Defender el peso y reactivar la economía

Desde el derrumbe de la convertibilidad, los argentinos pasamos de la depresión con deflación a una depresión agravada por la inflación con su secuela de continua caída de los salarios reales. El rebrote inflacionario se origina en la disparada del dólar y al comportamiento oligopólico de ciertos sectores formadores de precios.

 

Desde del punto de vista de los determinantes económicos fundamentales del tipo de cambio, los niveles actuales del dólar no tienen justificación. Tanto el superávit comercial esperado para este año como la suspensión de pagos de la deuda externa pública con acreedores privados justificarían un dólar mucho menor. Si el 1 a 1 fue una ficción mantenida sobre la base de un endeudamiento externo desmesurado y a la deflación, el 4 a 1 no es más que otra ficción alimentada por la especulación contra el peso que se explica por varias razones.

 

El alza se debe a la demora de grandes exportadores en la liquidación de las divisas, agravada por el comportamiento especulativo de los agentes económicos. A su vez, los ahorristas, defraudados por la convertibilidad y su secuela, el corralito, huyen del peso más por temor a la inflación y desconfianza en el sistema.

 

A estos factores se agrega la incertidumbre provocada por la crisis político-institucional y la estrategia de dilación por parte del FMI de un acuerdo con la Argentina, junto con las expectativas exageradas que cifró en el mismo el gobierno.

 

Es urgente y vital defender el valor de la moneda nacional a través de la fijación de un tipo de cambio de referencia para estabilizar la economía, dar mayor certidumbre a los actores sociales y posibilitar la ejecución de políticas de reactivación.

 

No se trata de establecer una nueva convertibilidad poco creíble, además de inadecuada. Tampoco se trata de dilapidar las divisas del Banco Central para alimentar la demanda especulativa de dólares. Proponemos la implementación de medidas y controles que aseguren la pronta liquidación del total de las divisas de los exportadores y el racionamiento estricto de la venta de dólares del Banco Central para operaciones no vinculadas con la economía real.

 

La efectividad de las medidas mencionadas requerirá un reforzamiento de los controles administrativos para evitar maniobras conocidas: la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones y otros mecanismos de fuga de divisas. El valor de referencia del dólar-que técnicamente debería tener un nivel inferior al actual- deberá ser ajustado por la evolución de los costos internos de manera de mantener la competitividad de la producción argentina.

 

La estabilización del valor del dólar, la administración de las divisas y un reparto equitativo de las cargas en el sistema financiero, podrán crear condiciones conducentes a la reconstrucción de un sistema monetario y financiero basado sobre el peso, alejando así el riesgo de la redolarización.

 

Bajo estas premisas, el Banco Central podrá recuperar la capacidad de hacer política monetaria y implementar líneas de redescuentos dirigidas a apoyar la reactivación
de la economía, priorizando el otorgamiento de préstamos para la construcción, las PYMEs, la prefinanciación de exportaciones y para capital de trabajo de empresas que sustituyan importaciones.

 

Esta política debe instrumentarse a través de un programa monetario que asegure una estricta canalización de los fondos hacia el financiamiento de la producción y la acumulación de capital reproductivo, de forma tal que la emisión no alimente la inflación, sino el círculo virtuoso del crecimiento y el fortalecimiento de la moneda.

 

Es fundamental entender que no hay sistema monetario ni financiero que funcione si no es sobre la base de generar las oportunidades de inversión que ofrece una economía en crecimiento; sólo así se podrá recuperar la confianza.

 

Los instrumentos financieros –que deberán ser nominados en pesos- tendrán que asegurar una rentabilidad real de modo que, conjuntamente con el fortalecimiento de la moneda, faciliten el retorno de los ahorristas al sistema financiero. De tal manera, se aceleraría la reconstrucción del sistema sobre la base de la redefinición de la intermediación financiera como una actividad de servicio público, en la cual la participación de los bancos públicos y cooperativos cobra especial importancia.

 

No es posible construir ningún sistema financiero que sirva de apoyo a la producción si no se basa sobre la moneda nacional. La gravedad de las circunstancias actuales exige la adopción de medidas severas, similares a las adoptadas por muchos países en situaciones semejantes.

 

Convirtamos esta crisis, la más grave de nuestra historia, en una oportunidad para recuperar la moneda nacional, reactivar la producción, generar empleo genuino y erradicar la pobreza en la Argentina.

 

Grupo Fénix
Buenos Aires, 27 de junio de 2002