Internet, las redes sociales y la acción colectiva contemporánea

Internet, las redes sociales y la acción colectiva contemporánea

En las últimas décadas diversos colectivos irrumpieron en el campo de las prácticas políticas y militantes a partir de proyectos comunicacionales y culturales que utilizan las tecnologías digitales como un catalizador de sus acciones. El ciclo de protestas a escala mundial de los últimos años da cuenta de este proceso en el cual las formas organizativas se basan en redes, en el trabajo colectivo y en la promoción de la libre circulación y apropiación de los bienes culturales.

| Por Silvia Lago Martínez |

Desde principios del siglo XXI la Red (el ciberespacio) refleja dinámicas y dimensiones de lucha de fuerzas globalizadas, localizadas y territorializadas, presentes en la construcción de un nuevo (ciber)activismo. Ciudadanos, organizaciones y movimientos sociales despliegan acciones con fines de protesta, denuncia e intervención social y política a través de las redes sociales digitales, radio y televisión por Internet, portales en la Web, blogs, imágenes en YouTube y otras experiencias que centran la actividad en la comunicación y la imagen.

Las organizaciones, colectivos y movimientos sociales se reapropian del espacio simbólico para intervenir en el imaginario dominante y otorgar nuevos sentidos, significaciones e imágenes desde prácticas comunicacionales articuladas en red, construyendo acciones y proyectos colectivos a nivel local y global. En estos casos se combina activismo, transformación de la esfera pública y organización militante. La información y la fluidez de la comunicación pasan a ser un requisito indispensable para articular las acciones.

Una dimensión de la acción social y política a través de la activación de redes sociales electrónicas y otros dispositivos digitales se ha visto en las convocatorias a marchas, manifestaciones y otras acciones en el espacio público donde las tecnologías digitales han jugado un papel catalizador. Contamos con numerosos ejemplos en escenarios locales e internacionales del desarrollo de acciones como expresión de demandas populares, organizadas desde y con las redes sociales, por ciudadanos que no necesariamente adscriben a partidos o agrupaciones políticas en los últimos cuatro años. Estos son, entre otros: Indignados en España (15-M), Occupy Wall Street estadounidense, la primavera árabe en Egipto, Irán, Libia, Bahrein, Túnez, Yemen, Marruecos, Siria. En América latina protestas en México, Chile, Brasil, Argentina, Venezuela, etcétera.

Las fronteras entre el mundo online (Internet, el espacio de los flujos) y offline (el espacio de los lugares) son difusas para estas formas de intervención política y social.

Si bien las acciones de los movimientos en red se desarrollan en culturas y contextos diferentes, como señala Manuel Castells, tienen rasgos comunes: el uso de Internet y de las redes de comunicación móvil es multimodal, pueden no tener un centro identificable y llevar a cabo las funciones de coordinación y de deliberación mediante la interacción de múltiples nodos; pueden iniciarse en Internet pero transitan entre el espacio online y offline, ocupando en las ciudades los edificios simbólicos del Estado y del capitalismo global; no se percibe una ideología común; la construcción política se sostiene en lazos colaborativos dentro y fuera de la Red.

En América latina

En la región latinoamericana los movimientos sociales tienen una larga historia, la intervención política y social actual de los mismos adquiere ribetes muy diferentes según se trate de movimientos con proyectos y objetivos de intervención política bien definidos o movimientos emergentes, de fronteras difusas, cuya intervención se ciñe (con toda su complejidad) a la protesta en las calles. Esta última puede ser autoconvocada por los ciudadanos o no tanto, puede emerger desde las redes sociales digitales o en redes sociales ya existentes y otras formadas durante las acciones del movimiento.

Sólo por citar algunos casos, la experiencia de los estudiantes chilenos es un ejemplo de un movimiento con objetivos definidos: la educación pública gratuita y de calidad.

La estética de sus acciones se corresponde con la dinámica propia de organizaciones jóvenes surgidas en la era digital. Diversas acciones callejeras llevadas adelante por los jóvenes activistas, con música, baile, teatro, circo, y producciones audiovisuales, son divulgadas por YouTube incansablemente. El movimiento se fue consolidando a través del tiempo, no necesariamente surge en Internet, pero esta le brinda infinitas posibilidades para sus acciones y la distribución de las mismas, así como también para mostrar al mundo las acciones violentas de las fuerzas de seguridad en la represión. Los jóvenes colocaron el problema en la agenda pública y obligaron a los candidatos a las presidenciales de Chile a incluir en sus propuestas cambios en materia educativa. De hecho es uno de los problemas fundamentales a resolver en el programa de gobierno de la presidenta Michelle Bachelet.

En tanto, las manifestaciones en Brasil pueden encontrar un punto inicial en los actos de Porto Alegre en marzo del 2013, contra el aumento de las tarifas del transporte público, que llevó a la suspensión temporal del incremento. A principios de junio del mismo año, nuevas protestas contra el precio del transporte público, esta vez en San Pablo, ganaron gran notoriedad y se esparcieron por todo Brasil, creciendo cada vez más a medida que se fueron incorporando demandas que se extendieron más allá de la reducción de la tarifa.

La protesta se centró en el destino del gasto público, la mala calidad de los servicios públicos y la corrupción de los funcionarios. Sumado a la oposición a los espectaculares gastos que demandó la realización del campeonato mundial de fútbol, en detrimento de las inversiones en salud, educación, transporte, etc. Las protestas movilizaron a más de un millón de personas y las redes sociales fueron la clave.

Por su parte, en la Argentina, Internet ha sido y es utilizada intensamente para la protesta y canalización de demandas populares. Se utilizan los teléfonos móviles (con altísima penetración en nuestro medio) para mostrar lo que ocurre en el terreno de la acción en cada una de las convocatorias que se realizan en las principales ciudades del país, y la plataforma de video online YouTube para reflejar las protestas simultáneamente en diversas partes del mundo.

Un ejemplo es la protesta social que emerge como un movimiento fuertemente opositor al gobierno personalizado en la presidenta Cristina Fernández. Esta se puso de manifiesto en las concentraciones (cacerolazos) del 8 de noviembre y 13 de septiembre (2012) y 18 de abril y 8 de agosto (2013). Hashtags: #8N, #13S, #18A, #8ª, #YoVoy y #YoNoVoy. Fueron convocadas desde las redes sociales y obtuvieron una gran difusión en los principales medios de comunicación, también opositores al gobierno. Son protagonizados por personas que dicen no pertenecer a agrupaciones partidarias, sin embargo en las últimas concentraciones se presentaron dirigentes de la oposición, de manera que cabe preguntarse ¿dónde termina el cacerolazo y comienza el acto de la oposición?

La comunicación, el ciberespacio y el activismo social y político

Otra dimensión de la acción política y social es aquella que refiere a colectivos con proyectos comunicacionales y culturales que tienen objetivos claros de intervención política, y que producen transformaciones en el campo de las prácticas políticas y militantes en su medio. Son grupos que desenvuelven proyectos comunicacionales (TV y radio por Internet, agencias de comunicación alternativa), artísticos (teatro, documental político, fotografía, plástica), de intervención callejera (esténcil, afiches, gráfica), y que trabajan con herramientas audiovisuales para la protesta social, formando parte y/o acompañando a los movimientos sociales.

Su acción se caracteriza por la relevancia asignada a la comunicación y la utilización de recursos digitales, de manera que se enlazan las acciones y producciones en el ciberespacio con las desarrolladas en el territorio. Las formas organizativas se basan en redes, en el trabajo colectivo y en la promoción de la libre circulación y apropiación de los bienes culturales. Por último, se observa la presencia de una novedosa estética de la protesta y la integración de la comunicación y la imagen en expresiones escritas visuales, audiovisuales y gestuales propias de la era digital.

Vale destacar en este proceso el salto tecnológico (equipamiento, infraestructura y capacidades para el uso) y sobre todo la apropiación de las tecnologías digitales que se produce en este escenario de la acción colectiva.

A principios de la década las herramientas más utilizadas por las organizaciones y movimientos sociales eran el correo electrónico, las listas de distribución, blogs y páginas web; hoy cuentan con laboratorios equipados y portales donde se integran imagen, sonido y texto, e incluso en los proyectos de televisión por Internet montan estudios, transmiten en vivo, retransmiten acontecimientos ocurridos en otros sitios del planeta y generan diversos programas políticos emulando a la TV de aire.

El correo electrónico fue sustituido en gran medida por las redes sociales digitales que permiten inmediatez en la difusión y la generación de debate online. Al mismo tiempo que aumenta el acceso a la red desde teléfonos celulares inteligentes, tabletas y otros dispositivos, de manera que el acceso a Internet es permanente.

Las redes sociales más utilizadas en nuestro medio son Facebook, Twitter y MySpace. Estos formatos o plataformas les permiten a los colectivos y movimientos sociales publicar contenidos de diferente índole: opiniones sobre ciertas temáticas, fotografías, videos, afiches, consignas, información, dialogar con diferentes actores y sobre todo promover y organizar acciones. De manera que esta producción constante de contenidos agrega un enorme capital cultural al capital tecnológico desarrollado.

Es posible cartografiar a los grupos y colectivos estudiados en nuestras investigaciones realizadas en el Instituto Gino Germani en dos tipos o conjuntos principales, con sus diferencias al interior: colectivos que siguen el camino de las luchas populares y en cuyo seno coexisten realidades mixtas entre nuevos y viejos modelos en la intervención política, y colectivos que oponen resistencia a los arquetipos culturales y políticos institucionalizados y que proponen nuevos modelos en la intervención activista.

Dentro del primer grupo las identidades se definen desde distintas posiciones políticas e ideológicas y estrategias comunicacionales. Estos colectivos se encuentran fuertemente vinculados a los movimientos sociales más dinámicos de las últimas dos décadas en la Argentina, así como también al arco de la izquierda partidaria y no partidaria de nuestra sociedad. Se puede decir que conforman el apoyo o soporte artístico y comunicacional de movimientos sociales –derechos humanos, piqueteros, empresas recuperadas– y partidos de izquierda con un mayor o menor involucramiento, es decir, formando parte de manera orgánica o acompañando sus luchas.

Cuentan con experiencia de activismo social y político previa, donde la revuelta popular de 2001 les ofreció un campo experimental para su propia consolidación, la conformación de múltiples redes y el desarrollo de nuevas estrategias de confrontación. Desarrollan espacios de comunicación audiovisual y artística con la intención de narrar e intervenir en los acontecimientos políticos y sociales, deviniendo al mismo tiempo en productores de información. A través de su propio relato se vislumbran diferentes procesos, significaciones particulares, reglas propias, ideas grupales y proyectos políticos compartidos. La apropiación de las tecnologías digitales es un elemento en común entre los grupos y colectivos, pero existen matices en cuanto a cómo y por qué cada uno ha ido avanzando en este territorio para la expresión de sus mensajes. Estos diferentes desarrollos para las respectivas propuestas tienen su origen en la dinámica propia de cada grupo, su historia, su recorrido, sus identidades sociopolíticas y sus objetivos.

En el segundo conjunto, los colectivos provienen de búsquedas contraculturales en el arte y la tecnología, donde los proyectos surgen de la interacción con otros, del encuentro de proyectos creativos. Estos colectivos apoyan acciones organizadas por movimientos sociales, sin tener una identificación total con sus luchas y reivindicaciones, es decir, despliegan una militancia cultural pero no integran un movimiento social como tal, sin embargo sus acciones en general coinciden con reivindicaciones populares. La no identificación partidaria –al menos del colectivo, no necesariamente de sus miembros– forma parte de su identidad. Son los sentidos o valores que sustentan los que los motivan a pertenecer a uno u otro colectivo.

Como es evidente, Internet y las tecnologías digitales generaron cambios en los modos de producir y difundir. En la observación de las metodologías y propuestas de los colectivos se ha podido notar un corrimiento desde un esquema tradicional (barrial, local, regional) a un esquema global, cuyos límites espaciales y temporales son mucho más amplios y a la vez difusos: una acción propagandística, una performance, un video, subidos a Internet, tienen un alcance global y una duración indeterminada.

No obstante el ciberespacio constituye sólo uno de los campos de su accionar, los grupos articulan este escenario virtual y un territorio geográfico (el barrio, la ciudad, la región) y con ello la acción directa: el piquete, la ocupación, los festivales, las muestras, las marchas, los actos políticos, etc., de manera tal que se dimensionan los territorios de acción y el dominio del tiempo y el espacio.

Algunos de los grupos estudiados: Prensa de Frente, TV PTS, Agora TV, Barricada TV, Canal 4 Darío y Maxi, Antena Negra TV, Ojo Obrero, FM en tránsito (comunicación); Alavio, Contraimagen, Movimiento de Documentalistas (cine documental); SUB Cooperativa de Fotógrafos; Mujeres públicas, Etc. GAC, Iconoclasistas (intervención callejera); Red Panal, Burn Station, Culebrón Timbal (música); Feria del Libro Independiente (editorial); Compartiendo Capital, Fábrica de Fallas.

Concluyendo

La transición de la sociedad contemporánea está en marcha, pero resulta difícil dilucidar si las características de la acción colectiva emergente cuentan con determinados valores que le son definitivamente propios, o forman parte de los cambios de época. Lo que es indudable es que la cultura y la intervención social y política sufren enormes transformaciones. Los grupos y colectivos que conforman el corpus de nuestra investigación desarrollan una actividad sostenida en este campo de la cultura en los últimos diez a quince años. Las relaciones de poder que expresan pueden parecer osadías de corto alcance que corresponden a grupos reducidos en la sociedad contemporánea, sin embargo esta lucha permanente inquieta a gobiernos e industrias de la cultura que deben reforzar controles y repensar estrategias.

Por otra parte, el ciclo de protestas a escala mundial de los últimos años da cuenta de nuevas expresiones culturales en la acción colectiva. Las movilizaciones parecen ser protagonizadas por jóvenes educados, de clase media, que se apropian de las tecnologías y recrean nuevas formas de protesta y denuncia. Incluso algunos especialistas denominan a estos jóvenes como la generación “Y”, nativos de la era digital. Sin embargo no es posible aseverar que todas las acciones colectivas en el mundo son protagonizadas sólo por jóvenes no partidistas, tampoco que todas ellas nacen en las redes sociales.

Internet y las tecnologías digitales, como herramienta tecnológica del capital, se convierten en un nuevo campo de poder de información, de dominación, de saber, de participación, de socialización. Su apropiación ha implicado un cambio significativo en las estrategias de intervención política, llevando implícita una nueva noción de espacio-tiempo puesto que el radio de alcance territorial desaparece en cuanto a su materialidad y se establece en un territorio virtual de alcance ilimitado.

Autorxs


Silvia Lago Martínez:

Socióloga. Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Investigadora del Instituto Gino Germani. Codirectora del Programa de Investigaciones sobre la Sociedad de la Información. Estudios de posgrado en Políticas y Gestión de la Ciencia y la Tecnología en la UBA.