¿Y los medios qué? Un recorrido por símbolos mediáticos y reglamentaciones que definen la gráfica, la radio y la televisión en la Argentina

¿Y los medios qué? Un recorrido por símbolos mediáticos y reglamentaciones que definen la gráfica, la radio y la televisión en la Argentina

Los cambios en los medios de comunicación en los últimos treinta años fueron vertiginosos. Un recorrido ágil y vertiginoso por los principales hitos políticos, sociales y culturales de nuestra joven democracia que muestra las distintas miradas de los grandes medios y de los medios cooperativos y comunitarios. ¿Se puede hablar hoy de una comunicación democrática?

| Por Colectivo La Tribu |

Una torpe Ti 99 es abandonada por la Commodore 64. Palabras grabadas en cassette. Borradas con Bic. Una onda se emite por antenas clandestinas. VHS, CD, minidisk, pendrive. Páginas impresas, computadoras que se conectan, teléfonos que siguen fuentes, radios expandidas en ceros y unos.

“Llegamos”. La misma redacción que fue partícipe de la última dictadura cívico militar elegía poner esta palabra como titular principal de la portada del 30 de octubre de 1983, como si algo tuviera que ver con la recuperación democrática.

30 años de democracia / 30 años de medios de comunicación.

Cuerdas, gargantas, y cables

Fiesta, grito, primavera, desahogo. A las imágenes a color se suma la llegada de la televisión por cable y la gente hace colas para conseguir flamantes aparatos que puedan recibir todo lo nuevo. Llega el control remoto, el zapping, crece el encendido y el tiempo frente a la pantalla.

A la par, surge una expresión novedosa y catártica: la proliferación de radios FM que escapan a los cánones vigentes de la radiodifusión argentina. Este conjunto de emisoras rompe con un esquema de medios privados, motivados por el lucro, y estatales, que son más un órgano de propaganda gubernamental que servicio público.

Estas radios, catalogadas peyorativamente como truchas o piratas, con el correr de la década de los ’80 autonominan sus prácticas como comunitarias, alternativas, populares, ciudadanas o libres. Por aquel entonces, los periodistas Washington Uranga y José María Pasquini Durán escriben que estas emisoras “son la expresión de una necesidad de comunicación distinta a la convencional y establecida”. Se estima que a mediados de la década existen unas 400 radios de estas características en todo el país. El fenómeno se consolida a partir de 1987 y hacia fines de la década, con la fundación de radios emblemáticas como En Tránsito (Castelar), Alas (El Bolsón), De la Calle (Bahía Blanca), La Tribu (CABA) y La Colifata (a cargo de los pacientes del neuropsiquiátrico Borda). La legislación argentina las considera ilegales y clandestinas. Sin embargo, la UCR había manifestado en su plataforma electoral la intención de cambiar la Ley de Radiodifusión y pretendía incorporar al sector sin fines de lucro como posible licenciatario. Al ganar las elecciones, crea el Consejo para la Consolidación de la Democracia (COCODE), que realiza un diagnóstico del mapa de medios y presenta un proyecto para reemplazar la norma de la dictadura. El impulso perdió estado parlamentario en un país sumergido en la crisis económica y en el fracaso de un proyecto político cultural. Por aquel entonces, el presidente Raúl Alfonsín adjudica a Clarín parte de la responsabilidad de la caída de su gobierno. En su discurso de 1987 en la Sociedad Rural, señala que el diario “se especializa en titular de manera definida, como si quisiera hacerle caer la fe y la esperanza al pueblo argentino”. Un año antes había comenzado La Noticia Rebelde en ATC, donde Adolfo Castelo, Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya desmontan la construcción discursiva de los medios de comunicación.

Otro emergente clave de la vuelta de la democracia es la revista El Porteño. Fundada por Gabriel Levinas, Miguel Briante y Jorge Di Paola en el ocaso de la dictadura, la publicación mensual es pionera en contenidos relacionados a recursos naturales o bienes comunes y pueblos originarios. En agosto de 1983 publican un artículo titulado “Legalizar la marihuana” y en octubre ponen en tapa a Hebe de Bonafini. La publicación cuenta con el suplemento “Cerdos & Peces” (que luego saldría como publicación independiente), a cargo de Enrique Symns y con la marginalidad como eje. El Porteño fusiona investigación, denuncia y literatura. Dialoga con lo mejor de las revistas Humor, El Expreso Imaginario y Crisis. Muchas de sus plumas participan también de la fundación de Página 12 en 1987, otro hito mediático de la época. Dirigido por Jorge Lanata, el diario nace con apenas cuatro hojas dobladas y una decisión ética fundamental: publicar gratuitamente los reclamos por aparición con vida de los desaparecidos. Horacio Verbitsky y Osvaldo Soriano son sus firmas centrales y la demostración de una búsqueda: la convivencia entre arte y política. A las pocas semanas de su nacimiento duplica sus páginas y tira diez mil ejemplares. Rápidamente se transforma en la referencia periodística del progresismo argentino.

Veintitrés mil seiscientos noventa y seis. Dirás: ¿qué me importa eso?

“El espectáculo no es un conjunto de imágenes,
sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes”.
Guy Deboard, La sociedad del espectáculo.

Horario central. El animador Marcelo Tinelli se traga de un bocado el alfajor de un anunciante. Las cámaras alternan entre planos contrapicados a las tangas de las bailarinas, las risotadas a coro de los súbditos del conductor y la excitación de la tribuna. El consumismo exacerbado se festeja con el ritmo de la noche que llegó para quedarse. Los políticos ensayan la coreografía y equivocan los discursos. Papi fútbol de famosos. Maradona, con el auspicio de Coca Cola, saluda a Carlos Menem, que siente un tirón y no puede jugar, pero dirige el equipo integrado por Palito Ortega y Daniel Scioli. Definición de blooper: error estúpido, metida de pata.

Como todos los años el 9 de julio se festeja un nuevo aniversario de la independencia. Pero en el ’89 algo del destino quiso burlarse o, al menos, dar aviso. Un día antes asume Carlos Menem. Hay números que cuentan historias. Veintitrés mil seiscientos noventa y seis es la frase mágica que abre la puerta a la década de los ’90. Significa privatización, concentración, flexibilización. Neoliberalismo. La ley de reforma del Estado tiene, en el plano de la comunicación, tres ejes claves en cuanto a radiodifusión que marcan el comienzo de la conformación de grandes multimedios. A partir de esta norma se modifican los incisos del decreto ley 22.285 (que fue nombrada últimamente como “la ley de medios de la dictadura”) para permitir que sean propietarias de licencias de radiodifusión sociedad de sociedades, se elimina además la restricción de tener como dedicación exclusiva la radiodifusión y, por último, se tachan los puntos que impedían que quienes fueran poseedores de medios gráficos tuvieran también una licencia de radiodifusión. Al eliminarse esta restricción el Grupo Clarín, en tanto socio mayoritario de Artear, obtiene la licencia del Canal 13, y Atlántida, integrante del grupo Telefé, es el nuevo adjudicatario del 11. ATC junto a Radio Nacional, con sus dependientes provinciales, municipales y universitarias, es todo lo que quedó en manos del Estado. Porque “estar cerca es muy bueno”, porque “juntos es mejor”, se consolida así la concentración monopólica.

Clarín crece como agente corporativo y lo demuestra en su tapa del 25 de septiembre de 1992, celebrando la privatización de YPF. Las portadas de la revista Gente impulsan a los argentinos “con actitud positiva” como Susana Giménez, Ricky Maravilla, Martín Redrado, Cris Morena y Los Midachi. Mariano Grondona y Bernardo Neustadt se asientan como brazo periodístico del saqueo. Al mismo tiempo, siempre con el norte fuera del horizonte latino, y como parte de las “relaciones carnales” con Estados Unidos, se firma el acuerdo para la protección recíproca de inversiones. En 1994, con la reforma constitucional, los capitales extranjeros ingresan al sistema de medios argentinos a través del cable.

Las grillas de televisión se plagan de contenidos norteamericanos. Axl Rose, basquetbolistas de la NBA y Sylvester Stallone, que venía de noquear a un soviético en Rocky IV, se sientan a la mesa familiar. Años más tarde, el Indio Solari inaugura su primer disco solista con el tema “Nike es la cultura”: “Operarios con salario de miseria / Dirás ¿qué me importa eso? / Tengo trece o quince años / Las Jordans son para mí”.

La rebeldía viene incluida en el combo de la época: impulsado por Gerardo Sofovich y luego por Alejandro Romay, Mario Pergolini prueba pasar a imagen el éxito estético de la novedosa FM Rock & Pop. Los programas La TV ataca y Hacelo por mí buscan disputar el público joven a Tinelli desde un supuesto rol contestatario. Luego llegaría CQC, donde los conductores cambian las remeras estampadas por el traje para inmiscuirse en la política y criticar al poder. Dice Santiago Gándara, docente de Ciencias de las Comunicación de la UBA: “Pergolini aparece como un representante estereotípico de la juventud, pero en realidad no presenta juicio alguno al funcionamiento de los medios y al poder político”. Nota: las productoras de Tinelli y Pergolini se asocian para producir ciclos de reality show, como El Bar en la televisión española.

Mientras tanto, con estilos y objetivos distintos, Alfredo Casero y Fabián Polosecki rasgan el discurso totalitario del consumo. Cha Cha Cha reúne actores del underground porteño y lanza bombas dadaístas en una clave humorística por entonces entendida por pocos y luego utilizada por muchos. Por su parte, los ciclos El otro lado y El visitante corren los márgenes y los llevan al centro de la escena televisiva. El periodista en la calle, ingresa donde la televisión no entraba, inaugurando un tono que hoy se encuentra en todos los noticieros. La producción a cargo de grupos creados por afinidad y la creatividad con escasos recursos también son denominadores comunes de los ciclos de Casero y Polosecki. Estas características asomarían con más fuerza en el surgimiento de numerosos colectivos de comunicación y cultura después de la crisis de 2001.

También, por la ausencia de concursos por licencias, esta es la década de los Permisos Precarios y Provisorios (PPP), que siguen siendo el aval legal de muchas emisoras, invento del gobierno para regular el caos del espectro. Galaxia compuesta por las más de dos mil radios “truchas” fruto del boom de fines de los ’80. De todas ellas, se inscribieron 1.874 radios, algunas comunitarias, alternativas y populares. Muchas otras se transforman en fructíferos proyectos comerciales, como la Rock & Pop, y le disputan la audiencia a las radios “legales”. ARPA y amigos comienzan un lobby feroz, según destaca Ricardo Horvath en su libro ¿Qué hacer con la radio?, buscan la limpieza del éter nacional. El pedido deriva en persecución y decomiso de equipos.

La Comisión Nacional de Comunicaciones se pone al frente del proceso. Caen muchos proyectos endebles. Otros se fortalecen y crecen en la resistencia. En la puerta de FM Alas se autoconvocan más de doscientos pobladores de El Bolsón para impedir que cierren la emisora. Mientras la radio permanece en silencio se organizan radios abiertas y se consigue un transmisor para seguir vivos. El radioparticipante se hace más cuerpo que nunca.

Sin embargo, la persecución sumada a la cultura de la pizza y el champagne frenan el desarrollo de nuevas radios de este tipo. Las que sobreviven se congregan en redes para protegerse y potenciarse. La Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) tiene su representación nacional y en 1998 surge el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO).

Ese mismo año ocurre un hecho por entonces irrelevante, pero de vital importancia para la democratización de las comunicaciones: el inicio del proceso judicial de la radio comunitaria FM La Ranchada de Córdoba. La Asociación Mutual Carlos Mugica, a cargo de la gestión de la emisora, exige la inconstitucionalidad del artículo 45 de la ley de la dictadura, que restringía el acceso a licencias sólo a sociedades comerciales. Cinco años después, la Corte Suprema fallaría a favor de la radio y sentaría un precedente clave para el impulso de una nueva ley con mayor pluralidad.

Mientras tanto, Menem se despide de su segundo mandato otorgando cerca de 700 licencias por decreto. Frutilla del banquete para pocos: su secretario de Comunicaciones, Germán Kammerath, aprovecha para regalar diez licencias a sus familiares en Córdoba.

Efecto 2000 / Y2K

El nuevo siglo llega en medio del temor por el colapso de todas las computadoras y con transmisión minuto a minuto de los festejos en todos los rincones del mundo. En la Argentina se sigue brindando con champagne, pero ahora se come sushi.

La Alianza revoca inmediatamente la entrega compulsiva de licencias del fin del menemismo. También, da marcha atrás con ese chiste final del gobierno anterior, el proyecto de Radio y Televisión Argentina (RTA) que separaba medios estatales de gubernamentales y proponía construir un organismo autárquico para su gobierno.

Sin embargo, sostiene el decreto 1005/99 por el cual se avala la concentración, centralización y extranjerización del sistema de medios.

Se propone combatir el caos técnico y administrativo heredado, organizar el Comfer, al que, una vez más, se lo pone a perseguir la ilegalidad, al tiempo que se levanta el veto de Alfonsín a los llamados a concurso para entregar licencias. Se abren tres procesos de normalización que fracasan en las grandes ciudades.

Gustavo López y Darío Lopérfido redactan el proyecto de ley de De la Rúa. Demasiadas internas. Cuenta la leyenda que el proyecto se presentó en el Salón Blanco, “pero de Casa Rosada al Congreso fue perdiendo un artículo por cuadra”.

Al mismo tiempo, se crea el Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP), que será conocido como el “Multimedios Oficial”. A pesar de eso, en términos de contenidos, busca que los medios públicos sean “menos gubernamentales”. ATC vuelve a ser Canal 7 y el Grupo Sushi busca reposicionarlo. La producción se terceriza. Aparece mucha de la programación más interesante en el canal público por décadas. El absurdo tiene lugar en Todo por dos pesos y la ficción se sacude con Okupas.

Y nos dicen que llueve

Desocupación, devaluación, pobreza, corte de ruta, corralito, cacerola, marcha, Plaza de Mayo. Hambre, default, saqueo. Estado de sitio, represión, renuncia, balas de plomo, helicóptero, 11 días. Asambleas populares, 5 presidentes, 39 muertes. Estallido social, patacón y trueque. ¿Y los medios qué?

En las calles suena “que se vayan todos”, en la televisión lo titulan “violencia”. Un código se materializa en palabras, una lista de correos electrónicos distribuye una crónica del 19 y 20 de diciembre del 2001 bajo el lema de “Anticopyright”, y es el comienzo de algo nuevo, los primeros pasos de lo que será la cooperativa de trabajo La Vaca. Noticias de libre circulación y reproducción, una cátedra autónoma de comunicación social, un periódico, radio y punto de encuentro que busca potenciar la autonomía de personas y organizaciones sociales. Desde entonces, otra forma de entender y gestionar medios de comunicación desborda la pirámide invertida.

Manifestantes con cámara, nunca mejor dicho: periodismo de puño y letra. Desde las protestas antiglobalización de Seattle, una red global, horizontal, descentralizada y autónoma de medios de comunicación independientes intenta acompañar las experiencias de distintas organizaciones sociales que construyen alternativas al sistema capitalista, así se define Indymedia. El sistema de autopublicación permitió que anuncios de marchas, convocatorias, denuncias de represión y reflexiones sobre lo que pasaba en la Argentina del 2001 y 2002 aportara a la organización entre movimientos sociales.

Palabras que se repiten, construcciones que omiten, que esconden y disfrazan. Estereotipadas concepciones del mundo se replican en tinta, aire, píxel y cable. Del otro lado, una idea quiere ser respuesta. Una nueva manera de hacer periodismo… periodismo y sátira. La revista Barcelona conoce la calle en abril del 2003, pero se declara hija del 2001. Una parodia de Clarín, un grupo de periodistas y diseñadores desocupados buscan que alguien financie una revista política que ponga en ridículo determinados discursos. Esa idea plasmada en papel fue un cambio de paradigma de prensa gráfica que hoy, diez años después, frente a la acusación de una defensora de genocidas, se planta públicamente y discute sobre libertad de expresión en tribunales.

Eduardo Duhalde se acomoda en Olivos en enero del 2002. Declara que la Argentina está “quebrada y fundida”. Las empresas mediáticas comienzan el lobby para conseguir medidas que las beneficien. Y así será, durante toda su gestión. 1214 es el decreto que habilita a los municipios a acceder a licencias de radio de FM y canales de TV abierta para las provincias y que puede ser considerado como la excepción. “La crisis causó dos nuevas muertes” elige Clarín para titular el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la represión policial del 26 de junio del 2002 en el puente de Avellaneda. Su réplica se escribe con aerosol en las calles, en las paredes, en el trazo a mano de un graffiti que se propaga de boca en boca, de mano en mano: “Nos mean y Clarín dice que llueve”.

Las asambleas populares no están en pantalla, los movimientos de desocupados pelean por trabajo, dignidad y cambio social, pero la imagen que de ellos devuelven los medios sólo hace foco en derechos de libre tránsito. El descrédito a los medios de comunicación masiva es parte de este fortalecimiento de nuevas formas de comunicar. Periodismo sin patrón.

Control + Supr = Delete

508 días de Duhalde. A nivel de empresas mediáticas, el lobby funcionó. Asume Néstor Kirchner y la Ley de Protección de Bienes e Industrias Culturales se sanciona el 18 de junio del 2003. Ahora las empresas de medios de comunicación quedan fuera de la aplicación del cram down de la Ley de Quiebras, es decir, los acreedores no podrían apropiarse de la empresa deudora. Algunos eligen llamarla “Ley Clarín”.

Otoño de 2005: borrón y cuenta nueva. Por ley, las licencias de radiodifusión tenían un plazo de quince años y se podía dar una prórroga por única vez de diez años. La crisis del 2001 sirvió de pretexto, el decreto 527/2005 suspendió el plazo de las licencias de empresas de radiodifusión por otros diez años más. Desde la dirección de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires un documento se hace público para plantear que con este decreto “el gobierno otorga un beneficio inaudito a los propietarios de medios de comunicación que formaron grandes grupos concentrados durante la década de los ’90. (…) Beneficia especialmente a quienes tenían licencias que vencían indefectiblemente en el año 2007, luego de 25 años, dado que habían sido renovadas automáticamente durante la dictadura militar en 1982”.

Uno de los puntos cuestionados en este documento colectivo de la junta y la dirección de la carrera marca la falta de decisión política para que el Congreso apruebe la reforma del artículo 45 de la ley de radiodifusión, que ya había sido declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia dos años atrás y que permitiría a las organizaciones sin fines de lucro acceder a una licencia. Acariciando el final del 2005, se aprueba la ley 26.053 que contempla la posibilidad de que la sociedad civil pueda acceder a los medios de comunicación.

Mientras tanto, el periodista Hernán Casciari teclea por primera vez hache te te pe dos puntos barra barra, elige un título que no contenga la letra “ñ” y detrás escribe blogspot punto com. Día tras día, postea breves capítulos de Mujer gorda.

Desde comienzos de los 2000, la difusión de los blogs tiene un crecimiento vertiginoso de la mano del desarrollo de Internet. En la Argentina florecen con fuerza a partir del año 2006, cuando los usuarios de Internet en el país son algo más de diez millones, casi un tercio de la población. El origen de la palabra weblog deviene de web (red) y de blog (diario) y algunas de las particularidades fundamentales son, en primer lugar, que “linkea” a otros blogs generando entre sí un tejido de sitios y, en segundo término, que ofrece la posibilidad de dejar comentarios en cada posteo. Ese ida y vuelta es lo que buscaban los foros “online” en los noventa y lo que terminan de afianzar los blogs una década después.

Así, Internet se convierte en un campo de infinitas hectáreas de bytes para ser explorado sobre todo por aquellas personas con deseos de comunicar y compartir. Sin necesidad de grandes inversiones económicas, nacen y proliferan distintos medios gráficos que únicamente publican sus artículos en línea, radios que sólo transmiten por Internet y televisoras que difunden sus contenidos vía web, como Antena Negra, Barricada TV y El Faro. Se multiplica la cantidad de productores de contenidos, se rompe la relación estática de emisor-receptor y crecen los debates sobre la democratización de las comunicaciones y de la información.

Las escuelas de periodismo suman a sus programas educativos materias relacionadas con el periodismo digital y las redes sociales. Los medios masivos de comunicación también responden a estas nuevas formas propuestas por la web y actualizan sus sitios con la posibilidad de que los lectores comenten sobre las notas publicadas y además generan interfaces para que “el público” –ya no sólo espectador u oyente– pueda subir en esas mismas páginas videos, fotos y audios registrados con sus celulares o cámaras.

En boca de todos (y todas)

Botnia, Gualeguaychú, asambleístas, corte, puente, ambientalistas. Fusión Cablevisión. Posición dominante. Campo, ciento veinticinco, crisis, retenciones. Transmisión en vivo desde los ¿cortes o piquetes? Corpo, Ley de Medios K, 678. Papel Prensa. Judicialización. Futbol para todos. Deportes para todos. Encuentro. Paka-Paka. Televisión Digital Abierta. Tinellización de la TV. El boom de la Metatelevisión. Corte Suprema. Constitucionalidad. Inicio de espacio publicitario.

A fines de 2004 surge la Red Nacional de Medios Alternativos como una nueva expresión de la necesidad de trabajar juntos para generar mejores condiciones para los medios comunitarios, alternativos y populares que aún no tienen reconocimiento legal. Esta red presenta la particularidad de incluir a las primeras televisoras comunitarias.

Al tiempo que se conforma la Red de Medios Alternativos, otras redes junto a distintas organizaciones y personalidades del campo de la comunicación, conforman la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Aparecen los “21 puntos básicos por el derecho a la comunicación”, que sintetizan muchos de los reclamos históricos planteados desde cooperativas, universidades, comunitarias y diversas organizaciones sociales.

En 2007, el gobierno de Néstor Kirchner avala la fusión de las dos empresas de servicio de cable más grandes del país. Cablevisión pasa a ser de Multicanal y de un grupo extranjero. Con el Dictamen 637 la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia no considera que dejar que el Grupo Clarín domine más del 50% del negocio del cable fuera generar una posición dominante en un campo sensible.

Un conductor de televisión muestra durante una hora videos y fotos que “la gente” envía de la nieve en el Obelisco. Producción simple a costo cero. Ficción de participación. 15 horas 11 minutos. Cristina Fernández presta juramento en el Congreso el 10 de diciembre de 2007 convirtiéndose en la primera presidenta mujer por voto popular.

El aumento de las retenciones a las exportaciones de ciertos cereales, especialmente la soja, deriva en lo que se conoce como la “Crisis del Campo”. La televisión cumple un rol fundamental. Se narran y construyen historias en vivo y en directo desde los cortes de ruta.

Se presenta el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El proyecto se discute en foros a lo largo y ancho del país. Llega al Congreso. Pierde algunos puntos interesantes.

Se sanciona la ley 25.622 de Servicios de Comunicación Audiovisual. La ley limita la cantidad de licencias por prestatario. Resguarda un 33% del espectro para el sector sin fines de lucro e impone diversas cuotas de pantalla para las producciones propias, locales e independientes. Se restringe el ingreso del capital extranjero y la adjudicación de licencias a prestadoras de servicios públicos. Nada dice de la pauta oficial ni se mete con la convergencia.

Un año después, comienza el proceso de judicialización de la ley en distintos puntos del país. Se discuten, sobre todo, los artículos 41, 45, 48 y 161. Ellos tratan sobre límites a la propiedad privada de medios por cada prestatario y proponen la desinversión para adecuarse a la norma.

Al mismo tiempo, se inicia la disputa más fina, la reglamentación. La aplicación de los derechos de la ley comienza un lento camino. No así los deberes que implica. Uno tras otro, tres directores asumen la conducción de la nueva Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), sin demasiadas novedades.

Se anuncia el plan de desarrollo estratégico de Televisión Digital Terrestre. Después de años de discusión la Argentina adhiere a la norma propuesta por Brasil para América latina y lanza el plan que pretende guiar el camino hacia el apagón tecnológico planificado para 2019. Allí aparecen señales como Encuentro, Paka-Paka e Incaa TV.

La compra por parte de Cristóbal López de todos los medios que poseía Daniel Hadad es considerada parte de un plan de adecuación por parte de la AFSCA. La transferencia de licencias está prohibida por la ley. Se crea la Defensoría del Público.

Todo parece circunscribirse a la disputa Clarín-Gobierno. ¿Y la pluralidad? Se construye un hito histórico: el 7D, el mundo ya no será igual. Fiasco. En respuesta nace 365D. Campaña que presenta cuatro reclamos de los medios alternativos, comunitarios y populares que a cuatro años de la sanción de la ley aún no se cumplen.

Puntos suspensivos

Movilizaciones y cacerolazos convocados por Facebook. Una presidenta que tuitea los domingos a la noche sobre su serie favorita. Internet se transforma en un campo de disputa y de sentido. Los medios de comunicación se nutren de este espacio como fuente informativa y lo utilizan para replicar lo que ellos mismos producen. ¿Territorio sin ley? A comienzos del 2013, el Senado nacional empieza a debatir cuatro proyectos sobre las restricciones en la red.

Al mismo tiempo, la AFSCA abre el primer llamado a concurso para los fondos que, la ley prevé, deben distribuirse entre los medios sin fines de lucro. El monto es menor al establecido por la norma. Aún no existe un plan técnico que determine entre otras cosas el tamaño y la distribución del espectro, es decir, que traduzca el significado del 33% y que establezca la cantidad de licencias a otorgar. Las zonas de conflicto aún no saben de llamados a concurso por licencias.

El 29 de octubre la Corte Suprema de Justicia declara constitucional la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Ese mismo día, en el Congreso ingresa la “Ley de Promoción de la Producción Independiente y Autogestiva de la Comunicación Cultural por Medios Gráficos y de Internet” impulsada por la Asociación de Revistas Culturales Independientes de la Argentina que exige, entre otras cosas, que se generen políticas públicas destinadas a fortalecer la producción cultural autogestiva.

A partir de este recorrido algo nos queda claro: no se puede hablar de 30 años de democracia en medios de comunicación. Y esto no sólo porque se sostuvo durante 26 años la ley 22.285, sino sobre todo por las idas, vueltas, intereses y fuerzas que con ideales contrarios caracterizan al período. Porque también fueron democráticas las modificaciones a la ley que gestaron un mapa de medios centralista, concentrado y extranjerizante.

Todo ello, a pesar de la constante y persistente pelea por lograr avances en la democratización de la comunicación mediatizada, especialmente por parte de aquellas voluntades a las que se les negaba el acceso legal a los medios de comunicación.

Es por eso que, hoy más que nunca, debemos dar cuenta de que una ley es principio y no final en este camino hacia la democratización. Porque una ley no implica una política pública. Porque generar pequeñas unidades de los grandes multimedios no necesariamente significa promover la pluralidad o abolir el discurso único. Por último, porque la praxis demuestra que un medio sin fin de lucro no es lo mismo que comunitario, alternativo y popular.

Continuará…

Autorxs


Colectivo La Tribu