Irán: la mujer en la sociedad actual

Irán: la mujer en la sociedad actual

La sociedad iraní es multicultural; está compuesta de etnias que conservan y preservan sus propias tradiciones, religiones, costumbres, lenguas. Esta característica marca la diferencia con otras sociedades y culturas de la región, ya que aquí el factor para analizar no es solo la mujer iraní sino el conjunto de todos y cada uno de los grupos que conforman el Irán de hoy.

| Por Ana María Siri |

“El problema no es en absoluto el choque de las civilizaciones. Es el choque de la ignorancia…”
Edward Said

Los cambios en Irán son relativamente nuevos. Shah Reza –fundador de la dinastía Pahlevi– tomó el poder en 1925 y fue quien comenzó con la modernización de Persia. La educación fue uno de los temas prioritarios: llegaron maestras extranjeras a tierras persas y se establecieron las primeras escuelas para mujeres.

En la revolución de 1979 fueron muchas las mujeres que participaron y permitieron la llegada de Khomeini al poder. También fueron muchas las que una vez establecida la Republica Islámica, estuvieron prisioneras, muchas otras fueron al exilio, otras fueron ajusticiadas, otras con los años regresaron, y otras nunca partieron.

Todas lucharon y luchan por los derechos de la mujer y el niño, por los derechos a la herencia en iguales condiciones que sus hermanos, por la libre expresión y por la reforma del derecho de familia.

La lucha de la mujer en Irán está siempre presente; hay voces continuamente dentro del país que se hacen y dejan oír.

A pesar de las limitaciones –entre las que se encuentran los controles callejeros para garantizar el buen uso del manteaux y hejab– la lucha no ha cesado; el camino es lento, pero como dice mi amiga Nasrim –abogada con mucho compromiso por la lucha de los derechos de la mujer y el niño–, lo importante es trabajar y hacer los cambios desde dentro de la sociedad, esto llevará más tiempo pero el espacio a nivel legal se va logrando y al sentar precedentes jurídicos perdura y ahí es donde se generará el cambio real.

En la sociedad iraní posrevolucionaria, los jóvenes, llamados por algunos autores Hijos e Hijas de Khomeini, ocupan un lugar importante. Ellos han experimentado los cambios profundos de la sociedad, sufrieron y murieron por miles en la guerra con Irak y han sido parte de la transformación ideológica.

En todo este proceso las Hijas de Khomeini no se quedaron en casa sino que salieron a luchar por sus derechos para convertirse en ciudadanas, se incorporaron a la fuerza de trabajo y contribuyeron a crear la identidad de la mujer iraní actual.

Con respecto a la vestimenta islámica, muchas de ellas utilizaron el chador como un instrumento para posibilitar su salida de la casa paterna y la incorporación a la universidad, oficina o puesto de trabajo externo.

La mujer iraní, después de la guerra Irán-Irak, se fortaleció, ya que de alguna manera logró modificar su participación en la sociedad. Hoy en las universidades son ellas las que cubren más de un 60% de los puestos estudiantiles, más del 75% finaliza sus estudios, y muchas cuentan con hasta más de dos carreras universitarias. De este modo, la mujer iraní ha logrado insertarse lentamente en la estructura socio-política-administrativa del país.

En todos los eslabones de la sociedad de hoy la mujer iraní ocupa cargos directivos: las hay científicas, periodistas, maestras, ingenieras, parlamentarias; como se vio reflejado en las últimas elecciones en las cuales por primera vez en la historia del país el Parlamento contará con más mujeres que clérigos.

Estas mujeres son conscientes de que podrán generar pocos proyectos en el Parlamento, se consideran moderadas y muchas de ellas sin experiencia parlamentaria. Sin embargo, lo que importa es que lograron ocupar un lugar, un espacio que las nuevas generaciones tienen la obligación de hacer crecer en pos de sus objetivos.

Aunque la educación es de por sí uno de los factores generadores de cambio, no necesariamente es un factor decisivo para modificar el comportamiento de la sociedad. En el caso de la Republica Islámica de Irán, la educación en la mujer jugó un papel fundamental para comenzar a quebrar la estructura patriarcal imperante.

No obstante, los clérigos, a través del imperio de la Sharia –ley religiosa que interpreta el Corán de diversas maneras– y las Fatwas –leyes que son dictadas por ayatolas–, regulan de alguna manera el comportamiento de la sociedad y se ocupan de temas tales como la sexualidad y el control de la natalidad.

En cuanto a este último, la planificación familiar acompañada de mayor aceptación de métodos anticonceptivos, por ejemplo, ha generado un descenso en la tasa de natalidad en los últimos diez años.

El divorcio, otro tema que preocupa a los clérigos, se ha triplicado de 50.000 registrados en el año 2000 a 150.000 en el 2010.

La edad de casamiento también ha variado: en las mujeres se pasó de 24 a 30 años y en los varones de 20 a 28 años. Estas transformaciones que conciernen a la mujer como transmisora de valores preocupan al clero, ya que desestabilizan de alguna manera el statu quo existente en la sociedad iraní. Se debe tener en cuenta que el 68% de la población es menor de 30 años, siendo la República Islámica de Irán uno de los países con población más joven y donde predomina la mujer como transmisora natural de cambios.

En las últimas crisis económicas internas de Irán muchas mujeres han tenido que salir a trabajar y han sostenido y sostienen a la familia, son ellas las que cuentan con trabajo o buscan trabajos alternativos para salir adelante y han desplazado de alguna manera al hombre como cabeza de familia.

Los cambios que se vienen manifestando generan enfrentamientos dentro de la célula familiar y el entorno; la cultura patriarcal sigue siendo fuerte, los valores ortodoxos se mantienen en las clases sociales tradicionales sobre todo en los pueblos y provincias. La sociedad iraní es consciente de que el cambio –que es lento, inevitable y sin retorno– ya se comenzó a vislumbrar, aunque para los ojos occidentales parezcan solo un maquillaje.

La mujer iraní tiene una personalidad muy marcada, su presencia se hace sentir donde esté; es luchadora y emprendedora, no es sumisa, es valiente; vivió muchos años de guerra viendo morir padres, hermanos, maridos, hijos; ella se fortaleció de tal manera que hoy es un eslabón fundamental en los cambios que se generen en la sociedad y que muy lentamente vamos viendo.

La mujer iraní, a pesar de lo que Occidente piense, es la más libre, la que más opciones tiene en comparación con la parte del mundo que la rodea. En ese sentido, es la que más se asemeja a la mujer occidental, es contestataria y luchadora. Han avanzado y seguirán avanzando con sus tiempos, herramientas y mecanismos, defendiendo sus derechos y los de sus hijos.

Autorxs


Ana María Siri:

Licenciada en Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.