Los Qom, los otros y el nosotros. Realidad, alteridad e interculturalidad

Los Qom, los otros y el nosotros. Realidad, alteridad e interculturalidad

Los Derechos Humanos todavía no han llegado a los Pueblos Indígenas en Argentina. El pueblo Qom es un claro ejemplo de esto. Formosa, pluriétnica y multicultural, no aplica las leyes que garantizan sus derechos, promoviendo relaciones monoculturales y de dependencia. Es necesario cambiar esto para ir hacia un camino de aceptación de la diversidad.

| Por Francisco Ernesto Nazar |

“No hay un nosotros sin los otros
y no hay otros sin el nosotros”.

Realidad

Formosa es una provincia con la belleza de su diversidad de culturas conformada de pueblos indígenas Wichí, Tobas Qom, Pilagá y Nivaclé, de rostros criollos, de inmigrantes, de miles de familias con raíces guaraníes procedentes del Gran Chaco Paraguayo y habitantes venidos de otros rincones del país que se han radicado en estas tierras. Es una provincia pluriétnica y multicultural donde permanecen los valores de la cultura de cada uno de sus grupos diferentes, con sus creencias, mitos, idiomas, normas y costumbres. La primera belleza de las muchas que tiene Formosa es su gente en la diversidad.

Una herida que todavía sangra

Pero también Formosa tiene un dolor y una herida muy profunda que aún sangra por sus venas, porque esta diversidad quiso ser matada. Los pueblos Toba, Pilagá, Wichí y Nivaclé fueron perseguidos y asesinados durante la campaña del desierto, robadas sus tierras y territorios e instalado en el corazón y la mente de los ciudadanos argentinos y formoseños que eran salvajes, matadores y ladrones, con un racismo que aún persiste en nuestra mente colonial. Y todo esto ocurrió con una crueldad incomprensible a partir de 1810, donde se produjeron los genocidios aun silenciados en pleno “Bicentenario”.

Como el muy reciente que sufrió el Pueblo Pilagá en la “Matanza de Rincón Bomba”, acaecida en las cercanías de Las Lomitas, entre el 10 y el 30 de octubre del año 1947, hace 66 años, en el entonces Territorio Nacional de Formosa, por tropas de la Gendarmería Nacional. En la demanda que hacen los abogados de la Federación Pilagá contra el Estado nacional, sostienen que en total fueron asesinados entre 400 a 500 argentinos de la etnia Pilagá, aproximadamente, además de los heridos y más de 200 desaparecidos. Ello, sumado a los más de 50 muertos por intoxicación, hambre y falta de atención médica y la desaparición de un número indeterminado de niños, elevan las bajas a más de 750, entre niños, ancianos, mujeres y hombres.

Un grupo de investigadores encontró el viernes 17 de marzo del 2006 los restos de 27 cadáveres de miembros de esa etnia. “Nuestro monte está lleno de cadáveres asesinados por el hombre blanco”, sentenció un miembro de la comunidad Pilagá tras confirmarse el hallazgo.

Lamentablemente los derechos humanos todavía no han llegado a los pueblos originarios en la Argentina. La memoria está tan hecha polvo y fragmentada que todo arranca desde hace 200 años y para los miles de aborígenes desaparecidos, asesinados y matados no hay aún Memoria, Verdad y Justicia.

Los Julio A. Roca, matador de indios, siguen colgados por todas partes. Como dice Eduardo Galeano, así estamos, ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura dominante, cultura del desvínculo, rompe la historia pasada como rompe la realidad presente; y prohíbe armar el rompecabezas. Los argentinos tenemos que reparar esta trágica historia de genocidios cuya memoria, verdad y justicia aún no han sido reparadas. Los Pilagá todavía lloran su duelo.

Pueblos indígenas hoy

Los pueblos indígenas de Formosa han irrumpido en la sociedad toda. Conservan su identidad y una organización económica, política y social. Hablan en su lengua, el idioma de la comunidad. Viven en comunidades donde la familia es su lugar. Son espirituales, religiosos y ecuménicos. Tienen sus normas de conducta, códigos, leyes. Respetan a los ancianos como sabios, consejeros y transmisores de valores y de ética. Aman, cuidan y viven de la tierra y del bosque en sus territorios (caza, pesca, nutrición, remedios, chacras, artesanías). Tienen una historia propia de bonanza, dolor y resistencia.

Al mismo tiempo, padecen la discriminación, la pobreza, territorios violados sistemáticamente y tierras insuficientes. Formosa es una provincia donde hay una injusta y mala distribución de las tierras y donde no se aplican las leyes nacionales como la 26.160 de reordenamiento territorial de comunidades indígenas, la 26.330 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, la reforma del Código Civil, las Personerías Jurídicas y otras, incurriendo en graves delitos de incumplimiento de normas constitucionales, del convenio 169 de la OIT y de la Declaración Universal de los Derechos Indígenas de la Naciones Unidas. Daños irreparables al bosque y el ambiente.

Existe una desorientación en la transición cultural moderna. Un urbanismo donde hay aumento de marginación, mendicidad, basurales, adicciones, patotas, prostitución, droga, alcoholismo especialmente entre los jóvenes, una deficiente atención sanitaria y educación de muy baja calidad.

Es cierto que desde 1983, que logramos salir de la cruel y sangrienta dictadura, los gobiernos han escuchado el clamor movilizado de los indígenas, especialmente durante los primeros cuatro años de gobierno en los que se comenzó a devolverles tierras, la educación bilingüe e intercultural, la activa participación en la salud y otros derechos. Pero las políticas indigenistas oficiales de este gobierno provincial son de crear relaciones monoculturales y de dependencia. No están orientadas a la consolidación de la identidad de los pueblos, a la autogestión productiva y sustentable, a la integración en la aceptación de la diversidad.

Empleos públicos, subsidios, asistencialismo con la metodología de compra de voluntades y conciencias, lleno de punteros políticos fragmentando las estructuras comunitarias, absorbiendo y corrompiendo a los líderes, a los jóvenes. No tiene la voluntad política de entregar tierras y crear sistemas independientes de producción. Ejercen control, espionaje y sumisión por medio de las personerías jurídicas de la Dirección Provincial de Personería Jurídica que maneja el ministro de Gobierno.

Estos pueblos sufren la discriminación y desprecio por buena parte de la sociedad envolvente. La animadversión latente y permanente emerge en los momentos de conflicto e influye en su contra a la hora de reclamar justicia y derechos.

La comunidad Toba Qom Potae Napocna Navogho, conocida como La Primavera, es un pueblo perseguido, calumniado y despreciado que sufre mucha violencia por el racismo y el maltrato por parte del Estado provincial que terminó con la brutal represión que el ministro de Gobierno Jorge González ordenó y terminó con el asesinato de Roberto López.

Alteridad e interculturalidad

Ante estas situaciones es bueno preguntarnos ¿por qué?, ¿qué hay debajo de estas actitudes? Para que podamos entendernos fácilmente vamos a aclarar primero algunos términos que utilizaremos para una mejor comprensión del texto:
Alteridad: viene del idioma latín que quiere decir: “el otro” y la usamos para decir “los otros”, que también hay otros, otras personas, otras culturas, otras realidades.
Diversos: quiere decir que hay mucha variedad y la usamos para decir que hay diversas comidas, diversas plantas, diversas culturas; diversos pueblos.
Homogeneizar: hacer que todo sea igual y la usamos para decir que todo hay que hacerlo igual.
Hegemonía: quiere decir que uno sólo tiene la manija y el control de todo.
Etnocentrismo: quiere decir que uno lo mira todo desde su propia cultura, que ve como única y quiere imponer al otro.
Pueblos: cuando hablamos de pueblos nos referimos a las sociedades cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distinguen de otros sectores de la colectividad nacional y viven sus propias costumbres y tradiciones.

América diversa

La historia de este continente arranca mucho antes de 1492 cuando llegan los colonizadores. Para los pueblos Toba Qom, Mocovíes, Pilagá, Wichi, su presencia es de unos 5.000 años viviendo en el Chaco Central, no como un extraño sino como parte de este ecosistema, con proyectos culturales de vida y con todo un sistema de organización política, económica y cultural. Hasta la interrupción que se produce con la llegada del colonizador y su proyecto monocultural. Fueron 500 años terribles de muerte y destrucción, pero también de resistencia.

América es diversa, tiene esta característica de la diversidad porque no existe una sola sino 4 Américas:
• América del Norte que habla inglés y francés.
• América latina de criollos, mestizos e inmigrantes.
• Afro América de los millones de africanos traídos como esclavos a estas tierras y que hoy son aproximadamente 120.000.000 de habitantes.
• Amerindia o Abya Yala que en el idioma de los pueblos Kunas del Panamá quiere decir “tierra en permanente maduración”.

Amerindia tiene más de 600 lenguas diferentes y son aproximadamente 60.000.000 de habitantes indígenas. Y la Argentina es también diversa. Por eso la Constitución nacional en el artículo 75 inciso 17 reconoce la preexistencia étnica y cultural y garantiza el respeto a la identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural, de los pueblos indígenas. Formosa también se reconoce como pluriétnica y multicultural. Somos un país pluriétnico y multicultural. Dos palabras diferentes.

Pero la pluriculturalidad no es sinónimo de interculturalidad. Interculturalidad significa “entre culturas”, es decir, relaciones, interacciones, intercambio. No es una simple coexistencia de culturas diferentes, sino la convivencia de estas a partir y en sus diferencias.

Hablar de interculturalidad es en primer lugar darnos cuenta de que estamos frente a “otro” y que a partir de ese momento ya no somos uno sino dos. Es como un puente que tiene dos extremos y un camino que los une. Dos lados que son “diferentes, distintos y distantes”. Uno está en un lugar de la tierra y el otro está en otro lugar de la tierra. Cada uno en su tierra/territorio que tiene su color, sus minerales, sus durezas, sus salitres, sus aguadas, sus montañas, llanuras o valles. Con vientos y climas diversos, con su medio ambiente, su flora, su fauna y su geografía. La geografía es parte de la cultura. Los pueblos indígenas del Gran Chaco tienen una geografía distinta y por eso son distintos a los pueblos Andinos o a los Guaraníes de Misiones. Cada pueblo organiza su economía con los recursos naturales que tiene. Cada pueblo cuenta sus relatos de creación y mitos con animales, pájaros y realidades de su tierra. Cada pueblo tiene sus plantas medicinales y curativas. Cada pueblo tiene sus comidas y sus vestimentas según su tierra. También expresa su ser con el arte que brota de elementos de la tierra y del alma.

Los seres humanos de este lado del puente, que viven en este territorio, son también diferentes a los del otro lado. Tienen su propia identidad y cultura, su modo de ser y vivir con sus códigos y normas, con su lengua y sus relaciones con la naturaleza, entre sí y con los espíritus y lo trascendente. El que está de este lado mira cómo desde el naciente, desde él y ve que existe el otro lado. Lo ve desde su lugar y con sus ojos. Y el que está del otro lado también mira desde él pero desde el poniente y lo ve al otro con sus propios ojos y desde ese otro lado. Y ambos ven que el otro es distinto y que en el mundo no hay un solo lado ni una sola cultura. Y que el que sean distintos no significa que sean contrarios ni uno superior a otro. Son sencillamente diversos. Son Otros.

No hay culturas inferiores ni culturas superiores. Tampoco hay culturas perfectas y culturas imperfectas. Toda cultura se va perfeccionando en el tiempo. Cada lado tiene su cultura que es el modo de ser y vivir de cada pueblo, lo que nos hace diferentes a los demás.

Y cada lado del puente tiene su historia propia. Historia de miles de años con sus relaciones políticas, económicas, culturales, sociales y espirituales. También de relaciones entre sí y con otros pueblos. Historia de “heridas culturales”, de opresiones y liberaciones, de avances y de resistencias. De luchas inter-étnicas y de salvaje conquista que impuso otra forma con un proyecto ajeno y monocultural.

La globalización del sistema neoliberal que hoy maneja los hilos del mundo no acepta de ninguna manera lo distinto, ni lo diferente, ni lo diverso. No acepta al otro ni a los otros. No quiere saber nada de la alteridad y busca imponer su modelo monocultural. Para la globalización lo que importa es la clonación, clonarnos a todos. Quiere homogeneizarnos, es decir, que todos consumamos los mismos productos, que todos vistamos igual, que todos tengamos un único pensamiento, que todos hablemos la misma lengua, que todos comamos las mismas comidas y tengamos la misma música, que todos miremos los mismos programas de televisión. También un mismo idioma. Es la imposición de esquemas de pensamiento y de vida. Quiere que la “aldea global” sea monocultural. Y piensa así porque quiere tener la hegemonía, es decir el control, la manija y el poder sobre tierras, economías, política y cultura del mundo. Este sistema actual quiere destruir el puente para que no haya distintos y diversos construyendo caminos diferentes y alternativos a este sistema.

La inculturación es un proceso por el cual una persona sale de su cultura, sin dejar de ser lo que es, para ir hacia el otro y va por el camino del puente no para destruir lo diferente y diverso, sino para dejar de ser distante. En el puente se fortalecen mutuamente las identidades y los otros se hacen nosotros en la dignidad que reconoce al otro como otro y en el amor que los une en el nosotros. Rompe esquemas coloniales y monoculturales.

La inculturación es también actitud, es silencio frente al otro para observar, aprender, admirarse y valorarlo como otro; es respeto hasta de aquello que uno no entiende; es crítico ante el mal y las relaciones de dominación que también existen en el otro; es dialogal y a la vez que escucha también anuncia; es fortalecedor de identidad. Es camino que se hace sobre el puente con despojo y sandalias. Es un estilo.

Ser persona humana supone reconocer al otro. No como carente, excluido o marginado sino simplemente como otro. Otra persona, otro lugar social, otra experiencia de vida, otra cultura diversa a la nuestra con distintos y diferentes saberes, sueños, desafíos y proyectos de vida. Nos ha pasado un poco a todos cuando fuimos al mundo indígena creyendo en que eran “pobres” creíamos que todos los empobrecidos tenían esa única categoría de pobres, fuimos por tanto, a los pobres universales.

Y después de mucho tiempo nos despabilaron y despertamos y nos encontramos con pueblos diferentes y originales, únicos y diversos. Nos encontramos con los Otros. La primera opción vital es por los Otros, por la alteridad.

No hay proceso de liberación y de libertad si desconocemos que cada pueblo y cada cultura tiene sus códigos, sus mitos muy presentes y no perimidos, sus normas de vida, su idioma donde prevalece toda su cultura, su concepción de la economía, de la política y de la cultura, su belleza, su canto y su arte.

Reconocer al otro es entrar cuerpo y alma en el otro, sabiendo que a partir del otro se inicia la gran aventura del diálogo, de la interculturalidad, donde uno se nutre del otro y se alegra de descubrirse mutuamente en la desnudez y la transparencia, de la vida, la transformación y la fiesta. Y de esta manera cada uno descubre su identidad propia, su alma con sus bellezas y con su mal y hace que el otro sea más otro y que uno sea más uno como los distintos hilos de la yica que diferentes pero relacionados crean belleza y utilidad.

La alteridad es como el puente, permite que lo diferente y distinto deje de ser distante.

La distancia pierde su distancia en el camino donde los pueblos se abrazan, dialogan y viven la interculturalidad. Es en el puente donde nos damos cuenta del otro que no somos, y del nosotros que somos con los otros.

Autorxs


Francisco Ernesto Nazar:

Sacerdote. Vicario de los Pueblos Originarios de la Diócesis de Formosa. Miembro fundador del Equipo Nacional de la Pastoral Aborigen (ENDEPA).