Alternativas posibles de un nuevo orden internacional. ¿Dónde estamos parados y a qué parte del mundo queremos ir?

Alternativas posibles de un nuevo orden internacional. ¿Dónde estamos parados y a qué parte del mundo queremos ir?

El artículo analiza las oportunidades que se le presentan a América Latina, en general, y a la Argentina, en particular, en el horizonte de un nuevo orden internacional.

| Por Daniel García Delgado |

Se puede afirmar que el actual orden internacional se encuentra en un proceso de transición de un orden unipolar con hegemonía de Estados Unidos y del G7 hacia otro mundo multipolar, que se expresa en el crecimiento y la importancia de China en el desarrollo de la Franja y la Ruta, la conformación del BRICS-plus y varios cambios en las placas tectónicas donde se apoyaba el poder hegemónico de EE.UU. y del Occidente colectivo. La multipolaridad busca construir un nuevo orden mundial donde no predomine una hegemonía, ni una política de sanciones a los países que no se alinean a su agenda; sino por el contrario, promover otro que se oriente a la cooperación, al respeto de la soberanía de los países, la descolonización y alentar procesos de desarrollo sustentables. No obstante, esta transformación está generando tres frentes de conflicto principales con impacto generalizado sobre el resto del planeta: i) “la guerra fría”, comercial, tecnológica y geopolítica entre EE.UU. y China; ii) la “guerra híbrida” y “proxi” entre la OTAN y Rusia en Ucrania, y iii) la reciente apertura de un tercer frente: el conflicto de Medio Oriente entre Israel y Palestina a partir de los atentados terroristas de Hamás y el apoyo de EE.UU. a su tradicional aliado de Medio Oriente.

A partir de esta breve descripción es que queremos trazar alternativas sobre el orden internacional deseable, el rol de América Latina y en particular de la Argentina en el mismo. Para dar cuenta de este objetivo organizaremos la reflexión en torno de tres cuestiones. El proceso de declinación de la hegemonía mundial de EE.UU. y del G7 y sus estrategias y acciones de resistencia a esta deriva. En segundo lugar, señalar el rol preponderante que desempeñan China, los BRICS y países en desarrollo del Sur Global en esta búsqueda de una alternativa más equitativa y menos subordinada. En tercer lugar, reflexionar sobre la situación de encrucijada en la que se encuentra América Latina y en particular la Argentina para insertarse con mayores posibilidades de desarrollo sustentable e igualdad en su región y en lo global.

Una hegemonía mundial en declinación y en resistencia

Aunque EE.UU. y el G7 se resisten a tomar cuenta de la crisis de hegemonía del Occidente colectivo, algunas de las manifestaciones de esa resistencia por mantener el poder mundial y la supremacía son las siguientes:

i) Estimular la estrategia de una OTAN ofensiva sobre el este de la UE, lo que puso en crisis la seguridad nacional de Rusia por el peligro de entrar en una guerra nuclear con la OTAN al pedir Ucrania su entrada en la OTAN luego del golpe de Estado en Kiev promovido por EE.UU. en 2014.

ii) La fallida estrategia de guerra híbrida de la OTAN, y las sanciones de 23 países conjuntos en términos comerciales, financieros, tecnológicos culturales que buscaban el aislamiento por completo de Rusia del mundo y la caída del régimen de Putin. Esta no resultó efectiva para provocar el desmoronamiento del régimen ruso y, por el contrario, generó un efecto boomerang negativo sobre las economías de los países de la UE que entran en decrecimiento y desindustrialización. A su vez, se fortaleció el vínculo estratégico entre Rusia y China y se generaron nuevas relaciones entre Rusia y los países de Asia, islámicos y árabes perdiendo EE.UU. su rol de interlocutor clave en esas regiones. Así, el no querer a Rusia como aliada por parte de la OTAN generó inesperadamente un Asia más fuerte y unida en contra de esta y de la UE.

De hecho, el fracaso de la contraofensiva militar de Ucrania y de las sanciones económicas y financieras ha hecho recalcular una eventual derrota de la OTAN en la región, y ver cómo se sufragan los costos políticos y económicos de aceptar la misma. Y en segundo lugar, numerosos países de la Unión Europea están comenzando a cuestionar esta estrategia de subordinación de la UE al núcleo anglo de la OTAN para buscar manejar sus asuntos por sí mismos, o de manera más autónoma.

iii) La economía del Occidente colectivo queda tensionada por el aumento de los precios de energía, alimentos, reducción de consumo y las tasas de interés en EE.UU.

Asimismo, la desindustrialización de Alemania y la pérdida de sus industrias por la voladura del gasoducto Nord Stream 2 comenzaron a afectar la competitividad de sus empresas.

En el caso de EE.UU., si bien por un lado aprovecha el conflicto para atraer empresas europeas a su territorio, generar ventas de gas natural a esa región, y potenciar la industria armamentística, y la captura de los activos de Ucrania, está impactado por un proceso de inflación constante, aumento de las tasas de interés –lo que deteriora el consumo de familias, su mercado interno– y una crisis fiscal por un presupuesto gigantesco de trillones de dólares destinado al complejo militar industrial. Esto aleja a la sociedad estadounidense de la narrativa que surge del poder parlamentario y de la Casa Blanca.

iv) El apoyo activo al nuevo escenario conflictivo en Medio Oriente. Cuando parecía que en Medio Oriente y Asia Central se alcanzaba cierta calma con el acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, la incorporación de estos dos países más Egipto y Emiratos Árabes Unidos a los BRICS, la retirada de EE.UU. de Afganistán y la paz, resurgió con enorme virulencia el conflicto con Palestina que llevaba ya casi medio siglo. El ataque terrorista realizado por Hamás dio lugar a una masacre, a críticas por la falta de previsión de su inteligencia, pero también a la justificación que necesitaba el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para abroquelar el frente local y avanzar en el control total de la Franja de Gaza. Asimismo esta operación cuenta con el apoyo de EE.UU. para el nuevo frente militar y de gasto en su presupuesto, y de tropas y navíos por si fuera necesario. No obstante, estos bombardeos indiscriminados de Israel sobre la población civil de Gaza también generaron dos aspectos negativos para esta alianza: una conflictividad institucional para ambos países en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ya que EE.UU., al abortar toda consideración de poner un alto en el fuego, detiene toda acción humanitaria sobre los palestinos. Como denunciara el Secretario General de la ONU, António Guterres, ante el Consejo de Seguridad: “Una ocupación asfixiante durante 56 años” sobre el pueblo palestino por parte de Israel. “Es importante reconocer que el ataque de Hamás no surgió de la nada”, dijo, en esa línea (24-10-23).

En segundo lugar un golpe al poder blando de Israel, ya que la incursión militar en Palestina y el bombardeo masivo sobre una población cercada, sin luz, agua, servicios esenciales, donde están muriendo miles de civiles y niños, está generando pérdida de su capital político y también de EE.UU. y cuyo hecho emblemático fue la destrucción del hospital en la Franja de Gaza. Como señalara Lula en su llamamiento a la búsqueda de la paz en Medio Oriente, “Israel no tiene que matar millones de inocentes porque Hamás cometió un acto terrorista”. “Espero que Hamás comprenda el error que cometieron y espero que Israel comprenda lo que les está sucediendo a millones de niños en la Franja de Gaza”1. Por último, hay una vulnerabilidad recién descubierta en este bloque y es que, a diferencia de las relaciones de poder anteriores, el petróleo ahora lo empiezan a controlar Irán, Arabia Saudita, Rusia, que son aliados y miembros de los BRICS, y eso es problemático para la sustentabilidad de continuar el conflicto en Gaza sobre todo para EE.UU. Es decir, se quiebra el trípode de poder de varias décadas en la región que se sustentaba entre EE.UU., Israel y Emiratos Árabes Unidos, con el apoyo disimulado además de Egipto y Qatar.

v) La pérdida de “poder blando” de EE.UU. Lo cierto es que se observa un cansancio y distanciamiento de gran parte de países de Europa y América por la acumulación de violencia, pérdidas económicas y de nivel de vida en nombre de ideales de democracia, libertad y el “mundo libre” que ocultan los verdaderos fines económicos de un imperio con disposiciones neocoloniales. Esto hace que EE.UU. esté ahora perdiendo capacidad de “poder blando” en su hegemonía, lo que se ha manifestado no solo en países periféricos sino también en los de la Unión Europea, en donde asistimos a un cambio del relato de subordinación a la agenda hegemónica de muchos países como la única posible.

En definitiva, EE.UU. no está dispuesto a aceptar su declinación y un soft landing del imperio, y por el contrario, trata de reafirmar su hegemonía global, aun cuando diversas derrotas militares, la industrialización de la periferia, el surgimiento de China, la desglobalización, desdolarización indican un cambio en las relaciones de poder en Asia, Medio Oriente, y aun en África, donde ya se hace difícil mantener la perspectiva de la excepcionalidad americana, en la medida que incurre en el riesgo de transformar conflictos puntuales en regionales y aun en promover una tercera guerra mundial en donde nadie ganaría.

Los BRICS y los ejes de la construcción de un nuevo orden internacional

Nos encontramos frente a un mundo fuertemente desestabilizado por las elites neoconservadoras y globalistas del Occidente colectivo y, frente a ello, han surgido varios ejes de construcción de un orden internacional alternativo:

i) Vía las políticas de desdolarización del comercio internacional propiciadas por China y los BRICS.

La utilización de monedas locales para el comercio internacional, la internacionalización del yuan y su uso para el pago de deudas con el FMI, entre países y a otros organismos internacionales. Ello sumado a la decisión de Arabia Saudita de atar las ventas de petróleo a esa divisa (petrodólar), lo que afecta la capacidad de EE.UU. de seguir usando el patrón dólar como un arma clave para sustentar su hegemonía. Esto comienza a generarle un problema de sostenibilidad para la emisión infinita sin inflación que utilizara durante más de tres décadas; generar déficit presupuestario y que haya países y capitales disponibles para comprar bonos del Tesoro, inflación, y la suba de tasas de interés. Y si bien aún no hay una moneda alternativa al dólar, los procesos que conducen a ella ya están en marcha.

ii) El inicio de la Franja y la Ruta como interconexión de comercio, inversiones de China con todos los países, y como un eje de paz y desarrollo inclusivo.

La Franja y la Ruta teniendo solo diez años se ha convertido en el corredor de desarrollo y conectividad más importante de la historia reciente. Esta iniciativa lanzada en el año 2013 se ha transformado en el programa de cooperación concreto por lo que numerosos países de diversos continentes –entre los que se incluye la Argentina– han decidido incorporarse a la misma. En apenas un año de trabajo ha habido avances significativos en la relación de los dos países. Mientras que la ruta alternativa a la Franja y la Ruta, imaginada por Estados Unidos, la India, los Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europa en la última reunión del G20 en la India, está parada por la falta de proyectos, financiamiento y por el conflicto de Israel en Gaza junto al distanciamiento diplomático de los Emiratos Árabes de su tradicional aliado.

iii) El surgimiento y ampliación de los BRICS.

Los BRICS no son una alianza militar como la OTAN, ni un bloque formal como la Unión Europea, ni un bloque comercial como el Mercosur. Nacieron en 2009 como una especie de contracara del G7, un foro para discutir la agenda global y tomar decisiones de manera agregada, en general por consenso, pero está demostrando ser una suerte de plataforma –aún flexible, sin directores y con una institucionalidad aún muy limitada– para impulsar una infraestructura internacional diferente, tanto en paralelo a la actual –por ejemplo, con su banco de desarrollo– como reclamando reformas al sistema institucional creado tras la Segunda Guerra Mundial. La reciente expansión de los BRICS, con el ingreso de Argentina, Irán, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía, afirma que ese movimiento que fortalece la lucha por un escenario de mayor pluralidad económica, geográfica y política, está en constante ampliación. En 2010, cuando Sudáfrica se sumó a las BRICS, el grupo representaba alrededor del 18% del PBI global. En 2023 algunas proyecciones ya lo ubican superando al agregado del G7 que rondaría el tercio del PBI del mundo mientras que el G7 estaría más cerca del 30 por ciento.

iv) La conformación de un poder emergente en el Sur Global.

Varios acontecimientos justifican esta nueva realidad, la alianza ruso-china a partir de la guerra de Ucrania impensada hasta hace poco tiempo que en conjunto configura un poderoso bloque de economías y geopolítica complementarias. Segundo, la alcanzada paridad tecnológica de China con EE.UU.; tanto en lo referido a semiconductores, comunicación 5G, energía solar, electromovilidad y política espacial. En lo militar, la Federación Rusa con los misiles ultrasónicos y un despliegue nuclear de última generación supera en algunas áreas a su contrincante. Lo mismo que la alianza entre Arabia Saudita e Irán ha trastocado el equilibrio tradicional de poder promovido por Gran Bretaña y Estados Unidos en Asia, del “divide y reinarás”. Asimismo, la localización de los recursos naturales estratégicos en el marco de una transición energética y del cambio climático que se ubican en su mayoría en el Sur Global constituye parte de nuevos problemas de abastecimiento para los países del norte desarrollado.

En síntesis, lo que declina fundamentalmente es el poder anglo sostenido en los últimos dos siglos, y a su vez, el nuevo poder emergente desde el sur no necesariamente se propone reproducir los sesgos de las anteriores hegemonías e imperios. De hecho, busca introducir algunas novedades históricas. La primera es que reafirma que no es posible para ningún país controlar todo el mundo, y que puede haber un policentrismo de bloques en la gobernanza global. La segunda, que se negocie con las reglas del derecho internacional público ampliamente aceptadas –como la Carta de Naciones Unidas– dentro de una actitud de cooperación y de juegos win-win y no de suma cero. La tercera es promover un mayor respeto por las soberanías nacionales, el importante rol de los Estados en fijar límites a los mercados, y que se modifiquen las asimetrías Norte-Sur. En síntesis, un nuevo acuerdo mundial que permita salir al siglo XXI de la actual fase entrópica y desestabilizada e inarmónica con la naturaleza, y entrar a otra más pacífica, multilateral, negociadora, pero con multipolaridad, donde la humanidad encuentre otra forma de vincularse entre sí misma y con la “casa común”.

América Latina en la encrucijada y la Argentina como una clave para regenerar un espacio de mayor integración regional

La segunda ola progresista en donde se puso tantas expectativas desde hace ya más de cuatro años en América Latina está en peligro de involucionar en varios de esos países hacia gobiernos de extrema derecha. Esta segunda ola ahora está en una encrucijada potenciada por los efectos de la pandemia, la guerra híbrida en Ucrania, y el desafío de lograr un posicionamiento conjunto en el nuevo orden mundial, frente a la paralela geopolítica de control que se expresa tanto desde la OEA como en el Comando Sur del ejército de EE.UU. sobre los recursos naturales de la región y el evitar las vinculaciones de América Latina con China.

i) El proceso de integración estancado.

La región se encuentra comparativamente más atrasada que otras en la integración al policentrismo, si bien no convalida las disposiciones de EE.UU. de proporcionar armas y recursos a Ucrania. Asimismo, países como Uruguay o Paraguay pueden llegar a problematizar la continuidad del Mercosur con amenazas de abandonarlos y generar acuerdos TLC con otras regiones. Esto muestra que a la región le está faltando una institucionalidad política regional más contenedora que establezca intereses y un rumbo común sobre cómo insertarse en el nuevo orden mundial. No obstante, se observan algunas novedades auspiciosas de liderazgos políticos que alientan procesos de cambio, como el aumento de la soberanía de México en el litio y petróleo, durante el gobierno de AMLO, y sus vinculaciones con Rusia y China; de un posicionamiento internacional independiente que expresa Petro en Colombia en sus políticas de salud y lucha contra el narcotráfico, y el rol de Lula en Brasil más protagónico en lo global y en la promoción de una nueva integración regional con propuestas de intercambios comerciales con otras monedas.

ii) Otros activos de América Latina para su estrategia de inserción global.

La región conserva recursos muy importantes en estos momentos como son los naturales, cada vez más valorados en la transición energética, y el estrechamiento de las cadenas de valor, que aumentan su valor, como la energía, el gas y los nuevos gasoductos troncales, el litio y su explotación industrial, la preservación del agua potable, los alimentos y la búsqueda de soberanía alimentaria. Asimismo, el ser una región de paz le permite posicionarse para mediar en conflictos.

La Argentina como una clave para el proceso regional en el nuevo contexto de cambio del orden global

En este contexto, la Argentina enfrenta una situación de riesgo y oportunidad; porque tiene muy alta inflación, pobreza del 40% junto a condicionamientos importantes del FMI por endeudamiento. Asimismo reviste una conflictividad política que expresa la existencia de dos modelos antagónicos de sociedad. Por un lado, un modelo neoliberal o anarco-capitalismo orientado por los valores del libre mercado, de la extrema individuación, y que conduce a la pérdida de derechos, la fragmentación social y la violencia. Por otro, el organizado sobre la base de un equilibrio entre Estado, sociedad y un mercado más regulado; la defensa de los bienes públicos como la educación y la salud, la producción con valor agregado, la industrialización del litio y recursos estratégicos, y movilidad ascendente.

No obstante, si bien la Argentina podría haberse convertido en un actor geopolítico regional destacado en el caso de un triunfo de UP –ya que Brasil requiere de su apoyo para promover un proceso de integración regional con fuerte elemento industrial y energético, y transacciones comerciales en monedas de los propios países–, lo cierto es que el triunfo de La Libertad Avanza invierte esta ecuación geopolítica más regionalista. Así, asistimos a una suerte de Brexit regional de la Argentina, salida de América Latina, de su alianza con Brasil, de la Unasur, de los BRICS y del Sur Global. Y se va alinear a partir del triunfo de Milei con EE.UU., Israel y el G7. Es decir, países no complementarios en lo económico y contrarios a la lógica de soberanía e intereses del mismo pueblo. De este modo, la asociación con la ultraderecha global va a hacer de la Argentina un apéndice de la agenda de EE.UU., Gran Bretaña y del Occidente colectivo. No son buenas noticias pero es lo que se desprende de las últimas elecciones y el discurso presidencial. También puede agregarse que una cosa es la intención y la percepción ideológica del nuevo presidente y otra es la posibilidad de llevar a cabo esta orientación sin generar una ruptura significativa con ejes estratégicos comerciales tan enraizados como son dejar de comerciar con China o Brasil, nuestros principales clientes. Tendría la oposición de los mismos sectores agrarios e industriales que negocian con esos países. De este modo, el nivel de conflictividad interno y externo que esta orientación pretende llevar a cabo va a ser difícil de sustentar, tanto para su balanza comercial, su impacto en el trabajo como para amplios intereses afectados por esta nueva captura del Estado por las elites. Esas políticas no son en principio sustentables para la Argentina y hasta en cierta forma podrían poner en riesgo la misma gobernabilidad de la nueva coalición. En todo caso, y para terminar, muestran una nueva oportunidad perdida por el país, y el nuevo error estratégico de sus clases dominantes de apostar por el mundo en declinación y no por el emergente.





Notas:

1) Declaración de Lula. Tiempo Argentino, 24-10-23.

Autorxs


Daniel García Delgado:

Doctor en Ciencia Política. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Director del Área Estado y Políticas Públicas de FLACSO-Argentina.