| Por Claudia Loyola | Desde el discurso oficial se cuestionan la politicidad, las tensiones y el pensamiento crítico inherentes a la conducción pedagógica. Frente a esto, el desafío es plantear una gestión abierta a lo heterogéneo y a lo divergente, que desnaturalice ciertas prácticas para proponer a la educación como una tarea social compartida y un proyecto colectivo.