Mujeres del conurbano, constructoras del tejido social

Mujeres del conurbano, constructoras del tejido social

Analiza los cambios en el rol que la mujer ha tenido a través del tiempo en los procesos de organización comunitaria, una de las herramientas más importantes a la hora de dar respuesta a los segmentos más vulnerables del conurbano bonaerense.

| Por Agustina Pan Oyhamburu |

“Ese peldaño menos, esa desigualdad permanente marcó la necesidad e idea de una herramienta que posibilitara una mirada específica para la implementación de políticas públicas. Políticas que nunca antes tuvieron en cuenta las condiciones en que se desenvuelve la vida de las mujeres de la provincia”. Consejo Provincial de la Mujer

Introducción

En el marco de los procesos políticos, sociales y económicos en que nos encontramos como sociedad resulta fundamental comprender la relevancia del rol de la mujer y de las mujeres de los barrios más humildes del conurbano bonaerense.

Ellas, como agentes dentro de las comunidades, fueron construyendo una tradición que se fue consolidando en el conurbano bonaerense desde el regreso de la democracia.

En los distintos momentos históricos se vieron obligadas a desarrollar diferentes roles, siempre cumpliendo tareas de articuladoras, contenedoras de las situaciones más críticas y de los momentos más difíciles en la comunidad. Las crisis económicas las hicieron visibles como los eslabones más fuertes en las cadenas comunitarias, ya que usualmente los hombres, o están buscando trabajo o están trabajando y no cumplen el rol de sobrellevar las crisis de manera colectiva ante la situación crítica del núcleo familiar a lo largo de todo el día, todos los días.

Mujer política

Hace algunas décadas, Juan Domingo Perón había creado dentro del Partido Justicialista con Eva Duarte de Perón la rama femenina, al igual que la sindical y la de la juventud. Ya para aquel entonces, en la década de los cuarenta, las mujeres se incorporaban a la vida pública a través de tareas de cuidado y de atención a terceros, siendo secretarias, enfermeras, asistentes de quienes definían la política o de aquellos en el ejercicio del poder. Recién en 1949 las mujeres fueron incorporadas como ciudadanas plenas con derecho al voto.

Desde sus orígenes, el peronismo se caracterizó por llevar adelante políticas de inclusión de la mujer en la vida pública y en la política. Este espacio fue abierto por Eva Duarte de Perón, en el ámbito de la política social y orientada a la familia. Las posiciones políticas tradicionales, vinculadas a los cargos jerárquicos y los lugares de representación, eran un ámbito reservado a la figura masculina. La política era un ámbito masculino, tanto en los lugares de decisión gubernamental como en las organizaciones de base.

Como antecedente, como resalta Patricia Sepúlveda, “entre los años 1960 y 1970, en América latina se produjo un notable aumento de la participación femenina en la vida pública. Este protagonismo fue acompañado de cambios significativos a nivel cultural, familiar, de las relaciones entre los sexos y la sexualidad” (…) “Durante este período, en la Argentina se vivió un proceso de politización y movilización crecientes del que las mujeres fueron activas participantes” (2015).

Con la vuelta de la democracia el escenario político transitó transformaciones, en la política en general y en particular en relación al lugar de las mujeres.

Consejo Provincial de la Mujer (decreto 17/87)

El Consejo Provincial de la Mujer (CPM) creado por Antonio Cafiero fue sostenido por un grupo de mujeres que pensaron este proyecto1 y fueron acompañadas por 100 mujeres representativas de cada municipio, sectores sociales y partidos políticos.

Centralmente participaron dentro de la gestión en el diseño de políticas públicas para intervenir a través de diferentes líneas en el desarrollo de las comunidades posicionando a las mujeres como las agentes principales. Este proceso político social, llevado adelante durante los años ochenta y noventa, en los sectores más desprotegidos económicamente incluyó el desarrollo de las siguientes líneas de acción resumidas por Aritz Recalde:

● Diagramación de políticas sectoriales para elaborar diagnósticos sobre la situación de la mujer. ● Desarrollo de tareas en conjunto con todos los niveles de gobierno provincial y firma de convenios con diversas instituciones no gubernamentales. ● Impulso del protagonismo femenino para la erradicación de la discriminación. ● Primeras Comisarías de la Mujer. ● Primeras jornadas provinciales de Mujeres que trabajan. ● Ferias artesanales de mujeres. ● Programas de Mujer y empleo del Banco Provincia. ● Primeras jornadas de trabajo del servicio doméstico. ● Centro de Información y Asesoramiento para la Mujer (CIAM). ● Construcción de Jardines Maternales. ● Programa radial de Mujeres Trabajando. ● Comedores sociales. ● Programas sociales, como el Programa OLMOS (Sistema carcelario). ● Albergues granja. ● Talleres Protegidos (2018).

La formación política, en oficios, en prácticas y en la formación general también fueron algunas de las áreas abordadas. Asimismo, se desarrolló la estrategia de crear organización popular, organización comunitaria. Las mujeres del CPM, cuando reflexionaban sobre el proyecto, hicieron un fuerte hincapié en la organización. “El descreimiento de una sociedad marinada con amplios sectores excluidos del sistema y lesionados en su autoestima y sentido de la dignidad, llevó al gobierno provincial a plantear la participación comunitaria como uno de los ejes fundamentales de acción. Había que inducir todos los mecanismos de participación posible para reconstruir un entramado social roto en sus intermediaciones y en su fuerza para producir cambios”, expresaban en la publicación Mujeres Bonaerenses en 1991, del Consejo Provincial de la Mujer. Este eje es central a la hora de pensar la trascendencia que tuvo el proyecto del Consejo Provincial de la Mujer a lo largo del tiempo. El proyecto político dejó una huella muy profunda en las comunidades del conurbano bonaerense donde el CPM tuvo un gran alcance, y donde la memoria colectiva y barrial permitió rescatar la herramienta de la organización a los sectores más esmerilados durante la crisis de los diez años siguientes.

Hasta entonces la mayoría de los dirigentes peronistas varones avalaban esta focalización y habían colaborado a través de los años para que el espacio de la mujer en política estuviera dentro de estos límites.

A partir de las inquietudes que presentaban las mujeres peronistas se abordó un esquema de planificación, diseño, gestión e implementación de políticas públicas orientadas a las mujeres, por mujeres. En este momento se decidió tomar el modelo paulista (Brasil) para adoptar una estructura acorde con la realidad de la mujer bonaerense y con los mecanismos federales de organización de la Nación Argentina. Se buscaba a través de este modelo la articulación con los ministerios para promover programas que incluyeran la problemática de la mujer, la participación en el gabinete, elaborar diagnósticos a través de técnicas de investigación, proponer políticas globales para los problemas de la comunidad, promover formas igualitarias de participación de las mujeres en la sociedad y promover el cumplimiento de la Convención contra toda forma de Discriminación de la Mujer de las Naciones Unidas. “Recién estrenadas en la tarea institucional, el asunto ya no pasaba por tener el lugar. Ahora había que ganárselo. Y ahí estábamos firmes, escondiendo muestras inseguridades y contradicciones. Por primera vez un organismo conformado por mujeres lograba introducirse en la órbita del poder”, reflexionaban las mujeres que conformaron el Consejo Provincial de la Mujer.

La conformación del grupo renovador2 comenzó a reflejar la participación de las mujeres en la vida partidaria del peronismo nuevamente.

En la provincia de Buenos Aires y centralmente en el conurbano bonaerense, el peronismo hizo historia, por el lugar de protagonismo que tuvieron los sectores postergados en las formas de participación social. Pero luego de esta etapa, la proscripción del peronismo y las dictaduras que buscaron despolitizar a la sociedad y aislar a los individuos, la sociedad avanzó en un proceso de descreimiento en el sistema de representación, entre otras consecuencias. Ante este escenario, Antonio Cafiero, de la mano del Consejo Provincial de la Mujer, impulsó una fuerte tarea a lo largo de la provincia de Buenos Aires orientada a promover la participación comunitaria como eje central de la acción y la promoción política. Las mujeres que trabajaron desde el CPM interpretaban que ese deterioro que se había dado en la sociedad no había dañado de la misma manera a las mujeres. La organización espontánea, para dar respuestas a los problemas que surgieron en la vida cotidiana, fue propia de las mujeres, quienes desde sus barrios se movilizaron, por encima de los condicionamientos, cuando entraron en juego sus intereses vitales. El ejemplo de la fuerte y constante resistencia que ejercieron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es una gran referencia a la hora de pensar y caracterizar a las mujeres y su rol histórico ante la adversidad.

Comprendiendo las dificultades que se les presentaban a las mujeres a la hora de involucrarse en política, el Consejo tuvo como objeto apoyar la acción de las mujeres vigorizando las agrupaciones de base, e impulsando el formato de desarrollo territorial que se daba a nivel provincial reproduciéndolo en cada municipio. De esta manera, existiría un Consejo Municipal de la Mujer en cada uno de los 127 municipios de la provincia (hoy 135).

Al CPM se sumaron también otras iniciativas como el CERPARJ3 que potenciaban su accionar.

Consejo Provincial de la Familia y el Desarrollo Humano

Para la asunción del gobernador Eduardo Duhalde en 1991, las políticas desarrolladas en torno al proceso económico que se iniciaba cambiaron de manera vertiginosa.

Se inició un proceso de descentralización de la organización del Estado, traspasando muchas de las responsabilidades que antes desempeñaba el Estado nacional a los Estados provinciales y municipales. En el marco de la reestructuración de la provincia de Buenos Aires, Duhalde cambió las líneas que venía trabajando Antonio Cafiero, en cuanto a política de género y a la familia.

El Consejo Provincial de la Mujer fue convertido en el Consejo Provincial de la Familia y el Desarrollo Humano (CPFDH), que quedó en manos de la esposa del gobernador. Hilda “Chiche” Duhalde realizaba críticas al planteo anterior, basadas en el tinte feminista que tenía el Consejo Provincial de la Mujer, realzando un proceso de trabajo y desarrollo basado en la familia con el hombre y no en contra del hombre. El avance del feminismo para aquel entonces no era fuerte, sin embargo se le daba desde el gobierno de Duhalde una connotación negativa.

El organismo se dedicó a llevar adelante las políticas sociales en búsqueda del fortalecimiento barrial, en las zonas más humildes del conurbano bonaerense. El proceso de organización se llevó adelante en torno al modelo de descentralización del Estado en el marco de la estrategia de aquellos organismos internacionales que financiaron el achicamiento del Estado. A través de los documentos podemos identificar la construcción de un relato despolitizador en el desarrollo de las políticas sociales focalizadas. De esta manera se estigmatizaban los procesos políticos que precedían la llegada del Plan Vida. Se encasillaron los procesos previos en el estigma de políticas clientelares impuras. El rol de la mujer fue complementado con la figura de los vecinos que participaban y legitimaban la labor cotidiana de las mujeres en su rol de articuladoras desinteresadas entre el Estado y la comunidad. La despolitización tuvo efectos positivos y efectos fuertemente negativos, los cuales serían semillas de la crisis de representación política en la que se caería para el 2001.

En la provincia de Buenos Aires el proyecto se enmarcó en el Plan Vida. En este contexto el plan adquirió una connotación social asistencial, la cual consistía en la provisión de leche para las madres y comadres que tenían como referente una manzanera en su barrio. Las manzaneras debían cumplir con los requisitos de ser mujeres con vocación de servicio, reconocidas por sus vecinos, no conflictivas, que no trabajaban fuera del hogar, buenas vecinas, en sus casas no podían funcionar comercios ni ser lugares de reuniones de partidos políticos. El proceso de organización era riguroso y no era compatible con la política partidaria. Aquel o aquella que estaban involucrados políticamente no podían ser referentes del Plan Vida o del Proyecto Lomas. Lo cual favorecía o exigía la participación del vecino común que hasta entonces no tenía un compromiso político con el barrio. Esta herramienta le permitió a Hilda “Chiche” Duhalde eliminar intermediarios entre la política que ella llevaba adelante y las mujeres del barrio. De este modo se dejaba afuera a los referentes políticos históricos de las comunidades, agregándole la cuota de discriminación positiva que implicaba un proyecto social solo desarrollado por y con mujeres.

La fuerte lógica comunitaria atravesó a los barrios del conurbano bonaerense durante la década de los noventa.

Plan Jefes y Jefas

El Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados surge en un contexto de crisis social, para contener y respaldar con un ingreso mínimo a las familias que no poseían ninguna entrada de dinero4.

Aquellos que percibían el plan eran los que se encontraban debajo de la línea de pobreza: para el 2002 alcanzaba al 57,5% de la población. En este sentido, este era un programa para abordar una contingencia proporcionada por la crisis económica, política y social. Pero no promovía ningún tipo de protagonismo de aquellos que formaban parte del plan. Este esquema de transferencia económica era pasible de caer en lógicas clientelares, pero era indispensable en un contexto de devaluación, creación de cuasi monedas, proliferación de clubes de trueque, poder garantizar un piso de ingreso para que los sectores más desprotegidos generaran un mínimo de circulación monetaria destinada al consumo.

Planes, programas y proyectos en el kirchnerismo

A partir del 2003, los planes disgregados que existían en calidad de transferencia de recursos continuaron, pero ahora con otros programas, o con la adaptación de los sistemas de transferencia. Bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social el Plan Manos a la Obra promovía emprendimientos con la premisa de que la economía social no solo fortaleciera el desarrollo local, sino que restituyera la demanda por trabajo genuino, como explica Florencia Pagliarone (2012). El vínculo de las organizaciones sociales era de colaboración con el gobierno que crecía en popularidad. Luego se implementó el Argentina Trabaja, entre otros programas que no le daban mayor relevancia a la mujer hasta el inicio del programa Ellas Hacen.

El programa se desarrolló de manera progresiva y en 2013 se implementó Ellas Hacen, con una fuerte perspectiva de género, vinculado a reforzar la presencia del Estado en los grupos de mujeres, expuestos a diversas situaciones de vulnerabilidad social. Solo podían percibir este beneficio mujeres, jefas de hogar, desocupadas, principalmente madres de más de dos hijos/as o de hijos/as discapacitados/as, o que sean o hayan sido víctimas de violencia de género. Como contraprestación, aquellas mujeres que no hubieran terminado los estudios secundarios debían finalizarlos y además eran pasibles de recibir otros tipos de capacitaciones en el área humana, así como capacitación en derechos de la mujer, para enfrentar en sus esferas privadas la salida de la situación de violencia de género a la que muchas estaban sometidas. Por otro lado, podemos señalar que faltó un ámbito de profundización en las relaciones comunitarias, vinculadas a fomentar la organización de las protagonistas, generar redes de articulación que fortalecieran a las mujeres de los barrios del conurbano, lugar donde tuvo un alto nivel de presencia y donde se hallaba la mayor población en situación de vulnerabilidad social. Al mismo tiempo el Plan Vida se sostuvo durante este período, pero la forma de distribución ya no tenía la misma connotación de organización comunitaria que en la década de los noventa. En el marco de este grupo de políticas de cara a las mujeres fue fundamental la consideración de las moratorias para las jubilaciones de amas de casa, por el gobierno de la primera presidenta mujer elegida y reelegida por el voto popular. Las jubilaciones eran para aquellas mujeres que no pudieron realizar aportes porque su actividad no era reconocida como trabajo formal.

Asignación Universal por Hijo como política social

La Asignación Universal por Hijo, igualadora en derechos y democrática, fue uno de los pasos más importantes que dio el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en materia de política social. Tendía a igualar, dentro de una comunidad, con contraprestaciones como la salud y la educación de los niños y niñas, en una sociedad con altas tasas de deserción escolar y falta de atención médica fundamental. Equiparar en salud y educación a poblaciones que se encontraban en problemas tan básicos, para pensar en mejorar la calidad de vida. De la mano de esta política se profundizó con la perspectiva de género que el gobierno venía implementando. De esta manera, la AUH la cobraron las mujeres de manera automática, ya que en la mayoría de los casos son las mujeres las que se hacen cargo de los hijos, ni hablar de llevar adelante las tareas de cuidado del hogar, no solo para con los hijos y las hijas sino también para con los padres y adultos mayores de las familias. Proponer esta prioridad para las mujeres está directamente vinculado a la alta proporción de hogares monoparentales (monomarentales) de los cuales casi siempre se hacen cargo las mujeres y quedan como sostén del hogar.

Reflexiones finales

Las prácticas fundacionales de participación política de las mujeres en el período de transición democrática dejaron cimientos fuertes en las prácticas de organización comunitaria en los barrios del conurbano. La base de organización comunitaria que dejó como huella el Consejo Provincial de la Mujer, en la provincia de Buenos Aires, fue altamente significativa y quedó como memoria en los barrios más vulnerables.

La despolitización de las prácticas de organización comunitaria llevada a cabo desde el gobierno durante los noventa fueron una semilla metodológica para la organización, por un lado, y fueron la semilla del “que se vayan todos” en el 2002, por otro lado.

La década de los noventa fue caracterizada por la existencia de redes clientelares en los sectores más carenciados. La compra y venta de voluntades a la hora de pensar la política de base fue uno de los rasgos de la época. Pero probablemente lo que permitió esta situación fueron las políticas focalizadas y la asignación de recursos a discreción por los gobiernos locales, pero, además, por los organismos internacionales que propiciaban escenarios de contención del conflicto social a través de mercadería o programas focalizados. Sin embargo, el discurso despolitizador acompañó la política social implementada por el duhaldismo, con un discurso antipolítica que estigmatizaba a los referentes barriales, que muchas veces eran el nexo con los concejales locales y las patas políticas del territorio. La estigmatización de la política como herramienta de transformación se basó en lo discursivo, mientras que por el otro lado se fomentaban nuevas referentes mujeres en los territorios. Las mujeres eran vistas por las comunidades como agentes puras desmercantilizadas, vinculadas a la ayuda a la comunidad y no con intereses materiales de tipo económico, con los cuales se asoció siempre al clientelismo político.

La organización comunitaria fue una herramienta que les permitió salir de las crisis a los sectores más vulnerables del conurbano bonaerense. Las mujeres como eslabones clave en los barrios del conurbano fueron las principales columnas vertebrales. Les permitieron a las familias reconvertirse en cada tiempo y cumplir con los diferentes propósitos que muchas veces eran impuestos desde las estructuras políticas estatales, y que muchas veces se tradujeron en posibilidades.

La organización vence al tiempo. A través de estrategias colectivas y organizadas, el proyecto de Consejos de Organización de la Comunidad5, sostenido en las y por las mujeres, fue una herramienta exitosa para darle curso a la organización comunitaria. El discurso despolitizador que los posibilitó y originó, atentó contra el propio modelo político, y propició un punto final a una década neoliberal en los noventa que cobijó un sistema político que accionaba en contra de los intereses de la soberanía.

Bibliografía

Consejo Provincial de la Mujer: “Mujeres Bonaerenses”. 1991.
DUHALDE; Hilda Chiche: “El Plan Vida. Una experiencia donde la solidaridad es el eje de la política social”.
FREDERIC, Sabina; MASSON, Laura: “Hacer política en la provincia de Buenos Aires: representación y profesión política en los ’90”. http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/jornadas/Masson%20y%20Frederic.pdf
RECALDE, Aritz: “Políticas para la mujer durante la gobernación de Antonio Cafiero”. Noviembre 2018.
PAGLIARONE; María Florencia: “Piqueteros y funcionarios. Transformaciones de la FTV en el kirchnerismo”. Trilce. Junio 2012
SEPÚLVEDA, Patricia Graciela: “Mujeres insurrectas: condición femenina y militancia en los 70” 1ª ed. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2015.
IVANCICH; Norberto: “Argentina reciente. Ideología y política contemporánea. Menemismo: actores, debates y transformaciones”. La larga marcha: de la institucionalización del PJ hasta la instauración del menemismo (2004).
CELS: “Plan jefes y jefas. ¿Derecho social o beneficio sin derechos?” (Buenos Aires, 2003).
https://www.academia.edu/26658793/En_Argentina_Ellas_hacen_Continuidades_y_cambios_de_una_pol%C3%ADtica_p%C3%BAblica_entre_dos_gobiernos_1





Notas:

1) Lic. Irene Lidia González, Lic. Ana Luisa Cafiero, Arq. María Elida Mesutti, Prof. Inés Willams, Lic. Norma Sanchis, Prof. Susana Demaría, Lic. María del Carmen Feijoo, Dra. Ethel Susana Díaz, Lic. Yolanda Zubrano, Lic. Blanca Kiguel, Sra. Leticia Bianculli, Dra. Susana Salerno, Lic. Elisa Schoijet, Sra. Clide Chiapara (Mujeres Bonaerenses: 1991: 153).
2) El grupo Renovador Peronista se conforma a partir del 25 de agosto de 1985, cuando el referente Antonio Cafiero mediante el Frejudepa, participó como primer candidato a diputado nacional rompiendo el Partido Justicialista de hecho, ante la anulación de la convocatoria a internas en la provincia de Buenos Aires por Herminio Iglesias (Ivancich, 2004).
3) Centro de Estudios para la Renovación Justicialista (Mujeres Bonaerenses: 1991:19).
4) Ante la crítica coyuntura, se reglamenta el decreto 565/021 del Programa de Jefes de Hogar, para ser aplicado hasta el 31 de diciembre de 2002 en todo el territorio nacional y en el marco de la declaración de la emergencia alimentaria, ocupacional y sanitaria (más tarde se extenderá hasta el 2003).
5) C.O.C. Sistema de organización comunitaria desarrollado en Lomas de Zamora por el intendente Bruno Tavano durante la década de los noventa en el marco del Proyecto Lomas (Frederic, Masson).

Autorxs


Agustina Pan Oyhamburu:

Politóloga (UBA) y Maestranda en Políticas Públicas (FLACSO). Docente, Secretaria de Extensión en FCS-UNLZ. Referenta Identidad Conurbana.