Azerbaiyán a través de la arquitectura de Bakú
Bakú, al igual que todo el país, es una mezcla de tradición y diseño futurista, que reflejan la evolución que está atravesando su sociedad a lo largo de la historia. Una nación en plena metamorfosis, intentando crear una nueva identidad que cobije a todos los habitantes sin perder de vista la valorización de sus tradiciones y la construcción de un Estado pujante, moderno y vital. A continuación, un recorrido por sus principales obras arquitectónicas.
Azerbaiyán era para mí un país desconocido, ubicado en los límites orientales de Occidente, vinculado a la historia de Rusia y de la Unión Soviética. Desconocía su ubicación geográfica exacta, su historia, su cultura y su arquitectura.
Abrí un poco mi espectro cuando viajé a Turquía y conocí el mundo islámico, conocí otra manera de habitar, de vestir, de rezar y principalmente de construir. Volví fascinada con la cultura islámica, sus progresos, sus edificios y sus contrastes. Un mundo nuevo se estaba abriendo para mí.
Cuando un amigo regresó de Azerbaiyán luego de una beca otorgada por el gobierno de ese país y me invitó a asistir a una reunión organizada por la Universidad Nacional de Rosario en la que él exponía sus relatos y sus fotos de viaje, quedé muy impactada.
A partir de allí comenzó un proceso de búsqueda de información para conocer lo desconocido, lo que nunca me habían mencionado en la facultad, y así comencé a aprender sobre su historia, su cultura y sus expresiones arquitectónicas. Fue de esta manera como me encontré recorriendo un espacio urbano asiático donde el Occidente y el Oriente se mezclan y donde la arquitectura representa el pasar de los años y se convierte en las huellas de la historia, haciendo convivir al islamismo con la república democrática, con la república soviética, con el academicismo europeo y con el posmodernismo en su mayor auge.
Es por ello que analizar estas tierras desde la arquitectura se convirtió para mí en un desafío importante.
De este modo encontré un país en metamorfosis, intentando reinventarse a través de la valorización de su historia y la construcción de un Estado pujante, moderno y vital, sobre la base de una racional utilización de sus principales fuentes: el petróleo, el gas y sus recursos humanos. Con el objetivo de insertarse en el sistema internacional como un futuro poder emergente se propuso atraer el turismo y las inversiones gracias a su pasado y prometedor futuro.
La ciudad de Bakú
La ciudad de Bakú pareciera ser hoy el epicentro de ese proyecto, es la perla del Caspio que apunta a recuperar un pasado glorioso. Un recorrido por sus calles refleja los cambios culturales y los diferentes estilos arquitectónicos en el cruce de caminos entre Asia y Europa. Junto a los restos del pasado lejano se mezclan la arquitectura islámica, europea y futurista.
Bakú fue núcleo de la dinastía sasánida entre los siglos III y VII, quedando como herencia la Maiden’s Tower, o Torre de la Doncella, la cual vista desde el cielo podría asemejarse a una “buta”, emblema siempre presente en los diseños azerbaiyanos.
Otro hito importante lo marcó la era selyúcida entre los siglos XI y XIII, cuando se reconstruyó y fortificó la muralla y se construyeron tres mezquitas: la Mezquita de los Viernes, Sinig Gala y Bazzas y el Palacio de los Shirvanshahs. También se construyó el que posiblemente sea el primer minarete de Bakú, el Sinig Gala, en 1078.
En el siglo XV Bakú era un importante centro político y económico, tanto que Shirvanshah Sheikh Ibrahim (1427-1447) continuó con la construcción del palacio que se había comenzado siglos atrás, para acompañar el crecimiento de la ciudad capital.
La relevancia de estos monumentos no deja lugar a discusión pues en el año 2000, la Torre de la Doncella y el Palacio de los Shirvanshah en la Ciudad Fortificada, fueron inscriptos como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Esta Ciudad Vieja, rodeada por murallas protectoras, se encuentra en la parte centro-sur de Bakú y contrasta con la arquitectura moderna que la acompaña, haciendo realzar su contenido histórico.
Este sector de la capital es un museo viviente, la gente habita el casco antiguo y al recorrer las pequeñas calles empedradas se pueden apreciar mercados tradicionales donde se venden artesanías locales y alfombras como hace 600 años, bares y restaurantes y varios hoteles, en el contexto de un proceso continuo de preservación y restauración.
Una vez fuera de los muros de la Ciudad Vieja, ya es otra capital la que asoma, aquella jalonada de edificios de estilo francés y neogótico que construyeron en el siglo XIX arquitectos polacos, franceses a italianos durante el primer “boom del petróleo” azerbaiyano.
Este período quedó reflejado en algunos edificios emblemáticos así como en el centro comercial de Bakú que a través de un interesante reciclaje apunta a recuperar ese porte señorial de “fin de siglo XIX”. Entre los primeros cabe mencionar el Palacio Gulestan; el Megam Centre, centro cultural de la música azerí; el magnífico edificio con ventanas neogóticas del Instituto de Ciencias, pegado a la muralla; la Ópera de 1920; el Museo de las Marionetas y el Museo de la Literatura azerí (me pregunto: ¿hay otro museo de estas características en el mundo?) y el bello edificio de la Filarmónica, junto a la plaza homónima.
De esos tiempos o intentando retener el glamour de la época son las innumerables plazas y sus fuentes, clásicas –estilo francés o italiano– y modernas. Estos son espacios públicos para albergar a ciudadanos amables, sonrientes y hospitalarios y agasajar a turistas curiosos. Sorprendentes también son los pasajes peatonales subterráneos para cruzar las grandes avenidas, forrados en mármol con un dejo de Belle Époque.
La ciudad comercial con sus peatonales combina edificios viejos, nuevos y reciclados, todo en armonía. Dicha zona debe haber sido el barrio de las familias ricas del petróleo de fines del XIX, en la cual se encuentra el actual museo de historia. Al mismo tiempo, viejas construcciones soviéticas son maquilladas y reconvertidas a la moda de principios del siglo XX otorgándole una personalidad homogénea inolvidable.
También hay muchos edificios influenciados por la arquitectura rusa imperial, especialmente en el diseño del Teatro de Ópera y Ballet Académico Estatal, y en el Teatro Dramático Académico Estatal de Azerbaiyán.
Por otro lado, no puedo dejar de mencionar que la mayoría de los edificios que definieron el paisaje de Bakú por más de 50 años eran estructuras impuestas por el gobierno ruso y escondían la verdadera ciudad. No fueron los propios habitantes de Azerbaiyán los que participaron en el diseño de las construcciones, solo fueron testigos de las mismas. Por ello es que considero que están en busca de un cambio radical, aceptando y revalorando el pasado pero creando una nueva identidad. Bakú es el centro de dicho cambio. Bakú como la París del Báltico y como la Dubai del Golfo.
Estas construcciones modernas, iniciadas desde el año 2000, están cambiando no solo la arquitectura de la ciudad sino también la imagen del país. Con el importante desarrollo económico, impulsado entre otras cosas por la explotación del gas y del petróleo, a principios del siglo XXI propusieron un proyecto de crecimiento edilicio de 30 edificios por año en un período total de 15 años, invirtiendo 6.000 millones de dólares por año.
Los primeros edificios que iniciaron ese cambio fueron las emblemáticas Torres de Llama o del Fuego y el Centro Cultural Heydar Aliyev, que ya se convirtieron en los íconos de la ciudad y del país, al estilo de la Torre Eiffel para Paris, la Estatua de la Libertad para Nueva York o la torre Burj Khalifa para Dubai. Ambos sorprenden y seducen con su juego de curvas y esteticismo. Azerbaiyán es conocida como la tierra del fuego, durante siglos las llamas naturales han emergido de las fumarolas de gas que recorren esta tierra, como resultado de la existencia de enormes depósitos subterráneos de gas natural y petróleo. Estos recursos son los que hoy impulsan el desarrollo de esta nación.
The Flame Towers se construyeron entre el 2007 y el 2012, otorgándole a la emergente Bakú una imagen de modernidad. El proyecto consta de tres torres de diferentes funciones (hotel, oficinas y departamentos) cuyas sinuosas curvas representan a las llamas. Las mismas se elevan a unos 243 metros, convirtiéndose en las torres más altas del país. Además están estratégicamente ubicadas sobre una colina, lo que permite que se puedan ver desde casi toda la ciudad, modificando así el horizonte visual de la misma. Una magnífica y llamativa iluminación complementa el diseño original y significativo. Para medir la envergadura del proyecto vale la pena aclarar que la piel que envuelve al edificio está compuesta por 7 hectáreas de vidrios materializados a través de más de 10.000 paneles de cristal.
Esa piel espejada permite además que se refleje la Bahía de Bakú en las torres. Al paisaje se le agrega la mezquita Shehidlick, en la base de las torres, manteniendo esa combinación ecléctica que tanto caracteriza a esta zona de la ciudad.
Por otro lado tenemos el Centro Cultural Heydar Aliyev. El proyecto corresponde a un homenaje a Heydar Aliyev, el tercer presidente del país, quien es considerado el padre de la nación por sus reformas políticas y económicas. El proyecto es generado por una única cubierta curva que alberga tres edificios diferentes, una biblioteca pública, un museo y un auditorio con más de 1.200 butacas. Está compuesto por más de 90 kilómetros lineales de estructura metálica que utilizan un complejo lenguaje geométrico de triángulos, trapecios y paralelogramos. Esta estructura está revestida por más de 12.000 paneles diferentes que forman un patrón constante y no incorporan ninguna línea recta.
La plasticidad y continuidad de la cubierta intentan hacer referencia de una manera moderna a las curvas de la arquitectura islámica, logrando que una alfombra blanca envuelva el edificio. La construcción del Centro Heydar Aliyev se ha convertido en un emblema de la moderna Bakú debido a su diseño innovador y de vanguardia.
No puedo dejar de mencionar que el proyecto es de la conocida arquitecta iraquí Zaha Hadid, recientemente fallecida. La obra arquitectónica de Zaha ha sido reconocida en diversas ocasiones con premios de rango internacional, entre ellos el Premio Pritzker, tratándose de la primera mujer que consigue este galardón.
Otros edificios representativos de este período tan creativo son, entre otros, la entrada al metro Isheri Sheher, la Plaza de la Bandera Nacional y el Hall de Cristal de Eurovisión, así como el futuro museo de las alfombras en el boulevard contorneando el Caspio, como construcciones públicas. Los hoteles Absheron y Hilton, abrazando al viejo palacio de gobierno de construcción soviética y separado del mar por el moderno Centro Comercial Park Boulevard, muestran proyectos de iniciativa privada.
Considero que tanto las intenciones de crear una nueva identidad de ciudad y de buscar satisfacer las necesidades de los ciudadanos así como la creación de emblemas edilicios urbanos y la elección de arquitectos de renombre hacen clara la intención del gobierno de impulsar el concepto de “marketing de ciudad” en Bakú.
En palabras de Giselle della Mea, “el citymarketing o marketing de ciudades es una disciplina que nace a partir de la necesidad de buscar una identidad propia que ponga en manifiesto los valores de una ciudad y proyectar sus recursos y cualidades a públicos internos y externos. Los escenarios han cambiado y no se trata de planificar y gestionar el desarrollo de la ciudad tradicional, ni que el gobierno de turno realice un logotipo representativo “sin alma”, con el objetivo de “vender”, llenarla de turistas y atraer inversiones sin antes escuchar a los ciudadanos en su deseo de ciudad ideal”.
Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueques de palabras. El marketing de ciudades es hoy en día la principal herramienta de gestión urbana, con el propósito de mejorar la competitividad en un mundo cada día más interconectado, mejorar la gobernabilidad y la calidad de vida de los ciudadanos.
Considero que en buena hora Bakú está yendo por este camino, buscando crear una identidad con la que todos los habitantes se sientan identificados y de la que puedan formar parte. Lo está haciendo a través de la mencionada intervención urbana pero hilvanando a su vez, de una manera solidaria y respetuosa, todas las huellas que su historia fue dejando en la ciudad.
Esto lo demuestra con otro nuevo proyecto, la Azerbaiyán Tower, que por ahora está suspendido debido a las dificultades económicas surgidas por el descenso del precio de los combustibles. Sería la torre más alta del mundo, con 1.050 metros de altura, superando la Kingdom Tower, Sky City One y Burj Khalifa, la más alta hasta el presente, con 828 metros de altura. El edificio formará parte del complejo residencial Khazar Islands, que se levantará sobre un archipiélago artificial en el Mar Caspio, 25 kilómetros al sur de Bakú. El proyecto pretende ocupar un territorio de 3.000 hectáreas para agrupar un total de 41 islas pequeñas.
La interpretación de la arquitectura de Bakú nos permite entender la historia de la ciudad y las diversas culturas que han convivido en ella durante un largo período de tiempo. Es por esto que Bakú no se caracteriza por un estilo arquitectónico definido: la única manera de resumirla en una palabra es eclecticismo. Esta ciudad, al igual que el país de Azerbaiyán, es una mezcla de tradición y diseño futurista, que reflejan la evolución que está atravesando su sociedad a lo largo de la historia, llegando en este momento a la cumbre.
Autorxs
Jimena Álvarez:
Ingeniera y Arquitecta por la Universidad Nacional de Rosario. Docente de Diseño y Estructuras en la UNR. Directora de la Oficina Técnica de la empresa EDILIZIA.