquestas juveniles, como en el Distrito Escolar 20 de la ciudad de Buenos Aires, contribuyen a la educación en el arte, como apreciación y producción.

Un modesto equipo de docentes “Luis F. Iglesias” continúa en la ciudad de Buenos Aires la didáctica de la expresión creadora del maestro en que se inspira.

La formación de Centros de Actividades Juveniles, que funcionan en algunos establecimientos los días sábados, intentan mantener la escuela abierta para el adolescente y la comunidad como espacio social más allá de los horarios de clase.

Aun cuando este listado no es breve, es posible que la mejor muestra de orientación ideológica y calidad cultural que ofrece el Ministerio de Educación sea la excepcional programación del Canal Encuentro.

Democratización de la gestión

Si comparamos la escuela actual con la escuela de décadas atrás, los procesos de democratización avanzaron seriamente sobre el autoritarismo.

Durante casi cincuenta años tuvo vigencia en la escuela media el decreto Jorge de la Torre, dictado en la década de los ’30 por el ministro de Educación del presidente Agustín P. Justo, que prohibía los centros de estudiantes en las escuelas secundarias y los reemplazaba por clubes colegiales, autorizando sólo actividades culturales y deportivas apolíticas. Salvo el breve intervalo 1973-74, ese decreto rigió la vida de las escuelas medias hasta la restitución de la democracia. Pero recién ahora, en cumplimiento de la nueva Ley de Educación Nacional y la Resolución Nº 84/2009 del Consejo Federal de Educación, asistimos a un reverdecimiento general del movimiento estudiantil secundario en todo el país.

En la provincia de Buenos Aires, hasta fines de 2007 sólo existían 57 centros de estudiantes. Las exigencias de la nueva Ley de Educación Nacional y las orientaciones para la reforma del nivel medio elevaron notoriamente su número a 510 centros de estudiantes en la actualidad, y 251 organizaciones estudiantiles como cuerpos de delegados, clubes colegiales, ateneos y foros.

Como órganos de gobierno, más allá de los Consejos de Convivencia, en algunas escuelas medias e institutos de formación docente existen Consejos Consultivos, y en el nivel superior se avanza hacia Consejos Directivos.

¿Un balance?

Lo expuesto hasta aquí habla de logros, orientaciones, tendencias.

Sin embargo, si miramos la realidad de las escuelas y del aprendizaje de niños y jóvenes, podemos decir que los edificios no están en condiciones, que faltan escuelas y mobiliarios, que en las zonas más carenciadas las escuelas continúan siendo sobre todo factor de contención, y que es poco lo que los alumnos aprenden en ellas.

Y en particular, que faltan docentes, en muchos casos para cubrir las aulas, y en general para poder cubrir suplencias, trabajar con la modalidad maestro más maestro, hacer capacitación en servicio, desarrollar actividades en equipo, tener horas no al frente de alumnos. Además, en el sistema son necesarios otros especialistas junto a los especialistas docentes: otros educadores, antropólogos, psicólogos, lingüistas, trabajadores de la salud.

El presupuesto se ha multiplicado en los últimos años y seguirá creciendo en 2011, pero continúa siendo exiguo para los atrasos que arrastramos y los crecimientos que tenemos. Ante el vencimiento de la Ley de Financiamiento educativo hacia fines de 2010, CTERA reclama una nueva ley a la altura del crecimiento de la matrícula y de los cambios necesarios.

De algo estamos seguros: se ha revertido la tendencia destructiva y antipopular de los ’90. Pero para asegurar una orientación democrática, popular, progresista, es necesario aunar las fuerzas del gobierno y del pueblo: a eso contribuyen en especial las movilizaciones docentes y estudiantiles. Lejos de todo conformismo, sólo la presencia activa de los sujetos de la educación permitirá elevarla a la altura del progreso social.

Aspirar al progreso social es sostener que “un mundo mejor es posible”, más justo, más igualitario, más humano. Alguien dijo que cuando tengamos ese mundo mejor, vamos a seguir diciendo “un mundo mejor es posible”, y cuando alcancemos ese mundo, vamos a reiterar que “un mundo mejor es posible”. El progresismo está atado a lo inconcluso, muy lejos de la perfecta armonía, muy lejos del fin de la historia, muy necesitado del conocimiento, la investigación, la imaginación y la inventiva, para impregnar crecientemente de subjetividad, de proyecto, nuestra historia.





* Investigadora del IICE Facultad de Filosofía y Letras, UBA.