| Por Martiniano Nemirovsci | Desde hace años, Estados y empresas vigilan los movimientos de los usuarios en la red global. La magnitud del ciberespionaje supera todo lo imaginado. Estas actividades no son practicadas únicamente con fines de seguridad o defensa, sino también en persecución de fines comerciales. ¿Qué solución se puede encontrar a un problema que afecta tanto la privacidad de las personas como la soberanía de los Estados?