| Por Julio César Neffa | El desempleo, el trabajo precario y el trabajo informal han sido una constante en los años de democracia. Su persistencia es un flagelo que tiene repercusiones inmediatas sobre el nivel de vida de los trabajadores y sus familias. Desde hace un lustro disminuyen las tasas de actividad y de empleo, lo que significa que de manera alarmante está creciendo la población económicamente inactiva. Por eso, adoptar políticas orientadas a combatir el desempleo y generar nuevos empleos productivos de calidad es una imperiosa prioridad social.