Comentarios del Dr. Aldo Ferrer, Profesor Titular Consulto
de Estrategia Económica Argentina y miembro del Grupo Fénix (Universidad de Buenos Aires),
en ocasión de la reunión con el Director Gerente del FMI, Sr. Horst Kohler

Lo social es indivisible de lo económico. En consecuencia, deben tratarse conjuntamente las cuestiones económicas y sociales. El Grupo Fénix se ocupa prioritariamente de la sustentabilidad económica del bienestar. 

 

Los planes sociales focalizados a atender los problemas urgentes de la pobreza extrema, son indispensables. Pero son sólo paliativos si la política económica es una fábrica de desempleo, exclusión y pobreza.

 

Sólo en un escenario de crecimiento de la producción y el empleo, las políticas sociales y la solidaridad dan plenamente sus frutos de construir una sociedad participativa, sin pobreza, que fortalece la autoestima de cada ser humano que se siente actor de una empresa común y no apenas el sujeto de la asistencia social.

 

El Grupo Fénix de la Universidad de Buenos Aires ha trabajado desde 2001 en la elaboración de un plan para el pleno empleo de los recursos disponibles y el desarrollo con equidad, es decir, para erradicar la pobreza y elevar el bienestar sobre la base del desarrollo sustentable de mediano y largo plazo.

 

En lo inmediato, tales objetivos requieren aumentar el empleo de la capacidad productiva considerando que la economía argentina está operando todavía un 30% por debajo de su capacidad potencial y con una tasa de desempleo del 20%. Al mismo tiempo, existe un extraordinario y transitoria superávit del balance comercial del orden del 15% del PBI.

 

En tales condiciones, para reducir en plazos breves el desempleo y la pobreza, se requiere expandir la demanda agregada y sostener precios relativos que fortalezcan la competitividad de la economía argentina. En consecuencia, actualmente, los principales instrumentos de las políticas sociales incluyen la política monetaria y cambiaria orientada a sostener una paridad adecuada del peso, tasas de interés que viabilicen la inversión privada y la ampliación del crédito a sectores generadores de empleo como a las pequeñas y medianas empresas, y la industria de la construcción de viviendas y la infraestructura.

 

La reforma del sistema bancario es imprescindible para sustentar el desarrollo con equidad y debería culminar con entidades solventes y competitivas que incluyen la banca pública, la cooperativa y bancos privados de capital nacional y extranjero, estos últimos, a fortalecer los vínculos externos de la economía argentina. La pesificación plena del sistema monetario y un Banco Central que ejerza con firmeza las funciones propias de la autoridad monetaria, en el contexto de la estrategia de pleno empleo de recursos, desarrollo, equidad y sólidos equilibrios macroeconómicos, son condiciones necesarias para elevar la calidad de vida.

 

La Argentina puede y debe descansar en sus propios recursos para erradicar la pobreza. El país cuenta con los medios necesarios que, bien empleados, permitirían alcanzar, a corto plazo, niveles razonables de ocupación de la capacidad productiva instalada y de la mano de obra y, al mismo tiempo, elevar la tasa de ahorro e inversión y de crecimiento del producto.

 

El ahorro interno es, como en el resto del mundo, la fuente principal del financiamiento de la inversión. Su incremento requiere consolidar la seguridad jurídica y el respeto de los contratos lo cual sólo es posible, como lo anticipó el Grupo Fénix antes de la crisis, si las reglas del juego son consistentes con el desarrollo y los equilibrios económicos de base. La inversión privada extranjera es un complemento importante de la inversión doméstica en la medida en que contribuya a la integración del sistema productivo, a incorporar tecnología y a ampliar el acceso de la producción argentina a los mercados internacionales.

 

Una solución equitativa de las negociaciones con el FMI contribuye a la reducción de la pobreza y la elevación del bienestar en la Argentina. Un acuerdo sólo es conveniente si es consistente con la recuperación y crecimiento de la economía nacional. El Gobierno argentino debería fijar criterios no negociables de sustentabilidad, ya que el costo social de su violación sería mayor que el de la eventual extensión del default a las obligaciones con el FMI y los organismos multilaterales de crédito. Situación indeseable y, en opinión del Grupo Fénix, evitable, por un comportamiento razonable de ambas partes.

 

Es conveniente alcanzar un acuerdo con el FMI que no incluye préstamos netos pero sí extender los vencimientos en un cronograma que compatibilice el cumplimiento de los compromisos del país con la recuperación y crecimiento de la economía argentina, la generación de empleo, la reducción de la pobreza y la elevación del bienestar. Por lo tanto, en la negociación con el FMI relativa al superávit primario del Estado destinado a servir la deuda, deberá encontrarse un equilibrio razonable entre el esfuerzo que el país realizará y los requisitos de su desarrollo.

 

Las negociaciones en curso, con los tenedores privados de deuda argentina en default deberían concluir con un nivel de endeudamiento sostenible en una trayectoria de reducción de la deuda externa, condición indispensable para la gobernabilidad de la economía argentina. Esto implica repartir con equidad las consecuencias de la crisis que es el resultado de las pésimas políticas seguidas por el país en el pasado y del respaldo externo a las mismas.

 

La recuperación y desarrollo de la economía ampliará su capacidad de servir la deuda. En sentido contrario, la insistencia en las mismas políticas y reformas estructurales que provocaron la crisis, sólo pueden llevar a repetir la experiencia del default. La Argentina debe integrarse en la globalización del orden mundial contemporáneo asumiendo el comando de su propio destino, como sucede en los países exitosos.

 

Los equilibrios macroeconómicos y la estabilidad de precios son condiciones necesarias de las políticas sociales y del reparto equitativo del ingreso. Al mismo tiempo es imprescindible una reforma profunda del régimen tributario (como, por ejemplo, la propuesta por el Grupo Fénix) y una elevación de la calidad y transparencia del gasto público.

 

La responsabilidad del desarrollo económico y social es indelegable. Descansa, en primer lugar, en la lucidez y firmeza de las políticas públicas y en el respaldo de la sociedad al proceso de crecimiento con equidad. La gobernabilidad de la democracia no consiste en hacer lo que los mercados esperan sino en ampliar las bases del desarrollo y el bienestar, que constituyen las oportunidades reales para los negocios e inversiones privadas.

 

Nadie puede resolver nuestros problemas sino los mismos argentinos ni, tampoco, nadie puede impedir hacerlo si la sociedad argentina consolida su democracia y recupera el espíritu de una comunidad de destino.

 

Destino que hoy incluye a los casi 40 millones de habitantes de nuestro país pero, también, a los 200 millones del MERCOSUR, en un espacio gigantesco de 12 millones de km2 excepcionalmente dotado de todos los recursos necesarios para el desarrollo con equidad, para erradicar la pobreza y elevar el bienestar en esta región del Nuevo Mundo.

 

Buenos Aires, 23 de junio de 2003