Editorial: Un futuro para la Argentina

Editorial: Un futuro para la Argentina

| Por Abraham Leonardo Gak* |

La sola mención del término Investigación y Desarrollo impacta en el imaginario popular como una condición excluyente que asegura el progreso, la modernidad y el bienestar.

La difusión y exaltación mediática del desarrollo y estilo de vida alcanzados por los habitantes de los países centrales como consecuencia de la incorporación de los avances tecnológicos, y en contraposición, el deterioro en los niveles de vida de los países donde estos avances no se encuentran en similar cantidad y calidad, han logrado instalar en la población la convicción de que para lograr ese supuesto bienestar es necesario copiar la fórmula y someterse a las pautas establecidas en aquella parte del mundo.

Hoy en día, millones de personas se encuentran sometidas a la más cruel de las pobrezas (la material, la intelectual, la social y la política), sin embargo, esta no se debe únicamente a no haber utilizado los desarrollos tecnológicos generados en el norte global.

Desde luego que no se propone eliminar ni minimizar la importancia del conocimiento científico y tecnológico ni su utilización en el devenir de nuestros destinos tanto nacionales como personales, sino por lo contrario, generarlo y utilizarlo para revertir el proceso de dependencia y mejorar sustancialmente la calidad de vida de la población.

Hoy debemos repensar nuestro futuro. ¿Cuáles son los estigmas que debemos remontar? ¿Cuáles son los paradigmas que debemos modificar? ¿Cuáles son las costumbres y conocimientos de las culturas ancestrales que debemos abandonar? ¿Cuáles son las formas de producción obsoletas que deben ser inexorablemente reemplazadas? La respuesta a todas estas preguntas está relacionada con la clara definición de un modo de vida y desarrollo acorde con nuestras necesidades, nuestra identidad cultural y un proyecto inclusivo para toda la sociedad. Podemos y debemos diferenciarnos de las costumbres de otros países, en apariencia mucho más opulentos, que se encuentran embarcados en un consumismo sin límite, y sostenidos por la disposición de bienes materiales propios y miserias ajenas.

Para lograrlo debemos partir de principios claros y acciones que nos permitan ser como queremos ser e ir hacia donde queremos ir.

En primer lugar, debemos establecer que hay aplicaciones científicas y formas de desarrollo buenas y malas. Nos interesa fabricar tractores, aviones y usinas y no nos interesa fabricar armas.

En segundo lugar, debemos conocer que todo desarrollo científico implica riesgos. Por lo tanto, debemos analizar claramente cada uno de ellos privilegiando la vida (presente y futura) por sobre los beneficios económicos.

Por último, queremos destacar que tenemos capacidad para desarrollar nuestro propio conocimiento científico y sus aplicaciones de acuerdo con nuestras necesidades y proyectos, desde luego que aprovechando los avances en el resto del mundo, pero siempre partiendo de una mirada conocedora de qué nos sirve y qué no.

Todos estos objetivos sólo podrán ser alcanzados cuando el conocimiento no sea privilegio de unos pocos que, apoyados en nuestra ignorancia, nos impidan liberarnos de nuestros estigmas, modificar aquellos paradigmas que consideremos innecesarios, mantener aquellas costumbres que nos distinguen y ofrecen felicidad, sostener y cultivar (a quien le plazca) culturas ancestrales que hacen a nuestra historia, modificar formas obsoletas de producción que atentan contra nuestro futuro, y sostener aquellas otras que consideremos que vale la pena que sobrevivan. Para ello es necesario un sistema educativo incluyente, que forme individuos críticos, con capacidad transformadora de la realidad, y que cuente con profesionales capacitados de acuerdo con el nivel de excelencia que requiere una educación al servicio del progreso, el bienestar y la felicidad de todos/as.

Esta utopía es posible. Caminemos entonces hacia un país donde sus escuelas, universidades y laboratorios estén llenos de mentes ávidas por aprender y desarrollarse, sabiendo que tienen un futuro personal y colectivo por forjar, para construir un país con pleno empleo y con un hábitat digno en el cual vivir plenamente.





* Director de Voces en el Fénix.