| Por Damián Loreti y Luis Lozano | En los últimos años se hizo cada vez más visible que los conglomerados periodísticos tienen fuertes intereses por fuera de la actividad específica de la comunicación y que son actores políticos y económicos con poder de fuego como para condicionar a un Estado democrático. El desafío de nuestra democracia es revertir esta situación, porque sin ciudadanos y pueblos que tengan garantías y oportunidades de ejercer su derecho a la comunicación y libertad de expresión no hay sistema de derechos, ni sociedades con aspiración al desarrollo, ni proyectos políticamente sustentables.