Las deudas de la democracia con el medio ambiente

Las deudas de la democracia con el medio ambiente

No puede existir un ambiente limpio en la pobreza y la indigencia. De allí que la justicia ambiental no pueda ser pensada separada de la justicia social. Si tenemos en cuenta de dónde venimos y hacia dónde vamos como sociedad, nos encontramos ante una encrucijada: o cambiamos nuestra forma de consumir, o nunca podremos alcanzar la equidad social, pagando además con la degradación ambiental definitiva.

| Por Héctor Sejenovich |

“¡Con la Democracia se cura, se come, se educa!”
Raúl Alfonsín

Una inmensa promesa de plenitud nos embargaba en 1983, creando un clima propicio para nuestra vuelta después de la noche del éxodo y el exilio. No importaba ni se evaluaba las reales posibilidades que tendríamos en nuestra subsistencia. Era nuestro país que revivía, había que estar y todo sería posible, incluso la realización de muchos sueños de quimeras sociales y ambientales frustradas. La democracia nos daría el hábitat natural y social propicio para nuestra reinserción y florecimiento revivificante. Una democracia que se nos presentaba renovada, y seductora. Éramos conscientes de que no la habíamos sabido valorar ni cuidar, pero ahora se nos presentaba como uno de nuestros más grandes tesoros. Y gozamos de lo que ella nos daba; la posibilidad de expresar nuestras ideas y permitir nuestras acciones. Incluso estuvimos dispuestos a luchar por su permanencia cuando peligraba, en una plaza llena, donde sufrimos luego la afrenta de la “obediencia debida”. No pocos logros fueron festejados, militares presos, procesos decididos y presencia de los desaparecidos. Podríamos decir que con la democracia nos curamos, comimos, y nos educamos en parte. Pero nuestros ideales de justicia se fueron postergando. La pobreza, la postergación y el deterioro ambiental aparecieron y se mantuvieron desafiantes. Los trabajadores, perdedores de la puja distributiva, se inscribían en las crecientes deudas que la joven y dinámica democracia no podía sino acumular. El pago de una inmensa y fraudulenta deuda, no habiendo logrado la solidaridad internacional para una acción de enfrentamiento externo, generaba penurias, carencias y demandas de la población. La crisis inexorable del sistema económico social/ambiental reiteraba su presencia, por sobre cualquier entusiasmo de cambio. La infraestructura de las ciudades y del país mostraba la despreocupación de años de falta de cuidado por la salud del hábitat. Las inundaciones también mostraban sus efectos negativos irrumpiendo el agua en el territorio de las cuencas que le correspondía y que el avance de la construcción impulsada por una inescrupulosa renta urbana rural pretendía desplazar o ignorar. A su vez, las basuras urbanas contaminaban el ambiente y no se lograba un manejo integral de las mismas. Los temas ambientales mostraban su significación pero su manejo y consideración no lograban constituir un sistema al que debía atenderse de la misma forma –recordamos como hechos altamente positivos que algunos importantes militares fueron presos–.

Varios aspectos se acercaron a una justicia ambiental en consonancia con una mayor conciencia de nuestro pueblo que fue incorporando las demandas ambientales a su preocupación y reclamos. Nuestra visión de un ambiente sano fue y es más amplia y ambiciosa. Supera la tajante separación sociedad / naturaleza y ya plantea la indisoluble unidad de estas dos categorías. No hay entonces un ambiente limpio en la pobreza y la indigencia. Una mejor calidad de vida humana y natural es la aspiración que resurge por sobre nuestros avances y retrocesos. La sustentabilidad ecológica, económica y social solo puede existir con una articulación de estos niveles. Lo ecológico nos permitiría mantener nuestros recursos aprovechando su diversidad al ritmo de sus crecimientos, utilizar todas sus ofertas de elementos para satisfacer las mas variadas demandas, lo económico se debe hacer cargo de los costos que significa un uso de la naturaleza no destructivo realizando todas las tareas necesarias, incluyendo las de la investigación de las grandes potencialidades, muchas veces dormidas de nuestros recursos. Y también beneficiándose de ese manejo integral que significa muchas otras materias primas de la flora, de la fauna, del agua, del paisaje, que puede dar ocupación e ingreso a personas y pequeñas empresas. Y lo sociocultural que permite la participación de la población, la satisfacción de sus necesidades, y la conformación de un hábitat para una mejor calidad de vida.

Siempre fuimos conscientes de que la Argentina presenta una gran riqueza de recursos naturales y hábitats para la actividad humana. Su significativa variación latitudinal y altitudinal permite generar una gran diversidad de ecosistemas. La mayor parte del territorio corresponde a los climas árido y semiárido, registrándose en esas áreas insuficiencia de agua, mientras que en la Mesopotamia y la Pampa Húmeda presenta excedentes hídricos. Pero las relaciones sociales no permitían un aprovechamiento de sus potencialidades incurriendo en degradaciones y desaprovechamientos. Los recursos naturales muchas veces jugaron solo como oferente de una demanda elaborada en base a estrategias de desarrollo que no tenían en cuenta las reales potencialidades de nuestros recursos naturales. Por eso fue permanente la necesidad de movilizar todo el potencial productivo asegurando los criterios de sustentabilidad.

En estos últimos años ha existido una creciente conciencia ambiental y los diferentes niveles gubernamentales han desarrollado acciones en diversos campos. En especial en la regulación ambiental, en la educación ambiental, en proyectos específicos donde se incluyen consideraciones ambientales, en elaboración de propuestas alternativas a proyectos no sustentables, etc. Podríamos hacer referencia a eventos que señalan avances parciales, algunos de ellos frustrados, como los siguientes:

1) La protección de glaciares. Es de una gran importancia su consideración, que llevó a una ley general de significación que movilizó a la población en torno a su sanción. Como cabecera de cuencas hidrográficas es de fundamental importancia su mantenimiento y respeto. Ello permitía limitar la destrucción generada por la gran minería. Sin embargo, no se desarrollaron todavía los pasos necesarios para la evaluación de los glaciares y su adecuada protección. Se mantiene la vigilancia popular para evitar el deterioro con que amenaza la actividad minera a cielo abierto.

2) Una situación en parte similar la presenta el avance que la actividad minera tiene en Esquel, donde el pueblo dio una singular batalla y ganó a través de una elección, revirtiendo toda la tendencia gubernamental para apoyar la destrucción que vendría por la actividad minera. También en este caso la vigilancia popular intenta evitar el restablecimiento de la continuidad de la actividad minera.

3) La cuenca Matanza Riachuelo merece ser destacada por un logro de singular importancia, aunque parcial y limitado. Por la acción decidida del Poder Judicial y la aceptación del Ejecutivo se obligó a este poder a sanear el Riachuelo al encontrarlo culpable de la contaminación generada y sus efectos sobre la enfermedad de la población (causa Mendoza). Se constituyó un ente intergubernamental Provincia/Ciudad/Nación que articuló la participación en un caso de colaboración inédito. Muchos son los elementos que pueden ser criticables, pero ello no desdice el hecho de que ya existen cambios concretos en la limpieza creciente del Riachuelo, en fábricas sancionadas, en fábricas reconvertidas, en personas trasladadas, en limpieza de muchas zonas, en el mejoramiento de la atención de la salud, en la valorización del patrimonio cultural, en el desarrollo de un ecoturismo, etc. Este triunfo parcial nos está determinando los déficits existentes en otras zonas, como el Reconquista, el Luján, la cuenca del Delta y otras regiones donde podría generarse una acción similar.

4) La acción con motivo de la instalación de una pastera en la ciudad de Fray Bentos y las protestas del pueblo argentino y algunos uruguayos solidarios para evitar este proceso que contaminó decisivamente la costa del río Uruguay. Los movimientos socioambientales lograron movilizar a través de una acción de varios años a un sector importante de la población a través de una protesta que llegó a convocar en un acto a 150.000 personas en el puente binacional. La protesta abarcó todos los caminos legales, e incluso algunas medidas semilegales como el bloqueo de paso internacional durante varios años. El apoyo de la provincia, de todos los poderes de los municipios y de todos los sectores de la población no fue efectivo para impedir que uno de los mayores monopolios de producción de pasta de celulosa a nivel mundial se instalara y contaminara la zona del río Uruguay. Incluso se acudió a La Haya, donde en un vergonzoso fallo se dictaminó que no estaba comprobada la contaminación que efectivamente se concretó rápidamente. Fue una demostración de la omnipotencia del capital internacional y de la genuflexión de las autoridades, con pocas honrosas excepciones, que al principio apoyaron a la población y luego llegaron a poner presos a los manifestantes que aún hoy tienen procesos legales en su contra. No se puede decir que fuimos derrotados los ambientalistas, ya que desde entonces en todas las ciudades del país e incluso del Uruguay hay asambleas ambientales que tratan estos temas y funcionan democráticamente.

5) Otra grave situación se expresó en las luchas para evitar la aparición y difusión de la soja transgénica. Aquí el poder de agresión y destrucción hacia el hombre y los ecosistemas que representa Monsanto mostró su rostro más grave. Los agricultores perdieron la propiedad de las semillas y ahora tienen que pagar por su uso. La contaminación de los campos se extiende al aire en las poblaciones contiguas dando lugar a una red de médicos que luchan por la salud de los pueblos fumigados. Los cultivos de trigo y el ganado fueron desplazados y nuestras tierras altamente contaminadas por el glifosato. Como contrapartida se generó una renta agraria inmensa que posicionó al complejo productivo sojero como la principal fuente de nuestras exportaciones y uno de los sostenedores del gasto social al mismo tiempo que expulsó población rural y generó una alta dependencia. Los fondos del Estado se vieron incrementados sustancialmente no empleándose los mismos en el mantenimiento de la salud de los campos, sino en planes sociales de diferente tipo y seguramente en otros destinos que desconocemos. La actividad tambera se vio altamente afectada en forma negativa, así como la carne pasó a ser abastecida en gran proporción por vacunos criados con hacinamiento. Restituir un equilibrio entre la actividad ganadera, sojera y triguera es una inmensa deuda que debe saldarse con el ordenamiento ambiental del territorio.

6) La activad minera a cielo abierto se erige como una amenaza especialmente por la destrucción de la cuencas hidrográficas. Los innumerables proyectos que ya se programan así lo demuestran. Sin un ordenamiento no sabemos cuánto se produce, cuánto se destruye y qué conflictos se generan. Solo se va generando el ambiente propicio para que estalle cualquier proceso alejado de un gobernanza equilibrada y justa. Las regalías, fijadas por ínfimos porcentajes declarados por los propios interesados, son demostraciones de que el poder del Estado ha sido cedido a los grandes consorcios internacionales y que resulta necesario rescatarlo.

7) La actividad petrolera puede abastecer buena parte de nuestra matriz energética pero no paga los costos ambientales en que incurre. Al mismo tiempo se desinteresa por otros recursos que puede movilizar y los mantiene desaprovechados en las grandes áreas que ocupan. Cuando agotan los pozos se desplazan afectando los lugares sin compensar ni remediar debidamente. Es necesario señalar cuáles son sus pasivos ambientales para que no se vuelvan a generar y para que se encarguen de su limpieza.

8) Si bien los logros de la democracia nos permiten hablar sin censuras, nuestros idearios ambientales nos recuerdan en no pocas ocasiones que los gérmenes de la violencia no han desaparecido y se encuentran allí, junto a nosotros, para cuando sea necesario actuar. Así podemos señalar que son deudas reales que debemos saldar para lograr avanzar hacia una democracia más plena y más libre. Un claro ejemplo fue la destrucción y anulación de la distribución de manuales sobre educación ambiental para todas las provincias porque contenían conceptos críticos con la destrucción que genera la minería a cielo abierto. Fueron decenas de miles de páginas destruidas. En ellas se transmitía la concepción integral de educación ambiental formulada por nuestra compañera Eloísa Trellez, experta en enseñanza ambiental, y que me ha parecido conveniente citar en este artículo como repudio a la quema moderna de libros. Allí podía leerse que “además de las diversas definiciones existentes, la educación ambiental puede comprenderse como un proceso que:
• Es altamente dinamizador y esencialmente participativo.
• Se centra en las relaciones dinámicas entre la sociedad y la naturaleza.
• Busca conservar la naturaleza y revalorar las culturas.
• Subraya la importancia de una relación positiva entre intelecto y emoción.
• Combina saberes ancestrales y académicos.
• Se orienta a la reflexión para la acción creativa.
• Aporta a la construcción de un mundo más justo y equitativo.
• Ofrece elementos para la construcción del saber ambiental.
• Se sustenta en bases éticas y de valoración de las culturas.
• Busca mejorar la autoestima de las poblaciones y recuperar sus identidades.
• Plantea avanzar hacia la construcción de una vida nueva, autogestionaria y libre, para todos los seres humanos en comunión con la naturaleza.

La educación ambiental, en su enfoque comunitario, adicionalmente, debe cumplir varios requisitos fundamentales: es una educación con/junto con la comunidad y eminentemente participativa; busca compartir (no impartir) conocimientos; es un proceso interdisciplinario, hacia el pensamiento complejo; es una educación integradora, multi-temática y teórico-práctica, hacia el pensamiento crítico y la acción; busca la construcción colectiva del conocimiento, y se orienta al diseño y la construcción conjunta de futuros alternativos”.

9) Los indicadores del desarrollo claramente no incluyen ningún señalamiento de los recursos naturales. Hemos elaborado un método de Cuentas Patrimoniales que nos permite su evaluación ecológica-económica.

Se puede mostrar como positivo que se llegó con un proyecto de ley sobre el tema a la votación afirmativa de todos los bloques políticos y con apoyo de todas las ONG y universidades en la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación. Ese proyecto sobre Cuentas Patrimoniales pretendía estimar el patrimonio de los recursos naturales a niveles físico y monetario (considerando los costos de manejo) para saber cuánto tenemos, cuánto podemos utilizar sin destruir, cómo hacerlo, y cuál es el costo de hacerlo. Lamentablemente luego perdió estado parlamentario, pero nos señala un camino positivo a transitar.

10) Se realizó un importante esfuerzo manteniendo los parques nacionales, pero sin embargo no se los analizó económicamente para mostrar los beneficios de todo tipo que generan los bienes y servicios ambientales. Si se estimaran los mismos, considerando que muchos parques se encuentran en la cabeceras de las cuencas hidrográficas, se podría comprobar la alta importancia de los mismos y se consideraría que los gastos que se están realizando para solventar su mantenimiento son inversiones que redundan en mantener el capital natural y en este sentido es una inversión con alto grado de retorno. Este es solo un reforzamiento economicista, pero el deber de un país es mantener sus bienes naturales para lograr un desarrollo sustentable.

11) Uso integral del agua y su regulación. Nuestro país tiene inundaciones y sequías. De existir un plan hídrico que tenga vigencia nacional se podrían regular estos excesos y falencias. Asimismo se podría avanzar en un uso integral del agua, que puede al mismo tiempo servir para múltiples actividades y necesidades. Para ello se requiere conocer nuestro patrimonio y cuantificarlo ecológica y monetariamente.

Sobre este punto se llevó a cabo un intento de elaborar estos estudios con el objetivo de estimar las cuentas patrimoniales a través del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y el Ministerio de Economía. Se realizó una importante labor con el Consejo Federal de Medio Ambiente pero luego solo se pudo concretar en cinco provincias escogidas en zonas demostrativas ya que no pudo reunirse el presupuesto para su implementación. Se estimaba que se podían generar no menos de 1.200 proyectos nuevos que darían una gran ocupación de nuevos recursos naturales.

12) Se realizaron estudios de fuentes nuevas y renovables de energía y se avanzó en la elaboración de una nueva matriz energética. Si bien no se completaron los estudios, es fundamental hacerlo ya que nos permitirá fijar las bases para una planificación energética que falta en nuestro país.

13) Se avanzó en la estimación de los diferentes aspectos de cambio climático y en las medidas de adaptación a los mismos. Queda como déficit muy grande una política que puede alentar la adopción de acciones coherentes con los cambios necesarios.

14) Evaluación de los nuevos sectores que generan compensaciones ambientales. Se evaluó la industria del medio ambiente, mostrando el importante desarrollo que la misma tiene.

15) La agroecología o agricultura orgánica nos ha demostrado en estos períodos un gran auge. No ha contado con el suficiente apoyo aunque han existido planes en tal sentido. Bajo toda consideración, esta es una deuda importante que debemos pagar para mostrar alternativas de agricultura más cercana a la salud y al mejoramiento de los suelos.

Quisiera hacer una mención especial a que en el final del período analizado sucedió un hecho destacable. Se trata de la reciente encíclica papal, sin duda un llamado extraordinario que intenta lograr concientizar a los diferentes sectores de la población para hacer frente al deterioro ambiental mundial. Este llamado se extiende a todas las creencias, a distintos niveles de decisión, a efectos de generar un inmenso movimiento de opinión y de acción para que la humanidad entera acelere los pasos que le permitan detener el deterioro ambiental, en especial aquel derivado del cambio climático. Ya los motivos de la gravedad de la situación están suficientemente fundamentados pero quizá poco difundidos. Hemos comentado que si no se implementa una acción significativa y eficiente por parte de todos los países, en especial los principales responsables de la contaminación y el deterioro ambiental, el sobrecalentamiento llegará a niveles incompatibles con la vida en la biosfera. Esto acentuará aún más el actual estado de marginación social y degradación ambiental existente. Incluso si se clausuraran hoy las emisiones contaminantes se requerirían varias décadas para que el aire reduzca y elimine la acción deteriorante de los gases de efecto invernadero.

No son solamente miradas que presagian un futuro catastrófico; constituyen algo mucho peor, son visiones que intentan imaginar unificados los eventos que todos los meses ya ocurren en distintos lugares del mundo y que se van naturalizando en la opinión pública sin que se logre una repuesta adecuada a la magnitud del problema. Los compromisos que se asumen por parte de los gobiernos son limitados y se caracterizan por su incumplimiento. Por ello la encíclica contiene un profundo análisis de la situación actual: “Lo que está pasando en nuestra casa” se titula el capítulo primero, donde considera los efectos y deterioros que se van generando tanto en la estructura natural como en la social, y se intenta dar un estímulo a las fuerzas de todo tipo que luchan en el mundo por restablecer las relaciones de lo que llama la “ecología integral”, cuyos principios le permiten fundamentar el desarrollo sostenible que propone. Ello nos lleva a pensar que no puede estar separado, como en décadas anteriores, el objetivo ambiental y el social. Si perseguimos un objetivo de equidad social y quisiéramos lograr un consumo por habitante para todo el planeta sin cambios tecnológicos, es decir con el tipo de consumo y de producción de las grandes urbes, necesitaríamos varias biosferas adicionales para abastecer tamaño consumo. Es por ello que o cambiamos sustancialmente las tecnologías y el tipo de consumo, o no podríamos llegar a la equidad y generaríamos una degradación ambiental definitiva. Estos conceptos coinciden en todo con los que elaboramos en el Pensamiento Latinoamericano de medio ambiente, en especial en las categorías de calidad de vida, del buen vivir, de nuestra visión del desarrollo sustentable, y de la reelaboración ambiental de los instrumentos de planificación, donde destacábamos la necesidad de utilizar intensamente las potencialidades del sistema natural pero hacerlo de una forma que respetemos al mismo tiempo las restricciones y especificidades que tiene la heterogeneidad de nuestros ecosistemas y sociedades.

En el gran desbalance que nos provoca la consideración de las deudas que nos inclina negativamente en la consideración del pasado, ponemos nuestra voluntad optimista en los cambios, como fruto positivo del clima democrático. Pero no de una democracia que enfatiza la legación del gobierno del pueblo “sino a través de sus representantes”, sino en la necesidad de (para decirlo sintéticamente) lograr los cambios de sus representantes si fuera necesario, para que gobierne el pueblo. El Plan Fénix tiene una importante labor en la lucha en la conciencia de esos cambios necesarios.

Autorxs


Héctor Sejenovich:

Profesor titular de Ciencias Sociales y Ambiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y profesor titular de Economía Internacional y Desarrollo de la UNLU.