Editorial: Control social, garantía de dominación
El control social es la herramienta utilizada para garantizar la hegemonía de los poderes de facto que el sistema considera imprescindible para sostener la primacía del capital.
Adquiere formas variadas que se expresan en acciones y omisiones que tienen por objeto mantener el statu quo que permita garantizar los niveles de renta (nunca satisfactoria para el capital).
Para que el control social sea efectivo es necesario contar con una sociedad regida por pautas culturales que sostengan la estrategia del poder y que acepte condicionalidades que en muchos casos son contrarias a sus propios intereses.
Ahora bien, el control social necesita también de otras herramientas para su ejecución. Es allí donde aparecen las instituciones; algunas de manera explícita como las fuerzas de seguridad, y otras de manera implícita, como la escuela, los clubes, las iglesias, que colaboran en la formación de cada individuo desde su cuna hasta el último de sus días.
Las fuerzas de seguridad se forman y se desarrollan en el convencimiento de la necesidad de controlar al “enemigo”, identificado en los últimos años con los jóvenes (especialmente los de los sectores más vulnerables de la población) y las organizaciones sindicales y sociales.
En el caso de los jóvenes, estos están condicionados a respetar y asumir la existencia de un orden social que se considera inamovible en sus bases; sobre todo porque la pobreza y la marginación originan un alto grado de indefensión e incluso limitan los recursos necesarios para cambiar esa realidad.
Las organizaciones gremiales, salvo pequeños núcleos radicalizados, no suelen ir más allá del reclamo por mejoras salariales, y en algunos casos por mejores condiciones de trabajo, concesión que el poder les hace con el claro objetivo de que estas no modifiquen nada esencial. La parte fundamental sigue estando, sin embargo, en la disposición que se hace de la fuerza de trabajo en las fábricas. Allí el control sobre los cuerpos es casi completo según sea la capacidad de organización de los trabajadores y trabajadoras.
La opresión de género, que hoy en día es un terreno de permanente disputa, supo ser un eje fundamental en el mecanismo de control social. Los avances logrados en la materia no alcanzan sin embargo para pensar que es una herramienta en desuso.
Por último, otra herramienta que hasta ahora fue utilizada eficazmente es la política. La estrategia de denostarla, quitarle primacía, someterla a condicionalidades, vincularla a intereses particulares, tiene el objetivo de desarticular la voluntad de cambio, de la posibilidad de la organización y de tomar el futuro en las propias manos. Esta estrategia, exitosa durante varios años, tuvo un quiebre a inicios del presente siglo. Sin embargo, el poder trabaja día a día para recuperar su capacidad desmovilizadora y volver al escenario anterior.
Este panorama apocalíptico en realidad está sufriendo fuertes sacudones, fruto de las resistencias que lleva adelante la población en sus distintos ámbitos de relación social. Estas resistencias, si bien no nos liberan de la dependencia y el control, van dejando un conocimiento acumulado y una experiencia que permiten avanzar en la disputa e ir modificando y limitando la capacidad de maniobra que el poder ha tenido hasta ahora.
Multitudes, entre las que se encuentra un amplio número de jóvenes, reaccionan ante el sistema represivo reclamando un mundo diferente. Pero sigue siendo necesario avanzar también en la escuela, para que modifique sus principios en aras de formar seres libres, críticos, insumisos a los condicionantes que el poder instala.
La incorporación de nuevas voces al ámbito comunicacional permite visibilizar un escenario de sometimiento y facilita la reacción de la comunidad frente a ello. Fortalecer estos espacios es fundamental para revertir el proceso de control hoy vigente.
Es bueno ahondar en el tema del orden y el control social, sacarlo a la superficie y desglosar las falacias de modo que finalmente sea posible un cambio profundo en la sociedad y el sistema establecido.
Autorxs
Abraham Leonardo Gak:
Director de Voces en el Fénix.