Angola: ¿resurgiendo de las cenizas de la guerra?

Angola: ¿resurgiendo de las cenizas de la guerra?

Tras 27 años de conflicto armado, el país se encontraba devastado. El camino de la reconstrucción nacional se vio favorecido por un crecimiento económico acelerado como consecuencia del boom del petróleo de los primeros años del siglo XXI. Sin embargo, la crisis de 2008 frenó este proceso y puso a Angola ante el desafío de desarrollar planes integrales y eficientes de políticas públicas que permitan afrontar la desaceleración de la economía mundial sin sufrir exageradas consecuencias.

| Por Agustina Marchetti |

La guerra civil angoleña, que transcurrió desde 1975 hasta 2002 entre el MPLA (Movimiento para la Liberación de Angola) y UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), fue uno de los conflictos más complejos del continente, dejando un saldo de más de 1 millón de muertos, 4 millones de desplazados internos y más de 500 mil refugiados.

Tras su finalización, uno de los principales desafíos ha sido la recuperación post-guerra. El país estaba devastado tras 27 años de conflicto armado y su reconstrucción debía ser integral. Para iniciar el camino de la reconstrucción nacional, por una parte, Angola debía embarcarse en un camino que apuntara a reformas políticas y a la disminución de la desmedida corrupción política que había posibilitado el enriquecimiento de una reducida elite vinculada al poder durante varias décadas. Por otra parte, debía iniciar una transformación en términos económicos para avanzar hacia el desarrollo sostenible a través de mejoras en áreas como infraestructura, sanidad y educación. Como poseedor de vastos recursos naturales –principalmente petróleo y gas, pero también diamantes, minerales y recursos hídricos, agrícolas y pesqueros–, Angola posee una gran ventaja a la hora de iniciar el camino de la modernización y diversificación de su economía.

De allí que un reto central para el país africano descanse en la correcta administración de los ingresos provenientes de los recursos naturales, tarea que hasta el momento no ha sabido realizar. Como es sabido, la escasez de “recursos naturales estratégicos” es un tema de agenda de gran relevancia para todos los países del sistema internacional en el siglo XXI. Los modelos de crecimiento dependen en gran medida de los recursos naturales estratégicos, los cuales se han convertido en motivo de disputas entre diferentes actores del sistema internacional en sus estrategias de aprovisionamiento.

Primeros indicios de cambio político y boom económico: petróleo y ¿algo más?

Los primeros indicios de cambio en el terreno político se registraron en las elecciones legislativas de la posguerra, llevadas a cabo en 2008, en las que el MPLA obtuvo el 81,6% de los votos frente al 10,4% de la UNITA. En el año 2010 una reforma constitucional permitió avanzar en este ámbito cuando se definió al país como una república unitaria, presidencialista y unicameral. Algo que despertó críticas de los sectores de la oposición fue la eliminación de la celebración de elecciones presidenciales propiamente dichas, para otorgar la presidencia de la república al líder del partido más votado. Fue así que en 2012 José Eduardo Dos Santos, del MPLA, renovó su mandato por otros cinco años, tras obtener el 71,84% de los votos frente al 18,66% de la UNITA.

Los avances en el terreno político fueron acompañados de un crecimiento económico como consecuencia del boom del petróleo de los primeros años del siglo XXI, inducido entre otras causas por la fuerte demanda de petróleo de las economías emergentes, principalmente China e India. De acuerdo con los datos oficiales del Banco Africano de Desarrollo, las tasas de crecimiento económico de Angola entre 2003 y 2008 fueron en promedio de alrededor del 17%, colocándose entre las tres economías de más rápido crecimiento en el mundo. Aun sí en el año 2009, tras la crisis financiera internacional, se registró una ralentización en el crecimiento del país africano, rápidamente retomó la senda del crecimiento en 2010, que se fue consolidando entre 2011 y 2012.

Angola es uno de los principales países productores de petróleo del continente africano. En el año 2015 la US Energy Information Administration publicó que Angola ocupa el lugar número 16 en el ranking de países productores de petróleo con una producción de 1,8 millones de barriles de petróleo por día (b/d). No sorprende entonces que la composición de las exportaciones angoleñas esté dada en un 97% por petróleo crudo, dado que el país tiene una capacidad de refinación limitada. Del total, el 60% se exporta a Asia, donde China es el principal socio, el 22% a Europa, el 14% a América y el 4% a África.

Estados Unidos importa petróleo angoleño desde la década de los setenta. Entre 2005 y 2009 Angola representó el 5% del total de las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos, pero desde entonces han disminuido, teniendo en cuenta por un lado que Angola es considerado como un rough state, y por otro que desde 2012 Estados Unidos fue el país que más incrementó su producción total de crudo, con 780 mil barriles por día de incremento. La producción a partir del fracking le permitiría a Estados Unidos para el año 2025 ser independiente del petróleo extranjero. En este sentido Angola, como exportador de petróleo, ha sufrido las consecuencias y en 2015 las importaciones angoleñas representaron menos del 2% de las importaciones totales de Estados Unidos.

Parecería imposible pensar que Angola, con una población caracterizada por ser joven, la posesión de semejante variedad de recursos naturales (suelos de elevada aptitud agraria y biodiversidad), una gran cantidad de recursos hídricos, un enorme potencial diamantífero, un elevado potencial hídrico, eólico y solar y la existencia de 47 cuencas hidrográficas, no pueda salir del lugar de exportador de materias primas para desarrollar otras áreas. Ahora bien, ¿de quién depende? Si bien el país dispone de vastas potencialidades, susceptibles de transformar los puntos débiles en fortalezas, la responsabilidad para cumplir con este enorme desafío está en manos del gobierno nacional.

De allí que es interesante destacar que se observó en la década 2002-2012 cierta movilidad sectorial hacia los sectores no petroleros para la transformación estructural de la economía angoleña, aunque aún se requiere de políticas efectivas que promuevan mayor eficiencia económica, el ascenso del sector privado y la diversificación de la economía.

La creación en el año 2003 de la Agencia Nacional de Inversión Privada (ANIP), con la función principal de desarrollar el sector no petrolero del país, da cuenta de la intención de aprovechar el boom petrolero para canalizar esfuerzos y alcanzar la diversificación económica. Asimismo, debe considerarse la puesta en marcha del Programa de Inversiones Públicas (PIP), el cual se gestiona desde el Ministerio de Finanzas con el objetivo de hacer de la reconstrucción de la infraestructura una de las prioridades del gobierno nacional angoleño.

Por su parte, la Estrategia Nacional de Desarrollo a largo plazo, denominada “Angola 2025”, marcó el inicio de una etapa que se profundizó con el primer “Plan Nacional de Desarrollo 2013-2017” (Plano Nacional de Desenvolvimiento –PND–) con objetivos a mediano plazo. En el plan se apunta a alcanzar una estabilidad macroeconómica, la recuperación de las infraestructuras y el desarrollo del sector privado. Además se pretende incrementar las inversiones, el empleo, la productividad y aumentar la competitividad de Angola en el contexto internacional. Sin dudas se trata de un enorme reto para el país africano.

Desaceleración de la economía china, caída del precio del petróleo y las consecuencias para Angola

Desde la década de los noventa el flujo de comercio entre China y los países africanos exportadores de materias primas ha crecido considerablemente. Sin embargo, la explosión del comercio entre China y África se dio entre los años 2000 y 2008, donde creció a un promedio del 40% anual, situándose hacia 2008 en 106 mil millones de dólares.

Este crecimiento inusitado del comercio entre China y África Subsahariana fue parte de la estrategia de política exterior planteada por el país asiático con el objeto de garantizarse el aprovisionamiento de recursos naturales estratégicos. China necesitaba a los socios subsaharianos para alcanzar la seguridad energética y continuar con su modelo económico de crecimiento sostenido que le permite ocupar ese lugar de “fábrica del mundo”. Angola fue uno de los protagonistas en esta relación, ya que es un gran poseedor de recursos naturales estratégicos y a su vez, al tener una economía tan poco diversificada, era un potencial importador de todos los productos que China podía vender.

Los cinco primeros exportadores de África a China –Angola, Sudáfrica, Sudán, República del Congo y Libia– concentran el 88% de las exportaciones con ese destino. No es casual que entre ellos se encuentren los principales países productores de petróleo del continente africano. Por el contrario, las manufacturas dominan las exportaciones chinas hacia los países africanos. Dentro de los principales productos exportados encontramos: maquinarias, productos textiles y prendas de vestir, que juntos constituyen más del 80% de todas las exportaciones del gigante asiático al continente.

A comienzos de siglo XXI, la Inversión Extranjera Directa (IED) china en África no superaba los 916 millones de dólares. En 2008, con la crisis financiera internacional, se produjo una caída del 14% de las IED mundiales, sin embargo las IED chinas en África ese año se incrementaron más del 130% en relación al 2007, superando los 50 mil millones de dólares. En 2010, el 14% de la IED china se dirigió a África, siendo esta 15 veces más que en 2003. Los principales sectores fueron la construcción de obras de infraestructura asociadas a la explotación y aprovisionamiento de combustibles no renovables. Las principales empresas que se radicaron en África fueron: SINOPEC, la China National Offshore Oil Corporation y la China National Petroleum Corporation. Los principales proyectos son para la construcción de carreteras, ferrocarriles, hospitales y demás obras públicas. De acuerdo con los datos oficiales del Ministerio de Finanzas angoleño, en el año 2015 China invirtió alrededor de 10 mil millones de dólares en Angola para el desarrollo de áreas como energía e infraestructura.

Ahora bien, luego de la crisis financiera internacional en el 2008, se produjo una desaceleración de la economía mundial y China no estuvo ajena a ella. La desaceleración económica mundial impactó fuertemente en aquellos países exportadores de materias primas. Entre las principales consecuencias para Angola se observó un mayor déficit fiscal, un deterioro de la balanza comercial, una disminución de la inversión, un aumento de la inflación y una depreciación abrupta de la divisa.

En 2015 la actividad económica internacional se mantuvo atenuada. A pesar de que las economías de mercados emergentes y en desarrollo aún generan más del 70% del crecimiento mundial, se desaceleraron por quinto año consecutivo. La abrupta caída de los precios del petróleo a partir de 2014, en una coyuntura de inundación del mercado donde la oferta de petróleo superó a la demanda, también impactó en la economía angoleña. Si consideramos que la exportación de crudo es su principal fuente de ingreso, la inminente caída de los precios tuvo un impacto directo. La Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la cual Angola es miembro desde 2007, está dispuesta a seguir produciendo la misma cantidad de barriles para defender su cuota en el mercado, lo cual también contribuyó al desplome del precio.

Entonces, mientras que en el año 2013 el Estado angoleño financiaba alrededor del 70% de su gasto público con los ingresos provenientes del petróleo, en 2015, como consecuencia del marcado descenso de los precios, se redujo al 37%. Como consecuencia, los planes del presidente Dos Santos para la reducción de la pobreza se vieron postergados para más adelante. No obstante, en un discurso en 2015 se afirmó que el número de angoleños que viven con menos de dos dólares al día ha bajado desde el 92% en 2000 al 54% en el 2014.

Frente al escenario descrito, Angola tuvo que salir a pedir préstamos para cubrir los aproximadamente 25 mil millones de dólares que necesita para saldar las deudas que contrajo como consecuencia de la caída en los ingresos a raíz de la caída del precio del petróleo a nivel internacional. Así fue como acudió al Banco Mundial y a prestamistas internacionales, entre los que China se presentó como alternativa otorgando nuevos créditos y una moratoria de dos años en el pago de su deuda. De este modo el país asiático aprovechó esos créditos para aumentar su presencia en el país africano.

Angola: ¿administración (in)eficiente?

La posesión de recursos naturales en el continente africano, y en particular en Angola, se asocia más a una maldición que a una bendición. La abundancia de recursos naturales que posee no se condice con el escaso nivel de desarrollo que muestran sus indicadores socioeconómicos. A pesar de que el boom del petróleo de los últimos años fomentó altas tasas de crecimiento sostenido que posicionaron al país africano entre los de mayor crecimiento en el mundo, esto no fue suficiente para consolidar un futuro prometedor. ¿Por qué? Varios pueden ser los factores que influyen en el desarrollo de un país, pero en el caso de Angola hay principalmente una cuestión endógena que obstruye el camino del desarrollo sostenible y está relacionada con la mala administración de la riqueza proveniente de la producción de crudo: durante varias décadas se permitió el enriquecimiento de una reducida elite vinculada al poder, descuidando a la ciudadanía en su conjunto.

Si consideramos que ni aun en épocas doradas, donde el petróleo batió récords en dólares por barril, el dinero proveniente del crudo fue utilizado para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos angoleños, ahora que han bajado los precios de los commodities y el petróleo pasó de 110 dólares a 40 dólares en los últimos años, ¿cuáles serán las consecuencias para el país africano?, ¿cómo afrontará el Estado angoleño semejante caída en sus ingresos?

Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta Angola es desarrollar planes integrales y eficientes de políticas públicas que permitan afrontar la desaceleración de la economía mundial sin sufrir exageradas consecuencias como ha sucedido hasta el momento. Al respecto puede pensarse que tanto “Angola 2025” como el “Plan Nacional de Crecimiento 2013-2017” son iniciativas que allanan el camino de crecimiento, el desarrollo sostenible y la diversificación económica para lograr un mayor margen de autonomía.

Angola debe además reordenar prioridades, ya que gasta un 3,5% del PIB en educación mientras que países más pobres como Senegal gastan el 5,6%. En materia de salud gasta un 3,8% frente al 5% de Camerún, que se caracteriza por la precariedad de su sistema sanitario. Sin embargo para la defensa se destina un 13,8% del PBI.

En síntesis, es de real importancia el papel que cumplen los gobernantes a la hora de tomar decisiones en torno a los pasos a seguir en materia de planificación a mediano y largo plazo. No obstante y después de 36 años en el poder, en un momento crítico para la economía angoleña, donde las decisiones a tomar condicionarán el futuro del país, en abril del corriente año el actual presidente Dos Santos anunció en la reunión del Comité Central del MPLA que en el 2018 dejará su cargo. ¿Casualidad o causalidad?

A pesar de los anuncios hechos por el presidente, la delicada situación económica en la que se encuentra Angola disminuye las posibilidades de su reemplazo. Los candidatos para la posible sucesión tienen poca experiencia y el pueblo angoleño se aferra más a la experiencia de Dos Santos que a la posibilidad de apoyar a uno de los nuevos candidatos: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Existe otra alternativa y es que la ciudadanía vea la salida de Dos Santos como una renovación dentro del mismo MPLA, como una oportunidad para cambiar el destino del país. Que cambie el líder dentro del MPLA no necesariamente implica una pérdida del statu quo del poder del partido. Los angoleños deben pensarlo como la apertura de nuevos caminos y oportunidades, para lograr una diversificación de la economía, y más importante todavía, una correcta administración de los fondos para una ulterior redistribución equitativa de la riqueza que le permita frente a futuros escenarios de crisis tener mayores y mejores márgenes de acción.

Autorxs


Agustina Marchetti:

Licenciada en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Doctoranda en Relaciones Internacionales (UNR). Docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR). Coordinadora del Programa de Estudios América Latina-África (PEALA) / Programa de Estudios de Relaciones y Cooperación Sur-Sur (UNR).