Sexualidad y salud mental

Sexualidad y salud mental

La autora da cuenta de las distintas dimensiones de la salud sexual que influyen en tanto factores fundamentales para la construcción de vínculos entre las personas en la actualidad.

| Por Andrea Orlandini Cappannari |

La relación de reciprocidad entre salud mental y salud sexual

Según la OMS “se define la salud mental como el estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. No es solo la ausencia de enfermedades, sino las capacidades de poder dar respuesta resiliente y creativa a situaciones difíciles, imprevistas, desde un lugar de aprendizaje y crecimiento. Entre ellas se cuentan las habilidades, atributos sociales y emocionales individuales, así como las interacciones sociales positivas, la educación y la cohesión social, entre otras.

Tener salud mental es un privilegio, implica además poder dar cuenta de nuestra subjetividad, enunciar nuestras vulnerabilidades como partes indiscutidas de amor propio y autocuidado.

Asimismo, la salud sexual la constituyen las capacidades humanas que se enfocan de manera positiva, como derecho humano fundamental, poder vivenciar, experimentar, disfrutar e intimar consigo mismo/a y con tus otros/as significativos, de manera responsable, respetuosa, sin violencias ni discriminación, aprendiendo y experimentando desde distintas pedagogías del placer.

Este camino transitado dentro de una institución educativa, en mi función como responsable del Departamento de Salud, poblada de personas de todas las edades, funciones, necesidades, padeceres y aprendizajes, junto a una comunidad educativa y no educativa y acompañando a mis pacientes se aprende junto y con ellos la importancia de la red, del andamiaje social y la cultura del cuidado y la mirada.

En todo el recorrido como psicoterapeuta, educadora sexual y sexóloga, he evidenciado a lo largo de mi experiencia que dentro de la comunidad con la cual he compartido varios aprendizajes es importante el intercambio de miradas diversas y la multiplicidad disciplinaria.

Es justo ahí, junto a los niños, niñas y adolescentes (NNA), a esas docencias y familias que solicitan información, donde la escucha activa se acerca como la mejor manera de acompañar y cuidar dentro del contexto pandémico y pospandémico, en el cual cobran tanta relevancia la salud mental humana y la salud vincular, para atravesar, aprender y proyectar.

Estas sensibilidades y fragilidades trajeron consecuencias y pusieron en un primer plano la vulnerabilidad de la salud mental de nuestras infancias, adolescencias y adulteces.

Por ello planteo la importancia y necesidad de desarrollar programas conjuntos, interdisciplinarios, en los cuales la salud pública abarque la salud mental articulada a la salud sexual y vincular humana, y donde se pueda incorporar herramientas y recursos desde edades muy tempranas para poder proveer a las comunidades intervenidas estrategias y políticas de gestión concretas.

Contemplamos la necesidad de poder implementar programas que integren las diferentes creencias, prácticas sexo-afectivas y donde se integre el papel de la sexología en programas de salud, en especial en las actividades de planificación familiar, la sexualidad humana sea contenido y metodología de enseñanza en las distintas profesiones de la salud, y se ofrezcan modelos de tratamientos y acompañamientos que satisfagan las necesidades prioritarias en diversos contextos socioculturales y que puedan ser adoptados por los trabajadores de la salud en general.

Pensamos en la sexualidad como una de las áreas donde nos constituimos como humanos carentes y/o dadores de amor y erotismo.

La sexualidad nos acompaña a lo largo de nuestras vidas y nos ofrece identidad. ¿Quiénes somos, qué somos para los otros que nos rodean? ¿A quién deseamos y extrañamos?

A su vez la salud mental es el repertorio que tenemos los humanos para registrar, conectar y articular respuestas frente a nuestro entorno: bio-psico-socio y afectivo.

¡Qué importante es poder pensar en la salud sexual de las personas en su verdadera naturaleza intrapersonal y social vincular!

Una predisposición activa a vivir nuestra sexualidad depende de factores psicológicos o psicoemocionales. La depresión y el estrés son los principales causantes psicológicos en la falta de conexión y capacidad de gestión de nuestra sexualidad y erotismo.

Desde miradas más biologizantes y quizás patologizantes, observamos la estrecha articulación que se establece entre la pérdida de la salud mental, cualquier afección que afecte la salud o bienestar general y las consiguientes desconexiones y padeceres dentro del universo sexual humano.

Los factores ambientales relacionados con la pareja y su entorno tales como: la relación con el trabajo, la puesta de límites, la fatiga crónica, los problemas económicos, los conflictos de pareja no resueltos, las violencias y los pocos espacios para la intimidad influyen negativamente en la capacidad para desear, disfrutar y compartir.

Si hay estrés mal manejado (distrés), se altera la vida vincular e íntima de forma progresiva y se reproducen frustraciones, tristezas y sensaciones de ajenidad con nuestro respectivo mapa corporal y erótico, activando zonas de conflicto y distintas violencias.

La importancia de la educación sexual para todas las personas

La educación sexual da respuesta a muchos interrogantes y se ofrece como una generosa solución para los profesionales de la salud porque implica la promoción y la prevención de la salud mental, sexual y vincular. Su importancia radica en una asertiva implementación, en la vida de todas las personas y a lo largo de diferentes etapas. Superar dimensiones del recorte bio-reproduccionista-sanitarista al contemplar además aspectos socio, psicoafectivos y simbólicos. Sus distintas áreas contemplan el aporte de recursos en la apropiación de información necesaria y vital en la prevención de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y en el aporte de estrategias y herramientas a jóvenes en sus experimentaciones, conformaciones de identidades eróticas y saludables elecciones de pareja.

Se abordan las conductas de riesgo, la co-construcción de vínculos saludables y de elementos de autocuidado.

Trabajamos en equipos desde la escuela en la reproducción de sentidos frente a señales de alerta que invitan a la reflexión. Observamos prácticas concretas que se traducen en agresión y desprecio en normas y creencias sociales profundamente arraigadas.

Es tan visible y emocionante poder intervenir y dar lugar cuando aparece la importancia de una asertiva educación sexual que visualice y reconozca las diferentes formas en las cuales se expresan las violencias y se manifiestan. El privilegio de recibir educación sexual es una estrategia específica de promoción de derechos, de la generación de espacios de reflexión y de construcción de otras formas posibles de vincularnos y de generar afectos, y de relaciones libres de violencia. Poder acompañar a nuestras juventudes en la construcción de nuevas subjetividades basadas en respeto, en cuidado personal y colectivo, trabajando también en la prevención de violencias en los noviazgos, en situaciones de trastorno de conductas alimentarias (TCA), en la detección precoz de depresión infantil y adolescente, situaciones de violencia, abuso sexual, etcétera.

La carencia de esta información traería como posible consecuencia un armado de falsas creencias, estereotipos y un posicionamiento rígido en el vivenciar una sexualidad: genital, coito-céntrica y hétero-normativa, mono-normas, orgasmo-céntricas con restricciones e inhibiciones.

En la clínica de parejas, desde una mirada sistémica-sexológica, las intervenciones estratégicas intentan des-articular lo anterior recibido, heredado mediante una re-educación sexual, re-creando una sexualidad diferente.

Es vital la de-construcción paradigmática de los cuerpos, el permiso, el placer y la comunicación. Encuentros y desencuentros, intimidad emocional y física se presentan cual danza, donde el erotismo es expresión lúdica del amor adulto.

La promoción y difusión de la educación sexual desde una perspectiva de género es una herramienta indispensable en la co-construcción de la salud sexual de personas, parejas y familias que enriquecen según la etapa del ciclo vital su universo erótico como derecho esencialmente humano.

La salud sexual vincular y la comunicación como herramienta indispensable hacia un camino de nuevos acuerdos de amor

Lo personal y vincular es político, por ello los procesos psicoterapéuticos también contemplan promover cambios estructurales de la salud mental y sexual. Poder re-pensar esos mandatos y esas posiciones donde las personas se ubican y generan entre sí malestar.

En una psicoterapia con perspectiva de género se cuestionan algunos saberes, se revisan criterios de diagnóstico.

Esta perspectiva psicoterapéutica traduce cierta sintomatología, deposita en el lenguaje y en las posiciones de poder el padecer dentro de un vínculo de pareja. En el mismo el cuerpo habla, denuncia, tiene memoria y nos narra sus propias violencias. Dentro de sus espacios, empodera la feminidad, desprovista históricamente de relaciones simétricas y se repiensan las relaciones, no necesariamente hétero-norma y monogámicas normadas culturalmente. Hablamos de identidad, de sexualidades, disidencias y diversidad.

Lejos de patologizar las secuencias vinculares, se re-piensan maneras circulares, dinámicas de comunicación y la desarticulación de las partes involucradas. Co-responsabilidad sexo-afectiva.

Se comparten y re-construyen experiencias de violencias: de género, vinculares, de instituciones, familiares y sexuales.

Es dentro de estos con-textos que se habilitan nuevas narrativas donde la comunicación juega un papel fundamental. Estos espacios psicoterapéuticos posibilitan mediante la circulación de la palabra que las intervenciones estratégicas intenten des-articular lo anterior recibido, heredado mediante una re-educación sexual, re-creando una sexualidad diferente.

Trabajando en el orden de la comunicación, el/la psicoterapeuta sistémica relacional, desde una mirada sexológica, se contempla la posibilidad de co-construir un puente, expresión, andamiaje, restablecimiento, re-aprendizaje de nuevas formas de amar, el propio y el cuerpo del otro. Son tiempos para compartir, donde se re-quieren nuevos posicionamientos, alternantes, primero disonantes, luego complementarios, de voces y ritmos.

Esto sería posible si ambos integrantes están interesados en re-pactar un nuevo modelo vinculado con nuevas propuestas y nuevas elecciones. Solo desde la asertiva comunicación podemos llegar a esa intimidad no intimidante que genere aperturas del respeto y la necesaria empatía validante.

Conclusiones

Una educación sexual afectiva y asertiva recibida desde la infancia o adolescencia permite entre otras cosas la apertura. Percibir el crecimiento individual del otro como enriquecedor y fuente de admiración. Dos humanos que, independientemente del género, sin estereotipos puedan seguir creciendo con diferentes ritmos.

En aquellos vínculos donde se presentan disfunciones en el orden de la comunicación erótica y un desencuentro, es frecuente una salud sexual y mental con posibilidades de re-aprendizajes.

Ahí donde no hubo educación sexual predominan la ignorancia, falsas creencias, una distorsión del esquema corporal y de las capacidades del sujeto para disfrutar.

Aparecen cicatrices emocionales e incapacidades para registrar, nombrar el disfrute. Voces que inhabilitan la intimidad física y emocional.

Cómo especialista en parejas trabajo con el amor y muchas veces la ausencia de salud mental y las disfunciones vinculares provienen de falsas y erróneas creencias con respecto a quiénes somos y quiénes creemos que somos para nuestros otros significativos.

La ausencia de herramientas y de recursos puede ocasionar una distorsionada relación con la imagen corporal y generar disfunciones sexuales que traen en consecuencia ansiedad, estrés y angustia individual y vincular.

Nuestro trabajo psicoterapéutico será entonces el de reconstruir un relato posible para cada una de estas personas y poder aportar una instancia de apropiación del placer, del amor y la intimidad.

Como profesional de la salud sexual propongo articular ciertas prácticas para lograr disfrutar de una sexualidad saludable, equilibrada y una mejor y mayor conexión con nosotros mismos/as y con nuestros vínculos más íntimos, porque a final de cuentas lo más importante, lo que realmente cura, es el vínculo.

En el proceso de nuevas apropiaciones, el espacio terapéutico ofrecerá autenticidad, circulación de nuevos significantes. En algunas oportunidades hablamos de una posible re-educación sexual, lo que no se pudo incorporar antes, hoy se ofrece como posibilidad, opción para aportar una mirada que desmitifique y permita facilitar la transmisión de sentires, escucha, empatía, aceptación de no modelos ideales, roles, lugares de equidad, compartidos con respeto.

Una nueva posibilidad de sanear y reparar esa tan necesaria salud sexual y vincular.

Las parejas que podrán sortear los conflictos serán no las que carezcan de ellos, sino las que aprendan a resolver distancias con palabras, miradas, caricias, simetrías y complementariedades.

En palabras de Esther Perel: “El erotismo nos desafía a buscar un tipo diferente de resolución, a entregarnos a lo desconocido e inasible y a romper los confines del mundo racional”.

Es por ello que educación, salud y sexualidad van tan amorosamente entrelazadas en la búsqueda de la libertad de elegir, amar y desear.

Autorxs


Andrea Orlandini Cappannari:

Licenciada en Psicología (UBA). Especialista en Familias y Parejas. Educadora Sexual. Sexóloga clínica.