La evolución de la inversión en armamentos a nivel global y su implicancia en la seguridad internacional y el equilibrio de poder

La evolución de la inversión en armamentos a nivel global y su implicancia en la seguridad internacional y el equilibrio de poder

Todos los Estados compran armamento. Esto puede generar incertidumbre y tensión en el escenario internacional y alterar el equilibrio de poder global. Si sumamos la falta de transparencia y de información sobre los gastos militares de muchos países, tenemos un cóctel muy peligroso. El rol de las percepciones de amenaza y los intereses geopolíticos en un mercado dinámico y en constante cambio.

| Por Antonella Guidoccio |

Un análisis sobre la evolución de las inversiones en presupuestos militares a nivel global demuestra que desde fines de los ’90 la tendencia ha ido en aumento y se ha comenzado a estabilizar a partir del 2009. Desde el 2012 hasta el 2014 se puede observar un leve decrecimiento que no deja de superar con creces los niveles de gasto alcanzados durante la década de los ’90 (ver gráfico 1).

Gráfico 1. Gasto militar
Fuente: SIPRI

Como es de esperar, la adquisición de armamentos puede aumentar la incertidumbre y tensión entre Estados respecto de su seguridad. Comprender entonces las implicancias del aumento en el gasto militar sobre el equilibrio de poder global nos lleva indefectiblemente a tener que profundizar en tres factores: a) la capacidad militar de los actores estatales, b) las dinámicas regionales de gasto militar y conflicto, y c) las intenciones y razones políticas que motivan las inversiones militares de los actores que las realizan. Como veremos, estos tres factores se encuentran interrelacionados.

a) Capacidad militar

La capacidad militar de los Estados está signada principalmente por su inversión en armamentos, su capacidad de gestión para ejecutar esos gastos, la forma en que deciden invertirlos, la cantidad de armamentos que adquieren y la potencia de los mismos.

Los países con las mayores inversiones en gastos militares son Estados Unidos (EE.UU.), con la inversión más alta del mundo, seguido por Rusia, China, Arabia Saudita y Francia.

Entre las armas mas destructivas se encuentran las armas nucleares, biológicas y químicas que pueden matar millones de personas rápidamente e imposibilitan a la contraparte la posibilidad de defenderse. EE.UU. y Rusia siguen sobrepasando a todos los Estados en la posesión de estos arsenales. Rusia incluso es el principal proveedor de armas de destrucción masiva a Estados fallidos y grupos terroristas. Estas armas son de poca utilidad para los Estados, debido a la condena internacional que podría recaer sobre ellos, sin embargo, son sumamente codiciadas por los actores no estatales o terroristas que no tienen una población que proteger y que apuntan justamente a causar muertes masivas de inocentes.

Si bien el mercado de productores de armas se mantiene liderado por las empresas tradicionales de Estados Unidos y Europa, competidoras de países emergentes como Brasil, Corea del Sur y Turquía están creciendo considerablemente.

El fenómeno de transferencias de armas viene signado por una caída en los flujos hacia Europa y un aumento hacia África, Asia y Oceanía. Entre los mayores receptores de armas se encuentran India, China y Pakistán, seguidos por dos actores nuevos en la lista de principales receptores: Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

Una dinámica que está muy presente en los principales receptores de armamentos es la adquisición de misiles de largo alcance que permiten fácilmente “atacar objetivos pequeños dentro de territorio adversario al tiempo que reducen el riesgo de poner en peligro sus propios efectivos militares o plataformas de gran valor”. Estos misiles poseen gran potencia y brindan a los Estados que los adquieren la posibilidad de alterar fácilmente los equilibrios regionales y promover una escalada armamentística. Esta situación se ve agravada por el hecho de que los grandes proveedores de estos misiles no siempre atienden las obligaciones internacionales de no enviarlos a zonas con alta conflictividad interestatal y países que poseen armas nucleares.

La capacidad de ejecución del gasto militar afecta principalmente a países con alta inestabilidad política y baja institucionalización. Estados como Ucrania y Nigeria han venido aumentando sus gastos militares, por los conflictos con Rusia y con Boko Haram, respectivamente; sin embargo parte de ese gasto es afectado por dinámicas de corrupción y pago de coimas.

b) Dinámicas regionales de gasto militar y conflicto

Existen dos tendencias divergentes: por un lado asistimos a una disminución de los gastos militares en los países occidentales por las políticas de ajuste ante las crisis económicas, y por el otro, a un aumento de los gastos militares en el resto del mundo motivado por mayor disponibilidad de recursos económicos, percepciones de amenaza e intereses geopolíticos. La inversión decreciente en gastos militares en los países occidentales podría estabilizarse, pero múltiples señales que analizaremos en el punto c) demuestran que la tendencia creciente en el resto del mundo podría mantenerse (ver gráfico 2).

Las regiones de África, Asia y Europa del Este son las que presentaron los mayores aumentos. Se destaca la importancia económica relativa que brindan países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Rusia donde la inversión de gasto militar como porcentaje del PBI fue la más grande, alcanzando el 10,4%, 5,1% y 4,5% del PBI, respectivamente.

Gráfico  2. Gasto militar mundial, 2004-2013
Fuente: SIPRI

La subida en el gasto militar de Asia y Oceanía fue del 5% en 2014 y estuvo dominada por el aumento en el gasto de defensa de China. Australia, India y Corea del Sur también mantienen un lugar importante en la región, sus aumentos las ubican entre los quince países con los gastos militares más altos del mundo.

Mientras que Europa Occidental registró un descenso en el gasto militar, en Europa Central y del Este se dio un aumento liderado por Rusia, Ucrania, Polonia y algunos países bálticos y nórdicos.

En el Medio Oriente los gastos militares también aumentaron. Desde 2005, los países que más han aumentado esas inversiones fueron Irak, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Arabia Saudita.

En 2014 la inversión militar se mantuvo estable en Sudamérica afectada por la reducción de gastos militares en Brasil, pero se incrementó en América Central y el Caribe marcada por el aumento en los gastos de defensa de México.

Por ultimo, África sigue experimentando los mayores aumentos en los gastos militares desde el 2005, siendo Argelia y Angola los principales inversores, favorecidos por los altos precios del petróleo como ocurrió también en Medio Oriente.

c) Intenciones y razones políticas

Se torna fundamental profundizar en las cuestiones de fondo que motivan la adquisición de armamentos.

En América del Sur no hay una carrera armamentista, la adquisición de armamentos responde más que todo a la necesidad de mantener la capacidad de disuasión; la necesidad de renovar el equipamiento militar que estaba anticuado y el aprovechamiento de una situación económica favorable para hacerlo. Por el contrario, en Centroamérica y el Caribe el aumento del gasto militar responde a la necesidad de utilizar a las fuerzas militares y de seguridad en la lucha contra el narcotráfico.

Tanto en las regiones de Asia-Pacifico como de Europa del Este asistimos a una carrera armamentista motivada por China y Rusia, respectivamente.

De acuerdo con su política exterior, China sigue desplegando diversas acciones en pos de expandir su influencia en el mundo, entre ellas la modernización militar y expansión territorial. A fin de evitar estar circundada por los Estados Unidos en sus zonas cercanas, China intensificó sus recursos y presencia militar en las zonas de disputa en el Mar del Sur de Asia. Ello provocó la reacción de los países de la región. Vietnam, por ejemplo, aumentó sus gastos militares a fin de hacer frente a esa expansión y Japón está considerando la posibilidad de autorizar a su ejército a combatir en el extranjero.

Rusia por su parte también está embarcada desde 2011 en un plan de modernización y rearme de sus fuerzas armadas muy importante que espera completar para 2020. Aunque el mismo se vio afectado por la caída en el precio del petróleo y gas y la creciente tensión con Ucrania, es decir que fue planificado incluso antes de que estalle este conflicto. La crisis en Ucrania por su parte motivó un aumento del gasto militar en este país del 65% desde 2005 hasta el 2014 y en los países bálticos y en Suecia. Dicho conflicto a su vez llevó a un aumento en las percepciones de amenazas de la OTAN y a la reconsideración de las estrategias militares en la región, lo que se vio reflejado en los incrementos en los gastos militares y en el compromiso de los miembros de la OTAN a invertir al menos 2% de su PBI en gasto militar.

Las tensiones en Medio Oriente provocadas por actores estatales y no estatales generan inestabilidad e incertidumbre en la región, donde varios países redoblan sus esfuerzos por mantener el equilibro de poder. Arabia Saudita, por ejemplo, sigue aumentando sus inversiones en armamento en gran parte por la disminución de la atención recibida por parte de EE.UU., el avance de Al-Qaeda e ISIS y los efectos que un acuerdo nuclear con Irán podría tener.

Conclusión

Un problema transversal a la hora de analizar los tres factores está dado por la falta de transparencia y reporte de gastos militares e intenciones de muchos Estados. Los países que más limitan la información son aquellos que lideran los rankings de importadores y exportadores de armas. De hecho, tres de los diez principales Estados proveedores de armas, China, Israel y Rusia, nunca publicaron un informe nacional sobre exportación de armas. Ello dificulta tanto la obtención de información fidedigna sobre las capacidades y planes de aprovisionamiento militares de los Estados como el monitoreo de compra de arsenal militar.

Dado que las amenazas a la seguridad internacional están dadas por las capacidades y las intenciones de los Estados, no basta con aumentar la capacidad de contener o responder a las capacidades militares de otros Estados u actores no estatales sino que se necesita promover un cambio en las intenciones que provocan el uso y aumento de esas capacidades.

Autorxs


Antonella Guidoccio:

Licenciada en Relaciones Internacionales – Universidad de San Andrés. Master of Science in Public Policy and Managemente – Carnegie Mellon University, Adelaida, Australia. Docente de Seguridad Internacional y Relaciones Internacionales – UDESA.