Entrevista a Roy Cortina: “El Gobierno no resolvió el problema de la pobreza”

Entrevista a Roy Cortina: “El Gobierno no resolvió el problema de la pobreza”

| Diálogos políticos: Buscando consensos |

El diputado socialista critica al oficialismo pero se diferencia de la oposición que quiere defender a los sectores de privilegio. Las propuestas de una fuerza que pretende armar un frente progresista a nivel nacional para solucionar el problema de la pobreza y de la desigualdad a la vez que se profundiza la democracia.

Roy Cortina, diputado nacional y máximo dirigente del Partido Socialista en la ciudad de Buenos Aires, dialogó con Voces en el Fénix puntualizando las propuestas de esta fuerza que busca posicionarse como una alternativa al oficialismo y a la oposición de derecha, con especial énfasis en la experiencia llevada a cabo en Rosario y en la provincia de Santa Fe. La charla tuvo lugar en la sede del Centro de Iniciativas y Políticas del Socialismo para Buenos Aires, desde donde se elaboran iniciativas que van en un sentido contrario a la gestión de Mauricio Macri.

–¿Considera que hay una disputa entre dos modelos? ¿En qué medida gobierno y oposición tienen que ver con esto?

–Si hacemos un análisis político-cultural vemos que hay una historia de mucha confrontación en la Argentina, que tiene que ver con toda la historia de plantear que se trata de peronismo-antiperonismo, radicalismo-antirradicalismo, por lo cual las posturas del Partido Socialista son siempre complicadas porque trata de abrirse paso ante todas esas antinomias muy perjudiciales para el país. Recuerdo los viejos documentos que leíamos a principios de los ’80, redactados por Guillermo Estévez Boero, sobre las falsas antinomias, el falso enfrentamiento entre sectores medios y los sectores vinculados más al mundo del trabajo, de lo que siempre sacaban provecho los sectores de privilegio, asociados a los intereses extranjeros. Por esa brecha se pudieron colar gobiernos conservadores, ya sea vía golpe de Estado o lo que sucedió en los ’90. Más que hablar del modelo que plantea el Gobierno y que supuestamente hay una oposición que se opone en bloque, prefiero puntualizar en que hay agendas que no están resueltas. Quizás es medio ambicioso hablar de modelo y contramodelo, tanto para el oficialismo como para la oposición. Hay dos problemas que son la madre de los demás y que no están resueltos, más allá de estos ocho años de continuidad de un proyecto político, primero encabezado por el ex presidente Néstor Kirchner y ahora por Cristina Fernández de Kirchner. La Argentina en uno de lo países más grandes del mundo, bendecido por todos los climas, recursos naturales de todo tipo, que no ha tenido problemas de tipo étnicos que lo hayan llevado a grandes problemas políticos o sociales, ni guerras civiles y religiosas. Es un país despoblado, que le puede dar de comer a 400 millones de personas. La desigualdad es una inmoralidad. Luego de haber pasado por siete años de crecimiento todavía tiene un 25 por ciento de compatriotas pasando hambre. El Gobierno no resolvió el problema de la pobreza. Ese es el principal problema: la pobreza y la desigualdad. En estos últimos años, como si fuera un capítulo más de la teoría del derrame, el país lo que ha hecho es crecer económicamente frente a un viento de cola, como dicen muchos economistas, que tiene toda Sudamérica. El tema es que ese derrame y crecimiento no les ha llegado a los sectores más necesitados. Entonces, hoy la economía es más concentrada y extranjerizada que antes y la brecha entre los que más tienen y lo que menos está intacta. Es falaz lo que plantea el Gobierno, que este sea un modelo que jerarquiza la distribución del ingreso. Y es falaz lo que plantea parte de la oposición que sigue con recetas atadas a un pasado, la década de los ’90, con la que los socialistas no tenemos absolutamente nada que ver. El problema no es por la falta de garantías para los que vienen a invertir, un tema que plantean algunos sectores de la oposición. El otro tema de agenda es la de la revitalización de la democracia. Algunos lo llaman calidad institucional, pero están diciendo garantías para poder invertir, pero para mí pasa por ver qué queremos hacer después con nuestra democracia. En Rosario y en la provincia de Santa Fe se logró la descentralización, una democracia de más proximidad, se innovó y vinculó la democracia representativa con la democracia participativa. De estos dos problemas surgen los demás. Y el error de parte de la oposición y del Gobierno es querer abordar los problemas sin tener en cuenta esas dos problemáticas fundamentales.

–¿Cómo cree que se pueden llevar adelante estos cambios y lograr sobrellevar la oposición de los sectores de privilegio?

–Los cambios no son fáciles, no se producen de un día para otro. Hay que buscar coincidencias entre muchos sectores progresistas, tener mucha inteligencia y prudencia estableciendo nuevas políticas públicas, que van a ser ineludiblemente, como en todo proceso político, pruebas de ensayo y error. Los medios deberían prestar mucha más atención a la experiencia interesantísima del socialismo en la provincia de Santa Fe, que es el dato nuevo en la política argentina. Son nuevas políticas públicas que no son ni radicales ni peronistas. En la gestión hay radicales, peronistas e independientes pero liderados por primera vez por el socialismo.

–Algunos dirán que esto se puede hacer en Santa Fe que es una provincia rica y que ahí lo que proponen pueden funcionar, lo mismo que funciona en los países nórdicos.

–Es muy interesante. Luego de gobernar durante años Rosario, los analistas decían que tenía que ver con el perfil municipalista del socialismo, pero que otra cosa es gobernar una provincia como Santa Fe, capital del peronismo. Decían que no íbamos a poder sostener la gobernabilidad. Pero gobernamos y nadie nos vino a sacar. Y lo mismo pasa con el país. No hay que tomar solamente como modelo de país a Noruega o Suecia, hay que tomar como modelo también la construcción del PT en Brasil, del Frente Amplio con distintas características, más allá de los errores, la experiencia de la Concertación en Chile. Son cambios graduales. El sistema de salud pública municipal de Rosario, sin habernos dejado la barba y puesto la remera del Che Guevara, es lo más parecido a la salud pública preventiva de Cuba que hay. Hay un laboratorio municipal de producción de medicamentos. Y son gratuitos. Los hospitales públicos municipales parecen hospitales de países nórdicos, la única diferencia es que en esos hospitales se atienden los pobres. Lo mismo que sucede en Buenos Aires con las personas que vienen del conurbano, sucede en Rosario, donde se atienden personas que vienen del conurbano rosarino, del Chaco, del norte pobre del país. Santa Fe es la única provincia donde se le da lugar al movimiento obrero en los comités mixtos de higiene laboral, donde participan trabajadores, los delegados, el sindicato y los empresarios. Este comité controla la higiene laboral en todos los sectores productivos y comerciales de la provincia. Ha venido Francesco Tonucci, el principal intelectual en el mundo con respecto a cómo deben ser las ciudades. Él dice que tienen que ser a medida de los niños. El bienestar se debe medir por el bienestar de los niños y ancianos. Si ellos están bien, es una ciudad progresista, de avanzada. En Rosario se aplica su concepto. El presupuesto participativo se hace en serio. Por eso hace veinte años somos gobierno en Rosario. Hay una experiencia de políticas públicas de la que los medios no hablan.

–¿Es posible hacer esto en Buenos Aires?

–Por supuesto que sí. Hay que tener voluntad política para construir algo distinto. Y hay que hacer una autocrítica sobre el progresismo en la ciudad que junto al gobierno nacional ha posibilitado que el macrismo triunfe, al partirse en dos la oferta electoral. La gente castigó al gobierno progresista que cometió muchos errores. El intento de Jorge Telerman de mostrar un progresismo activo no alcanzó. El progresismo porteño es una colección de biografías personales, cero construcción colectiva. No se les ha dado importancia a los programas políticos, hay cero planeamiento estratégico, a diferencia de lo que sucede en Santa Fe, a partir del Frente Progresista. Buenos Aires es una ciudad rica, casi todos sus recursos son propios. El progresismo ha tenido una incapacidad total de construir programas e instrumentos colectivos que le den coherencia a la cuestión. Cada ministro hizo lo que quiso y ser jefe de gobierno es considerado un trampolín para ser presidente. Las ciudades que han salido adelante lo han hecho con un programa, como Barcelona, Madrid, las ciudades del medio oeste americano, Rosario, Montevideo y Porto Alegre. El gobierno de Mauricio Macri es un desastre, es ineficaz, hay un retroceso absoluto en la salud y la educación publica. Está lleno de negociados. Hay un importante porcentaje de improvisación total. A veces se cree que la derecha tiene planes terribles para agrandar la brecha entre los que más tienen y los que no. Yo creo que más que una direccionalidad, hay una profunda improvisación. Esta es la derecha más vergonzosa y berreta de la historia. Funcionan con un equipo y un ejército de publicistas, como Francisco de Narváez. Al gobierno nacional le conviene que su oposición sea el macrismo. Se vio en el conflicto del Parque Indoamericano. Los dos hacen negocio. Macri usa el asesoramiento del publicista ecuatoriano Jaime Durán Barba como si fuera el casting de una película. Y en el medio, la pagan los ciudadanos. Los medios opositores y los cada vez más creciente medios a favor del Gobierno ayudan a plantear que estas son las dos únicas opciones. Pero a Macri no le va a ir bien, ha defraudado a gran parte del electorado.

–¿Qué medidas concretas tomarían en el plano nacional para revertir la pobreza y democratizar el país?

–La principal preocupación es la distribución de la riqueza. Presentaríamos una ley urgente al Parlamento para poder concretar el ingreso universal por hijo, que salga por ley y que el beneficio sea universal, para todos los chicos de la Argentina. Este es un buen momento, ya que continúa el crecimiento económico, para una gran convocatoria a todos los sectores políticos y de la vida nacional para reformular el sistema impositivo. En el mundo no se ha descubierto una fórmula que permita aliviar o disminuir la pobreza vía transferencia de recursos que no sea la fiscalidad de la riqueza. La modificación del sistema distributivo, lo sabe la gente del Plan Fénix, pasa fundamentalmente por ver cómo se hace un sistema impositivo menos regresivo, basado en que paguen más los que más tienen. Esto significa que va haber que tocar puntos del Impuesto al Valor Agregado (IVA). Esto podría ser al principio aplicado en los productos básicos de la canasta básica y de alimentos, que afecta mucho a los sectores que menos tienen. Y hay que gravar cosas que hoy no se gravan. Queremos convocar a un gran consejo económico y social, pero sancionado por ley, no por un capricho del ejecutivo, como se hizo ya en tres oportunidades sin resultados. Hay que discutir los grandes problemas como la inflación que no se solucionan. Es fundamental. No sostengo la teoría del exceso de demanda. El Estado tiene que lograr un entendimiento entre el mundo del trabajo y sectores productivos, generar un plan estratégico para regular los precios, no con una persona que le ponga una pistola arriba del escritorio a un supermercadista. Sí creo en la regulación de precios, en la concertación. Es imprescindible avanzar a un federalismo real, que se base en un pacto federal. El gobierno nacional hace un manejo discrecional, perjudican a Santa Fe. Hay que modificar la manera en la que se manejan sectores que no están aprovechados, como la minería. No sólo desde el ángulo de una política sustentable que no afecte al futuro por la cuestión ambiental, sino porque seguimos con una economía extractiva. Lo que sucede es increíble. Hoy todos los países controlan sus recursos, todos incrementan sus vías férreas. Hoy dejamos que se lleven el petróleo, el gas. ¿Cuál es el futuro? En todo esto tiene que enfocarse el proyecto de un frente progresista.

–¿El socialismo se ha visto beneficiado por el mayor interés de los jóvenes en la política?

–Hay una tendencia de los jóvenes a participar más, por ejemplo en las ONGs. En el Partido Socialista creció mucho la secretaría de diversidad sexual, se acercan chicos gays, lesbianas, personas trans, heterosexuales, que se sumaron a la gran cruzada que fue la sanción del matrimonio igualitario. Se ve en la Marcha del Orgullo Gay, donde antes sólo iban algunos y ahora es una gran fiesta de la juventud. También muchos jóvenes se suman por la preocupación que genera el problema medioambiental. No sé si es como en el ’83 o en los ’70, pero se ve, sobre todo en las universidades, que se suman muchos jóvenes al oficialismo, otros a la derecha, y otros al socialismo. Es positivo para la política. Significa que la política tiene presente. Notamos que aumenta la participación, por lo que estamos muy contentos. No hay que defraudar a los jóvenes.