Gestión de la educación y proyecto regional

Gestión de la educación y proyecto regional

La educación está estrechamente vinculada con el desarrollo. La gestión educativa necesita articular los aspectos pedagógicos con los políticos, culturales, tecnológicos, económicos, comprendidos en el proceso de desarrollo; y a su vez esta articulación debe estar inmersa en los proyectos políticos regionales que se generan dentro del Estado. Algunas claves para tener en cuenta.

| Por Omar E. Barberis |

El estilo de dirección surgiría como fruto de la conjunción entre la biografía, formación, capacitación, experiencia del director adquirida dentro y fuera del ámbito educativo, cuestiones personales e inconscientes; con la historia de la escuela, los aspectos particulares de población escolar, los niveles de inserción comunitaria, los proyectos y demás características de la unidad educativa, junto al contexto próximo y lejano en el cual actúan.

Y esto no puede obviar el análisis del contexto que contiene el funcionamiento de las unidades educativas. La escuela puede cumplir su función aceptando, acordando con las demandas instaladas socialmente, o resistirse proponiendo distintas alternativas. Lo que no podría hacer es desconocer las implicancias de dichas demandas, ni la incidencia del medio próximo y lejano a través de los variados medios de comunicación en el diseño y ejecución de los proyectos educativos.

De esta manera, quienes dirigen los proyectos educativos, para poder comprender y evaluarlos, necesitarían conocer los marcos de referencia en los cuales sus escuelas están funcionando. Los presupuestos, creencias, motivaciones y las condiciones materiales, necesidades, etcétera.

Podría preguntarse: ¿cómo logran ser aceptados algunos estilos de dirección? Para ello se debería tener en cuenta la respuesta del estilo al contexto macro cultural actual; el papel que le asigna al conocimiento en relación con la producción y la atención que les presta a los cambios ocurridos en la conformación del Estado y la sociedad. Esto implica el papel de la gestión directiva como responsable de articular el Proyecto Educativo de la Institución con el Proyecto de la Región, así como también la función que le asigna a la educación como agente de cambio y a su vez de conservación de las estructuras.

Conocimiento, producción y gestión educativa

El proceso de globalización o de mundialización, como otros prefieren llamarlo, ha generado gran incertidumbre en la sociedad, muy en especial en aquellos sectores y regiones alejados de los grandes centros de producción y consumo, por su impacto en los recursos naturales y los procesos productivos y financieros, generando transformaciones políticas orientadas a la constitución de bloques regionales como el Mercosur, el NAFTA, la Unión Europea.

Esto lleva a la fijación de objetivos transnacionales y afrontar las demandas por una “mejor calidad de vida” al nivel individual y social de parte de sus poblaciones, fuertemente relacionadas con la creciente conciencia ecológica.

La masificación de los medios de comunicación y el creciente rol de la información facilitaría que las ventajas comparativas se encuentren en la actualidad definidas cada vez más por, según Cleveland, la “…capacidad de generar y procesar información con rapidez, por la capacidad de desarrollar nuevas ideas, habilidades y procesos…”, así como por la puesta en funcionamiento de sistemas organizativos y productivos más flexibles.

A su vez, estaría presente la idea de virtualidad. La realidad virtual bien puede ser utilizada en el ámbito educativo. De hecho, educar implica recrear el mundo que rodea al educando buscando incorporar conceptos, procedimientos y actitudes que le permitan proyectar su rol en el posible mundo futuro. Cuando se forma a los alumnos se trata de adelantarse en el tiempo, desarrollando en él lo que se supone serán las competencias y capacidades que la sociedad espera de él en el ejercicio de sus roles familiares, profesionales, cívicos.

El hecho de que aumenten los reclamos sociales por una mayor participación en las decisiones políticas conjuntamente con lo imprevisible a largo plazo y la diversidad de respuestas alternativas estaría demostrando la importancia del hacer educativo como instrumento capaz de preparar al ciudadano para ejecutar un rol reflexivo y activo frente a la revolución científico-tecnológica y las complejas demandas sociales de la actualidad. La incorporación de Nuevas Tecnologías que se manifiesta en la articulación entre la producción de conocimientos y la producción de bienes, clave del progreso económico y social, requiere de alumnos creativos, imaginativos, audaces al mismo tiempo que realistas y responsables.

Los países más dinámicos son aquellos cuyas economías pueden generar bienes con alto valor agregado, y no se conforman solamente con vender los bienes básicos tal como se producen naturalmente. Para poder hacer esto, es decir, para poder agregar “tecnología” a los bienes naturales, se necesita de equipos de R&D (Investigación y Desarrollo) que pueden conseguirse, en palabras de Inés Aguerrondo, “sólo a partir de una determinada definición epistemológica del conocimiento que se decide distribuir desde el sistema educativo” (…) “Es cierto que en sus instancias más visibles, la relación producción de conocimiento/productividad parece ser tema del nivel superior (de grado y posgrado universitario) pero muchas investigaciones han señalado ya que la posibilidad del desarrollo adecuado de esta relación en los niveles superiores depende en gran medida del tipo de conocimiento que se transmite desde la escuela primaria”.

Si el mundo se está volviendo de uso intensivo de conocimientos, se explica la gran importancia que se asigna al conocimiento como instrumento fundamental en la construcción de la sociedad, y lo inútil de ser mezquino con el conocimiento, en tanto que lo que hoy puede ser “el centro de gravedad”, mañana puede convertirse en conocimiento auxiliar a la hora de explicar un hecho, suceso o proceso.

Con claridad, José Arocena define que la “…realidad de los procesos de desarrollo muestra que los sistemas no se reducen a la reproducción perpetua de los mismos efectos. Hay transformaciones considerables que siguen a veces orientaciones inesperadas.

Nuevos actores se constituyen y proyectos alternativos plantean otras formas de regulación sistémica. En el ámbito local, el estudio de los procesos de generación de actores parece esencial. La permanente constitución de nuevas capacidades de acción local muestra que la posición en un sistema no es inmutable. El análisis de lo ‘local’ no puede reducirse a una simple constatación de la reproducción de las contradicciones de la sociedad global”.

La posibilidad de generar respuestas desde lo local, desde lo regional, no es simplemente una manifestación de deseos, o una hipótesis de incierta verificación. Las interesantes experiencias en el ámbito de la informática que se han generado en Córdoba, Argentina (Internet II para la NASA), o las exportaciones de productos agropecuarios no convencionales desechados por el consumo local, pueden ser ejemplos válidos.

Por ello debemos profundizar la formación de dirigentes capaces de proyectar y proyectarse en los nuevos escenarios. Si bien esta situación puede ser encarada a priori por la capacitación, la participación en encuentros, jornadas, ferias, exposiciones y otras instancias semejantes, la posibilidad de asegurar este proceso en el futuro se asocia a la generación y/o potenciación del espíritu cooperativo o asociativo.

En una sociedad como la argentina que, al entender de algunos, ha demostrado ser sumamente individualista, el desarrollo de capacidades y competencias que faciliten el trabajo en equipo, el logro de acuerdos, la negociación, la participación, la capacidad de ejercer la función productiva de una manera crítica y creativa, todo enmarcado en las características y posibilidades regionales, debe ser propiciado y promovido desde corta edad a través de la educación formal e informal.

Esto permitiría comprender la importancia que la educación adquiere en cuanto a su posibilidad de facilitar el conocimiento a la sociedad, promover su comprensión y análisis y generar las condiciones que faciliten su contextualización y adecuación a los intereses y necesidades de la región en la cual los mismos impactan.

Al pretender la construcción del conocimiento en la escuela, se debería tener en cuenta el triángulo interactivo generado entre el papel mediador de la actividad constructiva del alumno, los contenidos escolares tomados como saberes preexistentes socialmente construidos y culturalmente organizados (cuya relevancia para la región el equipo directivo tendría que constatar en consulta con los agentes externos relevantes) y el papel de los profesores en cuanto guías y orientadores de la incorporación crítica, reflexiva y significativa de los contenidos.

La importancia de lo señalado se puede apreciar aún más si se considera, tal como lo dice Francisco Alburquerque, que “la competitividad es ‘sistémica’, lo cual quiere decir que las empresas no llevan a cabo la pugna competitiva en los mercados por sí solas, ya que dependen decisivamente de otros aspectos tales como la disponibilidad de los servicios avanzados a la producción…; la dotación de infraestructuras básicas; la naturaleza y magnitud de la investigación y desarrollo (I+D); la capacitación empresarial; el sistema educativo y su vinculación con los problemas productivos y empresariales del territorio en cuestión…”.

Se tendría que ver a la educación como eje clave de acción para el logro de los objetivos de transformación estructural, de la equidad e integración social, compensando las tendencias a la segmentación-dualización que se observa produce el funcionamiento del mercado y el ejercicio del poder global. Tan sólo con un planteo educativo atento a las vicisitudes sociales (marginación, desempleo, etc.), la región podría mantener su identidad, resguardando los legítimos intereses de sus hombres, la inclusión social, la justicia social.

La educación sería, también, un eje importantísimo para lograr los objetivos políticos-sociales de legitimación, lo que implica la transformación del sentido común que requiere como requisito previo, la construcción de un nuevo sistema económico y político, con su implicancia en la concepción de ciudadanía y democracia.

Un equipo directivo comprometido con el hoy, gestionaría los conocimientos en la institución educativa a partir del medio local, del municipio y de la región, facilitando la proyección de esta en el escenario nacional e internacional. Dicha proyección tendría un sentido amplio en cuanto implica la consolidación del sistema político; el aprovechamiento de las posibilidades que brinda la disponibilidad de los recursos regionales. Y además requeriría de la identificación y potenciación de los bienes culturales que conforman el patrimonio social.

Para asegurar la gobernabilidad y viabilizar el desarrollo en el corto y mediano plazo, es sumamente importante elaborar un proyecto regional profundamente inserto en los municipios que lo conforman. En este caso el concepto de región parte de la identificación de espacios homogéneos que pueden estar conformados dentro de una provincia, o implicar varias de ellas, y dentro de las cuales se puede promover el desarrollo entendido en un sentido integral, considerando los aspectos económicos (laborales, materiales y financieros), culturales (manifestación del arte, artesanía, valores trasuntados en criterios, usos, costumbres, estilos de vida), sociales (organizaciones intermedias, conformación de redes solidarias y participativas), políticos (capacidad para generar acuerdos y elaborar proyectos considerando los escenarios por venir).

Al Estado, en su búsqueda del bien común, le corresponde participar junto a la sociedad en la tarea de compensar las desigualdades, no de manera asistencialista sino orientadora, promotora, comprometida con las necesidades e intereses que la sociedad manifiesta. De esta manera serán sociedad y Estado los que plantearán los procedimientos que posibiliten proyectar su identidad al mundo globalizado, siendo la escuela una de las instituciones más relevantes como punto de vinculación entre las necesidades, intereses y demandas sociales con las posibilidades y ofertas que ponen en juego las políticas del Estado.

Si estas políticas se orientan a fortalecer a los municipios con sentido de equidad, se posibilita la igualdad de oportunidades y posibilidades de la población en edad escolar.





Sin proyección internacional no hay consolidación de la identidad regional. Y si la identidad regional se resiente, se pierde la oportunidad de consolidar la identidad nacional





Desde luego que el papel de los dirigentes es crucial en la medida en que son los responsables de lograr articular dichos intereses y necesidades regionales con el contexto que los contiene. Y si se toma al equipo directivo educacional como responsable de gestionar los recursos humanos que han de desempeñarse en el futuro, se puede comprender que en sus manos está buena parte de la posibilidad de lograr la incorporación y reformulación de los conocimientos necesarios para el desarrollo de la propia identidad y la proyección en escenarios cada vez más distantes y, paradójicamente, próximos.

Para concretar el proyecto regional de desarrollo, la educación no puede actuar en forma independiente de los objetivos planteados por la sociedad. Y estos objetivos se manifiestan políticamente, son una cuestión política que para tener continuidad en el tiempo y en las acciones necesita manifestarse en un proyecto político de y para la región.

Proyecto político

Este proyecto implica definir quiénes son los actores implicados, qué pretenden conseguir y cómo van a concretar la idea. Con qué estrategia, con qué recursos y en cuánto tiempo. Plantearse quiénes son los actores permitiría precisar los responsables de la iniciativa en la elaboración y ejecución del proyecto político. Aquí podrán surgir conflictos a partir de los distintos intereses y enfoques en juego. Si se toma al Estado es muy probable que se encuentren diferencias entre las políticas y la manera de ejecutarlas por parte del gobierno nacional, provincial y municipal. En este caso, es vital que los responsables de las conducciones municipales homogenicen objetivos y criterios, pues ellos constituyen los actores estatales con más posibilidades de comprender y defender los intereses regionales.

Junto a los actores políticos sistémicos, es necesario identificar los actores sociales empresariales y sindicales, del ámbito productivo, educativo, cultural, recreativo, deportivo. A todos aquellos que se sientan parte de los destinos de la región.

Estos sectores podrán encontrarse, a iniciativa de alguno o algunos de ellos, y elaborar un proyecto político sugiriendo distintas estrategias que pondrían de manifiesto los distintos intereses y necesidades en juego. Lo importante es que el proyecto sea consensuado por el conjunto de los actores de manera que cada uno lo sienta propio. La estrategia de cada actor estaría en función del proyecto compartido, fijándose los límites a los intereses particulares a partir del reconocimiento del bien común compartido, del desarrollo regional.

Toda sociedad funciona a partir de uno o varios proyectos políticos que podrán ser explícitos o implícitos. Proyectos que estarían presentes en la política del Estado nacional, provincial o municipal y en los que se encuentren en las bancas opositoras al gobierno. Proyectos que estarán, también, expresados abiertamente o disimulados en el funcionamiento de los factores de poder dentro de la sociedad y en el ámbito internacional, y que se refieren, según Sergio Boisier, “…a la distribución más o menos coactiva del poder y de los recursos sociales”. Para que esto pueda redundar en beneficio del conjunto de la región, sería necesario acordar un modelo de región, de organización social a partir de una Imagen Futura asentada en escenarios posibles, diseñando el proceso de cambio para su logro.

Aquí, siguiendo a Boisier, se estaría frente al qué se desea conseguir y es donde más claramente entraría en juego lo ideológico, tomando el concepto al margen de las “…versiones corrientes de las ideologías propias de la acción política, es decir, no se trata de imbuir el proyecto político regional de una postura doctrinaria definida, sino de identificar los valores fundamentales que orientan la acción concreta… una ideología predominante que influye tanto en la identificación de los fines sociales como en la calificación de la legitimidad de los medios que han de utilizarse para alcanzarlos…”.

Al ser incorporado en un proyecto político regional, el regionalismo parece constituir un primer “valor”. La región, aparte de ser un hecho físico, constituye un espacio en donde se desarrolla la vida cotidiana de las personas, espacio en el cual paulatinamente se genera toda una “cultura” ampliamente entendida que se convierte en una especie de interfaces que relaciona al individuo y a la comunidad con el resto del mundo.

Junto al regionalismo surgen otros valores, tal como el humanismo en cuanto hace hincapié en la dignidad y el valor de las personas; la solidaridad en cuanto solidifica el sentimiento de responsabilidad compartida por el destino de las personas, grupos e instituciones regionales y la justicia social.

Estos y otros valores deberían ser los componentes de la Conducción del proyecto político regional, dirección superior ejercida en forma permanente por la clase política de la región, tanto la que participa directamente del gobierno como la que se encuentra circunstancialmente en la oposición. Evidentemente esto implica a la Gestión Educativa.

Es importante recalcar esta proposición teniendo presente el horizonte de largo plazo de todo proyecto político, lo que hace factible que un mismo proyecto sea “administrado” a lo largo del tiempo por grupos disímiles que se alternan en el poder.

Aparecen así otros valores esenciales: tolerancia y democracia y un componente decisivo: Participación. Un proyecto político democrático es por definición un proyecto de elevada participación social. Clave a partir de la cual se puede plantear el cómo concretar el proyecto, precisando el punto de partida, es decir, teniendo en cuenta el diagnóstico situacional correspondiente.

Proyecto cultural

Cuando se mencionó el Proyecto Regional, en primer lugar se trató el proyecto político en la medida en que los cambios acelerados demandan respuestas prontas y eficaces, con un profundo compromiso, se dijo, de los actores comprometidos con el destino de la región. Pero sin duda, en todo momento estuvo presente el contenido cultural de la región sin cuya consideración se podría decir que un proyecto es una ilusión. Estuvo presente en el diagnóstico y en la ideología predominante en la elaboración del proyecto político. Y estará presente en el Proyecto Regional a través de un proyecto cultural que apunte al cambio necesario para fortalecer y facilitar el proyecto político al cual se hizo referencia, y constituirá, también, la base en la que se asiente el Proyecto Educativo Regional.

El impacto de la globalización pone en juego la existencia misma de las culturas regionales, provinciales, nacionales y del mismo continente latinoamericano. La desvalorización, el menosprecio, la indiferencia con que se “valora” la cultura propia, generan la necesidad de fortalecer o concienciar la cultura regional mediante proyectos culturales que procuren, en palabras de Boisier, una “…apropiación regional de las culturas locales, es decir, una verdadera socialización de lo vernáculo…”, incrementando la creación y circulación regional de las expresiones culturales locales, facilitando, a su vez, “…un proceso permanente de apropiación regional de la cultura universal…” que facilite una inserción propositiva de la región en el ámbito internacional. “La cuestión principal es mantener un equilibrio entre ambas formas de cultura, de forma de evitar la alienación total y el parroquianismo completo”.

En este punto es que se puede valorar el papel de los medios de comunicación masivos –los cuales serán tratados en otra oportunidad a la luz de la nueva ley– y el de la Educación. El Proyecto Educativo regional es el instrumento que permite a la sociedad y al Estado producir los cambios culturales necesarios para darle continuidad al proyecto político elaborado.

Proyecto Educativo

En Proyectos Regionales la educación se pone de manifiesto en los Proyectos Educativos Institucionales y Curriculares que cada escuela elabora, en la medida que respondan a proyectos políticos y culturales presentes en la región, así como también a los que se entienden grandes lineamientos de las transformaciones institucionales presentes en el Estado.

A su vez, el modelo de organización y gestión asentado en ciertos supuestos sobre la tarea y sobre la naturaleza de la materia procesada, al producirse la transformación de alguno de sus componentes, se modifica toda la articulación surgiendo incompatibilidades y tensiones, pues el sistema institucional está construido reconociendo niveles y ámbitos especializados con relaciones diversas.

Así la transformación del sistema institucional tendría una profundidad que no puede ser anticipada, y cuyas ramificaciones y consecuencias se encuentran, aún hoy, en el plano de lo desconocido o incierto. Pero es justamente por ello que es preciso especular sobre esas ramificaciones y consecuencias, en particular para la organización y gestión educativa.

La institución educativa es parte de los procesos anteriores de cambio institucional. Por una parte introduce la noción de la diversidad de situaciones en que debe operar, reconociendo las diferenciaciones regionales, zonales y locales. Ello implica avanzar en la descentralización, renunciando a la uniformidad absoluta en materia de labores escolares, planteos curriculares y prácticas pedagógicas. Pero también implica asumir las diferenciaciones en la población escolar, por lo que el proceso pedagógico debe adecuarse a las características propias de esa población. Ello supone capacidad de diferenciación y el ejercicio de la discrecionalidad en la situación escolar. También requiere control por los resultados, interpretación por parte del operador de los objetivos y de los criterios de la institución y aprendizaje permanente, sistemático e institucionalizado.

En este caso la cultura organizacional construida sobre una visión compartida y una orientación estratégica serían las bases sobre las que se construye la gestión de la institución, se asegura la calidad de los procesos educativos y el logro de resultados acordes con las necesidades y demandas de la comunidad educativa.





“La propuesta para esta década apunta a crear las condiciones educacionales, de capacitación y de incorporación del progreso científico-tecnológico que hagan posible la transformación de las estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social. Objetivos, criterios y lineamientos del documento de la CEPAL”.





Si a partir de un enfoque regional se toman como propios los objetivos estratégicos planteados por CEPAL para alcanzar la formación de la moderna ciudadanía, se necesita una profunda revisión de los contenidos cognitivos, instrumentales y éticos de la educación, siendo la obligación de los sistemas educativos, para cumplir con este objetivo, la de distribuir equitativamente los conocimientos y el dominio de los códigos en los cuales circula la información socialmente necesaria para la participación ciudadana y a su vez formar a las personas en los valores y principios éticos, y desarrollar sus habilidades y destrezas para lograr un buen desempeño en los diferentes ámbitos de la vida social: en el mundo del trabajo, la vida familiar, el cuidado del medio ambiente, la cultura, la participación política y la vida de su comunidad, entendida secuencialmente como local, regional, provincial y nacional.

En cuanto al otro objetivo, el de lograr la competitividad internacional de los países, expresa el consenso de los países de la región con respecto a la prioridad de fortalecer la inserción internacional para estimular el crecimiento, la incorporación del progreso técnico y la elevación de la productividad y el nivel de vida de la población. Esto requiere una nueva relación entre la educación y el mundo de la producción y del trabajo, integrando la dimensión formativa con la laboral. Esto posibilitaría fortalecer y dar continuidad en el tiempo a experiencias regionales de producción tradicional y no tradicional que aprovechan nichos en el ámbito mundial para colocar su producción regional.

Dos criterios esenciales inspiran estas políticas: la equidad (igualdad de oportunidades y posibilidades educativas) y el desempeño (cumplimiento de las metas de los proyectos institucionales).

En el plano institucional la estrategia de la CEPAL supone una reorganización de la gestión educativa orientada, por una parte, a descentralizar y dar mayor autonomía a las escuelas y otros centros educacionales y, por otra, a integrarlos en un marco común de objetivos compartidos. Esta integración, se piensa, tiene que plantearse gradualmente articulando los proyectos educativos entre sí y ateniéndose a las necesidades y posibilidades de la región de pertenencia.

De esta manera, estos principios exceden el plano administrativo e inciden en la organización de las unidades educativas y en el sistema.

Se cree que la descentralización de referencia, en los establecimientos educativos, puede lograrse en la medida en que la autonomía implique al ámbito administrativo y político, bases sobre las cuales puede generarse una auténtica participación en la toma de decisión por parte de los actores educativos y sociales operando como equipos de trabajo. Cuando una situación de esta naturaleza se continúa en el tiempo, generalmente permite una adecuada inserción comunitaria, acompañada del fortalecimiento de la identidad institucional.

Los proyectos que surgen sobre la base de este enfoque, generalmente facilitan que la comunidad le asigne un sentido difícil de lograr bajo otras condiciones, promoviendo la iniciativa, la creatividad y la capacidad de gestión, lo que permite a los actores institucionales responsabilizarse por los resultados.

Si, como ya se sabe, los valores, los criterios, los procedimientos, las actitudes y las aptitudes vividas en la institución educativa por sus actores, en buena medida son transferidos a la convivencia social, la posibilidad de generar proyectos con estas características facilitaría y fortalecería la democracia argentina, al posibilitar modelos de vida democrática participativa.

Papel de la gestión directiva

Sucede que así como el concepto de Estado Nación nos remite a una realidad muy amplia y difícil de abarcar en su totalidad, por el contrario, su manifestación municipal es, generalmente, reducida a la hora de encarar un proyecto autosustentable. La región, por su conformación básicamente económica y sociocultural, por su flexibilidad espacial, facilita el ámbito más apropiado para pensar, desde ella y para la escuela, el Proyecto Educativo Institucional (PEI).

Esto implicaría considerar que el Proyecto Regional y/o Municipal orienta los distintos PEI, pues es claro que si la educación está al servicio del hombre y de la sociedad, el equipo directivo educacional es quien tendría que gestionar la articulación de los conocimientos convalidados socialmente y su aplicación para el desarrollo de los niños y jóvenes, con los escenarios proyectados por la región y/o el municipio, continente de la voluntad soberana del pueblo.

Es en este punto donde entraría en juego la capacidad de gestión de quienes conducen para diseñar, rediseñar y poner en funcionamiento los proyectos. Si su estilo se condice con las formas de participación esperadas y estimadas como válidas por la comunidad, se estaría frente a una gestión de proyecto eficaz en cuanto al nivel de participación alcanzado por parte de sus actores, y al reconocimiento social de su desempeño.

Autorxs


Omar E. Barberis:

Lic. en Ciencia Política. Especialista en Gestión Educativa. Magister en Administración Pública. Doctor en Ciencia Política. Consejero del Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM). Director del Instituto de Extensión de la UNVM.