Santa Fe y la cultura, hoy

Santa Fe y la cultura, hoy

Tanto los organismos provinciales como los municipales de la ciudad capital y Rosario desarrollaron programas para a la comunidad a través de muestras, ferias, festivales y convocatorias artísticas. Estas iniciativas tuvieron un impacto positivo sobre la vida cultural de los santafesinos, pero cabe preguntarse si lograron involucrar de verdad a los participantes y si aprovecharon los valiosos espacios de encuentro ya existentes.

| Por María Luisa Miretti |

El diálogo, eje de la cultura

La relación de pertenencia a un grupo social es clave para el desarrollo personal y colectivo. Podemos organizar infinidad de propuestas y actividades con diversos objetivos multicolores, pero si el receptor no comprende ni es protagonista de lo que se le ofrece y si la plataforma de base sobre la que opera no es flexible o apta al cambio, cualquier esfuerzo será vano.

Sirva esta aclaración para ubicarnos en el umbral de un concepto tantas veces analizado y discutido: ¿Qué se entiende por cultura? ¿Cultivo del espíritu y de las facultades intelectuales del hombre? ¿Tradiciones, música, manifestaciones artísticas y conocimientos? ¿Costumbres que caracterizan a un pueblo, una clase social y una época? ¿Ser culto es tener muchos conocimientos? Quizá sea todo eso y muchísimo más.

Santa Fe

Como todos sabemos, Santa Fe es una provincia situada en la Región Centro Litoral de la República Argentina. Su capital está rodeada por el agua: al oeste, el río Salado, y al este, la Laguna Setúbal que recibe las aguas del río Paraná. La ciudad tiene una costanera, el tradicional Puente Colgante, paseos y playas, pero no todas sus aguas son aptas para bañarse. Sí se realizan algunos deportes náuticos como circuitos de regata, windsurf, aunque el acontecimiento de mayor convocatoria es la largada de la maratón internacional Santa Fe-Coronda.

La masa fluvial que la atraviesa y la cantidad de arroyos y afluentes del Paraná generan un clima húmedo que a su vez trae aparejado veranos e inviernos extremos e insectos que son la pesadilla del ciudadano común. El agua es un factor decisivo en la cultura santafesina, los desbordes fluviales y las inundaciones son una constante que incide en el destino de muchas personas. Los intentos de gobiernos de turno (provincial y municipal) para erradicar los rancheríos de las proximidades de ríos y lagunas así lo demuestran, cuando familias enteras retornan a sus sitios originales una vez retiradas las aguas, ante la mirada azorada del resto de la comunidad que no comprende dicha actitud, ni entiende que el destino de esas familias está sellado en esos sitios.

La presencia del agua en Santa Fe vive en la gastronomía –el dorado y el surubí son los clásicos pescados de sus ríos–, en la plástica, la música, en las formas de ser y de actuar. La estructura metropolitana está organizada en torno al río y el centenar de barrios; actualmente 549.000 habitantes según los últimos censos, tres universidades (dos estatales y una privada) y muchas escuelas de gestión pública y privada.

En la provincia se destaca la ciudad de Rosario, populoso centro urbano del sur bordeado por el río Paraná, con un puerto que otrora le diera inmenso desarrollo y vida popular. Resulta interesante observar barrios como el de Pichincha que, próximo al puerto y al ferrocarril, creció por el comercio prostibulario y trata de personas –tuvo su apogeo entre 1870 y 1935– y hoy es una zona de auge inmobiliario, con altas torres de corredores inversionistas cerealeros.

Otra característica de la vida santafesina es la presencia del fútbol: los sabaleros de Colón se enfrentan a los tatengues de Unión, mientras que también está el clásico rosarino de los canallas de Central y los leprosos de Newell’s Old Boys.

Rosario es hoy un gran polo cultural y educativo, con buenos centros educativos públicos y privados de estudios superiores, muy buenos centros de salud en permanente expansión, centros editoriales, comerciales y cafés que le dan una impronta diferente a Santa Fe capital, cuya vida cansina (con siestas incluidas) le otorga una fisonomía distinta. A esto se suma que la mayoría de los habitantes de Santa Fe depende del empleo público, mientras que en Rosario alternan lo público con lo privado.

La llamada “Trova rosarina” tuvo un fuerte impacto cultural. Se trató de una generación de músicos de los ’80 con una variedad de propuestas innovadoras de música popular, con raíces en el rock, el tango y el folklore, que tuvo al frente a Fito Páez, Juan Carlos Baglietto, Adrián Abonizio, Silvina Garré y otros que aún perduran con variaciones experimentales, sin olvidar al precursor del rock nacional Litto Nebbia.

Ubicados en terreno, queda entonces preguntarnos: ¿cuál es el estado de la cultura en Santa Fe capital, por ende en la provincia?, entendiendo cultura como proceso social de cambio.

Lo que pasa hoy en Santa Fe
A nivel provincial

El actual Ministerio de Innovación y Cultura (antigua Secretaría de Cultura de la provincia) es el que más ha impactado a los santafesinos por la modalidad e impronta de los programas (su hacedora es María de los Ángeles “Chiqui” González –tercer mandato democrático consecutivo–). Entre los programas estables figuran: “Mirada Maestra”; “La Compañía de la Media Luna”; “¡Lo quiero ya!”; Muestra “Berni para Niños”; Muestra “Frato en Volumen”; “La plaza de la Casa”; “Querer, Creer, Crear: Culturas en movimiento”; “Territorio de Encuentros”; “Lazos de Origen”; “La Orden de la Bicicleta”; “El Porvenir de las Palabras”; “Hoy en mi barrio: mesas compartidas, música y baile”; “Escena Veintedieciséis”; “Escena Santafesina”; “Año Saer”.

Por caso, “Mirada Maestra” es un programa destinado a docentes de todos los niveles y modalidades; creado en forma conjunta con el Ministerio de Educación para promover un mayor y mejor acceso de los educadores a los ámbitos del mundo de la cultura. Consiste en un “pasaporte” (tarjeta) que permite un pequeño descuento en determinados espectáculos, teatro, librerías, talleres, cursos, recitales, ritmos y seminarios.

También se destacó la iniciativa “Perfume de Mujer”, un homenaje a más de 80 ciudades y comunas con nombre de mujer, del litoral o la cuña boscosa: Helvecia, María Luisa, Matilde, Angélica, Santa Rosa de Calchines, Santa Clara de Saguier, Aurelia Sur, Santa Teresa, Santa Margarita, Colonia Ana y Villa Trinidad, Margarita, Casilda, Villa Ana, Guadalupe Norte, Santa Isabel, María Teresa, Susana, La Pelada, Elisa, Soledad, Matilde, Elisa, Ñanducita y Colonia Clara (entre otras), con muestras de arte, canto y folklore.

Otros programas de interés son la muestra “Berni para Niños” –creada en Rosario, en el año 2000, recorre toda la provincia– y “Frato en volumen”, una exposición lúdica sobre las viñetas del pedagogo italiano Francesco Tonucci. Se plantea como una gran sala de juegos donde los dibujos realizados por Frato –seudónimo del pedagogo– que nacieron planos, cobran forma y vida a través del volumen. A ellos se agregan la Feria del Afecto, del Libro, de la Convivencia, de Maestros Artesanos, el Festival de la Poesía, de la Cumbia, y los festivales durante el receso de verano y de invierno.

Otro aspecto relevante para mencionar es la colocación del nombre de “Paco Urondo” –escritor santafesino muerto a manos de los servicios militares en 1976– al Centro Cultural Provincial, donde se realizan festivales y muestras de diversa índole. Por otra parte, se destacan las convocatorias a la presentación de proyectos estímulo en diferentes rubros, como serie multisoporte, diseño, cortos y largometrajes, fondo editorial, etc., a nivel provincial y regional. También estuvo el Congreso de los Chicos, realizado en octubre de 2013 en Santa Fe y Rosario –como parte de la celebración por los 30 años de democracia– con ponencias y debates, espacios de juego y acción. Por último, el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, en Santa Fe, abierto a la comunidad con charlas, acompañamientos guiados y el patrimonio expuesto en forma permanente.

Ahora bien, para implementar estos (y otros) programas en Santa Fe capital se crearon “fábricas” para soñar e imaginar y las convocatorias siempre fueron masivas, con el habilidoso talento –y olfato– de encontrar edificios abandonados a los que se los fue reciclando y poniendo en funcionamiento.

Todo este mecanismo provincial –ya se venía implementando desde la órbita municipal rosarina (Isla de los Inventos, Granja de los Niños)– logró activar una maquinaria herrumbrada y adormecida de alto costo para el erario público, pero una vez abiertas las compuertas comenzaron las acciones hasta cambiar la fisonomía provinciana, sus costumbres –salidas y paseos–, no así las transformaciones deseadas en la plataforma de base, esto es, no menguaron las características de dolo y violencia de la ciudad ni de la provincia, ni se observaron cambios estructurales. Por el contrario, continuaron –o se acrecentaron– las conductas delictivas.

Esto nos lleva a pensar que no hubo protagonismo ni diálogo que involucrara a los participantes, sino que –nuevamente– ha sido un muestreo oficial de lo que sucede del otro lado para dejar todo como estaba en sus comienzos.

A nivel Santa Fe capital

El municipio santafesino carece de programas culturales específicos de la magnitud provincial, quizá porque se subsume a los provinciales o bien porque deriva sus acciones a través de efectores principales, como la Escuela de Teatro, de Música, o los talleres (“Urbanarte”, “Jóvenes de igual a igual”, entre otros) que organiza en los playones o en los barrios, las charlas sobre calidad de vida, asistencia legal, talleres recreativos para la tercera edad, prevención de la salud, entre otros. No obstante, genera espacios (guarderías, talleres) con mediadores para entretener y jugar en todas las edades.

En su mayoría, las propuestas son más convencionales: se convoca a un grupo de jóvenes a ejecutar programas musicales, se hacen recitales, ferias, festivales, van recorriendo barrios, los sacan a las plazas y son más bien de entretenimiento. Entre los programas, se destacan las convocatorias anuales de certámenes artísticos y literarios en diferentes rubros (ensayo, novela, cuento).

Diagnóstico general

En este breve paneo general que hemos realizado habrán quedado dudas, aciertos, logros y fracasos. La muestra es apenas un recorte de la realidad santafesina que sigue sin colmar los deseos de una mayoría, aunque puede ser un buen síntoma para generar propuestas superadoras.

Esto implica volver al punto de partida, para reflexionar nuevamente sobre el concepto de cultura, de modo que nos ayude a pensar qué y cuáles engranajes se movilizan a la hora de entrar en acción ante determinados programas “ofrecidos”.

Si creemos que la cultura es un proceso de comunicación social y cambio continuo, insistiremos nuevamente con la importancia del diálogo, pues entendemos que cada integrante necesita comprender lo que se le ofrece, lo que hace, lo que tenía y lo que puede lograr. Por lo tanto, se requiere cierta sensibilidad social para saber si se sienten representados y si procesan lo ofrecido. En el caso contrario, los impactos pretendidos serán en vano.

Enfatizamos este aspecto para no caer en meros automatismos que solo pueden redituar las administraciones de turno, dejando sabor amargo en los protagonistas –actores que intervienen en las propuestas– porque si no se sabe lo que se hace el riesgo es la humillación, ya que se regresa al punto de partida tan vacío como al principio.

La puesta en funcionamiento de determinado programa implica un sinceramiento de las partes para poder apreciar la evolución –a través del diálogo– de los integrantes. De otra manera, queda como un muestreo que encubre o anula la esperanza de cambio, porque, en definitiva, ¿para qué se hacen los programas culturales?

Panorama actual

En cualquier comunidad: escuela, iglesia, club, institución deportiva, etc., es importante conocer el perfil de los posibles “destinatarios” a quienes irán destinadas las acciones, para que un determinado emprendimiento –desde el más modesto hasta el más ambicioso– funcione.

En la ciudad de Santa Fe hay una decena de clubes sociales y deportivos que se podrían tomar como ejemplos reproductores de cultura, en tanto sitio de encuentro, de diálogo y de intercambio.

El club es un lugar en el que se reúne una determinada cantidad de personas para desarrollar una actividad en común: patinar, dibujar o aprender ajedrez, básquet, gimnasia u otras afines. La frecuencia de los encuentros posibilitaría generar vínculos que –a través de un/a moderador/a– abrirían nuevos campos a sus integrantes, no solo en el específico elegido sino en el de las relaciones humanas, y esto trascendería hacia nuevos horizontes, ya que permitiría generar, renovar y afianzar nuevos lazos, quizá para toda la vida.

Desplazamientos

En los últimos años, amigos/as, vecinos, familiares han ido cambiando de residencia y al hacerlo se han tenido que enfrentar a nuevas costumbres a las que tuvieron que ir adaptándose para convivir. Algunos/as nunca pudieron olvidar la tierra abandonada y la fueron recuperando de modos diversos: comidas, música, películas… Sin embargo, hay otro sector que quedó sellado en el resentimiento o en la impotencia y nunca quiso recordar su pasado.

La desculturación traumática: vergüenza, miedo, odio, temor, degradación, en muchos casos ha impedido recuperar el pasado (guerras, proceso militar argentino) y esto ha causado mucho daño (es importante tenerlo en cuenta para no repetirlo).

Volver al origen

De todas maneras, si volviéramos al territorio original en el que dimos nuestros primeros pasos, seguramente lo encontraríamos distinto. Si bien no hay que dejarse atrapar por el pasado, es necesario educar los recuerdos o la nostalgia, más aún cuando determinados hitos culturales impactan sobre el presente.

Con los chicos, por ejemplo, es importante recuperar sitios donde han sucedido hechos valiosos, en tanto podamos relacionarlos con situaciones actuales, sin caer en los viciados estereotipos de las visitas per se. Por ejemplo, las ruinas de Cayastá o Santa Fe la Vieja (cuando llevan a las escuelas de visita, los chicos regresan con el recuerdo de los esqueletos), o en San Lorenzo, al ver el pino que dio sombra a San Martín, traen la anécdota del viento que lo lleva a maltraer; esto es, sería bueno que las visitas pudieran tener sentido con su relación de pertenencia.

Hay un pasado cultural que espera ser resignificado, para fortalecer la identidad y la relación de pertenencia de los santafesinos, si entendemos a la cultura como proceso de cambio social.

Volver al punto de partida, ¿con las manos llenas o vacías?

La batería de programas expuesta es apenas una muestra parcial del desarrollo de la cultura en el ámbito provincial y municipal. No obstante, consideramos necesario el seguimiento de las acciones, para valorar el impacto de los programas culturales, especialmente para saber si los sectores marginados se sienten representados en los sitios destinados. De otro modo, los objetivos quedarán plasmados en buenas expresiones de deseo, mientras la vida en colores sucede en otra parte.

Cuando los cambios no se observan en lo cotidiano, nos atrevemos a pensar que la esperanza aún no se ha despertado o nadie ha hecho nada por despertarla y que el diálogo, ese ilustre visitante –eje de la cultura y motor de cambio–, aún no ha sido convocado a colaborar en las propuestas culturales santafesinas.

Autorxs


María Luisa Miretti:

Profesora y Licenciada en Letras (UNL y UC SF). Mag. Ens. Lengua y Literatura (UNR). Directora de la Maestría de Literatura para niños (UNR). Autora de libros académicos y de ficción. Colabora en diarios y revistas culturales del país y del exterior. Coordina talleres de lectura (Tertulias literarias).