Editorial

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Este es el último número de Voces en el Fénix en contar con la dirección de nuestro querido Abraham Leonardo Gak, fundador y director del Plan Fénix hace ya 20 años. Leo ha fallecido el 8 de diciembre de 2020. Concluyó así una larga vida, en la que dejó una huella duradera en muchos ámbitos, entre ellos la Universidad de Buenos Aires.

Leo fue una persona con una vitalidad y empuje extraordinarios. Esta entrega de Voces en el Fénix tiene la especial misión de brindarle un homenaje; entendemos que la mejor forma de hacerlo es continuar con la tarea que él inició y no abandonó hasta el último de sus días.

No solo por esta razón este número de Voces en el Fénix es diferente de todos los anteriores. Esta entrega se pensó, se elaboró y editó en un contexto inédito, marcado por la pandemia ocasionada por el Covid-19, que es el tema convocante. Nunca antes Voces en el Fénix se había abocado al tratamiento de un hecho puntual.

Se trata además de un número que reúne a una diversidad de disciplinas y abordajes. Hemos pensado en reunir voces diferentes –en cuanto al enfoque y la perspectiva teórica– para tratar este auténtico “cisne negro” que enfrenta el mundo. Cumplen este cometido las quince excelentes contribuciones que hemos recibido, y que serán debatidas en el futuro en el seno del Plan Fénix.

Hay un acuerdo general en que este episodio dramático se desarrolla en un contexto muy desfavorable para la Argentina dado el visible estancamiento económico. Por esta razón, la expectativa generalizada es que la pandemia agrave tendencias preexistentes, aunque no faltan quienes piensen que este complejo episodio abre posibilidades de un redireccionamiento hacia trayectorias más venturosas.

Ahora bien, más allá del particular contexto previo en el caso de la Argentina, está claro que nunca un “cisne negro” se produce en una circunstancia favorable; se trata en esencia de un hecho disruptivo, que altera profundamente rutinas y escenarios previos y nos pone ante horizontes desconocidos. La situación ocasionada por la pandemia del Covid comparte características con lo que pueden producir una crisis económica o una guerra, pero tiene singularidades potentes. Aquellos países que –en el Lejano Oriente– la han enfrentado con más éxito, venían de episodios anteriores similares (gripe porcina, gripe aviar) de los que supieron extraer aprendizajes; para ellos no fue enteramente un “cisne negro”. Pero para nosotros sí lo es, y como tal debemos tratarlo.

Hay un aspecto que interesa resaltar, complementando las contribuciones de este número, y es la reacción de los sistemas políticos ante el Covid. La Unión Europea ha mostrado una muy baja unidad en la respuesta; la pandemia ha devuelto centralidad a los Estados nacionales, evidenciando que la tal “Unión” Europea tiene vocación para la promoción de la liberalización económica, y no para ofrecer una cobertura eficaz y coordinada ante una emergencia. En Estados Unidos, donde tal “unión” está políticamente materializada, hemos asistido a una completa desarticulación entre el nivel federal y los gobiernos estaduales; esto se ha replicado en Brasil. La Argentina ha mostrado síntomas similares, aunque en grado más atenuado, evidencia de un federalismo atravesado por grietas políticas, pero que a la larga acude a los recursos y capacidades del gobierno nacional.

Por otro lado, una reacción no esperada al principio de este año fue la emergencia de una particular combinación de autoritarismo y posicionamientos libertarios y antiestatistas. Este fenómeno atravesó todo el mundo occidental (en menor grado en Oriente), y tuvo manifestaciones visibles en la Argentina; contrastó con la percepción (y esperanza) inicial en el sentido de que la pandemia devolvería centralidad al Estado, luego de que su capacidad de intervención fuera debilitada por la prolongada vigencia del paradigma neoliberal.

La incertidumbre que rodea este episodio singular y su desenlace no debe sorprendernos, porque se trata precisamente de un “cisne negro”. Fortalecer las capacidades en el plano de la coordinación consciente (y no a través de los mercados anónimos) es de todas formas imperativo; en lo que atañe a las respuestas, la pandemia muestra semejanzas con las crisis económicas y con las guerras. Esto engloba tanto la cuestión de la movilización de recursos materiales como de la construcción política y social.

Esta respuesta debe asegurar la vigencia de valores tales como la equidad, la solidaridad, el crecimiento ordenado y la preservación ambiental. Si la logramos, la pandemia habrá ocasionado sufrimiento, pero también habrá dejado algo positivo.

Esperamos que el contenido de este número –que se suma a muchas otras reflexiones que podemos ver en estos días– sea una contribución en ese sentido. Desarrollo y equidad continúan siendo, como lo dijéramos desde el inicio desde el Plan Fénix, ejes referenciales ineludibles.