| Por Nicolás Dallorso | El discurso hegemónico sobre la inseguridad en nuestro país vincula directamente a esta con el delito callejero y la pobreza, dejando de lado la delincuencia de los sectores poderosos. Esto no hace más que naturalizar la desigualdad, fragmentación y sobrevulneración de los sectores más empobrecidos. Es hora de un cambio radical en estas concepciones.