Envejecimiento productivo y longevidad: un nuevo paradigma

Envejecimiento productivo y longevidad: un nuevo paradigma

El envejecimiento poblacional es uno de los mayores desafíos para el siglo XXI. En este marco, la sociedad deberá cambiar la forma en la que percibe a las personas mayores y acostumbrarse a verlas como miembros activos y productivos dentro de la comunidad, sin limitar esto únicamente a la esfera económica, sino también a la participación social.

| Por Lía Susana Daichman |

El potencial productivo de las personas mayores es todo un tema, y de gran actualidad, que fue introducido en el mundo gerontológico por el Dr. Robert Butler, presidente y fundador de los Centros Internacionales de Longevidad.

Según sus palabras, al envejecimiento productivo se lo debe entender como “la capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia y/o mantenerse independiente tanto como sea posible”.

Otros autores han propuesto una concepción más amplia del término, definiéndolo como “cualquier actividad realizada por una persona mayor que produce bienes o servicios, sea remunerada o no, o desarrolle capacidades para producirlos”.

Desde este punto de vista, el enfoque del envejecimiento productivo hace referencia al concepto de productividad en un sentido aún más amplio, entendiéndose como el conjunto de beneficios colectivos que las personas mayores consiguen a partir de sus acciones individuales.

Es decir, la productividad apunta al “hacer con un sentido”, y no necesariamente referirse sólo a la esfera económica, sino también a la contribución social de las personas mayores y a su satisfacción de necesidades sociales de importancia.

Por lo tanto, contribuir es la esencia de este paradigma, y la clave para comprender el concepto de envejecimiento productivo desde una perspectiva más holística.

A medida que fueron cayendo las tasas de mortalidad y la edad promedio de la vida se acerca a los 90 años nos enfrentamos cotidianamente a una nueva serie de desafíos.

Uno de ellos, por cierto, es el ¿cómo?, ¿cómo proporcionar apoyo financiero a este aumento afortunado de vida útil y que en su mayor parte nunca fue previsto?

Esta falta de planificación aparece en los planes de retiro y viejos modelos de seguridad social de principios del siglo XX, donde la esperanza de vida era no más de 60 años.

Como su nombre lo implica, el envejecimiento productivo se refiere a la forma en la que podemos envejecer sin dejar de ser miembros activos y productivos dentro de la sociedad en la cual vivimos.

Y ser productivo no se limita, una vez más, a ser económicamente productivo, sino más importante aún, socialmente productivo.

Y este es un beneficio tanto para la sociedad en general como para el individuo en particular, que necesita beneficiarse de la vejez, y “no solamente sufrirla”.

Gran temática esta que gira en torno a valores culturales así como a valores económicos. Culturalmente se espera que las personas mayores disfruten de su vejez y de su “jubileo” y que no perturben al resto de los miembros de la sociedad, que formen parte.

La mirada es un poco así: económicamente como sociedad, “los queremos”, pero “NO necesariamente como una carga para los que hoy somos contribuyentes”.

Esto es una consecuencia de los efectos residuales de la revolución industrial, donde algunos seres humanos se convirtieron en engranajes de las grandes máquinas. Nuestro sistema educativo occidental y la dinámica social de la familia giran también en torno al concepto de la jubilación.

Aunque nadie recuerda a Stradivarius querer dejar de fabricar violines y pedir jubilarse…

¿Jubilarse para qué?

En la era industrial la jubilación pudo haber tenido un cierto sentido. Ahora, en la posindustrial y de la información, ya no es tanto así.

El envejecimiento productivo está un poco lejos de la posición defendida por la teoría de la realización de actividades utilitarias concretas, cuando uno ya es viejo.

Tampoco quiere decir que los individuos tienen que mantenerse siempre activos, pero aboga por una participación social significativa.

Las actividades realizadas deben ser percibidas siempre como positivas, y participar de ellas debe dar un significado a las personas mayores a su vida.

Uno de los factores a tener en cuenta no es la obligación de que participen, sino también crear las oportunidades para poder llegar a hacerlo.

¿Cómo se podría lograr?

Por un lado a nivel micro, en una esfera más personal. Necesariamente tiene que pasar a través de una mejor capacitación, el empoderamiento y la transformación objetiva y favorable de las condiciones de participación. Su asistencia a cursos, talleres y proyectos educativos es ejemplo de cómo se puede lograr un cambio positivo, un deseo de involucrarse y de contribuir a la sociedad.

A otro nivel, un cambio social. La sociedad deberá cambiar la forma en la que percibe a las personas mayores y acostumbrarse a verlos como miembros parte y activos de la comunidad.

Y no importa si ellos continúan viviendo en sus propias casas o si lo hacen por otras circunstancias en instituciones.

La posibilidad de ser activo en el proceso de toma de decisiones de sus vidas es algo que debe estar presente en todos los contextos.

A nivel macro, un cambio de políticas emitidas por la administración pública deberá incorporar las recomendaciones de Naciones Unidas para las Personas de Edad: salud, seguridad, participación, independencia, cuidado, realización personal y dignidad.

El interés sobre la actividad productiva en la edad adulta ha aumentado considerablemente en los últimos años y ha conseguido llamar la atención de investigadores, actores sociales y políticos.

Recientes investigaciones se han centrado en el valor económico de dichas actividades, muchas de las cuales no están incluidas en el mercado laboral, teniendo como ejemplo el voluntariado.

Una buena pregunta que nos debemos hacer es la siguiente: ¿son todos los tipos de actividad productiva en la vejez igualmente “significativos” para todas las personas mayores?

Una cantidad considerable de las actividades productivas en las personas se produce en los años posteriores a la jubilación. Burr, Mutchler y Caro encontraron que entre los 55 y 74 años, las personas mayores se mantienen más activas en las diferentes dimensiones del envejecimiento productivo: el voluntariado, el cuidado de los nietos, el apoyo informal de amigos, parientes o vecinos, la atención a personas dependientes familiares y aun en el trabajo remunerado.

Envejecimiento productivo y el mercado laboral

Las cuestiones relacionadas con la posibilidad de seguir trabajando después de la edad jubilatoria pueden variar y difieren entre los diferentes países y profesiones.

La jubilación no debería ser obligatoria, pero flexible, también para no prescindir de una manera radical a las contribuciones de los trabajadores mayores.

Como la esperanza de vida crece, conceptos tradicionales como la “necesidad de jubilarse” a cierta edad deben ser revisados a distintos niveles: desde las políticas públicas hasta las prácticas privadas, incluyendo también su planificación dentro de la historia de vida laboral de la propia gente.

Ha habido algunas medidas adoptadas por el sector privado para alentar a los trabajadores a trabajar más tiempo a través de programas de reentrenamiento o trabajos a tiempo parcial, pero bastante pocas desde el sector público.

Para aquellos que quieran y puedan jubilarse existen oportunidades para actividades voluntarias significativas y algunas nuevas formas de trabajo.

Políticas y programas que funcionan

Algunos ejemplos de envejecimiento productivo:
a) Programa “La experiencia cuenta” (Dinapam, Ministerio de Desarrollo Social), basado en la transmisión del conocimiento y entrenamiento de oficios tradicionales (panadería, carpintería, pastelería, etc.) por parte de los adultos mayores a otros adultos y a generaciones más jóvenes.

b) Programa “Sutura” (Ministerio de Justicia). Este se basa en la misma estructura de trabajo y consiste en la recuperación y transmisión de conocimiento y capacidades y se desarrolla en algunas prisiones como la de Devoto, el Servicio Penal del Hospital Moyano y en Ezeiza.

Aquí lo enseñan también, aparte de profesionales, presos mayores, capacitados previamente a su detención, lo que les permite recuperar sus capacidades, elevar su autoestima y pasar a los más jóvenes su experiencia y conocimiento, facilitando así también las relaciones intergeneracionales.

c) Programa “Para leer abre tus ojos” (Ministerio de Educación) que complementa al Programa Nacional de Alfabetización. Este es un programa de lectura, y que fue inspirado en el exitoso programa “Abuelos cuentacuentos” que surgió de la ONG Mempo Giardinelli y hoy ya existe en varios países del mundo.

d) Programa Nacional de Voluntariado (Dinapam, Ministerio de Desarrollo Social) y Programa de Voluntariado de la organización Tzedaka, perteneciente a la comunidad israelita.

Aquí el rol de las personas mayores es relevante no sólo en las horas que dedican a su trabajo, sino en la importancia de la calidad de sus acciones. El voluntariado es una actividad que hace que los seres humanos se sientan útiles y valorados ayudando a otros, incluyendo a sus pares.

e) Participación social y cuidado de familiares y amigos.

f) Educación (“Siempre hay tiempo para aprender”): 1. Primera Universidad de la Tercera Edad, Paraná, Entre Ríos (1984), hoy abierta hacia la edad mediana a pedido de la comunidad, y que fuera fundada por la profesora Yolanda Darrieux. 2. Centro Cultural Ricardo Rojas, CABA, Buenos Aires (1984), depende del Dpto. de Extensión Universitaria de la UBA, multicultural y con salida laboral con un promedio anual de más de 30.000 alumnos.

g) Microemprendimientos. 1. Complejo de Hogares Martín Rodríguez en el Gran Buenos Aires (productos de consumo interno y venta en la zona). 2. Hogar Juan XIII en Colonia Caroya con el apoyo del Rotary Club (productos derivados de la soja, para consumición y venta).

A nivel nacional ya existen varios microemprendimientos manejados en su mayoría por personas mayores (preferentemente mujeres), y en distintas provincias, especialmente destacándose las del centro y norte del país.

Reinventando el envejecimiento.
Un cambio de actitudes sociales para fomentar la participación de las personas mayores

Estrategias potencialmente eficaces para fomentar el envejecimiento saludable, activo y productivo pueden verse frecuentemente afectadas por una serie de estereotipos que se atribuyen a las personas mayores.

Si bien tendemos a ver a las personas mayores dentro de nuestra propia familia o redes personales con una actitud más positiva, estas son vistas en general y más a menudo en forma negativa. Por ejemplo: una persona puede ser considerada demasiado vieja para aprender nuevas habilidades, capacidades o estar demasiado cerca de la edad jubilatoria para “merecer ser reentrenada”. Ambas actitudes hacen que sea más difícil para un adulto mayor mantener las habilidades que lo hagan atractivo para un posible empleador y a nuevas formas de trabajo.

Existen lamentablemente muchos prejuicios y estereotipos que nos limitan para realmente entender los desafíos y las oportunidades de una población cada vez más envejecida y de ahí que son capaces de bloquear también la búsqueda de soluciones innovadoras. Por ejemplo, retratar a las personas mayores como una carga más que como un recurso, nos lleva a pensar en maneras de reducir al mínimo el costo de inversión en el envejecimiento, en lugar de aprovechar al máximo la oportunidad para que a los mayores se les permita contribuir. Verlas como fuera de contacto o “fuera de onda” nos impedirá pensar en estrategias que puedan aprovechar mejor su larga experiencia y conocimiento.

En la actualidad estamos envejeciendo de una manera diferente, a medida que las personas se van apartando de las normativas previas.

Estamos comenzando a ver nuevos “role models” que son más activos, exigentes, con ganas de trabajar más años o de disfrutar de otra manera su tiempo libre. “Como baby-boomers que somos y queremos que nuestras voces sean escuchadas”.

Hace varios años fuimos creando una nueva construcción social, la de la adolescencia, ahora se va desarrollando una nueva transición: la “gerontolescencia”. Es emocionante porque es una nueva etapa del desarrollo humano.

Por lo tanto, los responsables de formular las políticas públicas deben asegurar que estemos preparados para enfrentar los fuertes cambios demográficos que estamos y estaremos transitando.

Ya se puede ver universalmente cómo los adultos mayores realizan importantes contribuciones en campos tan diversos como las finanzas, la ciencia, las artes, la política y los servicios públicos. Esto probablemente se extenderá a medida que la población envejezca.

El envejecimiento poblacional amenaza con convertirse en el mayor desafío y “cuasi riesgo” para el siglo XXI, si no tenemos las políticas adecuadas.

Tomar medidas firmes para romper estas creencias negativas no sólo beneficiará a las personas mayores y reducirá los costos del envejecimiento de la población, sino también nos ayudará a construir sociedades sostenibles y cohesionadas, equitativas y seguras, el tipo de sociedad de la que todos queramos formar parte.

Algunas recomendaciones

• Deberíamos reformar el sistema de beneficios de empleo y fiscales para fomentar el trabajo de las personas mayores a fin de entrar o permanecer en el mercado laboral.
• Estimular la solidaridad intergeneracional y entre las mismas personas mayores, reconociendo su diversidad.
• Ofrecer horarios flexibles para los adultos mayores y crearles un entorno amigable en el lugar de trabajo y dentro de la comunidad.
• Promover la participación y la inclusión socio-económica, y fomentar la toma de decisiones compartida.
• Evitar la discriminación basada en la edad y/o género.

Los programas que generen trabajo para las personas mayores que lo necesitan no deben ser considerados como gastos sociales, sino como inversión social.

Ser productivo y valioso para otros seres humanos es parte de la esencia de la vida y esto debe continuar a lo largo del ciclo de vida, incluyendo la vejez.

Los Centros de Longevidad Internacionales tenemos una visión de un mundo en el que las personas mayores puedan florecer y continuar su desarrollo.

Este será un mundo en el que las personas de edad deberán:
• Ser ciudadanos iguales con los mismos derechos.
• Lograr suficiente dinero para gozar de una vida digna y segura, teniendo acceso como consumidores a productos y servicios que necesiten y a un precio que ellos pueden afrontar.
• Acceder a la atención sanitaria y social que requieran.
• La oportunidad de vivir una vida saludable y activa por más tiempo disfrutando de una sensación de bienestar y seguridad.
• Habitar en hogares adecuados y vecindarios amigables que les sean seguros, y que les permitan llevar a cabo una vida plena.
• Tener la oportunidad de participar y contribuir como voluntarios, ciudadanos activos, vecinos y familiares solidarios y como trabajadores si así lo desearan.
• Disfrutar de los beneficios de una vida más larga y digna se encuentren donde se encuentren, en cualquier lugar del mundo.

Es nuestra misión intentar hacer realidad esta visión, influyendo tanto en la sociedad civil, organizaciones intergubernamentales, así como también en los gobiernos, y lograr el cambio, la transformación para mejorar la calidad de vida de las personas mayores de hoy y del mañana.

Autorxs


Lía Susana Daichman:

Presidenta de ILC Argentina. Immediate Past President de INPEA (International Network for the Prevention of Elder Abuse). Main Representative ILC Global Alliance.