Otra Argentina es posible.
De la crisis al crecimiento con equidad

En los documentos fundacionales del Grupo Fénix realizamos un diagnóstico de las causas de la crisis actual y propusimos una estrategia de desarrollo económico con equidad. Señalamos entonces que la aplicación del modelo neoliberal llevaba al país al desastre. Entre otras consecuencias, anticipamos que corría peligro el régimen de contratos sobre el cual se sustenta toda sociedad organizada.

 

En nuestro encuentro de septiembre último trazamos los lineamientos de un paradigma alternativo de política económica que permitiera recuperar la capacidad de decisión y enfrentar la crisis.

 

Señalamos que el régimen de convertibilidad era insostenible y que era preciso administrar la política cambiaria para viabilizar una transformación ordenada de los precios relativos y fortalecer la competitividad de la producción argentina.

 

Dijimos que era indispensable restablecer el peso como eje del sistema monetario argentino y salir de la convertibilidad de una manera ordenada, sobre la base de condiciones previas y simultáneas que permitieran evitar transferencias patrimoniales y de ingresos injustificadas e inequitativas.

 

Sostuvimos que era urgente y posible iniciar una política de expansión de la demanda y la liquidez para emplear los recursos ociosos y generar fuentes de trabajo. Indicamos que una política de reactivación con equidad era consistente con el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos y que la eliminación del déficit fiscal sólo es posible con el aumento del nivel de actividad y una profunda reforma fiscal de carácter progresivo que contemple criterios de eficacia en el gasto público con un rol dinamizador y consagrados principios de equidad tributaria.

 

Destacamos la urgencia de adoptar medidas mayores de distribución del ingreso para avanzar rápidamente hacia una Argentina sin pobres e insistimos en que la distribución progresiva del ingreso, por su efecto de expansión de la demanda, está íntimamente ligada con el crecimiento de la producción y el empleo sobre los que se funda la elevación de la calidad de vida.

 

Pese a la naturaleza de los problemas que enfrentábamos, la política económica siguió ostensiblemente atrapada en los mismos enfoques generadores de la crisis. Los hechos confirmaron que las advertencias eran fundadas. Los riesgos previstos se convirtieron en la dura realidad presente.

 

El país declaró la cesación de pagos de su deuda pública y gran parte de la privada, el corralito impide el acceso a los depósitos en un sistema bancario que no cumple sus funciones específicas, la recaudación tributaria se desplomó como resultado inevitable de la depresión económica y la iliquidez y el régimen cambiario perturban la formación de los precios y la distribución del ingreso.

 

En síntesis, los ejes sobre los que se sustenta toda economía moderna, la producción, el trabajo, el sistema financiero, las finanzas públicas y el régimen cambiario, están desorganizados. Mientras tanto, se prolonga la depresión y se agravan sin pausa el desempleo y la pobreza.

 

En su encuentro del 17 al 19 de abril el Grupo Fénix, con la participación de estudiosos y representantes de diversos sectores de la actividad del país, desarrolló un amplio temario que incluyó las relaciones entre estado, economía y sociedad, la política fiscal, la estrategia económica internacional, el sistema monetario, cambiario y financiero, las políticas sociales, laborales y de distribución del ingreso, los sectores productivos, tecnología y desarrollo sostenible, la infraestructura y la regulación. Los documentos de base de las deliberaciones y sus conclusiones serán próximamente publicados.

 

Como en sus documentos fundacionales, el Grupo Fénix insiste en que la salida de la crisis es posible a partir de una política que restablezca el orden en la economía argentina y movilice el potencial económico disponible. Para poner en ejecución una política de desarrollo económico con equidad deben cumplirse simultáneamente las siguientes condiciones:

 

1. No subordinar la política de ordenamiento y reactivación a ningún acuerdo previo con el FMI. El país puede y debe ponerse de pie con sus propios medios y a través del ejercicio responsable de su capacidad de autodeterminación.

 

2. Estructurar un nuevo sistema bancario al servicio de la producción, apoyado sobre la banca pública y cooperativa, con estricto control sobre la banca extranjera; elaborar un presupuesto realista y administrar el mercado cambiario.

 

3. Lanzar de inmediato una política de expansión de la demanda y de la liquidez para reactivar la economía en el contexto de los equilibrios macroeconómicos fundamentales, a partir de recursos provistos por una modificación de la estructura impositiva con carácter crecientemente progresivo.

 

4. Realizar políticas activas para dinamizar el aparato productivo, incluyendo sectores de alta tecnología e impulsar el desarrollo de un sector de economía social centrado en el trabajo.

 

5. Replantear sobre la base de un amplio consenso social el tratamiento de la deuda y demás pasivos externos, para garantizar una estrategia de crecimiento con equidad. La negociación con los organismos multilaterales de crédito debe iniciarse a posteriori de esta estrategia, con vistas a resolver la cesación de pagos y reestablecer relaciones normales con los acreedores y el sistema financiero internacional.

 

6. Afirmar una estrategia de inserción internacional que refuerce el Mercosur como polo de negociación con otras regiones y países, reformule la política comercial y contribuya a la competitividad de las exportaciones.

 

7. Implementar en forma inmediata un seguro universal de empleo y formación para los jefes/as de familia desocupados, acompañado de una asignación por hijo, estableciendo montos significativos para avanzar en la rápida eliminación de la pobreza y adoptar medidas tendientes a defender el poder adquisitivo de los asalariados.

 

8. Revisar y renegociar los contratos con las empresas privatizadas de servicios públicos y de seguridad social, sobre la base de nuevos marcos regulatorios.

 

La política de las actuales autoridades no resuelve ninguna de estas cuestiones y, antes bien, las agrava. Las decisiones adoptadas están en las antípodas de lo que es preciso hacer para enfrentar la crisis e iniciar la marcha en el sendero del crecimiento con equidad.

 

El estilo de negociación que se ha instalado con el Fondo no sólo responde a los intereses de los acreedores y es ineficiente para salir de la depresión, sino que constituye un agravio a la dignidad del país. Un país que no se respeta a sí mismo no puede negociar nada, sólo pedir instrucciones, que es lo que está sucediendo.

 

Insistimos en que el país tiene que ponerse de pie por sus propios medios y que es ilusorio pensar que la crisis se va a resolver por la generosidad de los centros de poder internacional. Subrayamos también que la negociación con el Fondo es necesaria para resolver la desgraciada cesación de pagos y normalizar la situación con los acreedores y el sistema financiero internacional, pero señalamos que la salida de la crisis y el nuevo proceso de desarrollo deben descansar sobre una propuesta nacional independiente.

 

Estamos en un punto de inflexión: ha llegado el momento de abocarse a delinear un modelo de desarrollo económico, social y político que interprete el mandato claramente expresado por la ciudadanía de que se dé prioridad a la calidad de vida de los argentinos y a la construcción de bases para su desarrollo como personas y miembros de la comunidad.

 

En ese marco deben definirse los objetivos estratégicos de la Argentina contemporánea, estableciendo las prioridades nacionales en cuestiones sustanciales tales como nuestra inserción en el conflictuado mundo de hoy, las relaciones económicas internacionales, la consolidación del Mercosur, la preservación de los recursos naturales y del equilibrio ecológico, y la producción de bienes públicos (educación, salud, seguridad, regulación) con un Estado fuerte, capaz de asegurar el cumplimiento de estos objetivos y que nos permita retomar el comando de nuestro propio destino.

 

Esta es la tarea que nos espera, con metas para el corto, el mediano y el largo plazo. Necesitamos refundar la Nación Argentina, sobre pilares de soberanía y dignidad, bajo el imperio del estado de derecho y con el concurso de todos los argentinos, para que la democracia pueda establecer una unión duradera con el bienestar del conjunto de la población.

 

Seguimos sosteniendo que es imprescindible la elaboración de un plan integral que articule las distintas áreas de la economía y la voluntad política para llevarlo a cabo, que enfrente la adopción de medidas aisladas y erráticas.



Esto requiere una amplia coalición social que debe integrar a los sectores productivos provenientes del trabajo y del capital, a los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, apoyada sobre acuerdos básicos y amplios, con nuevos y legítimos mecanismos de participación que aseguren la inclusión de todos los ciudadanos en tanto poseedores de derechos y obligaciones esenciales.

 

Grupo Fénix
Buenos Aires, 19 de abril de 2002