Desarrollo y Sostenibilidad en la Argentina del siglo XXI

Desarrollo y Sostenibilidad en la Argentina del siglo XXI

| Por Cátedra Abierta Plan Fénix* |

La Cátedra Abierta Plan Fénix (CAPF) ha tenido históricamente como eje de su trabajo la cuestión del desarrollo inclusivo. La crisis que moldeó el nacimiento de la misma la llevó casi naturalmente a concentrarse en las dimensiones económicas y sociales del desarrollo, aunque sin perder de vista las cuestiones ambientales, que ya al comienzo del corriente siglo sumaban mayor complejidad y urgencia al problema del desarrollo.

El desarrollo ha sido históricamente un concepto y un problema complejo de aprehender, sobre todo si se lo define –tal como se hace en este número especial– como un proceso de transformación del ambiente y la sociedad que involucra la producción, el consumo y la distribución de recursos, bienes y servicios (públicos y privados) destinados a satisfacer necesidades y demandas del presente que afectan la habilidad de las generaciones futuras para alcanzar su propio bienestar. Al incorporarse de manera integrada en esta conceptualización las dimensiones socioeconómicas y ambientales, los enormes desafíos para alcanzar un desarrollo sostenible resultan evidentes.

Las crisis tienden a favorecer las miradas de corto plazo. Políticos, analistas y la población inmersa en ellas perciben y actúan en función de las múltiples urgencias que emergen. Esto, sin dudas, hace que las miradas y acciones tiendan hacia el corto y mediano plazo, evitando lidiar con las complejidades que implican los abordajes integrales que requieren las consecuencias negativas del proceso histórico de transformación del ambiente y las relaciones sociales que ha moldeado el Antropoceno: la era geológica caracterizada por el poderoso accionar de la especie humana que deja su huella en el planeta.

La combinación de crisis económica, social, ambiental y climática que enfrentamos en la actualidad exige que las miradas se extiendan más allá del corto y mediano plazo. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible nos ofrece una oportunidad única para hacerlo y así enfrentar las consecuencias negativas que los modelos de desarrollo (o en casos, la falta de ellos) nos han dejado.

Estamos en los primeros años de la década de Acción para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un hito en la historia de la humanidad que apunta a superar los problemas más urgentes de nuestro tiempo. Los 17 objetivos y sus 169 metas interconectadas fueron adoptados por todos los países en las Naciones Unidas en septiembre de 2015, como un llamado mundial a la acción para poner fin a la pobreza y al hambre, disminuir las desigualdades, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Tales objetivos y metas tienen indicadores cuantitativos según las prioridades que les asignan los distintos gobiernos nacionales que han adoptado la Agenda. Y aquí aparece algo bueno que ofrecen los ODS: se puede observar en números cuán efectivas son las políticas, los sistemas institucionales existentes y sus agentes/gobernantes para alcanzar estos objetivos compartidos por todos. Si miramos el estado de situación mundial y nacional, pre y pospandemia, el panorama no es alentador. Los indicadores muestran con total claridad que estamos fracasando en alcanzar estos objetivos compartidos por toda la comunidad internacional. Las responsabilidades son ciertamente diferenciales. Quienes tienen el poder de realizar los cambios y no lo hacen deberán rendir cuentas por ello.

Más allá de la cruda realidad que observamos incluso con una mirada superficial, existen cuestiones relevantes que suceden en los procesos de adaptación nacional de los ODS. Hasta el mes de diciembre de 2019, la meta (1.2) adoptada por la Argentina para el ODS 1 (fin de la pobreza) ha sido “…para 2030, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales” (CNCPS, 2020, pág. 99). La línea de base se fijó en el año 2016, con un nivel de personas que vivían por debajo del umbral nacional de indigencia del 6,1% y de población que vive por debajo del umbral nacional de pobreza del 30,3% (CNCPS, 2020, pág. 100). Como se puede observar, un país rico como el nuestro solo pretende reducir la pobreza extrema/indigencia a la mitad. Resulta difícil entender cómo el poder político y económico pueden tener ambiciones tan limitadas frente al horror de la pobreza extrema.

Estas metas limitadas que motivan cuestionamientos políticos y morales se planeaba lograr manteniendo un crecimiento económico del orden del 3% anual (meta 8.1 adaptada) y el logro “hacia 2030 de empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos (…)” entre otras metas adaptadas por el Estado argentino (CNCPS, pág. 159).

Estas son solo algunas de las definiciones contenidas en un documento oficial de 248 páginas denominado Segundo Informe Voluntario Nacional Argentina 2020 presentado en el Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, con la firma de la Presidencia de la Nación Argentina. La pandemia minó el camino para alcanzar incluso sus modestos objetivos y tenemos entonces que continuar el camino trazado con nuevos obstáculos.

En junio de 2021, el mismo organismo presentó un “nuevo listado oficial de metas e indicadores, que incluye los 17 ODS, 121 metas y más de 200 indicadores” (CNCPS, 2021, pág. 10) que confirma las metas e indicadores del ODS1 arriba señalados, mientras revisa otros (Idem, pág. 16 y ss.). Así, la más reciente definición de metas nacionales para alcanzar los ODS plantea nuevamente diversos interrogantes científicos, técnicos, políticos, socioeconómicos y morales que son resaltados en este número especial de VeeF.

Asimismo, surge una serie de interrogantes conexos que se plantean a lo largo de las páginas siguientes, tales como:
• ¿Cuáles son las condiciones políticas e institucionales que permitirán alcanzar los ODS?
• ¿Es razonable, a 6 años de aprobarse los ODS, continuar (re)definiendo y priorizando metas e indicadores en lugar de destinar todas las energías institucionales del Estado al logro de las metas internacionales más relevantes?
• ¿Es posible lograr un crecimiento económico sostenido que no afecte negativamente el medio ambiente y el clima a la vez que reduzca la pobreza y tienda al pleno empleo con trabajo decente?
• ¿Cómo hacerlo sin un plan de largo plazo consensuado entre los principales actores políticos, económicos y sociales del país, en medio de conflictos que dividen y se profundizan?

Si bien existe un acuerdo generalizado sobre la deseabilidad de alcanzar los ODS, no está claro que puedan alcanzarse en tiempo y forma, pues como se afirma en este número, a la hora de identificar los instrumentos concretos para lograr las metas cuantitativas surgen divergencias significativas.

La CAPF entiende que es necesario profundizar el debate sobre estos instrumentos concretos, así como sobre la generación de las miradas y políticas de largo plazo para alcanzar los ODS. Las instituciones nacionales, provinciales y municipales, sus agentes y los sectores económicos y sociales más poderosos de este país tienen una responsabilidad mayor que la del resto de la sociedad.

El conocimiento y la educación juegan un rol fundamental en el camino hacia 2030, tal como se marca en el capítulo respectivo de este número. Particularmente, la Educación para el Desarrollo Sostenible está llamada a ocupar un rol central en la construcción del mundo sostenible que se imagina en la Agenda 2030. Lamentablemente, como se expone en un artículo de este número dedicado al tema, no es una meta priorizada por el Estado argentino en la actualidad y es responsabilidad también de todos los que estamos involucrados con el sistema educativo propugnar por el tipo de educación que se necesita para lograr las transformaciones hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental.

Confiamos que este número de Voces en el Fénix arroje algo de claridad en estos y otros temas relacionados con el desarrollo sostenible, que sin dudas condicionan el bienestar presente y futuro de la sociedad.





* Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires.