Internet, otro espacio para la organización. Pueblo Mapuche de Neuquén

Internet, otro espacio para la organización. Pueblo Mapuche de Neuquén

En los últimos años el activismo mapuche experimentó un proceso de creciente organización atravesado por la apropiación social de las tecnologías digitales y con una fuerte incidencia de los miembros más jóvenes de las comunidades en lo relacionado a los proyectos comunicacionales. Así se pudo ampliar la producción de contenidos propios y generar circuitos y redes. A continuación, una breve recorrida por este devenir.

| Por Juan José Basanta |

Un acercamiento al activismo mapuche

El reconocimiento público y jurídico de la existencia de los pueblos indígenas en la Argentina fue en aumento desde el inicio de la democracia en este país. Inherente a este proceso es la reconstrucción de los propios pueblos indígenas como sujetos políticos involucrados en la definición de sus culturas, identidades y derechos.

El activismo mapuche en estos últimos años ha puesto en el centro de sus estrategias políticas los planteamientos vinculados al territorio y también aquellos ligados a las cuestiones culturales, principalmente en disputa por definir lugares propios de los indígenas.

Ha ido pasando en la última década de un lenguaje “ambientalista”, que critica el modelo productivo y de desarrollo, a la reafirmación de una identidad indígena que pugna por los derechos territoriales y culturales al mismo tiempo. En esas pujas, tensiones y luchas el activismo indígena ha sabido intercalar estas demandas con un amplio espectro de movimientos sociales e instituciones públicas y estatales, por eso es que su accionar en este contexto no se basó en un repliegue identitario.

Todo lo contrario, han sabido establecer vínculos y conexiones con el mundo académico cuyo objetivo se centró en recrear nuevos relatos impregnados en sus luchas y disputas. Desde esos espacios de circulación constituyen redes que les permiten influir en las iniciativas que llevan adelante los gobiernos nacionales o locales en torno a la problemática indígena.

A partir de allí reconfiguran sus identidades originarias en alianzas con un amplio campo de acción política y disputan espacios de poder concretos, posicionándose no sólo como un actor social más sino como sujeto político.

Esto se ve con claridad en las acciones que llevan a cabo en torno a la construcción de sus propios medios de comunicación, la ampliación de redes, los festivales de cine, los manuales en torno a sus experiencias en el campo de la comunicación, los espacios que ocupan dentro de las agencias estatales, entre otras.

Estas acciones están enmarcadas en un proceso que se constituye en torno al capital acumulado en las diferentes contiendas; apoyándose y nutriéndose de las experiencias organizativas previas, sobre todo las de las décadas de los ’80 y los ’90, aprovechando las conexiones y vínculos en las redes que conforma a nivel local, nacional o transnacional.

Este proceso podemos ubicarlo principalmente a partir del año 2008 en donde el activismo indígena mapuche ha realizado distintos esfuerzos de convergencia para recrear un campo de interlocución común con distintos actores sociales, en las esferas que antes mencionamos. Estas convergencias están atravesadas por múltiples tensiones, en particular por los debates que genera la idea de integrar agencias estatales para transformar la política indígena.

Estas alianzas y vínculos entre el activismo mapuche y partidos políticos, ONG, organismos multilaterales, es decir, entre formas tradicionales de hacer política, son siempre tensas y en muchas oportunidades terminan deshaciéndose. Pero esta tensión, en vez de ser algo negativo, puede ser entendida como una señal de que los movimientos sociales no han sucumbido a las presiones de los líderes de los partidos políticos y han conservado, en cambio, su autonomía.

El hecho de que las propuestas de Estado hayan adoptado algunos contenidos expresa que el movimiento mapuche ha dado un paso importante a nivel de la cultura política, politizando su situación y haciendo ver que una alternativa de solución a la cuestión mapuche sólo es posible con medidas políticas y no solamente administrativas.

Construyendo una voz indígena en Internet

Consideramos que en gran medida este proceso de creciente organización ha estado fuertemente atravesado por la apropiación social de las tecnologías digitales y la incidencia de jóvenes activistas indígenas en diferentes proyectos comunicacionales. Estos artefactos tecnológicos les han permitido ampliar la producción de contenidos propios, generar circuitos y redes y, principalmente, nuevos espacios para la organización y visibilización de sus propuestas.

A través de estas prácticas el activismo indígena ha establecido un rol decisivo en la construcción de nuevos espacios de “lo Mapuche”. A través de estos soportes tecnológicos han disputado relaciones de poder en diferentes esferas.

Son estos nuevos espacios los que desafían en última instancia el imaginario social siendo decisivos en la desarticulación de una determinada hegemonía. En este sentido, las tecnologías de la comunicación juegan un rol fundamental para visibilizar y difundir estas prácticas sociales, ampliando las posibilidades de estos actores sociales en las diferentes contiendas.

A partir de allí, consideramos que la identidad étnica, que siempre ha sido central en el Pueblo Mapuche, ha ido transformándose de aquella noción que vincula lo indígena “aislado y solo” hacia una noción enlazada a múltiples luchas y colectivos sociales. Un “nosotros” que se apoya no en un conjunto identitario determinado a priori (la clase social, la etnia, la nacionalidad) sino un nosotros que se enriquece y transforma a partir de múltiples y variadas formas de encuentro y vínculo social.

Desde ahí las tecnologías de la comunicación devienen más horizontales, cooperativas, donde permiten el juego de lenguajes y nuevas identidades, desafiando los modelos jerárquicos y aceptados en los medios tradicionales y no tan tradicionales.

En este sentido, entendemos que las tecnologías de la comunicación no valen por sí mismas, sino en tanto agenciamiento cultural que les permite vehiculizar discurso actualizando nuevos soportes, movilizando acciones y articulando expresiones creativas y novedosas que conectan a sus luchas, impregnadas a veces de modelos jerárquicos.

Por eso es que las tecnologías de la comunicación se han vuelto espacio de vinculación, que surgen en un contexto al que modifican y por el que son modificadas. De manera que no son concebidos en tanto simples instrumentos o herramientas, sino en tanto espacios de significación y producción.

Al mismo tiempo, no desconocemos que las tecnologías de la comunicación, desde la prensa gráfica hasta Internet, tienen un potencial coercitivo y de manipulación propagandística, pero también ofrecen un potencial para que actores sociales diversos, en nuestro caso los activistas indígenas, generen espacios innovadores y propios diferenciándose de los modelos tradicionales.

Por ello es que sostenemos que a través de estos repertorios tecnológicos las organizaciones indígenas han ampliado sus posibilidades para vincularse con diferentes organizaciones sociales o partidos políticos en distintas arenas de acción para vehiculizar estratégicamente sus identidades políticas.

A su vez, han moldeado estas tecnologías dándoles usos particulares adaptándolas a sus propios repertorios de acción y a sus propias necesidades como pueblos aprovechando su flexibilidad.

Por ello es que hacer visible la producción para la Web lleva a destacar ahora que los sujetos que animan el campo de acción también ejercen el poder de narrarlo, en diversos formatos de texto, sonido e imágenes que colocan en circulación. Desde allí, manipulan su discurso recurriendo a sus identidades étnicas y fijan sus propios acentos políticos estratégicos.

En este sentido, Internet resulta ser una oportunidad más para su despliegue; la “virtualidad” les ofrece un espacio para mantener su vigencia en las identidades de la actualidad, un entorno para renovar los discursos identitarios marcando horizontes de acción que orientan alianzas, redes y vínculos, pero también límites con los “otros” de la sociedad.

Cabe señalar también que no son únicamente las características propias de estos espacios virtuales las que infieren en la construcción de estas nuevas prácticas, sino que está en estrecha relación con las prácticas que desarrollan los sujetos sociales y los sentidos que les den a las tecnologías digitales, en definitiva, es el contexto lo que determina su uso, el porqué y para qué.

De ahí que entendamos el vínculo que existe entre el mundo online y el offline estableciendo un nexo entre ambos campos, reconociendo que estos espacios virtuales no son otra cosa que construcciones sociales. Lo que se produce en la “virtualidad” tiene un sentido para aquello que se hace en la organización en la vida cotidiana de estos actores sociales.

Por ello es que consideramos importante en este nuevo escenario el rol de las tecnologías digitales y las oportunidades que ofrecen estos soportes para la creación de distintas estrategias de visibilización, con el objetivo de crear una voz de lo indígena.

Medios de comunicación y nuevos desafíos

Como hemos visto, en los últimos años al interior de las organizaciones indígenas la comunicación cobró una gran centralidad en sus debates internos ocupando agendas y diferentes acciones a desarrollar en torno a esta problemática. Entre ellas podemos nombrar la participación de las organizaciones indígenas en la creación del artículo “Comunicación con Identidad” enmarcado en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Las distintas experiencias comunicacionales y la consecuente maduración de los proyectos que desarrollan estas organizaciones ya tienen más de catorce años; en ellas podemos encontrar radios al interior de las comunidades, proyectos audiovisuales, principalmente documentales, sitios web, blogs o la reciente utilización de las redes sociales en sus diversos formatos.

Los sitios web donde han alojado la información mapuche podemos rastrearlos a finales de la década de los noventa. Inicialmente se alojó información de los pueblos indígenas en sitios extranjeros. El activismo indígena comenzó a interactuar con organizaciones medioambientales trabajando conjuntamente sobre conflictos territoriales que sufrían por aquel entonces las comunidades. El caso de mayor renombre y que tuvo fuerte presencia en los portales digitales a nivel mundial fue el caso Benetton y la familia Rosa Rua Nahuelquir-Curiñanco. Lograron visibilizar su lucha en gran medida a través de las prácticas de intervención que desarrollaron en Internet, este soporte les permitió romper el cerco mediático que invisibilizaba y distorsionaba el reclamo de la comunidad logrando así instalar el debate incluso en diferentes esferas y lograr un amplio apoyo de diferentes sectores sociales, incluso en escalas transnacionales.

De allí que consideremos que las tecnologías de la comunicación, principalmente Internet, les han permitido ampliar sus repertorios de acción. Desde estas contiendas la “reinvención” de las identidades se ordena en el sentido de re-construir nuevos espacios y voces “de lo indígena” que fueron negados desde años.

Estas nuevas identidades son construidas al calor de las estrategias que tejen con otras organizaciones, como por ejemplo las medioambientales, corriendo el riesgo de que en ese juego de alianzas el “guión” más o menos fijo del medioambientalismo los termine absorbiendo. Pero los mapuche saben que deben arriesgar en esos vínculos y conexiones sus propias identidades. De no hacerlo, corren el riesgo de ser representados por los “otros” medios de la sociedad.

A modo de cierre

Transformar o rediseñar las lógicas de organización tradicionales se ha demostrado que es una tarea obligatoria y posible para los activistas indígenas. En este sentido, los modos de apropiación de las tecnologías digitales, y especialmente Internet, en los contextos que analizamos recalan en experiencias de producción más horizontales y participativas, en coordinación con agendas comunes interviniendo en contiendas principalmente político institucionales.

La acción de las organizaciones indígenas no está dirigida únicamente a desarmar el discurso hegemónico que tergiversa la realidad de las comunidades, sino a hacerse visible socialmente, reafirmar la importancia que tienen las tecnologías digitales en dicho proceso y ocupar un lugar propio en los espacios de las “otras” identidades de la sociedad.

A lo largo de estos años se han realizado capacitaciones en diferentes puntos del país para comunicadores de pueblos originarios, capacitaciones en registro y edición de audio e imagen, redacción, gestión y la publicación de un libro denominado Aportes para la construcción del derecho a la comunicación indígena en Argentina, distribuido principalmente a los jóvenes comunicadores indígenas.

El trabajo de articulación con las instituciones del Estado ha sido fundamental para llevar a cabo acciones con áreas como el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas donde se ha creado el Área de Comunicación con Identidad, donde coordinan acciones con la AFSCA, la CNC y con otras instituciones que trabajan con las comunidades. También se ha generado producción de contenidos de noticias con la agencia estatal Télam y Radio Nacional y han realizado una serie de congresos de comunicación indígena en la sede de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) donde participaron cientos de comunicadores provenientes de más de veinte pueblos originarios.

Consideramos que el contexto en que se desarrollan estas experiencias abre nuevos desafíos para transitar el proceso de legitimación del movimiento indígena y la conformación de redes de comunicación. Entre ellas, las luchas que asumen los jóvenes activistas para transformar los espacios de poder, interviniendo en las esferas públicas e institucionales, la apertura de esos espacios para coordinar acciones con nuevos proyectos que permitan ampliar las posibilidades de acción del movimiento.

Autorxs


Juan José Basanta:

Docente de la carrera de Comunicación Social – Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires.