África: ¿remontando o en descenso? Reforzar las instituciones para impulsar un cambio gradual

África: ¿remontando o en descenso? Reforzar las instituciones para impulsar un cambio gradual

En los últimos años el continente africano es visto, cada vez más, como un destino donde invertir y obtener reales ganancias. Sin embargo, muchos países siguen siendo muy poco competitivos debido a las brechas existentes en el desarrollo institucional. Si la aspiración es explotar el máximo de su potencial económico, seguir trabajando en mejorar el nivel de la gobernanza, de los controles democráticos y alcanzar un ambiente económico caracterizado por una mayor seguridad es crucial.

| Por Lyal White y Valentina Nardi |

Los autores agradecen especialmente los comentarios de Adrian Kitimbo,
investigador senior del CDM, de gran valor para la realización del presente artículo.

A lo largo de los últimos diez años, África ha concentrado una creciente atención. Atrás quedaron los días en los que el continente era considerado como un caso perdido, un lugar sin esperanza al que solo se lo asociaba con la pobreza extrema, la dependencia vis-à-vis de la ayuda externa y las guerras. La percepción de África está cambiando y el continente es visto, cada vez más, como un destino donde invertir y obtener reales ganancias.

Sin embargo, a pesar de este cambio de mirada hacia África, ciertos desafíos relacionados con la gobernanza, los negocios y el desarrollo quedan aún pendientes. Las enormes expectativas gestadas alrededor del tan esperado crecimiento de África, sobre todo a partir del 2010, experimentan hoy un baño de realidad. La caída en el precio de los commodities en 2014 fue mitigando el entusiasmo a la hora de analizar la situación económica actual de África así como también sus perspectivas a futuro.

Este cambio de percepción se debe, en parte, al progreso hecho por el continente en cuanto a la reforma de sus estructuras institucionales, fundamentalmente a partir del año 2000. Además, cabe destacar que durante ese período el Producto Bruto Interno (PBI) de África creció exponencialmente, transformándose en un continente cada vez más competitivo. África conoció su período de mayor crecimiento entre los años 2003 y 2013, durante los cuales creció a un promedio anual de 5%, cifra al menos 2% por encima del promedio global. Asimismo, durante esa misma década las 11 economías más grandes del continente, consideradas en su conjunto, se han expandido más de un 50%: el doble del crecimiento del PBI global que fue de 23%. Esto fue posible aun en el contexto de la crisis global de 2008-2009, momento en el que muchas economías alrededor del mundo comenzaban a tambalear.

Indudablemente, el boom de los commodities en la primera década del siglo XXI fue en gran medida responsable del impactante crecimiento de África. China y su insaciable sed de materias primas, necesarias para sostener su expansión económica, provocaron un incremento en la demanda de recursos naturales. Combinada con la subida de los precios de las materias primas, el resultado fue la aceleración del crecimiento económico de África. A título de ejemplo, en julio de 2008 el barril de petróleo alcanzó un precio récord de 145 dólares, notablemente superior a los 70 dólares que costaba en 2007.

En este contexto, la reciente caída en los precios de los commodities ha tenido un impacto directo en el crecimiento del continente. Varios países están experimentando dificultades para mantener sus economías a flote. El precio del petróleo es actualmente inferior a 50 dólares por barril, tocando su nivel más bajo desde el año 2010. Esta situación es particularmente dañina para un país como Nigeria, la economía más grande de África, donde el petróleo contribuye en más del 70% al presupuesto público.

La caída en los precios trajo malestar social que se tradujo en numerosas protestas contra la eliminación de los subsidios a los combustibles y el aumento de los precios de los mismos. A pesar de contar con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, la falta de capacidad de refinación obliga a importar la mayor parte de los combustibles que se consumen en Nigeria. El ejemplo de Nigeria y su industria petrolera deja en evidencia cuán expuestas están muchas de las economías africanas, cuáles de ellas han fallado en diversificarse durante el período de crecimiento exponencial, y aquellas que no han sabido implementar las reformas estructurales e institucionales necesarias para sostener el crecimiento en el largo plazo e impulsar el desarrollo del continente.

La relevancia de las instituciones y el Dynamic Market Index

Las instituciones juegan un rol central a la hora de reforzar la competitividad de los países. Sin fuertes capacidades institucionales, las dificultades son mayores a la hora de crear un ambiente propicio para lograr el éxito económico, social y político.

Las brechas existentes en el desarrollo institucional, especialmente en África, explican parcialmente por qué muchos países siguen siendo marcadamente poco competitivos. A pesar del amplio consenso que existe acerca de la importancia de promover instituciones sólidas, históricamente muy poco esfuerzo se ha realizado para diseñar herramientas suficientemente abarcadoras que permitan entender el progreso de África y los retos pendientes en términos del desarrollo institucional del continente.

Reconociendo la necesidad de contar con una herramienta que permita medir y comparar el recorrido institucional de los países a lo largo del tiempo, el Centre for Dynamic Markets (CDM) del Gordon Institute of Business Science (GIBS) desarrolló el GIBS Dynamic Markets Index (DMI). Esta publicación bianual constituye una herramienta extensa y robusta. El índice se apoya en resultados empíricos obtenidos a través de la recolección de datos objetivos para medir la evolución institucional de los países alrededor del mundo. La edición 2016 del DMI abarca 144 países en un período de siete años comprendidos entre 2007 y 2014. Con el objetivo de estudiar el dinamismo de los mercados, dicho índice descansa en el análisis exhaustivo de los siguientes seis pilares: apertura y conectividad; sistema de justicia; trámites burocráticos; capital humano; gestión de la macroeconomía; y estabilidad sociopolítica.

El GIBS DMI presenta dos características que marcan su singularidad con respecto a otros índices similares, también con vocación comparativa. En primer lugar, el GIBS DMI se concentra en mensurar el cambio institucional como un proceso a lo largo de un determinado período de tiempo, es decir que trasciende una única medida estática. En segundo lugar, el índice se apoya principalmente en resultados empíricos producto de datos objetivos, priorizándolos por sobre opiniones, sentimientos o encuestas.

En lugares como África, donde las estructuras institucionales y sus niveles de crecimiento son extremadamente dispares, herramientas como el GIBS DMI ofrecen un entendimiento de gran valor para comprender dónde se encuentran ciertos países con respecto a su desarrollo institucional y a su trayectoria de desarrollo. Esto es especialmente importante a la hora de diseñar políticas tendientes a impulsar la competitividad. También es vital para entender la coyuntura, fundamentalmente a la hora de pensar estrategias de negocios para aquellos que buscan expandirse a nivel internacional.

Los resultados del GIBS DMI permiten clasificar a los diferentes países en cuatro categorías, en base a en qué medida mejoraron o retrocedieron en sus performances institucionales. En primer lugar, la categoría “Mercados en alza” (Catch-up Markets) agrupa a aquellos países cuya situación de partida en el año 2007 presentaba un magro nivel de desarrollo institucional pero que han logrado un considerable progreso en sus estructuras institucionales. En segundo lugar, el rubro “Mercados dinámicos” (Dynamic Markets) comprende los países que ya contaban con instituciones sofisticadas en el año 2007 y continuaron progresando a lo largo de todo el período de evaluación. En tercer lugar, bajo la etiqueta de “Mercados adinámicos” (Adynamic Markets) se encuentran los países que se han estancado o que incluso deterioraron su situación institucional entre 2007 y 2014. Finalmente, fueron catalogados como “Mercados estáticos” (Static Markets) aquellos países que ostentaban un importante nivel de dinamismo en 2007 pero se han estancado o mostrado muy poco o incluso ningún avance hacia el 2014.

Fuente: GIBS DMI, 2016.

Los resultados de África en el DMI

El DMI incluye 39 de los 54 países que integran el continente africano. La exclusión de los 15 restantes se debe a la ausencia de información disponible. En África, obtener información completa y extensa puede resultar especialmente problemático, ya que la escasez de información constituye la regla antes que la excepción. Casos como los de Libia o Somalia no pudieron ser analizados debido a las extendidas guerras que los azotan haciendo que sea casi imposible encontrar información completa y, sobre todo, confiable.

El período de análisis del GIBS DMI (2007-2014) ha sido un período tumultuoso. Los países africanos no estuvieron exentos de las consecuencias de varios eventos globales. Por ejemplo, la crisis financiera mundial de 2008/09 encontró a varios países del mundo revirtiendo los progresos realizados desde los años ’90, tambaleando en las reformas pro-mercado que se estaban llevando a cabo en ese momento. Si bien la crisis financiera tuvo menos impacto en África que en otras partes del mundo, parcialmente debido al bajo nivel de conectividad del continente con respecto a la economía mundial, algunos países sufrieron la pérdida de capitales provenientes de Occidente, ya que la escasez de créditos empujó a los inversores a reducir el flujo de los fondos destinados a los mercados africanos.

Los levantamientos acontecidos en el contexto de la Primavera Árabe, afectando al norte de África y a Medio Oriente en 2011, sumergieron a dichos países en una ola de cambios políticos dramáticos, exponiéndolos a una situación marcada por la violencia prolongada y la inestabilidad en la que se encuentran aún hoy y también conmovió a varios países de la región y todo a lo largo de África. Por ejemplo, Libia, uno de los países que ha estado en el epicentro de la Primavera Árabe, enfrenta aún hoy dificultades para restaurar la estabilidad en el país desde la caída del coronel Muamar Gadafi, quien gobernó el país con mano dura por 42 años. Las luchas por el poder entre las diferentes facciones junto con la aparición de varios grupo rebeldes, por no mencionar la presencia de militantes del Estado Islámico que intentan aprovechar el vacío de poder y la situación de inestabilidad, han dejado la economía libia sumida en un verdadero caos.

En los últimos años es innegable que el terror ha aumentado, especialmente en África. Durante el período bajo análisis, varios ataques con objetivos específicos golpearon los aparatos de seguridad en diferentes países y azotaron algunos sectores clave de la economía. A modo de ejemplo, la industria turística de Kenia ha estado paralizada como resultado de los ataques llevados a cabo por al-Shabab en África del Este, dejando cientos de muertos y una nación sumida en el miedo y la paranoia. En el 2013 Kenia sufrió uno de los ataques más feroces que haya conocido el país cuando 67 personas fueron asesinadas en el centro comercial Westgate en Nairobi. En Somalia, al-Shabab protagoniza una guerra civil con el gobierno, cometiendo reiterados ataques suicidas en Mogadiscio, la capital, pero también en otras zonas de país. Al mismo tiempo, Boko Haram, en África del Oeste, continúa aterrorizando a Nigeria, provocando el desplazamiento forzado de miles de personas en el noreste del país y entorpeciendo el comercio regional.

La desaceleración que la economía china experimenta desde el 2013, más profunda de lo previsto, ha tenido un impacto negativo en aquellos países que se beneficiaron de la creciente demanda de recursos naturales promovida por los poderes emergentes, especialmente en África. En 2015 y 2016 China alcanzó la menor tasa de crecimiento económico de los últimos 30 años.

Los países africanos ricos en recursos, incluyendo Angola, Zambia y Sudáfrica, han sido duramente golpeados por esta desaceleración económica de China, que implicó una menor demanda de commodities. En 2015, las importaciones chinas provenientes de África cayeron cerca de 40% y muchos de los proyectos de inversiones de gran escala anunciados quedaron inconclusos. La disminución de la demanda china y la subsecuente caída en los precios de los commodities han tenido un profundo impacto en la performance económica de África, dejando en evidencia la falta de progreso realizado en diversificar la economía durante lo que fue el ciclo de crecimiento.

A pesar de las alteraciones globales y regionales y del magro desarrollo de algunos mercados clave, el gran crecimiento económico que experimentaron varios países de África les permitió llevar a cabo ciertas reformas estructurales. Estas trajeron consigo mejoras a nivel de la gobernanza, de los controles democráticos y un ambiente económico caracterizado por una mayor seguridad.

En líneas generales, los resultados del GIBS DMI sugieren que los gobiernos están cosechando la voluntad política necesaria para impulsar las reformas que mejoren el ambiente de negocios a través del tratamiento de aspectos centrales como el sistema legal y las regulaciones, acompañado de la reducción de impuestos para las empresas y la privatización de algunas compañías nacionales buscando una mayor eficiencia en su funcionamiento.

Botsuana e Islas Mauricio son los únicos países africanos que integran la categoría de “Mercados dinámicos” del GIBS DMI. Ambos países han mantenido sus esfuerzos para construir instituciones sólidas, logrando un desempeño competitivo a lo largo de los años estudiados. Botsuana e Islas Mauricio han obtenido una puntuación comparativamente elevada a lo largo de todos los pilares institucionales, especialmente sobrepasando a otros países africanos en cuanto a la reducción de la burocracia, la implementación de un sistema de justicia funcional y la promoción de mercados cada vez más abiertos y conectados. Ambos países son relativamente pequeños, tanto en términos de su población como del tamaño del PBI. Sin embargo, han logrado situarse entre las economías más competitivas y exitosas del continente, en gran medida como resultado de haberse concentrado en mejorar sus estructuras e instituciones.

La mayoría de los países africanos, 23 de los 39 estudiados en el índice, fueron incluidos en la categoría de “Mercados en alza”. Dentro de este grupo se encuentran, por ejemplo, Sierra Leona y Ruanda. Ambos países alcanzaron mejoras significativas en sus instituciones, especialmente en lo que concierne la orientación de la macroeconomía y la estabilidad sociopolítica. El caso de Ruanda es particularmente asombroso. Solo veinte años después del genocidio que terminó con más de 800 mil vidas y diezmó la economía, el país ha recorrido un largo camino. Además de haber alcanzado un crecimiento económico de un promedio de 8% entre 2011 y 2014, este pequeño país de África del Este ha logrado un gran progreso hacia la apertura de su economía, encabezando la remoción de las barreras al comercio en el seno de la Comunidad de Estados Africanos (EAC, por sus siglas en inglés) y logrando reducir los niveles de pobreza y desigualdad. Si bien el futuro político de Ruanda y la violación de los derechos humanos continúan siendo una preocupación, el progreso realizado a nivel socioeconómico durante las dos últimas décadas es innegable.

Sudáfrica es el único país africano categorizado como “Mercado estático”, compartiendo dicha etiqueta con algunas economías avanzadas como Canadá y Francia, las cuales se han estancado o realizado muy poco o incluso ningún progreso institucional entre 2007 y 2014. En los últimos años el gobierno de Sudáfrica ha tomado decisiones cuestionables que han obstaculizado la implementación de los cambios estructurales necesarios para mejorar la competitividad del país. La segunda economía de África se ha vuelto menos abierta y conectada durante el período bajo análisis, acrecentando aún más los niveles de burocracia. El resultado es una destinación menos atractiva a la hora de realizar inversiones.

Finalmente, 12 economías africanas, entre ellas Etiopía, Senegal, Kenia y Angola, fueron incluidas en el rubro “Adinámicas”, evidenciando un pobre y, en la mayoría de los casos, declinante desempeño a lo largo de todos los pilares durante el período analizado. Estos países se han típicamente estancado o retrocedido con respecto a la base institucional que detentaban en el 2007, justo en el momento en el que mejorar era crucial para lograr un desarrollo significativo.

Mientras que algunas economías importantes de África del Este, como Kenia y Etiopía, han gozado de un sorprendente crecimiento del PBI en los últimos años, esto no necesariamente se ha traducido en mejoras estructurales significativas y sostenidas. Kenia, a pesar de haber realizado progresos en varias áreas, sufrió serios traspiés hacia fines del 2007 y comienzos del 2008 ligados a la inestabilidad política, la erosión de sus instituciones y la violencia. Actualmente, Kenia está inmersa en un proceso de reformas constitucionales con el objetivo de revertir estos contratiempos reforzando sus instituciones por medio de la llamada “descentralización” (devolution). Este paquete de reformas buscar mejorar el rendimiento presupuestario a nivel municipal a lo largo de todo el país. Al mismo tiempo, durante el período bajo análisis del DMI, Etiopía ha realizado importantes avances en áreas como la dirección de la macroeconomía, que le han permitido estimular su desarrollo económico. Sin embargo, el país ha tenido una pobre performance en áreas críticas como el sistema de justicia, apertura y conectividad y la percepción de la seguridad.

En general, a pesar de que los resultados del DMI puedan parecer decepcionantes, muchos países africanos han logrado importantes avances institucionales perceptibles mayormente a través de mejoras en la estabilidad sociopolítica y la orientación macroeconómica. El ritmo de estas mejoras, especialmente comparado con competidores globales en otras regiones alrededor del mundo, es donde se necesita trabajar con mayor urgencia. Si el continente aspira a explotar el máximo de su potencial económico, seguir trabajando en estas áreas es crucial para alcanzar el desarrollo de África.

Esta necesidad es aún más urgente si se tienen en cuenta las tasas a las que la población africana está creciendo y a las que se está urbanizando. Según el Banco Mundial, para el año 2060 África albergará alrededor de 2.800 millones de personas. Además, será un continente urbano con más del 50% de la población viviendo en ciudades hacia el 2050, representando la tasa de urbanización más alta del mundo para ese período de tiempo. La población en aumento y la rápida urbanización representan nuevas oportunidades para el consumo y la competitividad de la industria. No obstante, también pueden acarrear enormes desafíos, especialmente por la amenaza que representa la creciente desigualdad. El déficit en educación, formación, trabajos y de instituciones más robustas y funcionales que puedan mejorar la competitividad, puede transformar el tan promovido dividendo demográfico en una pesadilla demográfica.

Los resultados del DMI 2016 no solo revelan el progreso y la mejora en el dinamismo de varios países africanos, muchos de los cuales son “Mercados en alza”, sino que también dejan en evidencia aquellos mercados que se han estancado o retrocedido en términos de su relativo dinamismo institucional. Los países africanos “Adinámicos”, como Chad y la República Centroafricana, en los cuales las estructuras institucionales se han estado deteriorando en los últimos años, tendrán que trabajar doblemente duro para poner en marcha las reformas necesarias que permitan reforzar su competitividad. Además, comprender la urgencia junto con una mayor voluntad política para mejorar las instituciones sociopolíticas y económicas en los 54 países africanos resulta un paso inevitable si el continente pretende seguir el ritmo del resto del mundo y ser verdaderamente competitivo en el escenario global.

Autorxs


Lyal White:

Director del Centre for Dynamic Markets (CDM) del Gordon Institute of Business Science (GIBS), University of Pretoria, Sudáfrica.

Valentina Nardi:
Pasante en el CDM del GIBS, University of Pretoria, Sudáfrica.