Editorial: Un bien público insustituible: la salud colectiva

Editorial: Un bien público insustituible: la salud colectiva

| Por Abraham Leonardo Gak* |

El presente número de Voces en el Fénix está dedicado al tema de la salud. Esto nos ofrece la posibilidad de encarar la problemática desde una multiplicidad de aspectos que abarcan no sólo la cuestión médica, sino también las aristas económica y social.

Partiendo de entender a la prestación de salud como uno de los principales bienes públicos que debe aportar el Estado, debemos ser cuidadosos para no caer en el engaño de una mirada puramente economicista. Si bien la insuficiencia en la provisión de bienes públicos es uno de los problemas estructurales de las crisis que nuestro país ha transitado, en el caso de la salud y la educación se transforma también en el termómetro con el cual se juzgan las políticas sociales de los distintos gobiernos.

Está claro para nosotros que la salud es un bien social y, en consecuencia, un derecho para todos y cada uno de los habitantes de nuestro territorio.

Esta visión se contrapone con el concepto instalado en los años regidos por el pensamiento neoliberal, según el cual la salud pública era un gasto y la eficiencia en su prestación era juzgada con parámetros puramente fiscales. Asimismo, bajo esta concepción, la salud era entendida como una mercancía más, a la cual las personas accedían de acuerdo con su capacidad para adquirirla.

Hoy en día, si bien es otra la noción que se enuncia desde el gobierno, aún persisten muchos de los rasgos característicos del modelo alumbrado en las últimas décadas. Queda entonces por delante el análisis de un sistema que busca el bienestar del hombre y la salud de la comunidad, pero tiene fuertes continuidades con el pasado reciente.

La complejidad del sistema actualmente en funcionamiento en nuestro país, plasmada en la convivencia de un subsistema público junto a un subsistema de obras sociales y otro de empresas de medicina prepaga con un claro objetivo de lucro, dificulta la elaboración de un proyecto que instale la vigencia real de la salud como un derecho de cada persona.

Este número de nuestra revista pretende entonces, a partir del abordaje de una amplia variedad de temáticas vinculadas al problema de la salud, presentar un escenario crítico con respecto a la direccionalidad del sistema. Un recorrido que abarca desde la formación profesional de quienes tienen a su cargo la prevención y la atención directa de la comunidad, hasta la situación de la atención de la salud mental de la población, pasando por cómo se atiende la provisión de medicamentos sujeta hoy a fuertes oligopolios internacionales; cuáles son las consecuencias del cambio en la dieta alimentaria de los argentinos; la necesidad del efectivo cumplimiento de los derechos del niño, niña y adolescente como garantía de una mejor situación de la salud en la edad adulta; el rol de los medios de comunicación; el papel de los organismos internacionales de salud y de crédito, y los tratamientos especiales que deben ser dirigidos hacia las personas de la tercera edad para lograr no sólo una vida más longeva, sino principalmente una vida plena, facilitando su integración social y garantizando su dignidad e independencia.

Sabemos que la salud de la población está condicionada por la atención que reciba en forma preventiva desde su gestación, y es allí donde entran también, entre otras cuestiones, la alimentación, el trabajo, el abrigo, la vivienda, la educación.

Estos temas nos señalan los estrechos vínculos que tiene la política sanitaria no sólo con la atención de la salud, sino también con todas las dimensiones que hacen a la vida de las personas; dimensiones que se deben abordar desde la medicina, pero también desde el conjunto de las ciencias sociales y la economía.

Por último, queremos destacar que a medida que progresa el desarrollo científico y tecnológico mejoran las posibilidades de ofrecer condiciones de vida más dignas; de ahí que no es un tema ajeno disponer de un sistema endógeno y no sujeto a los intereses de las multinacionales que utilizan nuestro territorio como laboratorio de pruebas de muchos de sus productos y, en muchos casos, como un mercado disponible para liberarse de aquellos medicamentos perniciosos u obsoletos.

Un sistema de salud integral que albergue a todos y todas va de la mano, de manera insustituible, del desarrollo y la participación equitativa en la distribución social.





* Director de Voces en el Fénix.