Metodologías, instrumentos y conceptos para un desarrollo sustentable y socialmente justo
Este número de la revista Voces en el Fénix trata de incluir articuladamente una visión, necesariamente parcial, de los distintos temas en los que se ha profundizado la discusión sobre el desarrollo y el medio ambiente. El objetivo de estos trabajos es contribuir a la creación de una sociedad diferente, sustentable, inclusiva, justa, superadora de las grandes brechas existentes. Una propuesta para seguir pensando y trabajando juntos.
La capacidad de un pueblo para anticipar el futuro en el uso más eficiente de los recursos con el fin de mejorar la calidad de vida de la población y lograr un buen vivir, constituye sin duda un signo de avance hacia una adecuada articulación entre la sociedad y la naturaleza de un territorio.
Reiteradamente, a través de la historia, se ha venido comprobando que ni el automatismo de mercado ni la estructura relativa de los precios posibilitan lograr una coincidencia entre los niveles de oferta con los de demanda de productos y servicios, mientras que los fines sociales de la producción quedan relegados. Los desbalances que aparecen provocan dilapidaciones, degradaciones y privaciones de todo tipo y los procesos redistributivos se postergan. El proceso de la planificación económica, social y ambiental y sus intensas interacciones podría constituir, sin duda, un instrumento apto para implementar cambios profundos en nuestra particular relación sociedad-naturaleza en América latina y el Caribe.
Este proceso sólo puede partir de un análisis crítico-superador de las virtudes y carencias que ha sufrido nuestro propio proceso de planificación económico y social, y la breve y rica historia de la planificación ambiental que se ha difundido en nuestra región. Este número de la revista Voces en el Fénix trata de incluir articuladamente una visión, necesariamente parcial, de los distintos temas en los que se ha profundizado, como contribución a un desarrollo diferente en un intento de promover una sociedad diferente, sustentable, inclusiva, justa, superadora de las grandes brechas existentes.
Hoy consideramos que puede mostrarse este pensamiento consolidado, absorbiendo los avances globales y ofreciendo a la comunidad de investigadores y militantes contribuciones teóricas y metodológicas que mejorarán las posibilidades de éxito en esta difícil lucha por una permanencia más armónica de la relación sociedad-naturaleza en nuestra biosfera.
La inmensa distancia que media entre las aspiraciones del proceso de planificación y los logros efectivos exige perentoriamente la búsqueda de una estrategia para unir la lucha por la solución de los problemas puntuales y cotidianos con el ejercicio de una nueva planificación realmente participativa.
En tal sentido, Martínez Alier, como pieza significativa del ecologismo político, enfatiza tanto en los necesarios cambios estructurales como en la acumulación de fuerzas que representan los conflictos socioambientales.
En las últimas décadas estamos viviendo la irrupción del saber ambiental que tiende a destruir y reconstruir las “lecturas temáticas de la realidad” e intenta avanzar hacia una concepción más integral de las contradicciones del ambiente y de sus alternativas. Ante este impetuoso y abrupto movimiento podríamos afirmar que no existe ámbito conceptual que haya quedado al margen. Ante este embate, las defensas endogámicas de muchas ciencias han tratado de aislar la nueva acción con la intención de reducir sus efectos, bajo el manto protector de “una nueva rama” para mantener incólumes, inmaculados e invariantes los conceptos esenciales de una ciencia pre Estocolmo. Por suerte, muchas de ellas no lo han conseguido, y hoy podemos detectar importantes avances hacia una visión más integral de la relación sociedad naturaleza vista desde cada saber o desde los intentos de la construcción de los sistemas complejos que tratan de analizar los problemas ambientales.
Como todo avance frontal, los logros son disímiles. En estas últimas décadas aún estamos significativamente relegados en el desarrollo de metodologías e instrumentos que sirvan de elementos portantes de las categorías integrales que permiten la consideración de la relación sociedad-naturaleza. Mientras que la revisión epistémica de cada ciencia, desde el punto de vista ambiental, es hoy un objetivo frecuentemente postulado, y los objetivos de la planificación ambiental suficientemente complejos, los métodos de la planificación ambiental que se utilizan diariamente en el proceso de toma de decisiones son extremadamente simplistas y reduccionistas.
En este mismo sentido los avances realizados por la educación ambiental han sido significativos. Al respecto nuestra compañera Eloísa Tréllez, experta que lidera la conceptualización de la enseñanza ambiental, dice: “La educación ambiental, en su enfoque comunitario, adicionalmente debe cumplir varios requisitos fundamentales: es una educación con, junto con la comunidad y eminentemente participativa; busca compartir (no impartir) conocimientos; es un proceso interdisciplinario, hacia el pensamiento complejo; es una educación integradora, multitemática y teórico-práctica, hacia el pensamiento crítico y la acción; busca la construcción colectiva del conocimiento; y se orienta al diseño y la construcción conjunta de futuros alternativos”.
También Silvina Corbeta analiza en detalle cómo la visión de la educación ambiental fue integrándose desde enfoques sólo parciales. No fue fácil que esta instancia jugara su verdadero papel integrador. Desde conceptualizarla como algo un poco más integral que la enseñaza de la ecología hasta incluir a las principales determinaciones e interacciones entre la sociedad y la naturaleza, como lo hemos podido comprobar en los anteriores conceptos. Aquí participaron muchos compañeros que conformaron el Pensamiento Latinoamericano sobre Medio Ambiente. Junto a este movimiento surgió al mismo tiempo una concepción más integral del desarrollo, de la economía y ciencias sociales, y del proceso de planificación que se expresó en muy breves líneas y que dio al pensamiento latinoamericano de medio ambiente una impronta diferente que utiliza los avances mundiales pero le introduce su perspectiva.
Así, se promovió en el estudio de las ciencias que se comience a superar sus excesivos recortes temporales y espaciales que le impedían captar la complejidad de los fenómenos. Estos recortes eran funcionales a la necesidad de un mayor productivismo, e incidían también en la segmentación excesiva de la estructura del aparato del Estado.
Dejó de considerarse la superestructura político-ideológica como sólo el reflejo del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción y adquieren también un carácter reactivo que orienta, selecciona e impone un camino a ese desarrollo.
La sociología se liga más fuertemente con las condiciones geográficas y los actores económicos y sociales.
Las externalidades económicas y sociales dejan de ser la excepción que confirma las bondades del funcionamiento del mercado, para demostrar la necesidad de cambiar gran parte de los precios relativos si se desea que su estructura refleje cierto acercamiento con la real escasez de los recursos.
En tales condiciones el proceso de planificación se abre para mayores determinaciones y dimensiones. Estamos caminando en una planificación participativa y protagónica desde el conocimiento de la realidad hasta el intento de su cambio en los planos ecológico, económico, social, cultural, y de articulación de saberes.
La ciudad deja de verse solamente como el lugar de reproducción de la fuerza de trabajo, o como el lógico producto de un proceso de urbanización, pensado como signo de desarrollo, para constituirse en realidades complejas, tecnosistemas específicos, posibles de comprenderlos como un enfoque articulado, económico, ecológico y social que incluya dentro de su sistema comprensivo tanto la conformación de la estructura natural y tecnológica en la que está asentada la ciudad, como la dinámica campo-ciudad.
Los movimientos sociales dejan de constituir sujetos pasivos integrantes de la curva de bienestar social para operar como elementos conscientes y condicionantes de la factibilidad de los proyectos, más aún cuando los mismos ponen en discusión las condiciones ambientales y sociales.
En los países desarrollados ha habido una difusión de importancia de los temas ambientales dentro del marco de la teoría neoclásica. Varias publicaciones versan sobre el tema. Sin embargo, en las universidades de América latina el tema recién comenzó a tener una mayor difusión entre los economistas a partir de la década de los ’90.
Aun así, además de los conceptos anteriormente expuestos de medio ambiente y desarrollo en la región, ha habido una importante elaboración y difusión de los conceptos ambientales en las diferentes instancias del proceso de planificación del desarrollo económico y social.
La planificación y políticas agrarias, la ordenación de cuencas hidrográficas, los planes de ordenamiento forestal, los planes ordenadores de las ciudades, la salud ambiental y la ingeniería ambiental han tenido diferentes elementos que pueden señalarse como antecedentes parciales.
Junto con la instancia económica interactúan los diferentes factores de poder, aspectos sociológicos, tecnológicos, étnicos, políticos y ecológicos. La cuestión ambiental se vuelve una cuestión política demandada por sectores cada vez más amplios de población.
En 1977, en una reunión en Costa Rica, se creó la comisión de medio ambiente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Estuvieron presentes en esa reunión además de quien escribe, entre otros, Enrique Leff, Víctor Toledo, Rosario Casco, Hilda Herzer, Fernando Ortiz Monasterio. Allí se analizó que como tendencia económica ambiental había que mencionar que entre los ciclos económicos y los ciclos ecológicos se evidenciaba en principio una real incompatibilidad de horizontes temporales. Mientras que la racionalidad económica prevaleciente trataba de reducir el horizonte temporal de maximización de las inversiones estimulando una alta rotación del capital y un máximo beneficio en función de lograr una mayor eficiencia en ese corte temporal, los ciclos ecológicos requerían en general una consideración de su comportamiento en el largo plazo que posibilite respetar sus mecanismos regenerativos, más aun cuando se trataba de utilizar en un ecosistema un solo recurso.
La racionalidad económica de corto plazo tendía a una utilización sólo de aquellos recursos naturales que ganan ventaja comparativa a nivel mundial y en algunos casos nacional, mientras que un aprovechamiento adecuado de estos recursos supone el uso integral de los mismos superando el gran desaprovechamiento existente.
Si bien los dos puntos anteriores muestran la real contradicción entre la reproducción económica y la ecológica, los procesos vividos en los últimos años evidencian la consideración progresiva por una parte importante de las empresas de diferentes aspectos ambientales. Ello ha dado lugar a una industria de productos de descontaminación de singular valor que trata de expandir su mercado. Las exigencias ambientales al comercio constituirán también un factor acelerante de este proceso. Sin embargo hasta el presente no se internalizan gran parte de las llamadas externalidades y los procesos contaminantes a nivel mundial se incrementan.
Todo desarrollo de las fuerzas productivas genera al mismo tiempo un proceso de producción, destrucción y un uso y desaprovechamiento. Cuando se utiliza cualquier recurso, se destruyen ciertos elementos naturales por las propias características de la actual tecnología. De la misma forma el proceso productivo es altamente selectivo: al mismo tiempo que se aprovecha, se desaprovecha una gran cuantía. Sin embargo, el sistema de evaluación económica contabiliza sólo la faz productiva y de aprovechamiento. Por ello se requiere reelaborar los indicadores del desarrollo. La construcción de cuentas patrimoniales señala un fructífero camino sobre el que se han dado pasos de importancia.
El sistema económico no tiene en cuenta todos los costos en que incurre el proceso productivo, por lo que se generan repercusiones negativas (externalidades) tanto en la naturaleza (no se pagan los costos de regeneración o descontaminación de los recursos renovables o no se tienen en cuenta las tareas de recomposición) como en la población (afectando su salud y bienestar). La consideración de esta situación y la generación de políticas destinadas al pago de todos los costos y la consideración de todos los beneficios, señalan un polémico campo donde deben definirse las estrategias.
La forma sectorializada y parcial que ha asumido la planificación del desarrollo, que no es sino el reflejo de la organización nominal de nuestro sistema económico, dificulta conocer las interacciones de la sociedad y sus recursos, lo cual requiere un replanteamiento de cada uno de los sectores de la economía para introducir en ellos criterios ambientales, y convertirlos en subsistemas abiertos, con entradas y salidas integrales del sistema global. Los llamados sectores primarios, secundarios y terciarios han establecido un intercambio “desigual” con la naturaleza, utilizando sus recursos y su hábitat y degradándola, sin ocuparse de la reproducción de los ecosistemas. Ante este escenario, se propone la creación de un sector preprimario, destinado a dotar de una oferta ecosistémica sustentable de recursos, cuyos costos los comparta la actividad productiva, el Estado y los países que se benefician con los efectos ecosistémicos de nuestros recursos.
La consideración de las condiciones específicas de las regiones dentro de los países, de sus particulares culturas, movimientos sociales y ecosistemas, a través de las metodologías tradicionales de la economía y de la planificación, tampoco se habían mostrado suficientes para internalizar los importantes problemas ambientales de las regiones. Sin embargo, en este campo se han registrado avances por los que han profundizado en la “cuestión regional”, y en la enseñanza de la planificación regional. Pero especialmente se debe destacar los pasos dados en el ordenamiento ambiental, en las metodologías que intentan conocer los subsistemas económicos y su relación con el medio ambiente, ya que han suministrado un importante herramental para destacar las posibilidades y las restricciones que el potencial natural y social brinda para la elevación de la calidad de vida de la población. Pero en gran parte estos ejercicios aún no se estructuran como procesos participativos donde la lucha por la factibilidad de los proyectos constituya una de las etapas necesarias de cubrir.
Ante esta visión integral quedan sin duda muy relegados los esfuerzos iniciales de la Evaluación del Impacto Ambiental (EIA) que utilizan matrices sólo descriptivas, y que no han podido rescatar los importantes avances de las determinaciones que en cada problema ambiental las ciencias han contribuido o deben contribuir a analizar. Al mismo tiempo, los avances que han realizado en el tema no han tenido la difusión necesaria en nuestra región, aunque se han originado en ella y son parte del pensamiento latinoamericano de medio ambiente.
Casi todos los artículos del presente número hacen referencia a este tema. Julio Carrizosa denomina de concepción ambiental “compleja” para destacar las múltiples determinaciones que intervienen en los problemas ambientales y que superan claramente la visión tradicional inicial del ambiente donde estaba centrado en aspectos de la naturaleza. Nicolo Gligo evalúa en su artículo los aportes de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en el tema, plantea que la complejidad del tema ambiental es cada vez mayor, y que no obstante lo mucho que se ha hecho, en la región el desarrollo sigue teniendo altos grados de insustentabilidad.
En el mismo sentido Martínez Alier dice que el objetivo de la Ecología Política, como campo de estudio, es analizar los conflictos socioambientales (o, lo que es lo mismo, los conflictos ecológico-distributivos).
Las diferentes respuestas que ha tenido la población para mostrar su resistencia al despojo de recursos naturales o a su degradación son señaladas por varios autores. En este volumen de Voces en el Fénix se intenta sistematizar estos avances, teniendo especialmente en cuenta el rico proceso de conocimiento que se vivió en nuestra región rescatando críticamente los mismos.
Cuando la cuestión ambiental se planteó en nuestra región, el proceso de planificación económica y social estaba en plena crisis. Nacido en el socialismo, reelaborado por los países del Oeste europeo e intentando constituir el instrumento esencial en el desarrollo económico derivado de la Alianza para el Progreso, y de adaptaciones de la CEPAL para nuestra región, el proceso de planificación fue la esperanza de ciertos cambios. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los mismos no expresaban procesos sociales profundos y no contaban siquiera con todo el poder del Estado, orientado en su acción hacia ese anhelado desarrollo. Ante estas circunstancias, y ante el efecto contradictorio de la aplicación de las ideas del desarrollismo (se incrementaba las actividades productivas pero no se lograba ni el bienestar ni el manejo adecuado de la naturaleza) los planes se hicieron cada vez más extensos, con grandes diagnósticos, inmensos y optimistas objetivos, pobres programas, escuálidos proyectos y reducidos procesos de implementación y administración.
Cuando se incorpora la cuestión ambiental en nuestra administración, en lugar de replantear crítica y superadoramente el rico pero limitado proceso de planificación que estábamos viviendo, la administración ambiental naciente, en gran parte en el primer quinquenio de la década de los ’70, se orientó por el uso de instrumentos elaborados por la administración de Estados Unidos y de Inglaterra que adolecían de esta experiencia en planificación. De tal forma, surgió la evaluación de impacto ambiental como método de uso generalizado, y su correspondiente matriz de impacto, relegando los modelos más complejos y otros instrumentos.
Ante este panorama, dentro del pensamiento latinoamericano de medio ambiente se impulsó el estudio de la reelaboración ambiental de todas las instancias de la planificación tradicional ya que en la conjunción de ellas podrían estructurarse los nuevos instrumentos que la cuestión ambiental requería para la acción. Tomando en cuenta un punto que permanecía de lado: la participación de las comunidades y la visión de la planificación como un resultado, no como insumo, tal como lo plantea Gloria Baigorrotegui en su artículo.
La relevancia en la actualidad de la relación sociedad-naturaleza dentro de la lucha por el desarrollo sustentable, que aspira a ser diverso, democrático y heterogéneo, vuelve urgente establecer puentes de conexión entre todos los saberes y los tomadores de decisiones.
A continuación, analizo en forma general las principales contribuciones sobre planificación y medio ambiente que se han realizado en la región agrupadas en una tipología que contempla su ámbito de acción y que nos ha servido de base del diálogo para la conformación de una red de planificación y ambiente.
1. En la planificación global
Planteamos la reelaboración ambiental de la imagen objetivo donde se hacía jugar un papel activo al patrimonio natural dentro de la estrategia del desarrollo, y a un nuevo concepto de calidad de vida más relacionado con el desarrollo integral de las personas a partir de su propia cultura (expresión de Raúl Prebisch, Revista de la CEPAL Nº 1). Este objetivo doble reorientaba las estrategias y acciones tradicionales del desarrollo, promoviendo la movilización de los recursos naturales y su uso sustentable. Se intentaba superar su papel pasivo como simple oferente de recursos a expensas de un desarrollo fijado exógenamente y sobre la base de una calidad de vida basada en el “consumo de un capitalismo imitativo periférico”. Así vemos que los avances en los últimos años de los países latinoamericanos han llegado a ocupar un papel clave en los debates globales sobre las causas y soluciones a los problemas ambientales. Gran parte del aporte que realiza en su artículo Nicolo Gligo sirve para mostrar la preocupación que existía para dotar de una visión integral a los análisis y diagnósticos que sirvan como base a la planificación y definición de políticas.
2. En la planificación regional
Postulábamos la necesidad de elaborar planes regionales en base al estudio de la articulación de las múltiples determinaciones que coincidían en tal sentido con los diferentes subsistemas que daban cuenta de la relación sociedad-naturaleza que se establecía en los intensos procesos de cambio desde la perspectiva regional. Es decir, la consideración de los aspectos históricos, económicos, sociales, antropológicos, políticos, tecnológicos, ecológicos y ambientales, surgieron con su problemática relacionada con la región y con los nexos necesarios para su consideración articulada. A través de estudios y prácticas de planificación en varios países, planteamos la necesidad de reconocer el privilegio de esta instancia, como estrategia decisiva para avanzar en la comprensión de los conflictos ambientales y su incidencia en las opciones de desarrollo y su expresión en las regiones. Los balances entre las necesidades de la población, su demanda real, la oferta ecosistémica actual y potencial y la producción real nos permitía conocer degradaciones, desaprovechamientos y necesidades insatisfechas.
Sin embargo, tal como lo plantea De Lisio en su artículo, la realidad se mantiene muy alejada de los avances conceptuales que como pensamiento latinoamericano hemos registrado hasta el momento. En su análisis sobre la IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana), plantea que la iniciativa regional hace énfasis en el tema económico dejando de lado la problemática social y económica de los países de la región, planteando un instrumento de planificación regional que propicia la desarticulación en la región y que atenta contra el desarrollo de la misma.
3. En la planificación de ciudades o los llamados planes reguladores
Los planes reguladores trataban de brindar los avances de la planificación “física” y permitieron un primer acercamiento con el espacio. Cuando se inició el planeamiento ambiental comenzaron a desarrollarse visiones reduccionistas surgidas fundamentalmente de la ecología, que si bien aportaban una dimensión importante y no reconocida en los análisis anteriores como fueron los relacionados con “la ciudad como ecosistema” no se articulaban adecuadamente con otras determinaciones de la planificación de ciudades. Los estudios de los intereses sociales de la ocupación del espacio habían tenido su desarrollo e identidad que debían haberse articulado convenientemente y no sólo extendido el análisis ecológico a la población humana en sentido sólo biológico. La ausencia de análisis integrales que interpretaran e intervinieran en los procesos ambientales de las ciudades incidió así en la elaboración y difusión de visiones sectoriales aisladas cuando se requería intervenir en cada aspecto ambiental. Estos procesos se manifestaron en el caso de la consideración de la basura, de los residuos, de la energía, del arbolado, de la defensa de ciudades, de las necesidades, de la calidad de vida, etc. Junto a ello fue surgiendo un planteamiento sistémico donde se mostraba que el espacio urbano no era amorfo sino que se trataba de un territorio que adquiría formas y funcionamiento específico dentro de la interacción entre los conceptos de ecosistemas, agroecosistemas y tecnosistemas que se relacionaban con una estructura económica y social, y con una proposición de cambio hacia una calidad de vida adecuada. En la realidad de la ciudad se conforma un ecosistema que tiene sus aspectos positivos y negativos, quizás el primer aspecto negativo es que no estudiamos en profundidad ni integralmente las características que estos ecosistemas poseen. Se han difundido profusamente los problemas que generan para la calidad de vida la aglomeración humana y sus actividades en un lugar reducido (problemas de transporte, movilidad de personas, tensión, superposición, contaminación, etc.), mientras que sus aspectos positivos no han sido suficientemente destacados. Al respecto, Susana Finquelievich nos muestra con claridad algunos de ellos, como lo es el uso intensivo de las comunicaciones que reducen o evitan el desplazamiento humano, y la mayor información de todo tipo que permite conocer más y articuladamente para mejorar y aprovechar las actividades dentro de la ciudad. Esa adaptación es parte esencial de todos los aspectos relacionados con la tecnología y el medio ambiente en su versión interaccionista.
Una metodología importante se ha demostrado estos últimos años como propicia a un proceso de participación consciente en lo que ha dado en llamarse Presupuestos Participativos, lo que incorpora potencialmente a todos los vecinos en la toma de decisiones específicas en un proceso de democratización significativa. En tal sentido, Ofelia Gutiérrez y Daniel Panario elaboran aspectos esenciales del desarrollo urbano. Para estos autores el “drama de la urbanización” no es casual y obedece a razones de orden económico y social, basado en que por un lado la industria inicialmente aumentó la demanda de mano de obra, y por el otro, la pauperización que genera el modelo rural del monocultivo y el latifundio que obliga a las masas campesinas sin tierra a “refugiarse” en los tugurios ciudadanos.
4. En la planificación sectorial
El fracaso relativo de varias instancias de la planificación (global, de largo plazo, regional, de ciencia y tecnología) de sus objetivos y algunas de sus metodologías, mostró la prevalencia de la planificación sectorial, fortalecida por la vigencia que le otorgaba el funcionamiento de los presupuestos financieros, y las estructuras de los ministerios. El replanteo ambiental trata de solucionar estas carencias y reivindica la posibilidad del tratamiento de un sector en la medida en que el mismo constituya un subsistema abierto con entradas y con salidas que revelen las intensas interacciones con el medio natural, infraestructural y económico social.
5. La biodiversidad y el manejo del territorio
El tratamiento de la biodiversidad permitirá analizar las relaciones intersectoriales así como las estrechas relaciones con la naturaleza. Al respecto, Mina Kleiche-Dray enriquece el planteamiento anterior al exponer en su artículo la realidad actual latinoamericana en cuanto a contribución de los saberes tradicionales. Para esta autora, “las luchas sociales y políticas históricas de las poblaciones autóctonas y campesinas y la emergencia de la duda en la creencia en la capacidad de los saberes científicos y tecnológicos a llevar el progreso económico a la mayoría, enmarcan hoy la cuestión medioambiental dentro de un paradigma nuevo en el que los saberes autóctonos, indígenas, tradicionales o campesinos, excluidos en la expansión de la ciencia moderna, habrían de ser tomados en cuenta en la concepción de proyectos de desarrollo sostenible”.
A esta autora se suma Eloísa Tréllez, articulando la participación comunitaria en la planificación en el camino hacia la sustentabilidad, al plantear que “la alianza entre la planificación prospectiva, la participación real de las poblaciones y la educación ambiental comunitaria puede aportar caminos innovadores y creativos para la construcción colectiva de futuros sustentables”, apuntando hacia la necesidad de tomar en cuenta la relación sociedad-naturaleza como un todo integral que nos permita entender que las relaciones sociales operan en una estructura natural con la que interactúan permanentemente.
También la contribución de la colega Susana Castrogiovanni, cuando se refiere al proceso de planificación y educación en relación con los residuos urbanos, encuentra formas de articulaciones creativas. Luego de enunciar la forma en que la sociedad ha ido conformando los residuos, postula el manejo integral de los mismos, que llevaría a una mejora de la salud poblacional.
6. En la planificación de proyectos
La planificación de proyectos era vista en los inicios del proceso de planificación económica y social, y en la enseñanza del mismo, como la última etapa que antecedía e iniciaba la ansiada implementación de las acciones. Desde el inicio se diferenció entre los proyectos que derivaban de la confección de un plan, de aquellos que se planteaban por iniciativas aisladas. En la medida en que el proceso de planificación perdía su fuerza y vigencia, los proyectos aislados fueron los prevalecientes, por lo que la evaluación de los mismos debía cumplimentar al menos una parte de los estudios que faltaban para conocer el medio económico-social-natural e infraestructural en que se desarrollaba el proyecto. Cuando se difunden las ideas ambientales no se realiza una verdadera reelaboración ambiental de las metodologías de evaluación de proyectos, sino que se recurre sólo al análisis del impacto negativo o positivo que tiene cada proyecto sobre el ambiente y las medidas de mitigación que deberían adoptarse. Paulatinamente se desarrollan métodos parciales de valorización de diversos aspectos, en especial debido a la mayor inserción de los estudios de impacto ambiental dentro de los conflictos ambientales y su incidencia en la discusión sobre alternativas que pudieran adoptarse. Por su parte Somenson, en su artículo titulado “Hacia una infraestructura sustentable”, manifiesta que estas acciones se circunscriben, en la mayor parte de los casos, a la incorporación formalmente de leyes y decretos, especialmente a través de la obligación de realizar Estudios de Impacto Ambiental para los proyectos y Planes de Manejo Ambiental.
7. Planificación de cuentas patrimoniales
Los estudios sobre las cuentas patrimoniales van demostrando una forma de análisis integrado donde se unen aspectos ecológicos y de manejo como resultados económicos sociales De tal forma las diferentes instancias de planificación se potencian y se articulan. Estas instancias pueden insertar el proyecto dentro de ellas, lo cual posibilitaría otorgar a estas iniciativas una visión más integral donde se analicen muchos caminos complementarios y alternativos. De esta forma, el papel de un diagnóstico y plan ambiental, el ordenamiento ambiental del territorio, la elaboración de las cuentas del patrimonio natural, junto con nuevas cuentas regionales, y los evaluadores sociales, posibilitarían el uso intenso de las potencialidades y la aceptación de las restricciones, y de hecho generan una estructura coherente desde el conocimiento de las realidades como los pasos que deben realizarse para su evaluación y manejo.
8. En la gestión de las empresas
Durante décadas la gestión de las empresas incluía una división o gerencia de higiene laboral destinada a solucionar los problemas del medio ambiente de trabajo. En la actualidad este ámbito se ha desarrollado significativamente encargándose de elaborar evaluaciones de impacto ambiental, auditorías ambientales, certificaciones ambientales, estimación de riesgos ambientales, medidas de remediación, seguros de fenómenos ambientales, etc. Se ha dado a nivel mundial una intensa polémica acerca de si lo ambiental incrementa los costos o los reduce. Todo proceso de descontaminación, de restitución, de remediación, insume gastos que constituyen desde el lado de las empresas oportunidades de establecer negocios y ganancias. En la medida en que el gasto ambiental reduce la utilización de energía y reutiliza desechos, no cabe duda de que los gastos ambientales incrementan ganancias. Sin embargo, si se considera que las externalidades negativas no serán pagas por la iniciativa privada porque no existe legislación ambiental o porque la misma no se obedece, es posible que no resulte “económico” en el corto plazo tener en cuenta la preservación del ambiente.
9. En la estrategia de la planificación
La elaboración de los planes suponía largas etapas de estudio que antecedían al proceso de implementación, existiendo un manifiesto desbalance entre la profundidad del nivel de diagnóstico comparado con el que se lograba en la elaboración de los planes, programas y proyectos. El conjunto de los estudios de cada plan conformaba varios tomos, lo cual mereció la crítica por construir “planes libros” que luego no se implementaban. Sin abandonar las bases de un plan normativo, la perspectiva ambiental se orienta básicamente a promover procesos de investigación-acción donde la instancia de retroalimentación permite reducir la incertidumbre y construir modelos de la realidad más certeros reconociendo la posibilidad de la existencia de novedades que pueden reorientar las tendencias. Como bien dice Marcela Colombo en su artículo sobre la problemática de las inundaciones en Tucumán, no sólo se trata de orientar la resolución de una problemática ambiental, sino también la transición hacia un desarrollo sustentable. Asimismo, la perspectiva política científicamente analizada pasa a constituir una de las determinaciones que articuladamente confluye en el modelo complejo que caracteriza lo ambiental, posibilitando con el análisis de los procesos de acumulación de fuerzas el incremento del nivel de factibilidad de los proyectos.
10. Indicadores de desarrollo en el proceso de planificación
Los indicadores del desarrollo y el sistema estadístico miden aquellas variables significativas en relación a la concepción prevaleciente del desarrollo. Considerando que el paradigma dominante del desarrollo consistía en maximizar el crecimiento, las cuentas nacionales fueron estructuradas para medir este aspecto. No se trata solamente de una metodología para estimar el patrimonio nacional, sino que resulta adaptable a proyectos de diferente resolución espacial.
11. Planificación de temporalidades requeridas
Ante la imposibilidad de extender significativamente el lapso temporal en que se expresan los análisis así como su comprensión conceptual, se ha optado en muchos casos por elaborar análisis comprensivos con las dimensiones y variables que se expresan en los tiempos significativos a la problemática tratada. Es decir, ajustar los análisis a aquellos necesarios para la toma de decisiones. En tal sentido, el artículo de Ofelia Gutiérrez y Daniel Panario “Uso actual (o abuso) de los recursos naturales. Algunas reflexiones pensando en las generaciones futuras”, nos revela aspectos muy sugerentes. De seguir la falta de control del deterioro ¿en qué medida y en qué tiempo pueden aparece aspectos críticos e irreversibles, etc.? Es decir, la planificación no tendrá en esos casos un plazo uniforme y riguroso sino la temporalidad que le demandan los procesos de interacción sociedad-naturaleza tanto a nivel de diagnóstico como de transformación.
Siguiendo las decisiones que hemos tomado con los compañeros que han contribuido en esta revista trataremos de señalar todos los aspectos positivos y negativos de la actual situación.
En su artículo sobre infraestructura sustentable, Somenson considera todos los aspectos contradictorios de un ecosistema de ciudad. Entre los criterios de diseño urbano sustentable se destacan los siguientes:
• Espacios verdes y calidad del espacio de uso público.
• Eficiencia energética.
• Uso de materiales reciclables, reutilizables, de bajo impacto.
• Ahorro del agua y tratamiento de efluentes.
• Transporte público, accesibilidad, intermodalidad, conectividad, “caminabilidad”.
• Gestión de residuos sólidos urbanos.
• Cumplimiento de las normas de ordenamiento del uso del suelo.
• Protección y puesta en valor del patrimonio natural urbano.
• Acceso público a la información, mecanismos de participación pública, calidad de gobernanza.
Estos criterios van acompañados de aspectos sociales importantes ya que de lo contrario quedan como una postulación sin concreción.
Si bien el desarrollo metodológico es significativo, el control y el cumplimiento de estas normas distan de serlo. De todas formas es parte de la historia y de la lucha ambiental. Las condiciones son mejores en cierto sentido ya que una situación es que las empresas no cumplan las leyes y reglamentos y otra es que se exija aspectos nuevos ante cada proyecto.
Por su parte, a nivel internacional también han sido definidos criterios de sustentabilidad para el transporte, que atienden cuestiones tales como la accesibilidad de públicos diferenciales, el ordenamiento territorial en relación al transporte, la eficiencia energética, la generación de residuos, la generación de gases de efecto invernadero, la seguridad vial, entre otros.
Como se ve, existen logros que mejoran el hábitat pero al mismo tiempo tenemos un dinamismo de transformación inmenso cuyo ritmo frecuentemente no puede ser seguido por los controles.
12. Síntesis de un pasado y proposición de un futuro
Ya hemos elaborado las bases de un documento para el PNUMA. Nos parece adecuado mencionarlo muy brevemente en este momento y ofrecerlo como base para organizar nuestro esfuerzo en el futuro. La repuesta profunda, comprometida y participativa que hemos encontrado en este breve ejercicio de algunos meses nos ha dejado la sensación de que tenemos una fuerza de análisis y acción que debemos movilizar.
El Estado en general interviene tratando de normar ciertas medidas de políticas que actúan sobre el proceso productivo a efecto de que las repercusiones negativas disminuyan o desaparezcan. En ocasiones se cambia la perspectiva de manejo de la naturaleza y las dificultades se convierten en oportunidades debido al manejo integral y sustentable de la naturaleza. En otras, la intervención incluso puede ser negativa en defensa de los intereses concentrados.
13. Planificación y medio ambiente
Una síntesis histórica y un plan de acción. En el referido documento (posible capítulo uno), en un primer ítem se define globalmente el proceso de planificación, así como sus etapas, ámbito y carácter. En un segundo ítem se analiza en su función histórica las principales contradicciones que la concepción ambiental planteaba al proceso de planificación, que sirvió como ámbito generador de las ideas de una planificación ambientalmente adecuada.
El segundo capítulo se refiere a la definición de la cuestión ambiental y la problemática ambiental y los diferentes subsistemas que comprende la temática relacionando los problemas ambientales con la sociedad y el Estado, lo que imprime un estilo de planificación.
El tercer capítulo se relacionará con las metodologías de diagnóstico ambiental y un análisis histórico de los diferentes estilos de desarrollo y planificación, para una mayor comprensión de la complejidad de la situación actual y un desarrollo de las etapas de la planificación.
El cuarto capítulo desarrolla algunos tópicos que consideramos novedosos y críticos para la Planificación y Ambiente: el análisis de los sujetos sociales en relación con los problemas ambientales y la valorización de los recursos naturales a través de las cuentas del patrimonio natural.
El quinto capítulo profundiza en el tema de planificación regional y el ordenamiento ambiental del territorio mostrando aspectos teóricos y estudios de caso.
El sexto capítulo desarrolla el tema de planificación sectorial ambiental, profundizando en el sector petrolero, el agropecuario, el de infraestructura y el de minería.
El séptimo capítulo mostrará un desarrollo de conceptos y metodologías sobre planificación urbana con un desarrollo de una matriz de insumo producto de la naturaleza utilizando la ciudad como una ecozona.
El octavo capítulo incorpora el tema de evaluación de impacto ambiental dentro de las categorías de la planificación ambiental.
El noveno capítulo es de conclusiones y recomendaciones.
Cada capítulo puede formar un módulo temático o crearse otros módulos donde se posibilitará generar discusiones y aportes. Al principio podemos comunicarnos por correos, pero hemos conversado con varios compañeros la posibilidad de reunirnos el año que viene. Pero en este año podríamos profundizar cada documento y avanzar hacia la publicación de un libro con estos documentos y la respectiva discusión que podemos encarar. Tanto el Plan Fénix como el ILPES-CEPAL están muy interesados en participar en este ejercicio. Creemos que podemos dar un aporte para mejorar la posibilidad de que nuestros pueblos mejoren su lucha por una calidad de vida diferente o, como diría nuestro querido autor de Las venas abiertas de América latina, BIEN DIFERENTE.
Autorxs
Héctor Sejenovich:
Economista Político, Investigador Senior del Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG), Facultad de Ciencias Sociales – UBA. Universidad Nacional de Lujan.