| Por Daniel Panario y Ofelia Gutiérrez | En las últimas décadas los gobiernos de Latinoamérica han tenido como política aumentar la presión sobre los recursos naturales con la consiguiente pérdida genética. De este modo, las futuras generaciones dependerán cada vez más de un número menor de cultivos más vulnerables a los cambios del ambiente, para una población mayor y una dotación de recursos menor. Es hora de que los encargados de la planificación exploren otras alternativas para terminar con esta tendencia.