Editorial: La crisis internacional, amenaza y oportunidad

Editorial: La crisis internacional, amenaza y oportunidad

| Por Abraham Leonardo Gak* |

Como lo señalamos en el título, el mundo entero mira atemorizado cómo los países centrales tratan de resolver una situación creada por ellos mismos al fomentar el desarrollo del sistema capitalista sobre la base de la desregulación de los movimientos financieros.

Las consecuencias de este modelo eran previsibles, pero el grado de insensibilidad de los responsables de la toma de las decisiones políticas, los llevó a seguir garantizando la rentabilidad de los sectores financieros afectando no solamente a los habitantes de los países emergentes y pobres, sino también, y sin ningún tipo de escrúpulos, a sus propios pueblos.

Esta voracidad se expresa no sólo en la adopción de programas de ajuste extremo por parte de los gobiernos que afectan sobre todo a la población más vulnerable, sino también en el aprovechamiento que hacen los sectores más concentrados de la economía, de las fenomenales emisiones monetarias de las que se apropian sin tapujos.

Quedan así condenados los pueblos de Estados Unidos y Europa por largos años y lógicamente de la misma manera muchos otros países bajo su influencia.

Ante este escenario escalofriante, los países de América del Sur aprovechan su creciente independencia del sistema financiero internacional para levantar en conjunto un muro de contención para que no los alcance la ola recesiva.

La Unasur se transforma, pues, no sólo en un modelo de desarrollo y crecimiento, sino también en una herramienta esencial que garantiza la soberanía e independencia de cada uno de los países integrantes.

Este proceso de integración regional deberá observar las experiencias de otros bloques y eludir las trampas y errores que, por ejemplo en Europa, han colocado a muchos países en virtual dependencia de otros.

No debemos, no obstante, ignorar que las diferencias entre los países de la región son pronunciadas, partiendo de niveles de desarrollo desigual, culturas diferentes, estructuras sociales más o menos equitativas; sin embargo, todos ellos cuentan con enormes posibilidades individuales potenciadas en lo colectivo.

La coordinación financiera, en la que, por ejemplo, el Banco del Sur ofrece posibilidades extraordinarias; la necesidad de formular proyectos de integración de cadenas de valor productivas; la solidaridad que frente a situaciones puntuales de algún miembro requieran la ayuda colectiva, y la convicción de que la mejora en la calidad de vida de cada uno de los habitantes de nuestros países tiene que ser el objetivo común de todos, nos llevarán a constituirnos en un importante factor de peso internacional.

Frente a una globalización financiera que seguirá estando presente, la Unasur deberá constituirse en un gran mercado interno; será este mercado el que consumirá principalmente nuestros productos, enfrentando la competencia internacional y permitiendo manejar el comercio exterior con nuestras propias monedas, liberándonos de tutelas e intereses ajenos a un proyecto regional de desarrollo con equidad.

De esta manera debemos consolidar la concepción de que nuestro propio futuro está atado al de todos los habitantes de la región. Cuanto más altos sean sus niveles de vida y capacidades personales, mayores serán los requerimientos en calidad y cantidad de nuestras producciones.

Este es el futuro promisorio que nos espera si somos capaces de tener inteligencia, capacidad y persistencia para lograr la unidad de los países de América del Sur.





* Director de Voces en el Fénix.