La formación docente: uno de los problemas a corregir
Cuatro son los grandes problemas que afectan al sistema educativo en el objetivo principal de extender la influencia del conocimiento a un número cada vez mayor de habitantes del país. Algunos de estos problemas son harto conocidos por la sociedad informada.
El primero de ellos son los bajos salarios asignados actualmente al personal docente y no docente. No solo no ha habido un incremento del presupuesto designado a la educación, sino que habido una reducción de las sumas destinadas a tal efecto.
El segundo es el estado edilicio de gran parte de los establecimientos en los que se brindan estos servicios, lo que requiere una importante inversión. Es de mencionar no solo su precaria situación actual, sino la ausencia de habilitaciones de nuevos lugares exigidos por la demanda generalizada de la población. No deja de ser significativa la necesidad de ampliar los servicios que el Estado debe garantizar para alcanzar la prestación a otras edades, tales como los niños de cero a tres años, con jardines maternales públicos de los que hoy, prácticamente, carecemos en el país.
El tercer problema es la actualización de los planes de estudio. No basta con la simple incorporación de temas en los planes preexistentes, ya que no solo carecen de flexibilidad y capacidad de adaptación, sino que las formas pedagógicas para transmitir los conocimientos no han acompañado los cambios culturales ni los requerimientos contemporáneos.
El cuarto, y esta numeración no implica un orden de importancia, es el de la formación docente. A mi juicio, tenemos una falta manifiesta en la exigencia en la formación de los nuevos docentes, por un lado, y por el otro, una ausencia de reconocimiento a aquellos/as que formulen y utilicen nuevos programas y nuevas técnicas que atrapen a los alumnos. Además, el carácter nacional que debería tener el sistema es imprescindible para homogeneizar y participar en esos avances.
También es significativo el hecho de apreciar que la tarea docente debe ser interdisciplinaria, por lo que es imprescindible contar con la participación activa en las escuelas de distintos actores de las diferentes disciplinas.
En los artículos que integran este número de nuestra revista, tenemos un panorama muy cercano a la realidad y a las causas que han hecho que el sistema educativo argentino haya ido perdiendo capacidad y jerarquía competitivas.
Sin embargo, estos temas tan dolorosos pueden ser rectificados. En primer término, la mejora en las remuneraciones y en las condiciones de trabajo de los docentes no solo es justa, sino que, además, debería generar un incremento de vocaciones jóvenes para integrarse en estas tareas, que todos sabemos que son muy duras y que solo se sostienen por la existencia de vocación docente.
Los institutos de formación docente adquieren así una importancia muy significativa debido a las implicancias que el desarrollo educativo tiene sobre una comunidad que persigue los ideales de un país con justicia, libertad, desarrollo económico y una justa distribución del ingreso, unidos al fomento del avance intelectual de los docentes.
Estamos pues ante una situación apremiante, pero que tiene claras condiciones para lograr un cambio positivo, siempre y cuando el Estado cumpla con sus funciones de ordenamiento social y exista la decisión política de entender que el desarrollo del país está íntimamente ligado al avance de la cultura, el conocimiento y la educación.
Autorxs
Abraham Leonardo Gak:
Director de Voces en el Fénix.