La medicina social y los desafíos impostergables en Nuestra América

La medicina social y los desafíos impostergables en Nuestra América

La Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) cumple 30 años, en los cuales fue una de las principales voces críticas a las reformas neoliberales en el sector, así como también al modelo biologicista, ahistórico y asocial. Su objetivo es desnaturalizar la práctica de la medicina como simple ámbito de aplicación de los conocimientos médicos o técnicos y comprometerse con el cambio de las estructuras políticas, sociales y económicas que configuran a nuestro continente como injusto y desigual.

| Por Giglio Prado y Verónica González |

Finaliza el año 2014, acaba de realizarse el XIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) en la República de El Salvador. El encuentro marca los 30 años de una organización que ha recogido en su trayectoria el pensamiento social latinoamericano en lo que hace al complejo campo sanitario. El nombre “Medicina Social” hace referencia a la tradición de pensamiento de personajes como Rudolf Virchow, que aunaban la tarea de desentrañar los secretos de la naturaleza en lo biológico –es el caso del “cellula a cellula”, paradigma del modo en que se reproduce la vida que le debemos al mencionado científico– junto a la denuncia de las condiciones de vida y laborales de la incipiente clase trabajadora como causa de la enfermedad. Se pueden encontrar numerosos ejemplos en los siglos XIX y XX de explicitaciones de fondo que impactaron en la corriente médico-social latinoamericana. A modo de ejemplo mencionaremos los aportes del joven Federico Engels en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra, libro en el que desentraña la relación de la revolución industrial con las condiciones de trabajo y de vida y estas con la salud. Es esa la tradición del campo sanitario que intenta recuperar un conjunto de investigadores para reconocerse en nombre de la “Medicina Social Latinoamericana” y en tierras brasileñas bajo la forma de “Saúde Coletiva”.

Fue tarea de Juan César García, médico argentino, adoptar la metodología de la sociología para analizar los procesos de salud/enfermedad/atención. Él mismo propone tamizar las ciencias sociales para avanzar en el conocimiento sanitario y superar el paradigma biologicista y desarrollista que impregnaba la época. Es el momento histórico en el que destaca la Revolución Cubana, el Mayo Francés, pero también el proceso mexicano, en particular la “Matanza de Tlatelolco”. En la Argentina, no debe ni puede eludirse la influencia de Ramón Carrillo en cualquier consideración de corte médico social, el vigor de su obra y de sus concepciones tiñen cualquier propuesta transformadora del campo de la salud. Otro tanto puede decirse de la influencia de Salvador Allende en el movimiento, quien plantea en los años ’50 la cuestión social como determinante de la salud poblacional. No hay duda de que dichos acontecimientos van determinando el perfil de las búsquedas de la corriente de la Medicina Social Latinoamericana.

En 1984 muere prematuramente Juan César García; este inesperado acontecimiento encuentra a un importante grupo de investigadores en posición de nuclearse a fin de potenciar su rol en las luchas por el derecho a la salud. La fundación de ALAMES se produce en Ouro Preto, Brasil. En ella participan dos importantes figuras de la Argentina: Horacio Barri y Mario Testa. ALAMES se conforma con la labor de destacados sanitaristas críticos, tales como Miguel Márquez y María Isabel Rodríguez, precursores de lo que hoy llamaríamos una “red de pensamiento alternativo a la Salud Pública” que intenta superar la llamada simplificación desarrollista –postulado que pretendía equiparar desarrollo, crecimiento y salud–. En su recorrido como corriente continental, la Medicina Social Latinoamericana ha contribuido a generar explicaciones a los procesos de salud, en principio haciendo énfasis en las categorías trabajo y condiciones de vida de los pueblos, así como en el rol del Estado y de la política. Con el correr del tiempo, esta posición va a ocupar un lugar central en los debates destinados a impugnar la corriente del neoliberalismo.

Medicina Social Latinoamericana

Desde su configuración como corriente de pensamiento, la Medicina Social Latinoamericana hace explícito su compromiso con el cambio de las estructuras políticas, sociales y económicas que configuran a nuestro continente como injusto y desigual. Encuentra en estas categorías la raíz explicativa del modo de enfermar y morir de nuestras poblaciones. Esta centralidad del “hecho social” fue sustancial en la construcción de una actividad científica que basa sus explicaciones en categorías que enfatizan la importancia que tienen los procesos de desarrollo del capitalismo y de la acumulación de riqueza; así como en el rol y la responsabilidad del Estado en la determinación del fenómeno salud/enfermedad/atención.

La crítica al modelo explicativo biologicista, ahistórico y asocial ocupa un lugar central del quehacer destinado a desnaturalizar a la práctica de la medicina como simple ámbito de aplicación de los conocimientos médicos o técnicos. La denuncia de los procesos corporativos bismarckianos, que subyace a la organización del campo, es particularmente relevante en nuestro medio nacional. Se configura así una serie de principios conceptuales que enfatizan el pensar del proceso salud/enfermedad determinado socio-históricamente tanto a nivel colectivo como individual. A este objeto científico, que ocupó la labor de numerosos investigadores encuadrados en este terreno, debe sumarse la participación e interacción con los movimientos de cambio y con la solidaridad, muchas veces comprobada en circunstancias dramáticas. La relación con las luchas sociales, los complejos vínculos con movimientos sociales y procesos políticos nacionales y regionales fueron configurando un núcleo de pensamiento que hoy se pone a prueba en los nuevos escenarios políticos, económicos y sociales. Las metodologías propuestas por las ciencias sociales comienzan a generar una producción de conocimientos referidos al campo sanitario que cambian la mirada con que se aborda el objeto de estudio. Cabe destacar el esfuerzo por encontrar en la inter y transdisciplinariedad las herramientas en donde fundar la construcción teórica. Estas categorías permiten a la Medicina Social generar espacios de conocimiento estratégico como la epidemiología crítica y su propuesta de superación de los “enfoques de riesgo”; las críticas al positivismo y al reduccionismo con la generación de nuevas epistemologías –destacamos aquí la labor de Juan Samaja–; y en general, las impugnaciones a las prácticas hegemónicas de la medicina funcional al lucro y a la construcción de espacios de acumulación de capital. Es importante resaltar la incorporación de nuevas metodologías de investigación que aportan al desarrollo del conocimiento sanitario crítico, entre ellas podemos mencionar la investigación-acción, los enfoques cualitativos, así como la triangulación de métodos.

La llegada de la democracia trajo la paradoja de nuevos procesos políticos que, como salida a las dictaduras, abrían las puertas a reformas neoliberales; procesos de claro corte privatista e impulsores de desigualdades. La Medicina Social Latinoamericana se destaca por la crítica a las reformas neoliberales, en particular a las expresadas en el texto del Banco Mundial (1993) “Invertir en Salud”. A contracorriente de este fondo, aparecen propuestas alternativas y algunos espacios de responsabilidad de gestión ocupados por miembros de la corriente de pensamiento médico social, cobrando particular importancia el desarrollo de espacios gobernados por el PT brasileño. También aportan al enfoque social de nuestro movimiento la vinculación de salud y género que agrega vigor, capacidad de análisis y comprensión de los fenómenos socio-sanitarios. De la misma manera, se incorporan en la agenda médico-social las duplas interculturalidad y medio ambiente y salud que complejizan el campo de estudio de la Medicina Social Latinoamericana. Asimismo, aparecen nuevos problemas: la irrupción de la epidemia de HIV-sida y los procesos de exclusión generados por los ajustes neoliberales que cobran particular relevancia.

La etapa actual: Posneoliberal. Teoría contrahegemónica. Nueva gestión pública / medicamentos, vacunas, alimentos y tecnología. Participación social

Es difícil de caracterizar la labor en salud de la etapa que actualmente atraviesa América latina, pues las situaciones son muy distintas. Téngase en cuenta que mientras Brasil lucha por rescatar del estancamiento el proyecto de construcción del Sistema Único de Salud (SUS), consagrado por la Constitución y su ley específica, en la Argentina contamos con un modelo fragmentado, con cientos de prepagos, cientos de “Obras Sociales” y un sector estatal también fragmentado y descentralizado que exhibe inequidades de muy difícil resolución. Por otro lado, países del continente registran avances conceptuales sustantivos, como el respeto a los pueblos originarios consagrado en la nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia o los avances en materia socio-sanitaria que representa el programa venezolano Misión “Barrio adentro”.

Nuestro panorama nacional es presidido por importantes leyes aprobadas en los últimos años. Dichas leyes amplían los derechos y brindan perspectivas transformadoras. Nos referimos a las leyes de derechos de los pacientes, de parto respetado, de asistencia a celíacos, de salud mental, de producción pública de medicamentos, entre otras. También se registran avances en la lucha teórica y práctica contra la hegemonía del mercado, creciendo en las disputas los enfoque basados en el concepto del derecho a la salud. Estos enfoques aglutinan los reclamos por mayor igualdad, por universalidad, por rescatar valores solidarios que den cuenta de que cada vida tiene igual valor.

De esta forma, fortalecer y priorizar lo público parece hoy más cercano, apoyado por debates abiertos sobre la inclusión de nuevas metodologías para la formación del perfil de profesionales que precisa la población. Estas innovaciones son palpables en universidades nacionales como la Universidad Nacional del Sur (UNS), la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). También de manera lenta pero sostenida, se puede destacar el avance en la Producción Pública de Medicamentos y el Uso Racional de Medicamentos; lo que puede ampliarse a vacunas, alimentos y tecnología. En todas estas áreas la concepción social se abre paso –de modo lento, pero seguro– presagiando debates y transformaciones que requieren períodos largos y sostenidos de acción gubernamental y estatal.

Para finalizar, la Medicina Social invita a una mayor movilización y participación de los trabajadores de la salud y de la población en el reclamo de mejores sistemas y servicios de salud. De la misma manera, entendemos que es necesaria una reforma que marque un rumbo en sintonía con los intereses populares y abierta a la participación, consideramos que es un punto en la agenda política impostergable. La Medicina Social pide la palabra y tiene mucho por aportar…




Declaración pública del XIII Congreso Latinoamericano de Medicina Social y Salud Colectiva

Las personas participantes en el XIII Congreso Latinoamericano de Medicina Social y Salud Colectiva, celebrado en San Salvador (El Salvador), entre los días 22 y 26 de noviembre de 2014, después de analizar en profundidad las experiencias, los acumulados, las debilidades y las oportunidades para avanzar, según el tema central del congreso, desde el saber y el poder popular hacia una nueva sociedad para el “buen vivir”, declaramos:

1. Reafirmamos nuestra lucha por la realización colectiva del derecho a la salud y todos los derechos interdependientes, humanos y de la naturaleza, como una ruta posible para la construcción de una nueva sociedad equitativa y libertaria, respetuosa y promotora de la vida del planeta, hacia un nuevo socialismo comunitario, como está enseñando al mundo el pueblo boliviano.

2. La destrucción de los sistemas universales y públicos de salud y seguridad social, construidos en el mundo a partir de la lucha social en el siglo XX, es inaceptable, injusta y peligrosa para la vida. Este es el resultado del repunte del neoliberalismo en Europa, en el marco del nuevo régimen de acumulación capitalista basado en los servicios informacionales, entre los que se encuentran los medicamentos y las tecnologías de atención en salud. Después de haber intentado destruir lo público en los países latinoamericanos en la década del noventa del siglo pasado, el capitalismo global viene por el acumulado social del Estado de Bienestar europeo. Esto sólo favorece a los grandes negociantes del complejo médico industrial y financiero de la salud en el mundo, a expensas del sufrimiento, el dolor, la discapacidad y la muerte de muchas personas, ya no sólo del Sur Global. La promovida “cobertura universal de salud” y “los pisos pensionales” son funcionales a esta lógica de acumulación a través de la vinculación entre el aseguramiento y la capacidad de pago individual. Requerimos sistemas universales de salud y protección social, públicos, gratuitos, desmedicalizados, recuperadores del saber aborigen y la interculturalidad, que promuevan la salud y el “buen vivir”.

3. Gracias a las masivas y diversas expresiones de los pueblos se logró limitar esta arremetida neoliberal en varios países latinoamericanos y comenzar a construir, como está ocurriendo en El Salvador, en el Estado Plurinacional de Bolivia, en la República Bolivariana de Venezuela, en Brasil, entre otros, una ruta posible de recuperación de lo público y de desmercantilización de los bienes comunes, para desarrollar plenamente la interculturalidad y el concepto del “buen vivir”. Desde el acumulado latinoamericano de lucha antineoliberal, por los derechos humanos en medio de una nueva relación con la naturaleza, expresamos todo nuestro apoyo y solidaridad con la lucha de los pueblos europeos para la recuperación de sus sistemas públicos universales de protección social y su reorientación hacia un nuevo proyecto civilizatorio.

4. Reconocemos la existencia de nuevas estrategias neoliberales que acuden a información falsa o distorsionada y a la promoción de la violencia en los países que han avanzado en algún sentido diferente a las exigencias del capitalismo global. Sin duda las presiones sobre los gobiernos alternativos han sido estructurales y coyunturales, limitando los alcances de sus realizaciones. Entre tanto, gobiernos neoliberales dedicados a dar las mejores condiciones a los negocios legales e ilegales acuden a la represión y al terror de Estado contra los movimientos sociales, tal como ocurrió en el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México. En este contexto de polarización es necesario reconocer e impulsar la fuerza transformadora de la movilización social, para construir desde el poder popular el nuevo proyecto civilizatorio y exigir la descriminalización de la protesta social por parte de estos gobiernos. Es necesario tomar con toda profundidad el proyecto de construir sociedades equitativas y libertarias para una paz con justicia y dignidad.

5. ALAMES manifiesta su rechazo a la presencia de las tropas de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) y exhorta a los gobiernos de América latina, que aportan a la militarización de Haití, al retiro inmediato de ellas. Asimismo, exige la liberación de los cinco héroes cubanos sometidos a una injusta prisión por parte el gobierno de Estados Unidos.

6. La lucha antineoliberal no es simplemente ideológica. Se trata de una disputa por la superación del modo de acumulación capitalista que han venido librando muchos pueblos de América latina. El extractivismo atado a la financiarización y al consumismo de bienes informacionales no hace más que destruir y agotar los recursos del planeta, para reproducir la opulencia de unos pocos y el hambre de muchos. Las rutas de la lucha anticapitalista, los sujetos políticos y las acciones colectivas son múltiples y diversas, pero es necesario avanzar de manera decidida y profunda, en la articulación sistemática de los muchos esfuerzos locales, para expandir su potencial transformador.

7. ALAMES, en sus 30 años de construcción de pensamiento crítico en salud desde América latina para el mundo actual y futuro, se compromete a propiciar nuevas formas de articulación entre la producción de saber, la formación en salud, los movimientos sociales por la salud, en la acepción amplia del “buen vivir”, y los gobiernos progresistas, con el sentido político de construir, desde el cotidiano de las familias, las comunidades, los escenarios de trabajo, las escuelas y las universidades, hasta las instancias de un nuevo Estado, un proyecto civilizatorio que supere la depredación sistemática, la explotación y el despojo del capitalismo global hegemónico.

8. Llamamos a los pueblos del mundo, en especial a los jóvenes y a los movimientos étnicos y de género, a aunar esfuerzos para develar la enorme destrucción capitalista y a construir, desde la diversidad, una sociedad equitativa y en paz, en la que la vida, humana y no humana, pueda ser realizada a plenitud, sin humillación, con dignidad.

Autorxs


Giglio Prado:

Médico UBA. Docente de Medicina Social / Carrera de Medicina de UNLAM (Universidad Nacional de La Matanza). Miembro de ALAMES (Asociación Latino Americana de Medicina Social).

Verónica González:
Odontóloga. Tesista de la Maestría en Salud Pública UBA. Docente de Medicina Social / Carrera de Medicina de UNLAM (Universidad Nacional de La Matanza). Miembro de ALAMES (Asociación Latino Americana de Medicina Social).