Editorial: Naturaleza y vida, ¿el precio del desarrollo?

Editorial: Naturaleza y vida, ¿el precio del desarrollo?

| Por Abraham Leonardo Gak |

El pleno desarrollo es la gran utopía de América latina. Los países que la integran tienen diferentes miradas sobre cómo alcanzarlo, pero todas ellas se manifiestan dentro de un sistema global capitalista donde el lucro es el denominador preponderante en las políticas que se desarrollan.

El objetivo de lograr el aumento de los niveles de crecimiento lleva aparejada en nuestra región la explotación intensiva de los recursos naturales a las que la ausencia de un desarrollo industrial de alta complejidad no hace más que incentivar.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la concepción de preservación del medio ambiente ha ido ganando importancia no sólo por los efectos que su deterioro puede generar sobre las próximas generaciones sino también por las consecuencias inmediatas que produce la acción del hombre en la naturaleza.

El problema radica en la utilización de elementos nocivos para la salud y la preservación del medio ambiente con el objetivo de optimizar la producción, garantizar la maximización de la ganancia y la sustentabilidad de un modelo de desarrollo; así como también en una aceleración de los tiempos de extracción sin dejar que se reproduzcan aquellos elementos renovables de la naturaleza.

El conflicto que se plantea entre desarrollo y protección ambiental requiere de un fuerte cambio cultural. Siendo que el desarrollo capitalista lleva a los países a privilegiar el crecimiento económico por sobre la vida, resulta necesario pensar otra manera de producir y de consumir. En este sentido, las dinámicas de los movimientos sociales relacionados con la defensa del medio ambiente van logrando instalar la problemática y concientizar a las sociedades sobre la imprescindible necesidad de reducir los impactos sobre la naturaleza, y avanzar en un modo de vida que la respete.

De todos modos, sin voluntad y poder político para llevar adelante las transformaciones necesarias para la defensa del medio ambiente, y sin una clara y fuerte planificación que señale los límites a la codicia y el egoísmo, esta tarea quedará sólo como una expresión de deseos.

La educación ambiental, que debe incorporarse desde los jardines maternales hasta las universidades, es una herramienta esencial para concientizar a la sociedad sobre los riesgos que enfrentamos.

También el desarrollo científico-tecnológico debe estar orientado a la preservación del medio ambiente, y este desafío tiene que ser asumido por el mundo académico orientando en parte su actividad en la búsqueda y desarrollo de productos que puedan reemplazar a aquellos otros rechazados por nocivos, creando así nuevas formas de producción tecnológica amigable con la vida de todos.

Muchas son las señales de alerta que nos ofrece la naturaleza en estos tiempos como consecuencia de nuestra incompetencia para enfrentar una realidad que a ojos vista nos lleva al desastre.

Por eso, nos preguntamos si el precio que debemos pagar por el desarrollo pleno es el de nuestras vidas y la de las próximas generaciones, sobre todo las de aquellos a los que el sistema tiene condenados a la marginalidad, o si por el contrario tendremos otras formas de vida y producción que contribuyan al buen vivir.

Autorxs


Abraham Leonardo Gak:

Director de Voces en el Fénix.