Trabajo, dignidad y crecimiento

Trabajo, dignidad y crecimiento

| Por Cátedra Abierta Plan Fénix |

El trabajo, eje de la actividad productiva, se constituye como una realidad compleja; involucra una variedad de aspectos: brindar el ingreso para la supervivencia, asegurar condiciones adecuadas para el proceso productivo y dignificar a las personas. El abordaje de este tema requiere enfoques que vayan más allá de los simplismos usuales que equiparan el trabajo a una mercancía. Como muestra la experiencia, aquellas unidades productivas que logran un adecuado involucramiento del trabajador –asegurando la inserción laboral y abriendo instancias de participación– a la postre obtienen resultados en términos tanto de rendimiento como de innovación.

Crear empleos dignos es un propósito que contribuye tanto al bienestar de la persona como a la calidad del proceso productivo y al crecimiento. Adecuadas condiciones laborales y un ambiente de trabajo saludable, la protección social y una jornada de extensión adecuada son elementos que contribuyen al mismo tiempo a la realización y al bienestar del trabajador y al desarrollo socialmente sostenible.

Los desajustes que existan en la creación de empleo y la inserción laboral conspiran entonces contra estos propósitos. Un eventual exceso de oferta de trabajadores degrada el salario y las condiciones de trabajo, a la vez que instala la inseguridad propia del desempleo en el horizonte de las mayorías; la carencia de fuerza de trabajo –generalizada o restringida a determinadas calificaciones– se constituye en un obstáculo para el crecimiento.

La creencia en los meros principios del libre mercado, que traslada las relaciones mercantiles al ámbito laboral, lleva inevitablemente a la degradación de las condiciones de trabajo de las franjas menos favorecidas, traduciéndose en precarización y consecuencias negativas en la vida psicológica y emocional de quienes la padecen. La reducción del trabajador al estatus de mercancía descartable no es la vía para la equidad, y tampoco para una auténtica eficiencia.

Antes de la última dictadura, la Argentina evidenció una trayectoria con logros en la integración social, donde la formalización del trabajo jugó un rol central. A partir de entonces el país ingresó en una senda con creciente incidencia del desempleo, precariedad laboral e informalidad. Este proceso recibió un impulso decisivo durante la vigencia del régimen de convertibilidad, en la década de 1990, cuando tasas de desempleo y subempleo de dos dígitos constituyeron la norma, al igual que la informalidad. El ciclo inmediatamente posterior logró una parcial reversión de este cuadro.

La Argentina demostró así –a un gran costo para los sectores populares– que las políticas liberalizadoras del “mercado” de trabajo no aseguran empleo, y tampoco crecimiento: el PIB per cápita de 2004 fue similar al de treinta años antes.

El emprendimiento individual como respuesta a la pérdida de empleos calificados en unidades de alta productividad –una propuesta que ha sido exaltada una y otra vez– no es sino un mero parche. Reconvertir trabajadores del sector industrial a fabricantes artesanales no es la vía propia para el desarrollo.

No caben dudas de que la concreción de un proyecto que nos direccione hacia el crecimiento con equidad –algo que desde el Plan Fénix siempre hemos considerado factible para un país con las características de la Argentina– será un instrumento poderoso para avanzar en el objetivo de una adecuada inserción del trabajo, que contribuya decisivamente a la articulación entre dignificación y productividad y a la reducción de las brechas y segregaciones estructurales de género que existen en el mundo del trabajo y la producción.

Este será un proceso con complejidades, dado el prolongado estancamiento y el alejamiento del trabajo formal de muchos trabajadores y trabajadoras. La economía popular abre aquí instancias válidas de integración, que corresponde desarrollar y fortalecer, a fin tanto de dignificar a sus protagonistas como de asegurar el quiebre de círculos viciosos de pobreza y marginación.

Como hemos dicho al principio de este texto, el abordaje de la problemática del trabajo dista de ser sencillo o resuelto mediante recetas triviales o simplistas, por lo que sin duda el programa que habrá de encararse será complejo, pero imprescindible para alcanzar el objetivo de equidad que proporcione una vida social satisfactoria para la sociedad en su conjunto.

Autorxs


Cátedra Abierta Plan Fénix:

Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires.