La nueva transformación económica en África: el rol de China

La nueva transformación económica en África: el rol de China

En la última década África ha tenido un crecimiento económico sostenido. En gran medida esto se debe al creciente papel de China en el continente y en el resto del mundo. Si bien esto es una gran noticia, es necesario que los países africanos puedan transformar sus economías para no quedar expuestos a los cambios y vaivenes coyunturales.

| Por Nicolás Depetris Chauvin |

Estos son tiempos prometedores para África, que ha disfrutado de casi una década de crecimiento económico sostenido. El promedio del crecimiento el año pasado fue casi cinco veces el de la Zona Euro y algunas de las economías de mayor crecimiento del mundo se encuentran en África. Ha habido muchos avances prometedores en los últimos años en el continente: los descubrimientos de petróleo, Estados más eficientes y eficaces, la reducción en el número e intensidad de los conflictos, el nacimiento de una clase media, un mercado interno y un incipiente sector privado autóctono y el florecimiento de la inversión extranjera, por nombrar algunos.

Sin embargo, a pesar de estos hechos positivos recientes, las naciones de África subsahariana han tenido mucho menos éxito en aumentar los ingresos per cápita, en reducir la pobreza, y en la transformación de sus estructuras económicas. Por ejemplo, en 2010 el promedio del PBI per cápita de la región fue de 688 dólares, casi la misma en términos reales que en 1980. En 2008 la mitad de los africanos vivían en la pobreza, comparado con el 25 por ciento en el resto del mundo en desarrollo. En casi todos los países africanos el sector primario, ya sea en agricultura o minería, sigue dominando la producción. El comercio exterior refleja la estructura de la producción: las exportaciones están dominadas por productos básicos que incorporan poca aplicación de ciencia y tecnología, mientras que la mayor parte de las manufacturas y los servicios basados en el conocimiento son importados. La estructura del empleo es un espejo de la de la producción, con la mayor parte de la población dedicada a una producción agrícola de baja productividad tradicional o directamente en el sector informal.

Este sombrío panorama es el resultado de una experiencia de crecimiento fallida de casi dos décadas. A diferencia de muchos países de otras regiones en desarrollo que lograron restaurar el crecimiento después de la década perdida de los años ’80, el estancamiento y el declive continuaron en África durante la primera mitad de la década de 1990 debido a una combinación de factores externos adversos, cuellos de botella estructurales e institucionales y a la mala política económica.

A pesar de su debilidad estructural, el continente está una vez más en una trayectoria ascendente. Si bien esto es una muy buena noticia, hay algunas cuestiones que necesitan urgentemente ser evaluadas. ¿Es la aceleración observada en el crecimiento una señal de progreso duramente ganado o solamente el resultado del auge en el precio de las materias primas de los últimos años? ¿Qué pasaría si esta tendencia en los precios se revierte? ¿Qué pasaría si los mercados de las economías más desarrolladas siguen sin recuperarse? En efecto, ¿cómo puede África sostener su crecimiento y no repetir los errores del pasado? La mayoría de los analistas parecen coincidir en que las economías africanas necesitan hacer más que crecer. Necesitan transformarse. ¿La razón? El crecimiento sin transformación estructural, como el crecimiento inducido por aumentos de los precios, los nuevos descubrimientos de recursos naturales, o el aumento de la ayuda extranjera no es sostenible en el largo plazo. Sólo el crecimiento con transformación económica puede crear un número suficiente de empleos productivos, difundir conocimientos y tecnologías adecuados para el desarrollo de una economía moderna, mejorar el nivel de vida de las personas y promover sociedades más inclusivas. La transformación económica también significa una menor dependencia de las materias primas y una mayor dependencia de los productos manufacturados y servicios sofisticados. También significa la modernización de la agricultura y la mejora de las capacidades tecnológicas para poder competir en el mercado global. El crecimiento económico y la transformación estructural, por lo tanto, deben ser vistos como procesos que se refuerzan mutuamente.

En este contexto de búsqueda de la tan deseada transformación económica en África, China por su experiencia reciente de transformación económica y por su creciente rol económico y político en el continente ha atraído recientemente una amplia atención. El creciente papel de China en África se presenta a menudo como “la solución” a los problemas de desarrollo del continente o como “neocolonialismo”. Por supuesto, la realidad es mucho más compleja dada la diversidad de países en África y el complejo conjunto de relaciones políticas, militares y económicas de China con el mundo.

Los lazos entre los países africanos y China no son nuevos, pero ahora se basan más en las relaciones económicas dominadas por el comercio, la inversión y las finanzas que en la afinidad política. El interés de China en África se inició en la década de 1950, cuando estableció relaciones diplomáticas y comenzó a prestar asistencia técnica a los países africanos a cambio de apoyo a la iniciativa “Una China”. A finales de 1990, el flujo de comercio, la inversión y las relaciones financieras entre China y un grupo de países africanos exportadores de materias primas se aceleraron. Durante 2000-08, el comercio creció a un promedio de 40% al año, y en 2008 se situó en 106 mil millones de dólares. Durante 2003-07, los flujos de IED aumentaron un asombroso 1.300%, a 2.900 millones de dólares. Se estima que más de 1.000 empresas chinas operan en África. Durante 2000-07, sólo para infraestructura, China proporcionó más de U$S 13 mil millones en préstamos en condiciones favorables para países africanos. En comparación, la proporción de los flujos de ayuda bilateral se redujeron en los últimos años.

Las exportaciones de petróleo y gas, minería y silvicultura dominan el comercio de África con China, alcanzando el 86% de todas las exportaciones africanas a ese país durante 2000-2010. Los cinco primeros exportadores de África a China, Angola, Sudáfrica, Sudán, República del Congo y Libia, concentran el 88% de las exportaciones con ese destino. Las manufacturas dominan las exportaciones chinas a los países africanos, principalmente maquinaria y equipo y textiles y prendas de vestir, que constituyen más del 80% de todas las exportaciones chinas al continente. Mientras que las manufacturas chinas han penetrado en todos los mercados africanos, Sudáfrica, Nigeria y Egipto son los principales mercados, junto con las Islas Mauricio, que proporcionan acceso libre de aranceles a otros países africanos.

La IED china en África se concentra en los países ricos en recursos naturales que son los principales socios comerciales de China. De los 450 proyectos de inversión de China en África, se estima que 46% están en el sector manufacturero, el 40% en servicios y el 9% en las industrias relacionadas con los recursos naturales. Si bien por lo menos 48 de los 53 países africanos han recibido IED china, los 10 socios comerciales principales recibieron más de 90% de la IED en la última década.

La creciente presencia económica y financiera de China en África trae aparejados muchos beneficios pero a la vez presenta varios desafíos. La tarea para los países africanos es aprovechar al máximo los impactos positivos, gestionando los desafíos para avanzar en una agenda de transformación y reducir las consecuencias indeseables.

Entre los impactos positivos se puede mencionar que China ha contribuido al aumento de las exportaciones y el crecimiento económico en África. Los términos de intercambio con China en África mejoraron un 80% o 90% en la última década, y el aumento de los precios internacionales de sus exportaciones de petróleo y minerales fue impulsado principalmente por la demanda de China y otros países emergentes. Sin embargo, sólo nueve países africanos (principalmente los exportadores de petróleo) tienen un superávit comercial con China.

China ha proporcionado oportunidades económicas para países en gran parte olvidados por otros inversores, en general por cuestiones políticas. Por ejemplo, en Zimbabwe, la financiación de proyectos agrícolas de China está ofreciendo una oportunidad para restaurar la capacidad. China se convirtió en la única opción financiera para países como Angola y Sudán, que fueron incapaces de obtener préstamos de instituciones multilaterales para la reconstrucción de la infraestructura luego de sus guerras civiles.

Las inversiones chinas están ayudando a diversificar las economías africanas. En Zambia, las inversiones chinas en el sector manufacturero representaron un promedio del 60% de las inversiones totales en 1993-2006. Inversiones manufactureras chinas establecieron dos zonas de libre comercio en Nigeria y las plantas de fabricación de automóviles en Angola. En Sudáfrica, la adquisición de U$S 5.000 millones de Standard Bank se convirtió en la mayor inversión extranjera de China en África. Recientes inversiones de China en la producción de biocombustibles en el Congo y en Zambia están contribuyendo a diversificar la producción agrícola de África.

Parte de las inversiones chinas están contribuyendo al aumento del valor agregado local de las exportaciones africanas. Una de las primeras empresas forestales chinas en invertir en Gabón está involucrada en las operaciones de la madera desde la recolección hasta el procesamiento y el comercio, facilitando las exportaciones de productos de madera elaborados a la Unión Europea y los mercados africanos. En Zambia, las zonas económicas especiales incluyen una inversión china de 250 millones de dólares en una fundidora de cobre que permitirá las exportaciones de minerales procesados. China ha ofrecido a Kenia los más avanzados equipos de procesamiento de café. También hay proyectos de procesamiento de algodón en Malawi, Mozambique y Zambia, y un proyecto de procesamiento de cuero en Etiopía.

La cooperación de China en la agricultura contribuye al aumento de la producción y la productividad, lo que es particularmente importante en un contexto donde el gasto de los gobiernos de África y la asistencia de los donantes de la OCDE está disminuyendo. China ha proporcionado U$S 600 millones en cooperación para el sector desde el año 2002, el despliegue de expertos agrícolas chinos para apoyar la producción de alimentos para los mercados locales y de exportación y la tecnología agrícolas para el procesamiento de la producción en países como Camerún, Kenia, Angola y Namibia. Dada la creciente demanda china de alimentos y otros productos agrícolas, es de esperarse una mayor integración entre China y las economías africanas.

El financiamiento chino está contribuyendo a cerrar el déficit de infraestructura, reduciendo los costos de hacer negocios y facilitando el comercio y contribuyendo a que los bienes y servicios locales sean más baratos. Por ejemplo, tras el suministro de equipos digitales de China, los costos de telefonía fija cayeron un 65% en Kenia, la telefonía móvil es más accesible en Namibia, y la densidad telefónica ha mejorado sustancialmente en Uganda.

En el sector minorista, los productos chinos ofrecen alternativas más económicas para los consumidores africanos, según la evidencia anecdótica de Angola, Kenia, Uganda y Zambia. Los minoristas locales en Ghana, Kenia y Uganda también se han beneficiado de insumos más baratos, como los plásticos, y otras manufacturas ligeras para la reventa.

La IED de China en los países africanos ha creado nuevos puestos de trabajo en la industria manufacturera, la construcción y la minería. En Mozambique, las inversiones chinas han creado más de 11.000 puestos de trabajo entre 1990 y 2007 en la agroindustria, la acuicultura, la industria y en el sector de la construcción.

En Zambia, las inversiones en el sector manufacturero entre el 2000 y el 2006 crearon 5.209 puestos de trabajo. En Kenia, las inversiones manufactureras chinas han proporcionado más de 8.000 puestos de trabajo para la población local entre 2000 y 2006. El establecimiento de institutos chinos de formación e investigación contribuye a la formación de recursos humanos y a la transferencia de tecnología. En el sector de infraestructura, Huawei Technologies, una importante empresa de telecomunicaciones china, ha establecido centros de formación en Angola, Nigeria y Sudáfrica. En el sector manufacturero, el Instituto de Investigación Industrial de Uganda establecido por China ha capacitado a 690 técnicos y se ha convertido en uno de los mejores centros de investigación industriales en el continente.

A pesar de todos los beneficios mencionados con anterioridad, existen importantes retos en la relación de los países africanos con China. Para empezar, la mayoría de los países africanos están acumulando grandes déficits comerciales con China, debido a la concentración de las exportaciones africanas a China en productos primarios. En 2000-2010, el déficit comercial de la mayoría de los países no petroleros o no exportadores de minerales aumentó más de 1.000%. Las restricciones chinas a la importación de bienes procesados son una preocupación importante. La estructura arancelaria china bloquea la oportunidad de aumentar las exportaciones con mayor valor agregado, consolidando la estructura productiva existente en detrimento de la transformación estructural de las economías africanas.

El financiamiento de China a los países africanos genera preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda. Los préstamos a los países africanos con frecuencia no cumplen los umbrales de subvención del 35% establecido por la guía internacional sobre sostenibilidad de la deuda. Además, muchas veces se estipula el reembolso de préstamos a través de recursos físicos, lo que conlleva el riesgo de provocar la inestabilidad de los precios de esos recursos. Muchos de los acuerdos de financiamiento privados están respaldados por garantías soberanas, lo que genera una deuda contingente para el sector público que no es debidamente tenida en cuenta.

La falta de transparencia en las negociaciones y la ejecución de proyectos entre China y los gobiernos africanos impide la participación constructiva de las empresas africanas y los grupos de la sociedad civil. Los términos y condiciones de los acuerdos de cooperación económica y técnica generalmente no están disponibles al público, causando especulación y confusión acerca de la naturaleza de la asistencia de China a los países africanos.

Las empresas africanas en el comercio minorista, la construcción y la manufactura son desplazadas por la presión competitiva de las empresas chinas mediante la vinculación de los créditos del gobierno chino y las subvenciones a la inversión. En Ghana, Etiopía y Sudáfrica, los textiles y los fabricantes de ropa pierden miles de puestos de trabajo debido a una mayor competencia. En el sector minorista, donde las empresas chinas tienen mejores accesos a bienes más baratos, el aumento de la competencia ha dejado a muchos comerciantes locales en Ghana, Nigeria, Sudán y Zambia fuera del negocio. Mientras que las empresas de construcción chinas han creado puestos de trabajo en varios países, se cree que los contratistas locales de Angola, Namibia y Zambia fueron pasados por alto por las disposiciones relativas al contenido de los préstamos chinos que estipulan que 50% de todas las compras deben ser de China.

Hay varios factores que han limitado el número y la calidad de los empleos locales creados a través de la inversión china. Si bien los proyectos chinos en la minería y la construcción han creado miles de puestos de trabajo en África, varios obstáculos se interponen en el camino de una mayor generación de empleo.

En primer lugar, existe la preocupación acerca de la existencia de mano de obra china en proyectos de construcción chinas. Contratistas chinos ganan contratos sobre la base de costo y entrega, y sugieren que debido a las diferentes culturas de trabajo, la falta de mano de obra calificada local y restricciones del derecho laboral, la contratación de mano de obra africana puede socavar la eficiencia de los proyectos. A pesar de algunos esfuerzos por parte de empresas chinas para capacitar a gerentes de África y el personal técnico, los trabajadores africanos son relegados a posiciones de bajo nivel.

También hay quejas de que los operadores chinos en petróleo y gas, los sectores minero, forestal y minorista violan las normas laborales, el control y la calidad ambiental. Por ejemplo se han incrementado las tensiones entre las empresas chinas y las comunidades locales por los daños al medio ambiente provocados por el sector minero en la República Democrática del Congo, Gabón y Zambia. Se estima que entre el 80% y el 100% de las importaciones de madera de China procedentes de Camerún, República del Congo, Gabón y Guinea Ecuatorial violan las restricciones de exportación establecidas para evitar la tala no sostenible. Las empresas chinas son muchas veces acusadas de violar las convenciones de la OIT sobre los derechos laborales.

El crecimiento de China y otras economías emergentes, la aparición de varias economías africanas en el escenario mundial y el creciente deseo de promover colaboraciones Sur-Sur exigen un esfuerzo por comprender mejor la red de vínculos existentes entre África y los nuevos actores globales emergentes. La expansión de los intereses y las inversiones de China en África ofrece una oportunidad para que los países africanos puedan vincular sus economías con uno de los polos fundamentales de crecimiento económico. Obviamente esta relación tiene implicaciones de largo alcance con ventajas y desventajas, lo que requiere que los países africanos desarrollen planes estratégicos integrales para participar con China de una manera que promueva una agenda de transformación.

Autorxs


Nicolás Depetris Chauvin:

Instituto Interdisciplinario de Economía Política UBA-Conicet y African Center for Economic Transformation.