Los cambios en el área de Defensa. ¿Fuerzas armadas democráticas? Una mirada hacia la región

Los cambios en el área de Defensa. ¿Fuerzas armadas democráticas? Una mirada hacia la región

En las últimas décadas los gobiernos democráticos en América latina realizaron esfuerzos para gobernar también el área de Defensa. Se han producido en este marco importantes reformas legales e institucionales en casi todos los países de la región. Sin embargo, a pesar de los avances, aún parecen quedar ciertos temas pendientes para hablar de una verdadera democratización de las fuerzas armadas. ¿Son las fuerzas armadas reflejo de las sociedades democráticas de las cuales forman parte?

| Por Paz Tibiletti |

Hace más de treinta años que el binomio fuerzas armadas y democracia comenzó a trabajarse en América latina. A lo largo de todo este tiempo, muchas veces desde diversos ámbitos, se ha pensando que esto era ya un tema acabado. Los gobiernos democráticos se sucedieron y los militares parecieron estar al margen de cuestiones políticas.

Más allá de las medidas adoptadas por los diversos gobiernos en los primeros años del regreso de la democracia, diversas reformas se han venido aconteciendo, sin estar sin embargo la cuestión en la agenda política. Algunas cuestiones nos obligan a continuar la reflexión sobre este binomio.

Las primeras reformas

Las salidas de los gobiernos militares han tenido sus particularidades en cada uno de los países, siguiendo estrategias y experiencias distintas. Pero en casi toda la región, si bien en diferentes períodos de tiempo, se han realizado importantes reformas en materia de defensa.

Una de las primeras medidas fue la construcción de nuevos marcos legales, que encuadraron el accionar de las fuerzas armadas. Ya a mediados de los ’90 todos los países de la región afirmaban la “subordinación de las fuerzas armadas a la autoridad legítimamente constituida”, que se estableció como uno de los principios que guiaron la cooperación en el área de defensa a nivel hemisférico a través de lo que fue el proceso de las Conferencias de Ministros de Defensa de las Américas (CDMA).

Seguido a los esfuerzos para el control civil y la conducción política del área, se fueron fortaleciendo los ministerios de Defensa. Si bien en algunos casos aún prevalece el personal uniformado sobre los civiles en esta cartera de Estado, en casi todos los países es el ministro de Defensa quien ejerce el mando y control sobre las fuerzas armadas y conduce el área de defensa junto a una estructura ministerial que ha ido en aumento, siguiendo un proceso no sólo de profesionalización de las fuerzas armadas sino también de institucionalización del sector defensa. Se presenta el siguiente gráfico como una muestra de la evolución que han tenido los ministerios en los últimos años.

Tabla 1. Evolución de a estructura de los Ministerios de Defensa, 2005-2012 (en porcentaje)Nota: La comparación incluye los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En el caso de las “Direcciones” se incluye a las mismas otras dependencias, departamentos y divisiones según la denominación de cada país, para construir esta categoría. A fines de comparación se han excluido los organismos propios de las Fuerzas Armadas, los Consejos de Defensa, federaciones o comisiones deportivas, el obispado castrense, las empresas e industrias, las escuelas y otros institutos o centros de estudio.
Fuente: Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, Edición 2012. RESDAL.

Reconociendo que el tema merece un desarrollo aparte, no puede dejar de destacarse el caso argentino en materia de derechos humanos, y su lucha para el “Nunca más” y la construcción de memoria histórica, a través del proceso que se inicia en el primer gobierno democrático de la década de los ’80 y se profundiza a partir de 2003 en el juzgamiento a los militares por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar. Acabar con esta impunidad fue la base desde la cual reconstruir la democracia en el país.

Continuando las referencias a la institucionalidad del sector, encontramos en otro poder del Estado ciertos retrasos. Si bien los Congresos tuvieron un importante rol en la conformación de los nuevos marcos legales, cuesta ejemplificar con algún caso nacional un Parlamento que lleve adelante (sin siquiera pretender lo ejecute cabalmente) su rol de control. Por supuesto, esto no es exclusivo del sector defensa, sino que se repite para todas las áreas de la administración pública.

¿Son suficientes estas reformas de carácter más bien formal, de nuevos marcos legales e institucionales para referirnos “sin que algo haga ruido” al binomio fuerzas armadas y democracia? Por supuesto que han sido (y son) una base importante. Una verdadera subordinación y conducción civil de las fuerzas armadas debería suponer un cierto grado de certeza acerca de que el retraimiento militar de la esfera política no representa sólo una cuestión histórica-coyuntural.

Profundizando el camino hacia la democratización de las fuerzas armadas

Los avances registrados en cuanto al control y conducción civil y política no han sido suficientes para pensar en fuerzas armadas democráticas. Para continuar este proceso de democratización es necesario provocar también cambios subjetivos en las propias fuerzas. ¿Qué ha cambiado en la mentalidad militar? ¿Alcanza con declaraciones de altos jefes afirmando que acompañan y apoyan “al modelo” u oficiales gritando bajo el lema “patria o muerte”? Creo más bien que este tipo de cosas son riesgosas, dando continuidad desde otra óptica a los errores del pasado.

Las fuerzas armadas latinoamericanas han mantenido importantes espacios de autonomía, principalmente en cuestiones de organización interna. Fruto tal vez de negociaciones o negligencias, se fueron generando “arreglos” del tipo “eso es algo interno de ustedes, sigan manejándolo”. Tal vez la razón esté en los “tiempos políticos”, que no permitieron abordar todas las cuestiones en un mismo momento, pero ya se marca la hora de encarar.

Una de estas cuestiones refiere a la justicia militar. La Argentina es uno de los países que más lejos ha avanzado en reformas en la materia, llegando directamente a la abolición de la justicia militar en el año 2008. Unido a la cuestión del fuero castrense, se encuentran también los reglamentos internos y disciplinarios de las fuerzas armadas, pocas veces modificados –y en cuyo caso los cambios fueron trabajados por los propios militares–, los cuales generan hábitos y prácticas en la institución que se van reproduciendo hasta inconscientemente.

Estas prácticas (que generan realidad) se enraízan desde los primeros años de formación del personal militar. Yendo a lo que es el corazón de una institución castrense, su cuerpo de oficiales, continúa hoy vigente un modelo de internación, a través del cual se va moldeando la mentalidad y el espíritu militar. ¿Qué ha cambiado en la formación militar? Algunos países comienzan incipientemente a repensar algo más que la incorporación de materias sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario en las currículas de estudio, interviniendo en el currículo oculto a través de los valores y prácticas sociales que en estas academias se internalizan. Es necesario profundizar la construcción de una nueva subjetividad militar acorde con los valores democráticos por los cuales nuestras sociedades han optado. Sobreestimar la cuestión no es menor, si estamos pensando en que son los hombres y mujeres a los que dotamos de las armas del Estado.

No sólo es necesario pensar en los valores que internalizan, sino también en si las fuerzas armadas son en su propia conformación reflejo de la sociedad democrática de la cual forman parte. Por ejemplo, ¿cuántas mujeres hay en nuestras fuerzas armadas y qué funciones están llevando ellas a cabo?

Las cuestiones de género se han insertado en el último tiempo en la agenda regional. Sin embargo no siempre escapa de lo políticamente correcto. Hacia fines de los años ’90 la institución castrense comienza a abrir sus puertas para la plena incorporación de las mujeres a la carrera militar, alcanzando en la actualidad una proporción aún muy menor en la conformación de las fuerzas, siendo las mujeres el 50% o más de las poblaciones nacionales. A casi veinte años de iniciado este proceso, en la mayoría de los países de América latina aún se encuentra vedado el ingreso para la mujer a determinadas armas dentro de cada fuerza (generalmente, aquellas desde donde se alcanzan los mayores rangos y puestos de liderazgo más representativos).

Tabla 2. Incorporación de la mujer en las especialidades de formación militar (oficiales)Fuente: Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, Edición 2014. RESDAL.

Pero aún para aquellos países en los cuales el acceso es total, ¿ello significa que se ha incorporado una perspectiva de género al interior de la institución? Una de las primeras cosas que hay que evitar es la homologación de los conceptos de “mujer” y “género”. Nada vincula la incorporación de la mujer a la institución castrense con la incorporación de una perspectiva de género en la institución. Las fuerzas armadas latinoamericanas aún están comenzando este camino. A nivel regional, cabe destacar las políticas en materia de género implementadas desde el Ministerio de Defensa de la Argentina desde el año 2006.

La consolidación de nuestras democracias fue trayendo estos nuevos temas a la agenda regional, los cuales tarde o temprano van repercutiendo en el área de defensa. Pensar en la democratización de las fuerzas armadas se hace aún más difícil si abrimos al debate no sólo cuestiones de género, sino también a la identidad de género y diversidad sexual. Importantes repercusiones tiene este asunto por ejemplo si se piensa en situaciones de abuso sexual, que no podrán tratarse hasta que la institución militar no salga del blindaje machista que provoca por ejemplo el ocultamiento de casos de abuso sexual por parte de oficiales hombres hacia subalternos hombres, los cuales terminan en el mejor de los casos en un cambio de destino en lugar de en la expulsión de la institución.

Algunas reflexiones en el contexto regional e internacional actual

Otra de las reformas que se ha producido en estos años de democracia es el cambio en las hipótesis de conflictos. Si bien aún perduran ciertas tensiones y conflictos vinculados principalmente a cuestiones limítrofes (como la muy en boga este año entre Bolivia y Chile por la salida al mar), hoy la región se consolida como un espacio de paz sin existir hipótesis de conflicto que involucren el uso de la fuerza entre países vecinos.

América del Sur ha dado un impulso sorprendente a la cooperación regional desde el ámbito de la defensa, lo que en el proceso de integración europeo tardó décadas. El Consejo Suramericano de Defensa (CDS) es el ámbito de la Unasur en donde más se ha trabajado y avanzado en políticas concretas, fortaleciendo la integración regional.

Tal vez dejando de lado ciertas tensiones de carácter político-ideológico (como ha ocurrido en el propio seno del CDS), la convergencia en la agenda de defensa con otras regiones del hemisferio puede ayudar a extender y ampliar esta cooperación regional. Las preocupaciones de los Estados insulares en materia de atención a emergencias y desastres naturales que hace no más de diez años nos separaban, hoy están en la agenda del día de todas las fuerzas armadas de la región.

Aún más, a pesar de la fuerte separación que países como la Argentina establecieron entre el ámbito de la seguridad pública y la defensa, hoy en día el 94% (la excepción es el caso chileno) de las fuerzas armadas latinoamericanas realizan de manera regular tareas vinculadas al mantenimiento del orden público.

Tabla 3. Relaciones entre defensa y seguridad pública en el contexto regionalFuente: Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, Edición 2014. RESDAL.

Las fuerzas armadas están hoy abocadas principalmente a lo que se ha definido como sus misiones subsidiarias. No son sólo las ya establecidas operaciones de paz. Aun en este marco, hoy la preparación de un peacekeeper indefectiblemente debe ser otra: 8 de cada 10 militares en operaciones de paz están sirviendo en misiones no tradicionales. ¿Estos cambios han ido acompañados de cambios en la preparación necesaria para responder a tales desafíos? ¿Se produjeron cambios en la formación y hasta en la doctrina militar? Al apoyo en actividades de seguridad pública y asistencia a desastres naturales se le suman también una enorme cantidad de acciones de apoyo a la comunidad, tales como distribución de alimentos y agua, campañas de salud, reparación y mantenimiento de infraestructuras diversas, entre otras.

Tal vez se creyó que pensar en fuerzas armadas democráticas era acercarlas a los problemas de la gente. Nada más parecido a las muletillas de políticos en campañas electorales. Debemos continuar el camino de conducción civil y política del área de defensa y democratización de las fuerzas armadas, formándolas, capacitándolas y dotándolas de los recursos humanos y materiales necesarios, para lo que como Estados democráticos y soberanos decidamos, recordando (y respetando) las bases legales que hemos definido.

Autorxs


Paz Tibiletti:

Red de Seguridad y Defensa de América Latina (RESDAL).