Editorial: En defensa de las generaciones futuras

Editorial: En defensa de las generaciones futuras

| Por Abraham Leonardo Gak* |

La sociedad se enfrenta hoy con la contradicción de que el desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar el rendimiento de la producción muchas veces trae aparejada la depredación de la naturaleza, que se traduce en graves daños a toda forma de vida y al propio planeta que se ve fuertemente amenazado afectando directamente a las actuales y futuras generaciones.

La humanidad ha comenzado a reaccionar ante este real peligro a pesar de la enconada resistencia por parte, principalmente de los países centrales, y por los conglomerados económicos y financieros que se niegan a reducir sus abultadas rentabilidades en aras de abandonar tecnologías y procedimientos que afectan el inmediato futuro de los seres humanos.

En el caso de nuestro país, los avances en la producción agropecuaria y minera han derivado en graves ataques a la salud de numerosos pobladores en zonas rurales, en la degradación de los suelos, en la erradicación de pueblos originarios, en la utilización descontrolada de agua y en la deforestación de amplios territorios.

Desde luego que no se trata de volver a técnicas productivas obsoletas. Se trata de incorporar la variable ambiental en los objetivos y en las limitaciones que se deben tomar en cuenta a la hora de aplicar nuevas tecnologías.

En este sentido es imprescindible que el Estado utilice al máximo el potencial científico que representa la importante red de universidades nacionales para analizar y producir el conocimiento necesario para modificar los procesos que nos quieren imponer desde el exterior, y que cuentan con la complicidad tanto de representantes de gobiernos y legislaturas de nivel municipal, provincial y nacional, como de sectores económicos concentrados de origen local, que ven en el modelo extractivo la posibilidad de aumentar sus ganancias sin tomar en cuenta los daños que se ocasionan al medio ambiente.

Los grandes oligopolios transnacionales no nos garantizan que las técnicas y productos que nos proveen sean la última tecnología posible. Seguramente, lo que estos garantizan es una mayor rentabilidad con abstracción de las consecuencias ecológicas de su utilización. Tampoco debemos aceptar que la minería a cielo abierto con uso de cianuro u otros productos similares, que tienen un tiempo de degradación de miles de años y que utilizan diariamente el equivalente en litros de agua al consumo domiciliario de cientos de miles de familias, sea la única metodología que se deba aceptar.

Es hora, pues, de que las universidades nacionales asuman este desafío: generar la posibilidad de insertarnos en el mundo como un modelo de país respetuoso de sus habitantes y protector de los intereses de las generaciones futuras. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva tendrá, en este aspecto, una responsabilidad excluyente.

Por todo lo expuesto, este número 2 de Voces en el Fénix, el primero en su carácter de revista temática, está dedicado al aporte de nuevas voces al debate acerca de la defensa del medio ambiente, con la intención de generar un debate más comprensivo, ante los riesgos indudables que significa aceptar a libro cerrado lo que nos viene de afuera, con la falsa pátina de ser lo último y lo más eficaz en la materia.





* Director de Voces en el Fénix.