Río Grande, ciudad de la soberanía
El artículo aborda la Cuestión Malvinas desde una dimensión particular como es la relación entre Río Grande y las Islas Malvinas, a la vez que describe los desafíos presentes y futuros para el desarrollo de la ciudad que puede contribuir, según el autor, a la consolidación de la soberanía argentina en la Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Río Grande no olvida a quienes dieron la vida por la dignidad de todos. Nos sentimos orgullosos de sabernos la capital nacional de la vigilia por la gloriosa gesta de Malvinas. Es parte de nuestra identidad y orgullo. La Causa Malvinas es nacional y de todos los argentinos, pero en Río Grande se vive en la piel. Los riograndenses sentimos el deber de ser guardianes de la memoria de nuestros héroes y ciudad cabecera de la defensa de nuestra soberanía en el Atlántico Sur. Así ha sido a lo largo de estos 40 años.
Fue el pueblo de Río Grande el que se organizó para acompañar la entrega total de nuestros compatriotas en el frente de batalla. Durante los 74 días de guerra la ciudad se preparó para cuidarse y defenderse: se desarrollaron prácticas de defensa civil, se designó a jefes y jefas de manzana, se instruyó a la población sobre cómo actuar ante la posibilidad de ataques aéreos. En las escuelas se hicieron simulacros para estar preparados ante cualquier emergencia y se diagramó un plan de evacuación general de la ciudad ante la amenaza de un posible bombardeo británico.
Ese mismo pueblo que se organizó es el que recibió orgulloso a cada uno de los soldados que regresaron a casa y el que nunca olvidó a los que dieron su vida por la dignidad de todos y todas.
Fue por eso que cuando los gobiernos neoliberales dieron la espalda a nuestros héroes, la llama de la vigilia se encendió en Río Grande. Los ex combatientes de todo el país saben que en Río Grande se los honra y reconoce con orgullo. Es el calor de los y las riograndenses el que los abraza hace 27 años cada 1º de abril frente a la costa del Mar Argentino. En cada vigilia reafirmamos nuestro compromiso como pueblo con la Causa Malvinas.
Este protagonismo soberano del pueblo de Río Grande nace de la convicción y de una realidad cotidiana.
Se trata de la ciudad más próxima a las Islas Malvinas. Estamos hermanados por la historia y la geografía. El viento que sopla en Puerto Argentino es el mismo que empuja hacia adelante en Río Grande. El mar que baña las costas de la Gran Malvina y la Isla Soledad es el que se extiende inmenso frente a la costanera de Río Grande.
Esta conexión impacta en el sentir malvinero que llevamos dentro a la vez que nos fija objetivos estratégicos de cara al futuro.
Ser riograndenses y malvineros va de la mano. Esta identidad es parte de nuestra potencia y por eso necesitamos darle perspectiva estratégica. Comprender el valor geopolítico de nuestra posición como ciudad nos permitirá reconocernos como pieza fundamental en la recuperación efectiva de nuestra soberanía nacional en el Atlántico Sur. También dimensionar el tamaño de la responsabilidad y desafío que tenemos como pueblo.
Malvinas y la geopolítica del Atlántico Sur
El potencial geoestratégico y económico del Atlántico Sur es cada vez mayor. Su riqueza en pleno siglo XXI sigue siendo aún difícil de dimensionar. La explotación eficiente y sustentable de los recursos energéticos, minerales y alimenticios es central para nuestro desarrollo, pero también para las potencias extrarregionales. Y no es solo una cuestión de recursos naturales, sino que es un área geoestratégica para el control del comercio marítimo bioceánico y como puerta de acceso a la Antártida. En este territorio cada vez más relevante en la geopolítica global, Río Grande debe jugar un papel protagónico.
El anacronismo de un enclave colonial en el Atlántico Sur en pleno siglo XXI responde a estas dimensiones que señalamos. El estatus de territorio británico de ultramar que el Reino Unido otorga a las Islas Malvinas demuestra el verdadero interés de su presencia a casi 13.000 kilómetros de Londres. Malvinas es el acceso inglés a explotaciones económicas y de recursos naturales, el despliegue de su dispositivo de bases militares y la cobertura de regiones de valor estratégico.
Es preciso entonces presentar y desarrollar brevemente las dimensiones e intereses concretos que están en juego en esta disputa.
En materia de recursos hidrocarburíferos, el Reino Unido mantiene actividades de exploración ilegal en el Atlántico Sur con epicentro en la ocupación de Malvinas. Por ejemplo, en marzo de 2021 renovó las licencias de exploración de la petrolera Rockhopper Exploration del pozo “Sea Lion”, en la Cuenca Malvinas Norte. Este yacimiento posee reservas certificadas de entre 500 millones y 1.000 millones de barriles de petróleo. Solo el mínimo representa tres años de producción de petróleo en el país (datos 2017).
En cuanto a la actividad pesquera, es indudable que la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha modificado las perspectivas de la actividad. Hasta entonces, la economía del gobierno de las islas dependía fuertemente de sus exportaciones pesqueras a los mercados europeos (más de un 90% del total). La exclusión de los territorios británicos de ultramar implica el fin de exenciones impositivas y aranceles especiales, lo que dificulta la viabilidad económica de las actividades de pesca.
En materia logística y comercial, debemos destacar la gran incidencia del Atlántico Sur a nivel mundial. El intenso tráfico de buques de carga aporta un volumen significativo del comercio de Estados Unidos, Reino Unido y Europa Occidental. A ello debemos sumar el interés de China en aumentar su participación en el comercio atlántico, incluido en su plan estratégico de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (denominada coloquialmente como la “Nueva Ruta de la Seda”).
Es de singular importancia advertir que en 2018 el gobierno isleño llamó a una licitación para la construcción de un nuevo puerto en reemplazo del inaugurado en 1984, poco tiempo después de finalizada la guerra. En febrero de 2020 se adjudicó la obra a la firma británica-neerlandesa BAM Nutall Ltd. El impacto de este anuncio, una de las inversiones más importantes en la historia de la ocupación británica, no puede ser subestimado. En primer término, propone un nodo portuario alternativo para la logística antártica. En segundo lugar, mejora costos económicos para la producción de las islas tras el impacto del abandono británico de la Unión Europea. Por último, provee un punto de amarre, reparación y reabastecimiento para el tráfico marítimo internacional.
Violando flagrantemente lo establecido por el derecho internacional y las resoluciones de las Naciones Unidas, el imperio británico sostiene a través de la fuerza y el despliegue bélico la ocupación de nuestro territorio, la cual implica una amenaza para la defensa nacional y la paz en el subcontinente suramericano.
Río Grande, pieza fundamental de la estrategia nacional
La ley 26.651 estableció el mapa bicontinental de la República Argentina como la representación cartográfica oficial del territorio nacional, el cual muestra el área marítima y el sector antártico en su real dimensión. Este mapa, que pone en escena los desafíos geopolíticos inmediatos y futuros del desarrollo nacional, tiene a la ciudad de Río Grande en el centro geográfico del territorio, evidenciando así su carácter estratégico para la construcción de una Argentina bicontinental y con pleno ejercicio soberano en el Atlántico Sur.
La relevancia de Río Grande para la proyección marítima y antártica explica, entre otras importantes razones, la prórroga de la promoción industrial de Tierra del Fuego hasta el 2053 , a partir del decreto 727/2021 del Presidente de la Nación. Esta decisión política plantea un escenario de oportunidades de inversión que deben apuntalar el desarrollo de la provincia de Tierra del Fuego y en particular la expansión y cualificación del polo industrial y tecnológico de la ciudad de Río Grande, como una segunda etapa de los objetivos que fundamentaron la 19.640.
Hace cincuenta años, la principal necesidad y urgencia era incrementar de manera exponencial el poblamiento de la Isla Grande de Tierra del Fuego, como parte de una estrategia defensiva de resguardo del territorio nacional ante hipótesis de conflicto. Durante este proceso, Río Grande pasó de tener una población de aproximadamente 10.000 habitantes a más de 130.000 al día de hoy, lo que demuestra la efectividad de esa decisión.
El desafío ahora es transformar la riqueza, diversidad y ganas de progresar de los riograndenses en más desarrollo productivo, tecnológico y logístico. Debemos desenvolver las capacidades de nuestra ciudad para poder consolidar a Río Grande como un punto desde donde proyectar una posición robusta en el Atlántico Sur. Una Río Grande fuerte, próspera e integrada es la condición de posibilidad para construir una presencia permanente e inteligente en el Atlántico Sur. Es un camino largo que demanda políticas de desarrollo constante y una mirada estratégica clara.
Necesitamos desarrollar una cultura marítima en las nuevas generaciones. La riqueza del Mar Argentino está frente a nuestra costa y debemos incorporarla en nuestro proyecto de desarrollo como una oportunidad real para la generación de riqueza y el fortalecimiento de nuestra soberanía alimentaria. Es preciso impulsar políticas activas en esta dirección, que permitan transformar la pesca artesanal hoy existente en una industria competitiva y generadora de puestos de trabajo genuino de nuestra ciudad.
Todo esto será imposible si los riograndenses no logramos, finalmente, concretar la construcción de un puerto. La creación de un polo portuario multimodal es una necesidad imperiosa para desenvolver las capacidades productivas de nuestro polo industrial. Potenciar las capacidades logísticas de la ciudad es lo que permitirá proyectarnos al Mar Argentino y al Atlántico Sur. No hay soberanía efectiva posible sobre los territorios en disputa si no somos capaces de tener presencia permanente en la zona.
Consolidar a Río Grande como ciudad tecnológica y del conocimiento forma parte de los desafíos soberanos que tenemos. Necesitamos construir un ecosistema favorable para el desarrollo de la industria del software y garantizar la expansión de las capacidades productivas de la industria electrónica. Tecnología y soberanía son dimensiones completamente imbricadas, más aún en pleno siglo XXI.
Estos desafíos son de Río Grande y de toda la provincia. El debate en torno a “provincia grande” y “provincia chica”, respecto de cuáles serían los límites de nuestro territorio provincial, comprendía también la definición del rol de los fueguinos en la construcción de soberanía argentina en el Atlántico Sur y el continente antártico. En 1991, el pueblo de Tierra del Fuego decidió hacerse cargo del desafío de ser una provincia bicontinental y marítima, y de protagonizar la recuperación efectiva de nuestra soberanía en las Islas Malvinas, que desde entonces son argentinas y fueguinas.
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Ese es el nombre de nuestra tierra, la provincia más grande del país y la más austral de América latina. Es nuestro orgullo y nuestro deber estar a la altura de los altos desafíos que nos planteamos y asumimos.
La Causa Malvinas como brújula
Vivimos tiempos difíciles e inciertos que demandan valor, coraje y amor propio.
El Covid-19 evidenció que nadie se salva solo y que la única manera de dar respuesta a las amenazas de este tiempo es en unidad y solidaridad. El esfuerzo que los y las riograndenses hicieron durante estos dos últimos años nos demuestra que somos un pueblo noble que sabe hacerles frente a las adversidades. Así fue en 1982 y hoy volvimos a experimentarlo.
Creemos estar llegando al final de la pandemia. Sin embargo, los desafíos que tenemos como Nación son difíciles. Las consecuencias del endeudamiento irresponsable y descontrolado del gobierno de Mauricio Macri han dejado un yugo pesado sobre las espaldas de los 40 millones de argentinos. Los condicionamientos que la deuda con el FMI fija para el desarrollo económico y la autonomía política del país son el principal obstáculo que tenemos para alcanzar los objetivos de soberanía plena.
A este escenario complejo y difícil se suma el estallido de una guerra inesperada en Europa. El enfrentamiento entre la Federación Rusa y la República de Ucrania es un acontecimiento de consecuencias difíciles de dimensionar. La conflictividad global continúa escalando y la complejidad de una globalización fallida puede impactar negativamente sobre el bienestar y seguridad de nuestra gente.
Pese a este contexto adverso, el gobierno y el Congreso Nacional han fijado una agenda activa en lo relativo a la Causa Malvinas. Desde 2020 se han aprobado tres leyes que potencian nuestro reclamo soberano: la actualización del límite de la extensión de la plataforma continental ampliando nuestra soberanía marítima, la actualización de las multas de la pesca ilegal en nuestro Mar Argentino y la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos de Malvinas e Islas del Atlántico Sur para garantizar que la discusión de soberanía sea una política de Estado a largo plazo.
Estoy convencido de que este es el camino y que la Causa Malvinas es una brújula permanente para no perder el rumbo hacia el futuro de la Patria. Los desencuentros y conflictos que nos dividen, desgastan y detienen no pueden prevalecer. La memoria de nuestros héroes caídos en combate y la defensa de nuestra soberanía debe servirnos como bandera de unidad de todo el pueblo argentino.
El 1º de abril, el pueblo de Río Grande volvió a dar una muestra de unidad y patriotismo. Las familias riograndenses abrazaron a nuestros veteranos para decirles que la entrega por la Patria de hace 40 años no fue en vano. Que su lucha nos da fuerza y que cada día, con nuestro trabajo constante y silencioso, seguimos haciendo patria en el extremo sur. Anhelamos que este fuego que sigue vivo en la Capital Nacional de la Vigilia por la Gloriosa Gesta de Malvinas se expanda a todo el país.
Malvinas nos une y nos marca el rumbo. Avancemos firmes y unidos hacia una Patria justa, libre y soberana.
Autorxs
Martín Pérez:
Licenciado en Ciencia Política. Intendente de la Ciudad de Río Grande. Diputado Nacional (M/C 2013-2019), miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, y del Observatorio Parlamentario Cuestión Malvinas.